El artículo publicado por EL ESPECTADOR el 23 de octubre de 2015 (Ver link arriba) es una muestra de la forma en que los medios de comunicación distorsionan y sesgan la información, en función de sus propios intereses, la de quienes pagan por su pauta publicitaria o, simplemente, por ineptitud o negligencia. Cualquiera que sea el caso, es grave que los lectores no puedan confiar en la información que proporcionan a sus lectores. El mayor activo de cualquier medio periodístico es su credibilidad.
Como desinformar objetivamente:
Si se dictara una cátedra periodística sobre como mentirle a los
lectores desde el título, este artículo sería ideal para ilustrarla. Como no es
así, nos toca esforzarnos para evitar que los intereses de los dueños del
medio, económicos o de cualquier otro orden, primen sobre nuestro derecho a ser
informados veraz y oportunamente. Quien lea únicamente el encabezado “Usarán
vacuna contra la malaria en África” quedará convencido de que van a usar la
vacuna contra la malaria en África. No es así.
Lo que dice la OMS es que “aplaza su decisión sobre la vacuna de la
malaria”. No sé si alcancen a captar las implicaciones de la decisión. Los
periodistas a cargo de la sección Redacción Salud también lo dicen, pero no
como debieran: “Cuando se creía que ya todo estaba listo para comercializar
y aplicar la vacuna en África, voceros de la Organización Mundial de la Salud
han pedido una última prueba a sus fabricantes. La agencia sanitaria de la ONU
ha recomendado que inicialmente un millón de niños reciban la inmunización en
estudios piloto, para comprobar la viabilidad del tratamiento”. Es
decir, no saben si sirve. ¿No les parece grave que experimenten con un millón
de niños? ¿Han oído sobre los casos de meningitis y convulsiones ocasionados
por la vacuna?
Ese pequeño detalle significa que, según ustedes mismos, “La
nueva vacuna no es la solución soñada para combatir esta enfermedad, que
produce cada año alrededor de 198 millones de casos y cobra la vida de 584.000
personas, la mayoría niños. Por ahora se sabe que la vacuna tiene una eficacia
del 30 %”, que es menor a la
eficacia de SPf66, la vacuna de Patarroyo, hace 25 años. Y vale 20 dólares, que
son una fortuna para los países pobres de África.
¿Alguna idea sobre quien los
va a pagar, si deciden utilizarla algún día?
“De acuerdo con lo anunciado por el laboratorio
GSK, la vacuna está siendo evaluada como una herramienta de control de la
malaria complementaria que podría ser añadida, pero no reemplaza el
paquete básico de medidas de prevención, diagnóstico y tratamiento de la
malaria”. Digan con franqueza que el “paquete básico” consiste en una
mosquitera impregnada con insecticida y en sacar el agua de los charcos, que
resultaron ser medidas de prevención más efectivas que RTS,S.
Y digan También que con las condiciones impuestas por la OMS, el título
más acertado sería “NO Usarán vacuna contra la malaria en África”. Hay
más, pero dejemos así, por ahora. Una pregunta: ¿Glaxo contrata algún
tipo de pauta con EL ESPECTADOR?
Fernando Márquez
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