domingo, 9 de febrero de 2014

¿Se justifica la utilización de animales como sujetos experimentales?


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"La equiparación de los derechos entre humanos y animales plantea una paradoja para la sociedad. Quizás, más que hablar de derechos, sería más conducente para la sociedad hablar de bienestar animal, buscando establecer, sin posiciones extremas entre el fanatismo irracional y la arrogancia intelectual, una ética humana aplicable a la relación con los animales y con la biosfera en general."


  Unidad de Medios de Comunicación – Unimedios



   Foto: cortesía Manuel Elkin Patarroyo

Feb. 08 de 2014
Por: Carlos F. Suárez M, cDr.C.,

investigador de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia (FIDIC) - Manuel Elkin Patarroyo, M.D, profesor de la Universidad Nacional de Colombia y director general de la FIDIC

La investigación biomédica con el uso racional de animales ayuda a aliviar el sufrimiento humano. Existe la preocupación de que los movimientos animalistas interfieran con el estudio del cáncer, enfermedades infecciosas (medicamentos y vacunas) y enfermedades crónicas y degenerativas (como el Alzheimer), lo que implica un costo social para la salud humana.

Ante la cuestión de cuáles son las implicaciones éticas de la investigación en la sociedad, los científicos pueden quedar en un estado de perplejidad, dado que las cualidades que cultivan tienen más que ver con la disciplina, la creatividad, la destreza y la construcción de una fuerte ética profesional. En la investigación biomédica, la relevancia de la reflexión en estas implicaciones es clara y hace parte del acervo necesario para hacer investigación científica adecuada y responsable.

La confianza depositada por la sociedad en los investigadores exige que el ejercicio de la ciencia sea practicado con una serie de valores que deben trascender la ética profesional. Es así como la ética de la investigación relacionada con seres humanos ha sido ampliamente debatida y regulada por la sociedad y el Estado. Otro tanto ha ocurrido con la investigación usando animales, la cual ha sido la base para la compresión de muchos mecanismos fisiológicos y genéticos, así como para el desarrollo y pruebas de seguridad de fármacos y vacunas.
Por supuesto, de existir alternativas viables, como cultivos celulares o modelos computacionales, estas deberían ser usadas. Sin embargo, no todos los problemas tienen una naturaleza que pueda ser reducida a estas aproximaciones, dado que los fenómenos biológicos poseen una naturaleza compleja cuyas propiedades emergentes no han podido ser modeladas adecuadamente. De existir casos en donde no es posible seguir vías alternativas, ¿deben primar las consideraciones sobre los derechos humanos o animales?
Existen básicamente dos posiciones al respecto. En una orilla, se sostiene que los animales tienen derechos, dado que son entidades que poseen valor, son sensibles y por lo tanto, capaces de sufrir. En contraposición, se sostiene que solo tienen derechos aquellos que son miembros de sociedades humanas que son capaces de aplicar consensos éticos mutuamente aceptados a situaciones específicas. Ambas posturas cuentan con convincentes argumentos, dándose una controversia que está lejos de ser resuelta. 
¿Semejanza en derechos? 
Muchos defensores de la causa animalista perciben la experimentación con animales como algo sin un impacto tangible en la salud humana y en el bienestar de la sociedad. Solo como un ejemplo de lo contrario, los estudios anatómicos hechos por Vesalio, tanto en humanos como en animales, fueron precursores de la revolución científica del siglo XVI, que produjo una profunda transformación social. Siendo la sociedad beneficiaria directa de la investigación biomédica, la utilización de animales como sujetos experimentales se justifica.
Por la empatía que sentimos por los animales, consideramos repugnante la crueldad y el maltrato. Sin embargo, llevar esta compasión a un estándar moral implica una forma de antropomorfismo en donde la aplicación indistinta de la condición humana la extravía.
Sostener el punto de vista de que los derechos animales son equivalentes a los humanos, implicaría que la muerte de un ratón sería igual a la de un ser humano, que se cometería canibalismo cada vez que se come carne, que se debería considerar como genocidio las campañas para la erradicación de ratas y que la domesticación sería un equivalente moral de la esclavitud. Los derechos implican deberes, así, ¿podemos incluir a los animales dentro del pacto social en un sentido igualitario?, ¿son los animales moralmente responsables de sus actos? 
Semejanza biológica 
La investigación que se desarrolla con animales tiene altos costos desde el punto de vista económico y social, y existe preocupación por parte de los distintos actores involucrados para que esta se efectúe con altos estándares de calidad y con una justificación suficiente, tanto a nivel científico como ético.
El uso de mamíferos, y primates en particular, es esencial, dada la semejanza biológica que comparten con los humanos. Muchas patologías y condiciones no pueden ser fácilmente evaluadas en otros modelos, como insectos, plantas o bacterias. Por ejemplo, las pruebas de seguridad de fármacos realizadas exclusivamente en roedores pueden producir malos resultados, como el caso de la talidomida que provoca malformaciones congénitas en primates, pero no en roedores.
El uso de primates no humanos (PNH) como modelos animales recibe mucha atención por parte de la sociedad, dado el alto grado de empatía que existe para con ellos. Su uso como modelos experimentales ha producido innegables resultados para la salud humana; por ejemplo, el polio está prácticamente erradicado gracias a una vacuna que fue desarrollada en monos y cuya seguridad es probada en estos animales.
En la actualidad, el uso de PNH es excepcional, se enfoca en la investigación y en pruebas de seguridad-eficacia de fármacos y vacunas en enfermedades infecciosas como sida, tuberculosis, malaria, hepatitis, etc. También son usados para el estudio y desarrollo de fármacos en otras enfermedades con alto impacto en el bienestar humano, como cáncer, Parkinson, Alzheimer, hipertensión y arteriosclerosis, entre otras. Ante este panorama, es imposible sustituir el empleo de PNH en los diferentes campos de la investigación en los que son usados a corto plazo.
Modelos animales y Malaria 

La malaria es un enorme problema de salud pública, causada por un parásito intracelular con un complejo ciclo de vida que incluye dos hospederos (mosquitos del género Anopheles y humanos). La severidad y la mortalidad de la enfermedad varían dependiendo la especie de parásito. A pesar de que las tasas de mortalidad han caído desde el año 2000, para el 2012 se reportaron 207 millones de casos, de los cuales 789.000 llegaron hasta la muerte, la mayoría en niños menores de cinco años. Así las cosas, ante la creciente ineficacia de las drogas antimaláricas, es imperativo el desarrollo de vacunas eficaces.
Para las malarias humanas no existe la posibilidad de adelantar este tipo de estudios en otros modelos animales distintos a PNH. El estudio de malarias asociadas a roedores ha permitido entender varios aspectos de la malaria, pero los candidatos a vacuna en roedores han producido malos resultados en humanos, dada la distante relación evolutiva, tanto entre humanos y roedores, como entre malarias de roedor y humanas.
En el caso de la malaria causada por Plasmodium falciparum, solo los monos Aotus y los chimpancés son susceptibles a todas las formas del ciclo de vida del parásito. Aotus muestra una significativa identidad con humanos en genes que intervienen en la respuesta a la enfermedad. El uso de los Aotus para el desarrollo de la vacuna contra la malaria plantea una paradoja: dado que son insustituibles en el estado actual del conocimiento (no existiendo ninguna alternativa experimental viable para su remplazo), y que la forma de experimentación con estos animales no resulta mortal ni es debilitante de forma permanente, ¿cuál debe ser el destino de estos después de servir como sujetos experimentales? 

De vuelta a la naturaleza 
Uno de los cimientos del bienestar en los sujetos experimentales animales es la eutanasia una vez concluida la experimentación. Otra alternativa es su reutilización en otros experimentos (que los pueden conducir a su vez a eutanasia) y más raramente, su transferencia a zoológicos. Es decir, para estos animales, las alternativas son el cautiverio de por vida o la muerte. Puede existir otra alternativa, y esta es liberarlos en su medio, dándoles la posibilidad de volver a vivir en condiciones naturales.
Los centros de investigación que usan PNH se encuentran generalmente en países que no cuentan con poblaciones autóctonas de los mismos, haciendo costoso y difícil el proceso de importación y transporte de los animales del medio natural al laboratorio. Así, se le ha dado énfasis al proceso de generación de stocks de crianza en los sitios de investigación, con el fin de facilitar el suministro de animales. Sin embargo, el número de PNH importados por estos países sigue siendo substancial y la posibilidad de retornarlos a su ambiente es nula.
En el caso de Aotus, las principales iniciativas documentadas para realizar crianza las ha hecho el Centro para la Reproducción y Conservación de Primates de Iquitos (Perú); allí se observa que cada pareja tiene un periodo de reproducción y crianza de dos años y medio en promedio. Las colonias desarrolladas requieren de un continuo suministro de animales silvestres (25% - 50%) para mantener la población de reproductores, siendo estas iniciativas ineficaces para disminuir la presión sobre las poblaciones naturales.+

Por ello, es viable plantear el reabastecimiento (o retorno) de los monos después de ser realizada la experimentación, teniendo en cuenta que la investigación para el desarrollo de la vacuna de la malaria se hace por periodos cortos en el ambiente natural donde viven los Aotus (Leticia, Amazonas) y se usan procedimientos que no resultan mortales ni permanentemente debilitantes. Además, las especies usadas no están amenazadas o en peligro. Así se evita remover un gran número de animales silvestres de su ambiente permanentemente, algo que no sería posible con monos nacidos en cautiverio, dado que su adaptación a la vida silvestre podría resultar imposible. Estos estudios han sido realizados por la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia (FIDIC), dirigida por el profesor titular de la Universidad Nacional de Colombia, Manuel Elkin Patarroyo, y su equipo de colaboradores –la mayoría egresados de la UN–.
Todas las etapas de la experimentación están a cargo de personal capacitado, quienes tienen claridad sobre todos los cuidados y procedimientos que deben recibir los animales para garantizar la seguridad, cuidado y respeto durante su captura, manejo y estudio. Las condiciones de cautiverio satisfacen los estándares de bienestar, higiene y nutrición, y tratan de disminuir el estrés ambiental al que están sujetos. Finalizado el proceso, los animales son rehabilitados y puestos en cuarentena.
Lo anterior garantiza que son capaces de sobrevivir cuando son liberados en lugares donde pueden habitar de forma natural (lo que ha sido demostrado por un reciente estudio realizado por el Instituto de Genética de la UN) y que no representan un riesgo sanitario para las comunidades humanas y animales. Esta alternativa permite la actividad investigativa, garantizando el respeto a la vida y dignidad de los animales. 
¿Derechos o bienestar? 
La equiparación de los derechos entre humanos y animales plantea una paradoja para la sociedad. Quizás, más que hablar de derechos, sería más conducente para la sociedad hablar de bienestar animal, buscando establecer, sin posiciones extremas entre el fanatismo irracional y la arrogancia intelectual, una ética humana aplicable a la relación con los animales y con la biosfera en general.
La exploración de alternativas experimentales al desarrollo de estrategias para el tratamiento de enfermedades humanas y animales no debe pasar necesariamente por el uso de modelos animales, pero de ser necesario, tanto los investigadores como la sociedad deben tener claridad sobre la importancia del propósito que se persigue, que no es otro que el bienestar y supervivencia de la humanidad.


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sábado, 8 de febrero de 2014

LA FIDIC, INSTITUCIÓN FORMADORA DE CAPITAL HUMANO DE PRIMERA CALIDAD


Oscar Pérez es uno de los muchos científicos hechos en la FIDIC, el Instituto que dirige el Profesor MANUEL ELKIN PATARROYO, que se tienen que ir porque Colombia, su país, les cierra la puerta en la cara, lo cual no es obstáculo para que gracias a ellos se nos conozca en el mundo entero por hacer cosas realmente importantes para la humanidad. No creo que haya un solo colombiano que ignore el devastador efecto que el cáncer de seno tiene para la persona enferma y su familia, efecto que sin embargo es apenas una pequeñísima fracción de todos los males que ocasiona la malaria.

La FIDIC es mucho más que un centro de investigación y producción de vacunas, es también la mejor escuela de científicos e investigadores de Colombia y una de las mejores del mundo. Son tan buenos los profesionales hechos aquí que se pueden ir a los Estados Unidos, Alemania, España, Suiza o cualquier país desarrollado y destacarse por su inteligencia y conocimientos.

El capital humano y las posibilidades de hacer ciencia de punta que el país pierde con la parálisis de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia será una mancha indeleble en la conciencia de unas personas que aún no logran establecer la diferencia entre utilizar un mono para probar las vacunas, tratarlo y devolverlo a su ambiente natural o salvar la vida de un niño cuya única esperanza está en que se produzca una vacuna de muy bajo costo que le permita vivir.

Fernando Márquez





martes, 4 de febrero de 2014

LOS MICOS DE PATARROYO. ¿O DE LA HUMANIDAD?


Laboratorios de todo el mundo utilizan especies animales para pruebas científicas: ratones, cabras, perros, gatos, caballos, ovejas y hámsters, para mencionar algunos, sin que a ningún gobierno o autoridad en el mundo se le haya ocurrido anteponer consideraciones distintas a la preservación de la salud y la vida humanas, no la prohibición de utilizarlos carente de fundamentos reales, como ocurre aquí. 
 
No utilizar animales para experimentación implicaría que los patógenos se hagan cada vez más resistentes a los medicamentos, así que tendríamos que conformarnos con los incipientes modelos computarizados, las incompletas pruebas in vitro o, peor aún, sería necesario realizar la experimentación en seres humanos directamente para poder disponer de medicinas efectivas en el futuro inmediato. 



Desde esta perspectiva el fallo del Consejo de Estado que le prohíbe al Profesor Manuel Elkin Patarroyo utilizar micos para la realización de pruebas científicas es un tiro en el pie para la investigación en Colombia. 

Nos movemos al vaivén de modas e intereses importados, pero sin estudiar a fondo las implicaciones de leyes y fallos que por esa razón terminan produciendo un peligroso efecto contrario al propuesto, peor aun cuando el motivo no es el sacrificio o maltrato de los monos sino el ya desvirtuado tráfico ilegal como lo demostró el informe del Instituto de Genética de la Universidad Nacional –IGUN– basado en evidencias, no en rumores.

La comunidad científica y la academia debieron ser el apoyo fundamental de los magistrados que así hubieran evitado proferir un fallo que antepone la tranquilidad de un mico, que además regresa completamente sano a su hábitat, a la vida de cualquiera de los niños que la malaria mata cada 30 segundos. 

Con la única excepción de la industria farmacéutica, que debe estar feliz sin el Profesor Patarroyo en el camino, para el resto del mundo debemos ser el retrato perfecto de la incapacidad para actuar en función de lo que necesita la humanidad. 

Fernando Márquez




Ley de protección animal, traba para la ciencia y la docencia


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NOTA:  Este es un estupendo ejemplo de como las buenas intenciones no bastan para resolver los problemas inherentes a la investigación científica. Los legisladores deben apoyarse en los científicos y la academia, que son los verdaderos conocedores, para tomar decisiones acertadas, de lo contrario seguirán prohibiendo las infecciones nosocomiales por decreto y generando problemas mas agudos que los que pretenden resolver. 

Fernando Márquez

* Los subrayados y negrillas son nuestros.

Ley de protección animal, traba para la ciencia y la docencia

El proyecto de ley que dicta normas para la protección de los animales provoca gran preocupación en la comunidad académica y científica, dadas las limitaciones que impone al uso de seres vivos en docencia e investigación. Es necesario comenzar una discusión que busque el bienestar de la fauna sin afectar el progreso científico nacional.



ago. 11 de 2012
Por: Jesús Alfredo Cortés-Vecino
Director del Bioterio, Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia - Universidad Nacional de Colombia

El proyecto de Ley 165 de 2011 presenta contradicciones por la falta de claridad en los conceptos sobre los que se fundamenta. Por ejemplo, la noción de animal, que abarca a múltiples especies (corales, gusanos, insectos, vertebrados, etc.), solo parece referirse a vertebrados (especialmente a mamíferos). Esta falta de claridad comprometería la investigación zoológica en general.

La iniciativa no diferencia entre investigación y experimentación, lo que implica que cualquier docente o investigador que aborde temas que incluyan animales para desarrollar habilidades o producir conocimiento incurriría en un comportamiento considerado ética y legalmente inapropiado. Así, se frenarían estas actividades en disciplinas que utilicen o estudien a los animales, incluidas áreas no exclusivamente experimentalistas, como sistemática, ecología y biodiversidad.

La norma también ordena el reemplazo de animales. La preocupación es válida, tanto desde el punto de vista ético como económico. En muchos casos, el uso de simuladores para procesos simples es posible y deseable. Sin embargo, la vida es un fenómeno complejo: en ella el conjunto es más que la suma de sus partes. Hasta ahora ningún esfuerzo ha recreado de manera artificial ni siquiera el más mínimo proceso viviente.

Prohibición irresponsable

Dado lo anterior, no se puede pretender que, con el conocimiento actual, se puedan sustituir los animales en la mayoría de casos. Por tanto, el plazo de un año que da el proyecto de ley para implementar modelos alternativos resulta irreal e imposible de alcanzar.

De hecho, puede considerarse como irresponsable la prohibición de experimentar con ellos, dado el costo que esto implica para la salud de las generaciones futuras. La investigación mediante la utilización racional de seres vivos da la oportunidad de aliviar las problemáticas en salud humana y animal.

La experimentación es costosa en términos económicos y sociales, y existe la preocupación a nivel científico y ético por que esta se desarrolle con plena justificación y calidad. El uso de animales no solo es reglamentado a través de las normas y leyes vigentes, la comunidad científica se autorregula por medio de los procesos de evaluación de proyectos, actividades, productos y publicaciones. De esta manera, relaciona la validez académica y científica con su buen y justificado empleo.

Experimentación con monos


Recientemente, en el centro de la polémica está la investigación sobre la vacuna contra la malaria (causada por Plasmodium falciparum). Esta es liderada por el profesor de la Universidad Nacional de Colombia Manuel Elkin Patarroyo, en la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia (FIDIC). Allí, se emplean como modelo a monos del género Aotus, susceptibles de forma natural a la infección.

Esta condición, junto con la similitud genética del sistema inmune que comparten con los humanos, lo hacen un patrón fundamental en el estudio de la enfermedad, dado que en el caso de P. falciparum es imposible reproducir la respuesta inmune en cultivos celulares, modelos computacionales u otros animales.

En la pesquisa del profesor Patarroyo se dan varios elementos que permiten entender cómo la implementación de esta ley frenaría el progreso científico en general. En este caso en particular, afectaría el desarrollo de una vacuna contra una enfermedad que afecta a 200 millones de personas, de las cuales mueren un millón cada año.

En primer lugar, se experimenta con primates, que despiertan una gran empatía dada su cercanía con los humanos. Se usan principalmente en el estudio de enfermedades autoinmunes (p. ej., esclerosis múltiple), neurodegenerativas (p. ej., alzhéimer), infecciosas (p. ej., sida, malaria, TB, etc.) y otras (p. ej., cáncer, hipertensión, etc.). Igualmente, se utilizan en investigación básica y aplicada (inmunología, células madre, trasplantes, terapia génica, envejecimiento, neurociencias, etc.), en pruebas de seguridad y eficacia de fármacos y en el monitoreo de patógenos emergentes.

Según la Organización Mundial de la Salud, la mayoría de enfermedades epidémicas o pandémicas requieren el uso de primates no humanos para el desarrollo, producción y pruebas de medicamentos y vacunas para su control. Existe consenso en la comunidad científica sobre que no hay métodos alternativos para reemplazarlos, ni se proyecta que existan en un futuro cercano. El proyecto de ley sometería, entonces, a los investigadores que trabajan con primates a un escrutinio ético y legal adicional que no está claramente definido.

En segundo lugar, en la FIDIC se experimenta con animales silvestres. En el proyecto de ley se hace hincapié en que solo se deben usar animales criados en bioterios. En principio, las investigaciones con modelos animales requieren homogeneidad. Pero, cuando se necesita heterogeneidad, la pérdida de diversidad por la crianza en bioterios no permite alcanzar los objetivos. Otros estudios, como el monitoreo epidemiológico, requieren la captura y la experimentación con animales silvestres, lo que esta propuesta legislativa imposibilitaría.

Urge una gran discusión

En tercer lugar, está el destino de los animales. En la mayoría de países donde se experimenta con primates, no existen poblaciones silvestres de estos. Por esa razón, es necesario importarlos y criarlos en cautiverio. Luego de la investigación se les practica la eutanasia o deben pasar toda su vida natural en cautiverio.

El laboratorio de la FIDIC en Leticia (Amazonas) se ocupa de que los monos, después del periodo de experimentación (menor a seis meses), sean sometidos a una cuarentena cuyo propósito es garantizar que no son un riesgo para la salud de otros animales ni de poblaciones humanas. Y luego de ser rehabilitados para garantizar su aptitud son liberados en excelentes condiciones en las zonas de captura. Este tercer enfoque es posible en Colombia. La rigidez del proyecto, causada por emular la normatividad internacional, no permitiría desarrollos propios, según las condiciones del país, e impediría la liberación de animales rehabilitados.

Es necesario abrir una discusión que informe y eduque a la sociedad y que busque el bienestar animal sin afectar la docencia y la investigación. Ante un tema que despierta tantas opiniones y tan radicales posiciones, tanto la academia como los investigadores deben asumir un enfoque reflexivo y firme orientado a preservar la capacidad de hacer ciencia de alta calidad. Desafortunadamente, el proyecto de ley no permite este propósito.


Edición:


domingo, 2 de febrero de 2014

LA SUBJETIVIDAD DE LAS LEYES CONTRA LA OBJETIVIDAD DE LA CIENCIA


Un fallo del Consejo de Estado le quitó el permiso al científico para usar los monos del Amazonas en sus investigaciones sobre la vacuna contra la malaria.


 En los últimos 30 años difícilmente el científico Manuel Elkin Patarroyo había estado en una situación tan compleja como por la que atraviesa en este momento. Según él, justo cuando estaba a punto de terminar las pruebas de una vacuna “altamente efectiva” contra la malaria y de anunciar el desarrollo de otras contra la tuberculosis, el papiloma, el sida y varios tipos de cáncer, un fallo del Consejo de Estado le quitó uno de los pilares de su investigación: los micos Aotus vociferans.

Estos animales, por tener un sistema inmunológico similar al de los humanos, son una pieza fundamental para probar vacunas y medicamentos en todo el mundo. Por ser abundantes en la Amazonia, Patarroyo empezó a usarlos desde 1984 para sus primeros ensayos, que le permitieron llegar a su vacuna original, denominada SPf66, en 1987, que finalmente no tuvo aplicación práctica.

Su método para buscar una vacuna sintética fue reconocido por muchos como el mejor camino para enfrentar la malaria, una enfermedad que azota cada año entre 200 y 300 millones de personas y causa la muerte a cerca de 1.200.000, pero aún no cuenta con una vacuna efectiva.

Desde 1984, Patarroyo ha usado más de 20.000 monos, siempre en busca de la vacuna contra la malaria. Hace unos años, él y su equipo empezaron a indagar cómo evitar que el parásito penetrara en los glóbulos rojos y se expandiera en la sangre. Según él, de tener éxito, esta aproximación le serviría para encontrar vacunas para otras enfermedades transmitidas por parásitos y virus. Con escasos recursos, que él atribuye a diferencias con Colciencias, continuó trabajando en su Fundación Instituto de Inmunología Colombiano (Fidic), con apoyo del gobierno español y la Universidad del Rosario.

Según lo que él cuenta, justo cuando estaría a punto de probar una vacuna “altamente efectiva” contra la malaria, le salió el problema con los micos. Ángela Maldonado, una administradora de empresas con una maestría en Conservación de Primates y doctorado en Conservación del departamento de Antropología y Geografía de la Oxford Brookes University, empezó a investigar hace 10 años cómo son cazados, llevados y liberados los micos en la estación de Leticia de Patarroyo. Según sus denuncias, el Fidic habría abusado, con la complicidad de las autoridades ambientales, del permiso que tenía para usar hasta 800 micos Aotus vociferans, pues en su laboratorio fueron encontrados más ejemplares de los permitidos y de otras especies como los Aotus nancymaae, que se supone no existe en Colombia. Maldonado denunció que alrededor de las investigaciones de la Fidic habría contrabando de animales, tala indiscriminada de selva para su captura y que muchos son liberados siendo portadores de la malaria. Y decidió interponer una acción popular. Patarroyo niega rotundamente todas las acusaciones.

En mayo de 2012, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca falló en favor de la demandante porque el Fidic habría violado el permiso para usar una sola especie de monos y ordenó suspender su cacería. Sin embargo, se abstuvo de solicitar una denuncia penal por tráfico de animales, pues pese a que Maldonado y otros alegan que los Aotus nancymaae son peruanos y llegaron ilegalmente a Colombia, hay nuevos estudios que muestran que esa especie se encuentra en territorio colombiano desde hace siglos.

La Fidic, Corpoamazonia, el Ministerio de Ambiente y la Procuraduría impugnaron el fallo, que fue asumido por el Consejo de Estado. Este, a finales de 2013, decidió revocar la licencia para el uso de los micos de Patarroyo con el argumento de que se violó la moralidad pública al usar monos de otra especie para la que no se tenía licencia, porque no hubo un control del manejo de estos animales y porque se incumplieron algunos requisitos. Para que pueda usar de nuevo estos animales para sus investigaciones, Patarroyo deberá cumplir con una serie de trámites, como sacar una nueva licencia, lo que, según él, podría tomarle entre cuatro y ocho años.

Las comunidades indígenas del Amazonas, cuyos miembros han tenido la autorización para capturar a los primates y vendérselos a la Fidic, decidieron apelar el fallo. “No fuimos escuchados y nadie del Consejo de Estado vino hasta acá para comprobar que la mayoría de los argumentos de la señora Maldonado son falsos”, dice Jorge Ahuanari, presidente de la Asociación de Cabildos Indígenas del Trapecio Amazónico (Acitam).

Patarroyo también pedirá la revisión y anunció que demandará penalmente a Maldonado por injuria, calumnia y daño a su buen nombre a escala mundial, puesto que lo ha tildado de traficante internacional en los numerosos eventos mundiales a los cuales ella asiste. Incluso dijo que detrás de ella y su asociación hay un gran apoyo de entidades inglesas que buscan frenar sus investigaciones para que las farmacéuticas multinacionales puedan sacar al mercado su vacuna contra la malaria antes de 2015. Por su parte, Maldonado también decidió demandar a Patarroyo y desmintió que semejante complot exista.

Más allá de esta polémica, es un hecho que en torno a la vacuna por la malaria hay una verdadera carrera entre las multinacionales farmacéuticas para ver cuál saca la primera versión comercial. Patarroyo sostiene que él está entre aquellos que creen que tal vacuna no debería costar más de un dólar, mientras que una farmacéutica que le planteó comercializar su vacuna dijo que esta debería valer 150 dólares para ser viable.El hecho es que el primero que salga al mercado fijará su precio.

Germán Velásquez, subdirector del South Centre y uno de los mayores expertos en el tema sobre el acceso a medicamentos para los más pobres, dijo que el fallo es una vergüenza. “Yo estuve en Leticia hace un par de años viendo la estación y el trato a los miquitos, y puedo decir que vi los más altos estándares. Aquí de lo que se trata es de salvar millones de vidas, y si hay dificultades, las autoridades deben controlarlas sin cerrar una estación que es vital para la humanidad”.

No es la primera vez que Manuel Elkin Patarroyo está en el centro de una polémica. Sin embargo, en esta ocasión su situación es compleja. Más allá de que sus investigaciones tienen tanto fervientes convencidos de que de ellas saldrá una vacuna efectiva contra la malaria, así como contradictores que creen exactamente lo contrario, el hecho es que el fallo del Consejo de Estado deja sus investigaciones en veremos. Y pone de presente, una vez más, lo polémicas que pueden llegar a ser las sentencias de las altas cortes: por cuenta de la protección de los derechos de los monos amazónicos, parte de la investigación sobre malaria en Colombia quedará paralizada hasta que el doctor Patarroyo cumpla, entre otras, con las condiciones de pedir una nueva licencia, hacer un zoocriadero y crear un comité que supervise su trabajo con los Aotus vociferans.


NOTA:

Tiene razón Germán Velásquez, colombiano experto en el tema de acceso a medicamentos para los más pobres  cuando dice que el fallo del Consejo de estado Colombiano que le prohíbe a Patarroyo utilizar micos para las pruebas de sus vacunas es una vergüenza, lo que, a mi juicio, es un calificativo demasiado suave para el exabrupto mayor que constituye frenar una investigación como la del científico colombiano y su grupo, no solo por las implicaciones que tal falla, no fallo, tiene para las personas que cada año se enferman y mueren de malaria, niños en su mayoría, sino porque de carambola, supongo, se beneficia a la industria farmacéutica multinacional, ávida de las utilidades obtenidas a punta de vender medicamentos, no siempre efectivos y casi siempre a precios  inalcanzables para la gente de menores ingresos, que son la mayoría.

Me refiero a la industria que por algún misterioso azar obtuvo permiso para vender en Colombia medicamentos a precios hasta dos mil veces superiores a otros idénticos vendidos en países vecinos. La misma que tan generosamente premia a quienes favorecen sus intereses o le sirven a sus maniobras comerciales, no siempre éticas o legales.  

Los argumentos invocados por los Magistrados Enrique Gil y Elizabet Lozzi son de un candor que aterra: para ellos “los derechos de los animales silvestres y los vegetales de la selva” tienen más peso que la cantidad de enfermos y muertos por esa devastadora enfermedad.  Tanto los animales como los recursos naturales deben ser objeto de respeto y protección, sin ninguna discusión, pero eso no puede significar el cortar de raíz el uso controlado de estas y otras especies para el desarrollo de investigaciones destinadas a salvar vidas humanas.  Con todo respeto, doctores Gil y Lozzi, pero un mico no puede ser más importante que un niño, máxime si el mico se trata y se devuelve a su ambiente natural en buenas condiciones mientras el niño va al cementerio. Si su tesis se impone en contra del sentido común, de la humanidad y la justicia, la ciencia y la investigación hechas en Colombia habrán retrocedido muchos años por su culpa. 
  
Las conclusiones autorizadas y científicas del Instituto de Genética de la Universidad Nacional de Colombia y los conceptos de las autoridades indígenas de la región amazónica, que saben bien de qué hablan, deben tener por lo menos la misma consideración que las acusaciones de la señora Maldonado y sus socios.  No tienen ningún derecho a ignorarlos, tienen la obligación moral y legal de escucharlos si es que les interesa actuar no solo en derecho sino con el criterio humanista que debería regir todos sus actos. 

El barniz verde que adorna los argumentos que les han presentado es solo eso:  un  barniz que nunca logrará cubrir ni uno solo de los muertos por enfermedades prevenibles en el mundo ni ocultar que el tráfico de especies de que se acusa a Patarroyo no existe porque se ha demostrado científicamente que en Colombia existen poblaciones autóctonas de los micos en cuestión. 

Claro que existe una carrera entre las multinacionales farmacéuticas para ser los primeros en producir y comercializar una vacuna contra la malaria que les produzca las extravagantes utilidades a que están acostumbrados. Su negocio, no lo olviden, es vender medicamentos para tratar las enfermedades, no para evitarlas, a menos que la producción de alguna vacuna les permita ganar más dinero que el tratamiento que promueven y para ello están dispuestos a apelar a cualquier estrategia, aunque después tengan que pagar enormes multas por prácticas non sanctas, como la inglesa GlaxoSmithKline, multada recientemente en los Estados Unidos con 3000 millones de dólares por promoción ilegal de  medicamentos y por mentir sobre los precios. Si eso hacen allá no podemos esperar que aquí hagan menos, al fin de cuentas esas son cifras irrisorias comparadas con los muchos miles de millones que ganan cada año. 

Las recientes declaraciones de un alto funcionario de Bayer, Marijn Dekkers, quien no tuvo ningún problema en declarar a la revista revista 'Bloomberg Business Week' que No producimos medicamentos para los indios. Los producimos para los pacientes occidentales que pueden permitírselos” da una idea bastante clara de la filosofía que gobierna las actividades de estas empresas. 

La vacuna que para Patarroyo no debería costar más de un dólar, para las farmacéuticas debe valer 150 dólares “para ser viable”, es decir, más rentable que las medicinas antimaláricas, de lo contrario, con Patarroyo bloqueado, las esperanzas de los más pobres que menciona Germán Velásquez, se perderán en un laberinto de leyes generosas en su espíritu pero mal interpretadas y peor ejecutoriadas.  Los micos en este caso no serán los de Patarroyo sino los de los señores abogados, tan apegados a la ley que por eso pierden toda perspectiva de justicia.


Las leyes son subjetivas, susceptibles de interpretación, de sesgos, la ciencia es objetiva por naturaleza, concreta, mensurable, como cada muerto por malaria.    

Fernando Márquez

martes, 28 de enero de 2014

Ojo científico a las regalías

» Leer en  DINERO.COM

Publicado: 2014-01-28T07:00:00


Patarroyo busca razones para quedarse en el país, después de que  la justicia contenciosa administrativa ordenó el cierre de su centro   experimental en Leticia, Amazonas.


El médico Manuel Elkin Patarroyo encabezará un equipo de científicos que asesorará a la contralora Sandra Morelli en un ejercicio auditor sobre el uso de los recursos que la Ley de Regalías reserva para el impulso de la ciencia y la tecnología.


La idea es que la auditoría no se concentre únicamente en encontrar lunares, sino que vaya acompañada con recomendaciones concretas de los expertos para el impulso de programas que contribuyan a sacar a Colombia del rezago en este frente.

Expertos internacionales han decidido sumarse al esfuerzo. El primero que dijo “presente” fue Federico Mayol, ex director de la Unesco.

Patarroyo, que decidió no cobrar honorarios por sus servicios, dijo que confía en que en esta oportunidad se logre estructurar un proyecto que tenga mejor acogida que aquel preparado por la Comisión de Sabios durante el gobierno Gaviria Trujillo.


“Aquella comisión trabajó varias días con sus noches y no estuvo integrada solo por científicos, sino que de ella hizo parte nuestro Nobel Gabriel García Márquez. Sus recomendaciones, dirigidas a desatar una revolución en los campos de la ciencia y educación en Colombia, fueron echadas en saco roto”, le dijo Patarroyo a Dinero.com.

Patarroyo busca razones para quedarse en el país, después de que la justicia contenciosa administrativa ordenó el cierre de su centro experimental en Leticia, Amazonas, tras considerar que el científico es responsable de un “trafico” de monos que son utilizados para probar los avances de su vacuna contra la malaria.

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, lo invitó a radicarse en el vecino país y le ofreció todo el apoyo estatal para darles vida útil a sus descubrimientos.


NOTA:  Siempre será bueno saber que hay por lo menos un colombiano dispuesto a aportar su conocimiento y su trabajo sin cobrar, sin recibir comisiones ni viáticos, sin medallas ni condecoraciones hechas a la medida de los intereses de alguien.  Ojalá de este esfuerzo resulten cosas positivas para el país y para la investigación, cada día más olvidada y arrinconada, por lo menos aquella que no se vende ni alquila al mejor postor. 

Fernando Márquez





martes, 21 de enero de 2014

Patarroyo considera trabajar en Ecuador ante dificultades en Colombia


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Patarroyo
Patarroyo se destaca por su trabajo en la búsqueda de soluciones a enfermedades como la malaria.

Gobierno del país vecino quiere sumarlos a él y a su equipo a su política de desarrollo de ciencia.

En las últimas semanas, el Viceministerio de Ciencia y Tecnología del Ecuador, el Instituto Ecuatoriano de Medicina Tropical y la familia Guayasamín, han formulado ofertas al inmunólogo colombiano Manuel Elkin Patarroyo, para que se vincule directamente a proyectos de ciencia e investigación de ese país.

El gobierno del presidente Rafael Correa está empeñado en el reclutamiento de 640 PhD (doctores) de esa nación y de otras partes del mundo, cuya misión es llevar a la práctica los lineamientos de una ambiciosa política estatal de ciencia y tecnología.

Todos estos esfuerzos estarán encabezados por el Instituto para el Desarrollo, Tecnología e Innovación, al que han invitado a vincularse a Patarroyo y su equipo.

“Antes he recibido ofertas similares de otros gobiernos e incluso de empresas multinacionales, sin embargo esta es la primera vez, en 45 años, que las considero seriamente. Ya he sostenido conversaciones de alto nivel y próximamente tendremos una reunión con el presidente Correa”, dijo el inmunólogo.

El investigador asegura que siempre ha estado obsesionado con la idea de trabajar en Colombia, de la mano de científicos nacionales, “pero cada vez es más difícil –señala Patarroyo-, desde hace tres años no recibo ni un peso del presupuesto nacional para investigar; en ese orden de ideas, pagarles a investigadores que trabajan en el Instituto de Inmunología, que son de altísimo nivel, es imposible. El éxodo de estos cerebros hacia todo el mundo ya es un desangre”.

A lo anterior se suma la amenaza de desalojo de la sede del Instituto, por no poder pagar el arriendo; las deudas con proveedores y las decisiones judiciales, en contra de la entidad.
La oferta del Ecuador cobija al grupo de trabajo del Instituto, con el que desarrolló la primera vacuna sintética y con el que trabaja en la vacuna antimalárica, entre un centenar de proyectos en el área de la inmunología. Los avances obtenidos en estos campos han sido avalados por la comunidad científica y les ha merecido prestigiosos premios, como el Robert Koch y el Príncipe de Asturias.

“He luchado siempre por Colombia –afirmó el investigador- y me están dejando sin alternativas”.

REDACCIÓN VIDA DE HOY

  
 NOTA: 
No podría existir mayor vergüenza para el país que declararse incapaz de proporcionarle a sus mejores científicos la posibilidad de trabajar en y por su país, como lo ha hecho Patarroyo a lo largo de los últimos 35 años. Razón de sobra acompaña entonces a quienes han tenido la oportunidad de realizar Maestrías y Doctorados fuera del país pero prefieren aportarle su capacidad y su conocimiento a otras naciones, menos tacañas y con mayor visión de futuro, a aquellas que son conscientes de que en la educación y la ciencia está el verdadero progreso y por eso les facilitan las condiciones para investigar y desarrollar proyectos de envergadura. El recurso humano bien preparado es la verdadera riqueza, no la feria de los recursos del país a quienes tengan como comprarlos, de eso hemos visto mucho en Colombia.

De aceptar el Profesor Patarroyo la dirección del Instituto para el Desarrollo, Tecnología e Innovación Ecuatoriano habrá dado nuestro vecino país un enorme salto cualitativo mientras Colombia, el país donde se enriquecen los delincuentes, los falsos pastores y los contratistas corruptos mientras los honestos aguantan hambre y son desalojados, aún se pregunta entre asombrado y resignado por qué nuestros estudiantes ocuparon el penúltimo lugar en las evaluaciones internacionales sin que ello produzca las consecuencias que en cualquier otra nación tendría semejante ridículo internacional. Que se sepa no ha renunciado el primer Ministro de Educación por incapaz. Ni ningún otro.

Aquí lo usual es decir que las vacunas de Patarroyo solo funcionan en un porcentaje X pero a pocos, por no decir a ninguno, se le ocurre preguntar que le hace falta para lograr el cien por ciento de efectividad en sus vacunas; quizá resulte más barato dejar morir gente e instituciones que invertir en el verdadero país, el de todos nosotros, que tampoco logramos entender que exista un ser humano para quien el bienestar de sus congéneres sea más importante que las cuentas abultadas en Panamá o las Islas Cayman.  

Triste destino nos espera a todos los colombianos si seguimos permitiendo impasibles o cobardes –no se que será peor– que quienes tienen el poder de tomar decisiones lo hagan para favorecer a las multinacionales mineras, a la industria farmacéutica, a los bancos o a los grandes grupos económicos pero son incapaces de educar a su propia gente y mucho menos de favorecer las condiciones para hacer ciencia de verdad en el país.

Ya sé por qué Jaime Garzón dijo su triste y célebre frase. Quizá él se dio cuenta antes que muchos de nosotros que un pueblo ignorante es un pueblo más fácil de gobernar y de esquilmar. Por lo pronto votaré en blanco para hacerle saber a los ineptos que han sido descubiertos y que no son bienvenidos hasta que decidan sacar este país del hoyo maloliente en el que lo metieron. Si Patarroyo tiene que irse hoy, mañana tendrán que irse todos los que quieran hacer algo por esta patria cada día más boba y envilecida.  


Fernando Márquez 

lunes, 20 de enero de 2014

Patarroyo, entregado a la ciencia para salvar vidas

Crimen de lesa humanidad, la mejor definición posible de la persecución a Manuel Elkin Patarroyo. Que pese sobre sus conciencias...

Rescatan en el río Amazonas a Manuel Elkin Patarroyo


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Foto: Efe
El científico viajaba con ocho personas más cuando la lancha en la que se movilizaban quedó a la deriva.  Caracol | Enero 18 de 2014

El operativo de rescate fue desarrollado por la Armada Nacional. El científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo y ocho personas más entre auxiliares de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia y periodistas se quedaron varados luego de que la lancha en la que viajaban por aguas del río Amazonas sufriera daños eléctricos.

Patarroyo y los ocupantes regresaban de un encuentro con comunidades indígenas de la Amazonía, donde se analizó el fallo del Consejo de Estado que prohíbe la caza de primates para fines científicos.

Pobladores de la zona alertaron de la situación y la Armada los asistió y trasladado hasta la ciudad de Leticia, mientras que la embarcación en la que viajaban con motor fuera de borda y que sufrió los daños fue remolcada hasta un muelle en la capital del Amazonas para su reparación. Todos están fuera de peligro.      

NOTA: Que el científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo haya sido rescatado por la Armada Nacional cuando el bote en que se transportaban él, algunos de sus colaboradores y un grupo de periodistas estuvo a punto de naufragar en el río Amazonas suscita algunas reflexiones:  

¿Cuál hubiera sido el escenario probable si por causa de ese accidente Patarroyo hubiera desaparecido? Habría significado el fin de la esperanza que hoy tiene la humanidad de evitar los 17 millones de muertos que las enfermedades infecciosas ocasionan cada año.  Habría decretos, duelos nacionales y muchas frases rimbombantes de los mismos que hoy prefieren ignorar los inconvenientes y obstáculos que los negociantes de la salud han venido sembrando en su camino y, sin duda, un gran suspiro de alivio de los que ven amenazadas sus utilidades por el trabajo de Patarroyo, hecho para favorecer a los necesitados y no para llenar sus bolsillos, idea bien exótica en este país.

La presencia de periodistas en el grupo indica ausencia de cualquier temor a la fiscalización que sistemáticamente ejercen las autoridades, ciertos medios de comunicación y algunas personas expertas en enredar incautos, sobre sus actividades y las de la FIDIC, mientras el hecho de reunirse con las comunidades indígenas de la zona para conocer de primera mano sus opiniones sobre el fallo del Consejo de Estado que le prohíbe utilizar los monitos Aotus para sus pruebas, es un indicador preciso del respeto del científico por aquellos a quienes verdaderamente interesan y pertenecen estos territorios y sus recursos, hechos que no hubieran trascendido de no ser por este percance.

Los que denuncian, opinan, cuestionan y prohíben desde sus oficinas capitalinas son simples fichas de un perverso engranaje multinacional que busca sacarlo a él y su grupo del escenario investigativo por resultar inconveniente a sus intereses económicos y estratégicos.  La noticia confirma que no son muchos, ni siquiera en épocas electorales, los que se aventuran a visitar estas tierras y aguas, que encierran peligros reales.  Por fortuna para la humanidad más pobre y vulnerable este hombre es un guerrero convencido que hará bien y con eficacia su trabajo de producir vacunas al alcance de todos los seres humanos que las necesitan, a pesar de las circunstancias adversas que debe superar cada día.   

Fernando Márquez