La utilización de animales para pruebas biomédicas es una necesidad, no hay, por el momento, alternativa diferente. No emplearlos, como proponen algunos grupos ambientalistas, significa frenar el avance de investigaciones de las que depende la vida de millones de personas, muchas de las cuales son hoy niños o personas que ni siquiera han nacido.
La evaluación necesaria para tomar este tipo de decisiones no debe encontrar sus razones en el inmediatismo ni ser juzgadas con los parámetros de esta semana, es necesario prever las consecuencias que tendrán con vista al futuro, pensar a largo plazo. Los animales deben ser tratados con absoluto respeto, en las condiciones más dignas posibles, ocasionándoles el menor sufrimiento o dolor, sin caer en fundamentalismos ni modas, llenos de buenas intenciones, probablemente, pero desconectados por completo de la realidad y las necesidades científicas.
Tampoco se debe perder de vista el hecho de que tales grupos de presión son, en muchas ocasiones, financiados veladamente por grupos farmacéuticos poderosos, con la única intención de frenar investigaciones que pueden afectar sus ganancias en el futuro. Ellos sí piensan a largo plazo y tienen claro su objetivo de producir dinero. La vida de ningún animal puede estar por encima de la vida de ningún ser humano, de ningún niño, de eso se trata.
Fernando Márquez
Ayer Françoise Barré-Sinoussi, descubridora del VIH, presentó
una carta a la Unión Europea en la que ella y 15 galardonados más se
oponen a una iniciativa que quiere anular el uso de animales en la
ciencia.
Por: Redacción Salud
La iniciativa de ciudadanos europeos Stop Vivisection busca que se anule el uso de animales con fines científicos. / iStock
“El uso de animales en investigación ha permitido grandes
avances en la medicina moderna y en la salud humana. La comprensión de
los complejos procesos del cerebro, la posibilidad de desentrañar la
genética del cáncer y el desarrollo de nuevas vacunas, medicinas y
tratamientos para salvar y mejorar la calidad de vida serían imposibles
sin la investigación con animales. No queremos que estén involucrados en
investigaciones para siempre y estamos comprometidos en encontrar
modelos alternativos. Sin embargo, aún no hemos llegado a ese punto”.
La
carta que ayer leyó la viróloga Françoise Barré-Sinoussi en el
Parlamento Europeo, y que hace un par de días habían publicado el
periódico británico The Times y el diario alemán Frankfurter Allgemeine
Zeitung, es sencilla. Son apenas tres párrafos que buscan llamar la
atención de la comisión del Viejo Continente antes de que tome una
decisión definitiva en torno a la investigación con animales. La firman
ella, ganadora del Premio Nobel de Medicina en 2008 por haber
descubierto el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), y otros 15
colegas. Todos, sin excepción, han recibido el mismo galardón.
La
razón por la que se unieron científicos como John Edward Sulston, líder
del proyecto genoma humano, y Erwin Neher, que se ha dedicado a
estudiar los principios biofísicos del flujo de información entre
neuronas, claves para entender el párkinson y el alzhéimer, es simple.
Quieren impedir que prospere la iniciativa de ciudadanos europeos Stop
Vivisection.
Desde junio de 2012 este proyecto ha recogido
1’150.000 firmas en 26 países de la Unión Europea con un único
propósito: que los encargados de legislar prohíban de una vez por todas
“la experimentación con animales en el campo de la investigación
biomédica y toxicológica”.
¿Los motivos? Según
ellos, esta práctica “es inaceptable ya que impone dolor y sufrimiento
sin límites y sin posibilidad de defensa por parte del animal”. Además,
como se lee en su página web, representa un peligro para la salud de los
seres humanos y del medio ambiente. “Es un freno al desarrollo de
nuevas formas de investigación biomédica basada en los extraordinarios
avances científicos de nuestros tiempos”, aseguran.
En
otras palabras, la iniciativa, que fue presentada en marzo a la UE y
debe ser resuelta en los próximos tres meses, busca que se anule la
Directiva 2010/63/UE, relativa a la protección de los animales
utilizados para fines científicos. El grupo está liderado por el
británico André Ménache, zoólogo, veterinario y expresidente de Doctors
and Lawyers for Responsible Medicine, y por Gianni Tamino, profesor de
biología y del curso de perfeccionamiento en bioética de la Universidad
de Padua.
Sin embargo, el grupo de nobeles y de
149 asociaciones científicas no ve con buenos ojos este proyecto. Aunque
entienden que el uso de animales implica un debate ético que no puede
dejarse de lado, tienen la certeza de que la ciencia todavía los
necesita.
“Para muchas enfermedades aún
necesitamos entender cómo interactúan múltiples órganos. Eso significa
que la investigación con animales sigue siendo esencial”, se lee en la
carta que presentó Barré-Sinoussi.
Más adelante
sentencian: “El Parlamento Europeo y la Comisión deben oponerse a la
derogación de la Directiva. Eso representaría un retroceso tanto para el
bienestar animal como en el papel de la promoción de la salud humana y
animal. Tenemos el deber de continuar la investigación médica y
encontrar alternativas viables al uso de animales”.
Aunque
los líderes de la iniciativa Stop Vivisection esperan que el respaldo
de más de un millón de ciudadanos sea decisivo, lo cierto es que los
antecedentes dicen lo contrario. La Comisión Europea ya ha rechazado dos
de las iniciativas presentadas a través de esta herramienta de
participación democrática. Una de ellas fue una petición que buscaba
suspender la financiación de la UE a las investigaciones con células
madres.
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