Más de un billón y medio de personas viven en
territorios afectados por la malaria; de los cuales, cada año,
doscientos millones desarrollan la enfermedad y aproximadamente un
millón muere, siendo niños menores de cinco años de edad las principales
víctimas. Es por esto que la búsqueda de una solución para
contrarrestar la morbilidad de la malaria resulta un imperativo para la
humanidad. Conozca los últimos avances del profesor Manuel Élkin
Patarroyo en esta investigación.
Durante el año 2010, según estadísticas de la OMS, la malaria produjo 219 millones de casos clínicos y mató 660,000 personas, la mayoría niños africanos pobres. La comercialización de medicamentos tiene que ser una opción secundaria al desarrollo de vacunas para prevenir la enfermedad, aunque ello suponga una disminución de las utilidades que obtiene la industria farmacéutica por este concepto.
lunes, 16 de marzo de 2015
lunes, 9 de marzo de 2015
Costos farmacéuticos representan un componente cada vez mayor del gasto en atención de la salud.
Leer en ELTIEMPO.COM
Negociación sobre patentes
con India derribaría éxito del 'Obamacare'
No es ninguna novedad saber
que la industria farmacéutica tiene un fuerte interés por imponer condiciones
de mercado que favorezcan su objetivo fundamental, que es ganar mucho dinero.
Lo que si podría resultar novedoso, para muchos, es enterarse de que ni el
poderoso presidente de los Estados Unidos es inmune a sus presiones: “Aquí parece que Obama está decidido a
socavar su propia reforma, que es su marca distintiva, debido a la presión del
poderoso lobby farmacéutico. Los costos farmacéuticos representan un componente
cada vez mayor del gasto en atención de la salud de Estados Unidos”. Y en
Colombia también.
La presión ejercida sobre
él y el gobierno norteamericano persigue “un
acuerdo con India que debilitaría la competencia que representan los genéricos
y, de este modo, haría que los medicamentos que pueden salvar vidas fueran
inasequibles para miles de millones de personas en India y en otros lugares”. Salvar
vidas no es algo que les interese, situar el lucro por encima de todo es un
comportamiento apenas “normal” dentro de la mecánica de sus operaciones. “La
política actual de India permite que los medicamentos se vendan a una fracción
del precio monopólico fijado por los titulares de las patentes. Por ejemplo, un
tratamiento con el medicamento Sovaldi, que se utiliza contra la hepatitis C,
se vende en Estados Unidos por 84.000 dólares. Los fabricantes indios pueden
vender la versión genérica (profitably) por menos de 1.000 dólares por
tratamiento”.
Entonces suponer que en
Colombia sí somos impermeables a las presiones del poderoso lobby farmacéutico
es una utopía de marca mayor. Las reiteradas denuncias del científico
colombiano Manuel Elkin Patarroyo sobre componendas de las farmacéuticas para
bloquear su trabajo, que va decididamente en contravía de sus intereses, tiene
un fundamento más que sólido. No parece
que el trabajo del Profesor Stiglitz y sus colaboradores sea parte de la
estrategia de defensa de Patarroyo, sino una cruda realidad que nos afecta a
todos, especialmente a los que no tienen dinero para pagar por vacunas y
medicinas sin los cuales están condenados a perecer. “No creamos
medicamentos para indios, sino para quienes pueden pagarlos” dijo el
consejero delegado de la farmacéutica Bayer, Marijn Dekkers, premisa que siguen
al pie de la letra, sin rubor ni escrúpulos.
Fernando Márquez
3:52 a.m.
| 9 de marzo de 2015
Foto: AFP
Alrededor
de 11,4 millones de personas se suscribieron o renovaron su cobertura de salud
con el 'Obamacare' en el 2015.
La Ley de
Atención Médica Asequible y Protección a los Pacientes, de Estados Unidos –la
reforma de la atención de la salud, conocida como ‘Obamacare’ y marca
distintiva del presidente Barack Obama–, ha logrado ampliar la cobertura del
seguro médico a millones de estadounidenses que no habrían podido tenerlo. (Lea también: Más de 300 mil personas
podrían perder beneficios del Obamacare)
Y, en contra
de las advertencias de sus críticos, no ha provocado que aumenten los precios
de la atención en la salud.
De hecho,
hay esperanzas de que la curva de los precios por fin esté comenzando a
disminuir.
No
obstante, no es seguro que el ‘Obamacare’ vaya a poder limitar los costos
excesivamente altos de la atención médica.
Eso
dependerá de las demás políticas de la administración Obama, sobre todo en una
esfera que puede parecer ajena a este tema: las discusiones en curso con India
sobre propiedad intelectual.
Aquí
parece que Obama está decidido a socavar su propia reforma, que es su marca
distintiva, debido a la presión del poderoso lobby farmacéutico. Los
costos farmacéuticos representan un componente cada vez mayor del gasto en
atención de la salud de Estados Unidos.
En
efecto, la proporción de gastos en medicamentos en el PIB casi se ha triplicado
en apenas 20 años. Así, pues, reducir los costos de la atención a la salud
requiere mayor competencia en la industria farmacéutica, y eso significa
permitir la fabricación y distribución de medicamentos genéricos.
En
cambio, la administración Obama está buscando un acuerdo con India que
debilitaría la competencia que representan los genéricos y, de este modo, haría
que los medicamentos que pueden salvar vidas fueran inasequibles para miles de
millones de personas en India y en otros lugares.
Esto no
es una consecuencia involuntaria de una política que, por lo demás, tuviera
buenas intenciones; es el objetivo explícito de la política comercial de
Estados Unidos.
Las
grandes compañías farmacéuticas multinacionales han estado trabajando desde
hace mucho para bloquear la competencia de los genéricos. Sin embargo, el
enfoque multilateral, a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC),
ha resultado menos efectivo de lo que esperaban, así que ahora están tratando
de conseguir ese objetivo mediante acuerdos bilaterales y regionales.
Las
recientes negociaciones con India – la principal fuente de genéricos para los
países en desarrollo– son parte esencial de esta estrategia. En los años
setenta, India abolió las patentes farmacéuticas y creó una industria de
genéricos avanzada y eficiente, capaz de facilitar medicamentos baratos a todo
el mundo en desarrollo.
Eso
cambió en el 2005, cuando el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de
Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (Acuerdo sobre los Adpic),
de la OMC, obligó a India a permitir las patentes.
Plan B de farmacéuticas
El
acuerdo que el presidente Barack Obama busca con India debilitaría la
competencia de los genéricos, según los autores. Foto: Archivo / EL TIEMPO.
|
Sin
embargo, en opinión de la industria farmacéutica, el Acuerdo sobre los Adpic no
fue suficiente.
Por lo
tanto, el deseo del Gobierno de India de mejorar sus relaciones comerciales con
Estados Unidos da a la industria una oportunidad ideal para complementar lo que
los Adpic no cubrieron y obligar a India a facilitar la obtención de patentes y
a reducir la disponibilidad de los genéricos de bajo costo. Parece
que el plan está funcionando hasta ahora.
En otoño,
durante su visita a Estados Unidos, el primer ministro indio, Narendra Modi,
estuvo de acuerdo en que se estableciera un grupo de trabajo para revaluar la
política de patentes del país.
Los
participantes estadounidenses en el grupo estarán dirigidos por la Oficina del
Representante de Estados Unidos para las Cuestiones Comerciales, que promueve
los intereses de las compañías farmacéuticas y no, por ejemplo, por la Academia
Nacional de Ciencias (National Academy of Sciences), la Fundación Nacional de
Ciencias (National Science Foundation) o la Agencia Nacional de Investigación
Médica (National Institutes of Health).
¿Cómo
puede India hacer reforzar su sistema de patentes? Para empezar, podría
flexibilizar la definición de lo que es un producto ‘novedoso’ y que, por lo
tanto, merece protección en materia de propiedad intelectual. Actualmente,
India establece condiciones muy estrictas, y como resultado niega patentes para
combinaciones nuevas de compuestos que ya existen.
India
también podría dejar de emitir licencias obligatorias –un país puede forzar a
un inventor a dar licencia de producción sobre su innovación a otro u otros
fabricantes– para permitir que otras empresas produzcan el medicamento de un
titular de patente a cambio de un derecho –práctica permitida en el marco del
Acuerdo sobre los Adpic, pero que es un anatema para la industria
farmacéutica–.
La
política actual de India permite que los medicamentos se vendan a una fracción
del precio monopólico fijado por los titulares de las patentes. Por
ejemplo, un tratamiento con el medicamento Sovaldi, que se utiliza contra la
hepatitis C, se vende en Estados Unidos por 84.000 dólares. Los
fabricantes indios pueden vender la versión genérica (profitably) por menos de
1.000 dólares por tratamiento.
El precio
genérico significa, de cualquier modo, un gasto enorme para quienes ganan
apenas unos dólares al día, pero, a diferencia del precio en Estados Unidos, es
algo que muchos gobiernos y organizaciones de ayuda pueden pagar.
Este no
es, en absoluto, un ejemplo aislado. Los medicamentos genéricos de bajo costo
han hecho posible dar tratamiento a decenas de millones de pacientes infectados
de VIH/sida en el mundo en desarrollo. De hecho,
la decisión de las principales compañías farmacéuticas de poner algunos
medicamentos a disposición de los pobres a precios bajos se debe en parte a la
amenaza de la competencia de los genéricos de India.
Si
Estados Unidos obliga a India a reforzar sus reglas sobre patentes hasta que se
asemejen más a las normas estadounidenses, la meta de las empresas farmacéuticas
se pondría en riesgo. Naturalmente,
si el estricto régimen de patentes de Estados Unidos fuera la mejor forma de
promover la innovación en la industria farmacéutica, como sostienen sus
defensores, la política de la administración Obama hacia India tal vez podría
justificarse. Pero eso no es así.
Puesto
que las patentes son básicamente monopolios concedidos por los gobiernos, estas
generan las mismas ineficiencias y conducta interesada en ganancias que
cualquier otra distorsión del mercado.
Una patente
que aumenta el precio de un medicamento cien veces tiene el mismo efecto en el
mercado que un arancel del 10.000 por ciento.
En casos
así, las empresas farmacéuticas tienen incentivos poderosos para desinformar a
los médicos y al público sobre la seguridad y eficacia de sus productos e,
incluso, promover sus medicamentos para usos inapropiados mediante pagos
complementarios, y con ello persuadir a los doctores a recetarlos.
Asimismo,
la investigación promovida por una patente impulsa la opacidad de información,
pues las compañías solo revelan la información necesaria para adquirir la
patente.
Sin
embargo, la transparencia es crucial para que haya un avance científico
efectivo.
Muchos
economistas, incluidos los autores, han sugerido una variedad de alternativas a
la I+D promovida con las patentes que eviten estos problemas.
Si la
administración Obama logra obligar a India a fortalecer sus reglamentación de
patentes, el cambio no solo dañaría a ese y a otros países en desarrollo, sino
que también consagraría un sistema de patentes manifiestamente corrupto e
ineficiente en Estados Unidos, donde las compañías aumentan sus ganancias
eliminando a la competencia –dentro y fuera del país–.
Después
de todo, los genéricos de India a menudo se convierten en la opción más
asequible en el mercado estadounidense una vez han vencido las patentes. Obama
hizo bien en impulsar una reforma de los servicios de salud que resultaría en
mayor acceso y eficiencia del sector.
En sus
negociaciones con India, la administración Obama está emprendiendo una política
que desafía estos objetivos, y que tiene consecuencias no solo para India y
Estados Unidos, sino también para el mundo.
DEAN
BAKER, ARJUN JAYADEV Y JOSEPH E. STIGLITZ*
* Dean Baker es codirector del Centro de Investigación Económica y de Política en Washington, D. C. Arjun Jayadev es profesor de Economía en la Universidad de Massachusetts (Boston) y coeditor de ‘Journal of Globalization and Development’. Joseph E. Stiglitz es premio nobel de Economía, profesor de la Universidad de Columbia y exvicepresidente del Banco Mundial. Traducción de Kena Nequiz. © Project Syndicate 2015.
Nueva York.
* Dean Baker es codirector del Centro de Investigación Económica y de Política en Washington, D. C. Arjun Jayadev es profesor de Economía en la Universidad de Massachusetts (Boston) y coeditor de ‘Journal of Globalization and Development’. Joseph E. Stiglitz es premio nobel de Economía, profesor de la Universidad de Columbia y exvicepresidente del Banco Mundial. Traducción de Kena Nequiz. © Project Syndicate 2015.
Nueva York.
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