viernes, 22 de mayo de 2015

El respeto de la flora y fauna en las investigaciones científicas

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Tiene razón al estar preocupada la comunidad científica. Solemos mirar este tipo de cosas desde una óptica emocional, sin análisis de ninguna clase, excepto cuando el enfermo o muerto es alguien cercano. Son incontables los procedimientos y medicamentos que se prueban, en todo el mundo, en animales de todas las clases. Sin ellos solo existirían dos escenarios posibles: la parálisis total de la investigación, con sus devastadoras consecuencias, o la  realización de la experimentación directamente en humanos.

Habría que ver si los que con tanta tenacidad se oponen al empleo de animales para pruebas biomédicas estarían dispuestos a tomar su lugar o si, por lo menos, dejarían de consumir carne o cualquier otro alimento de origen animal que implique utilizarlos o estresarlos.  Las buenas intenciones de estas personas, que existen en muchos casos, no son suficientes para frenar la expansión de enfermedades y muertes, muchas de las cuales podrían evitarse, para lo cual la experimentación es requisito ineludible. Una cosa es la obligatoriedad de garantizar un trato digno y respetuoso a los animales utilizados y otra distinta oponerse por principio o por moda sin que exista alternativa diferente.

Ojalá la institución ecológica que menciona el artículo o los jueces y magistrados que posan de animalistas ofrecieran alguna solución pertinente y practicable en lugar de limitarse únicamente a pontificar, señalar y sancionar sin consultar siquiera a quienes realmente conocen el asunto: los científicos.  

Lo que debe prevalecer es el sentido común, la inteligencia, la obligación de preservar y proteger la vida y la salud de todos. Muy triste tener que usar animales para realizar las pruebas, pero más triste aún saber que hay miles de personas que mueren cada día -no es exageración- y que su salvación se vea obstaculizada por personas para las que es más importante un animal que un niño.   
    
Una arista, no muy conocida por la opinión pública, es la feroz competencia existente entre los grupos de investigación creados por la industria farmacéutica, que no se destaca por su altruismo, sino por la comisión de delitos sancionados penalmente y por el poder corruptor que les conceden sus multimillonarias utilidades, entre los que se cuentan el soborno a los médicos, el encarecimiento artificial de sus productos, la elevación a la categoría de enfermedad de muchos procesos naturales, la propaganda negra y, no lo duden, la financiación de grupos ecologistas, ambientalistas, animalistas, fundamentalistas o de cualquier otro orden para que hagan ruido y obstaculicen el trabajo de sus competidores, uno de los cuales es Patarroyo con su grupo, la FIDIC, que trabaja para donar sus producción científica, a diferencia de quienes han hecho de la enfermedad un negocio fabuloso.
  
Fernando Márquez


La batalla judicial de Elkin Patarroyo contra una institución ecológica puede marcar el futuro de la investigación científica en Colombia.

A principios de febrero se dio inicio a un enfrentamiento entre las salas del Consejo de Estado sobre la posibilidad o no de utilizar animales con objetos científicos, el cual aún no ha terminado. 

La importancia de la confrontación, además de decidir sobre el futuro científico del país y la utilización de especies silvestres para este objeto, también llama la atención porque se encuentra directamente implicado las investigaciones del más, si no importante, renombrado científico colombiano, Elkin Patarroyo. 

Este importante científico se encontraba realizando investigaciones con los micos amazónicos “Aotus vociferans”, pero un fallo de la sala tercera de esta corporación, a finales de 2013, lo sancionó por tres años y medio y se le prohibió la captura de estos monos. El científico mencionó que esta decisión condenaba al fracaso sus investigaciones de encontrar una vacuna altamente efectiva contra la malaria y de otras contra la tuberculosis, el papiloma, algunos tipos de cáncer y hasta el sida. 

Luego de un poco más de un año, la sala cuarta revocó esta decisión y ordenó “el levantamiento automático de la suspensión provisional de los permisos otorgados mediante las Resoluciones […] para el proyecto ‘Captura y estudio de Investigación Científica en diversidad biológica de primates en la cuenca del Rio Amazonas en el Trapecio Amazónico Colombiano’”. De manera más clara, le dio vía libre a Patarroyo para que siga con sus investigaciones. 

Esta decisión ya fue apelada y se espera la última palabra por parte de la sala quinta de este alto tribunal 
La razón de esta decisión se dio por varios motivos: 
El primero es el pragmático, con el que se mencionó que los aportes científicos que se venían acumulando con estas investigaciones que podría “salvarles la vida a miles de personas”. Esta misma sala también mencionó que no se debe desconocer que para el avance científico, “el uso de animales es definitivamente indispensable”. 

El segundo es el jurídico, en el que se dispuso que los animales no están sujetos a los mismos derechos de los seres humanos, si no que estos deben ser objeto de una especial protección jurídica con el fin de evitar su sufrimiento y dolor. De este modo, no se podría hablar de un derecho a la vida de los animales. 
La sala cuarta mencionó también que a esta especie no se le puede aplicar la protección a los derechos colectivos, primero porque esto es limitado a los seres humanos y segundo porque no se aplicarían a un grupo específico. Además el demandado –Patarroyo- demostró que estos animales no sufrían: “se utilizan una vez y se devuelven a su hábitat natural”. 

Las reacciones no se hicieron esperar. Por parte de la comunidad científica se ve con preocupación un nuevo retroceso de esta jurisprudencia. Para ellos el Estado debe garantizar las condiciones para un ambiente pleno para el desarrollo científico; si Colombia busca ser competitivo en este sector, no pueden estar por encima los derechos de los animales, de los de la salud y el beneficio de la raza humana. 
Por otra parte, los demandantes mencionaron que ellos no estaban en contra de las investigaciones científicas, sino en contra del sufrimiento innecesario para con los animales. 

En definitiva, lo que la Comisión Quinta del Consejo de Estado está próximo a definir es la prevalencia de los derechos de los hombres a beneficiarse de adelantos científicos o de los animales a no sufrir de manera innecesaria por consecuencia de estos experimentos. La respuesta, aunque parece obvia, puede llevar al desarrollo de nueva jurisprudencia para el trato de animales.




miércoles, 13 de mayo de 2015

Premios Nobel respaldan investigación con animales

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La utilización de animales para pruebas biomédicas es una necesidad, no hay, por el momento, alternativa diferente. No emplearlos, como proponen algunos grupos ambientalistas, significa frenar el avance de investigaciones de las que depende la vida de millones de personas, muchas de las cuales son hoy niños o personas que ni siquiera han nacido.  

La evaluación necesaria para tomar este tipo de decisiones no debe encontrar sus razones en el inmediatismo ni ser juzgadas con los parámetros de esta semana, es necesario prever las consecuencias que tendrán con vista al futuro, pensar a largo plazo. Los animales deben ser tratados con absoluto respeto, en las condiciones más dignas posibles, ocasionándoles el menor sufrimiento o dolor, sin caer en fundamentalismos ni modas, llenos de buenas intenciones, probablemente, pero desconectados por completo de la realidad y las necesidades científicas. 

Tampoco se debe perder de vista el hecho de que tales grupos de presión son, en muchas ocasiones, financiados veladamente por grupos farmacéuticos poderosos, con la única intención de frenar investigaciones que pueden afectar sus ganancias en el futuro. Ellos sí piensan a largo plazo y tienen claro su objetivo de producir dinero. La vida de ningún animal puede estar por encima de la vida de ningún ser humano, de ningún niño, de eso se trata. 

Fernando Márquez




Salud 11 Mayo 2015 - 9:32 pm
Polémica por experimentos de laboratorio

Ayer Françoise Barré-Sinoussi, descubridora del VIH, presentó una carta a la Unión Europea en la que ella y 15 galardonados más se oponen a una iniciativa que quiere anular el uso de animales en la ciencia.
Por: Redacción Salud
Premios Nobel respaldan investigación con animales  
La iniciativa de ciudadanos europeos Stop Vivisection busca que se anule el uso de animales con fines científicos. / iStock
 
“El uso de animales en investigación ha permitido grandes avances en la medicina moderna y en la salud humana. La comprensión de los complejos procesos del cerebro, la posibilidad de desentrañar la genética del cáncer y el desarrollo de nuevas vacunas, medicinas y tratamientos para salvar y mejorar la calidad de vida serían imposibles sin la investigación con animales. No queremos que estén involucrados en investigaciones para siempre y estamos comprometidos en encontrar modelos alternativos. Sin embargo, aún no hemos llegado a ese punto”.
 
La carta que ayer leyó la viróloga Françoise Barré-Sinoussi en el Parlamento Europeo, y que hace un par de días habían publicado el periódico británico The Times y el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung, es sencilla. Son apenas tres párrafos que buscan llamar la atención de la comisión del Viejo Continente antes de que tome una decisión definitiva en torno a la investigación con animales. La firman ella, ganadora del Premio Nobel de Medicina en 2008 por haber descubierto el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), y otros 15 colegas. Todos, sin excepción, han recibido el mismo galardón.
 
La razón por la que se unieron científicos como John Edward Sulston, líder del proyecto genoma humano, y Erwin Neher, que se ha dedicado a estudiar los principios biofísicos del flujo de información entre neuronas, claves para entender el párkinson y el alzhéimer, es simple. Quieren impedir que prospere la iniciativa de ciudadanos europeos Stop Vivisection.
Desde junio de 2012 este proyecto ha recogido 1’150.000 firmas en 26 países de la Unión Europea con un único propósito: que los encargados de legislar prohíban de una vez por todas “la experimentación con animales en el campo de la investigación biomédica y toxicológica”.
 
¿Los motivos? Según ellos, esta práctica “es inaceptable ya que impone dolor y sufrimiento sin límites y sin posibilidad de defensa por parte del animal”. Además, como se lee en su página web, representa un peligro para la salud de los seres humanos y del medio ambiente. “Es un freno al desarrollo de nuevas formas de investigación biomédica basada en los extraordinarios avances científicos de nuestros tiempos”, aseguran.
 
En otras palabras, la iniciativa, que fue presentada en marzo a la UE y debe ser resuelta en los próximos tres meses, busca que se anule la Directiva 2010/63/UE, relativa a la protección de los animales utilizados para fines científicos. El grupo está liderado por el británico André Ménache, zoólogo, veterinario y expresidente de Doctors and Lawyers for Responsible Medicine, y por Gianni Tamino, profesor de biología y del curso de perfeccionamiento en bioética de la Universidad de Padua.
 
Sin embargo, el grupo de nobeles y de 149 asociaciones científicas no ve con buenos ojos este proyecto. Aunque entienden que el uso de animales implica un debate ético que no puede dejarse de lado, tienen la certeza de que la ciencia todavía los necesita.
 
“Para muchas enfermedades aún necesitamos entender cómo interactúan múltiples órganos. Eso significa que la investigación con animales sigue siendo esencial”, se lee en la carta que presentó Barré-Sinoussi.
 
Más adelante sentencian: “El Parlamento Europeo y la Comisión deben oponerse a la derogación de la Directiva. Eso representaría un retroceso tanto para el bienestar animal como en el papel de la promoción de la salud humana y animal. Tenemos el deber de continuar la investigación médica y encontrar alternativas viables al uso de animales”.
 
Aunque los líderes de la iniciativa Stop Vivisection esperan que el respaldo de más de un millón de ciudadanos sea decisivo, lo cierto es que los antecedentes dicen lo contrario. La Comisión Europea ya ha rechazado dos de las iniciativas presentadas a través de esta herramienta de participación democrática. Una de ellas fue una petición que buscaba suspender la financiación de la UE a las investigaciones con células madres.
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