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Foto: Efe
El operativo de rescate fue desarrollado por la Armada Nacional. El científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo y ocho personas más entre auxiliares de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia y periodistas se quedaron varados luego de que la lancha en la que viajaban por aguas del río Amazonas sufriera daños eléctricos.
Patarroyo y los ocupantes regresaban de un encuentro con comunidades indígenas de la Amazonía, donde se analizó el fallo del Consejo de Estado que prohíbe la caza de primates para fines científicos.
Pobladores de la zona alertaron de la situación y la Armada los asistió y trasladado hasta la ciudad de Leticia, mientras que la embarcación en la que viajaban con motor fuera de borda y que sufrió los daños fue remolcada hasta un muelle en la capital del Amazonas para su reparación. Todos están fuera de peligro.
Patarroyo y los ocupantes regresaban de un encuentro con comunidades indígenas de la Amazonía, donde se analizó el fallo del Consejo de Estado que prohíbe la caza de primates para fines científicos.
Pobladores de la zona alertaron de la situación y la Armada los asistió y trasladado hasta la ciudad de Leticia, mientras que la embarcación en la que viajaban con motor fuera de borda y que sufrió los daños fue remolcada hasta un muelle en la capital del Amazonas para su reparación. Todos están fuera de peligro.
NOTA: Que el científico colombiano Manuel
Elkin Patarroyo haya sido rescatado por la Armada Nacional cuando el bote en
que se transportaban él, algunos de sus colaboradores y un grupo de periodistas
estuvo a punto de naufragar en el río Amazonas suscita algunas reflexiones:
¿Cuál hubiera sido el escenario probable
si por causa de ese accidente Patarroyo hubiera desaparecido? Habría significado el fin de la esperanza que
hoy tiene la humanidad de evitar los 17 millones de muertos que las enfermedades
infecciosas ocasionan cada año. Habría
decretos, duelos nacionales y muchas frases rimbombantes de los mismos que hoy
prefieren ignorar los inconvenientes y obstáculos que los negociantes de la
salud han venido sembrando en su camino y, sin duda, un gran suspiro de alivio
de los que ven amenazadas sus utilidades por el trabajo de Patarroyo, hecho
para favorecer a los necesitados y no para llenar sus bolsillos, idea bien
exótica en este país.
La presencia de periodistas en el
grupo indica ausencia de cualquier temor a la fiscalización que sistemáticamente
ejercen las autoridades, ciertos medios de comunicación y algunas personas
expertas en enredar incautos, sobre sus actividades y las de la FIDIC, mientras
el hecho de reunirse con las comunidades indígenas de la zona para conocer de
primera mano sus opiniones sobre el fallo del Consejo de Estado que le prohíbe utilizar
los monitos Aotus para sus pruebas, es un indicador preciso del respeto del
científico por aquellos a quienes verdaderamente interesan y pertenecen estos
territorios y sus recursos, hechos que no hubieran trascendido de no ser por
este percance.
Los que denuncian, opinan,
cuestionan y prohíben desde sus oficinas capitalinas son simples fichas de un perverso
engranaje multinacional que busca sacarlo a él y su grupo del escenario
investigativo por resultar inconveniente a sus intereses económicos y
estratégicos. La noticia confirma que no
son muchos, ni siquiera en épocas electorales, los que se aventuran a visitar
estas tierras y aguas, que encierran peligros reales. Por fortuna para la humanidad más pobre y
vulnerable este hombre es un guerrero convencido que hará bien y con eficacia su
trabajo de producir vacunas al alcance de todos los seres humanos que las
necesitan, a pesar de las circunstancias adversas que debe superar cada día.
Fernando Márquez
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