El anuncio del desarrollo de un nuevo medicamento,
procedimiento o vacuna siempre será motivo de alegría, especialmente para sus
potenciales beneficiarios, sin embargo en el caso de RTS,S, la vacuna contra la
malaria que según la Organización Mundial de la Salud, OMS, “podrá aplicarse a partir del 2017”, es
necesario leer entre líneas y analizar algunos detalles importantes antes de descorchar
la champaña. También es bueno recordar
que una parte importante del presupuesto de las empresas farmacéuticas se
invierte en publicidad y comunicación comercial, porción usualmente mayor que
la invertida en investigación y desarrollo, como se observa en la gráfica a continuación.
Información de GlobalData / Infografía de Dadaviz
La parte amarilla corresponde a la inversión en publicidad y la azul representa la inversión en Investigación y Desarrollo de 10 de las más reconocidas empresas farmacéuticas en los años 2011 a 2014.
La parte amarilla corresponde a la inversión en publicidad y la azul representa la inversión en Investigación y Desarrollo de 10 de las más reconocidas empresas farmacéuticas en los años 2011 a 2014.
RTS,S NO
es la primera vacuna contra la malaria, sino la SPf66, creada en 1987 por el
científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo, que es, además, la primera vacuna
producida químicamente en laboratorios y la primera contra un parásito en el
mundo. Otra cosa es que haya quienes pretendan autopromocionarse desconociendo
lo que está en cualquier libro de historia de la medicina.
RTS,S o Mosquirix, su nombre comercial, es una vacuna recombinante, es decir, biológica, que requiere cadena de frío para su conservación, con todos los inconvenientes que eso implica, desarrollada por GlaxoSmithKline, GSK, con financiación de la Fundación Bill & Melinda Gates, la PATH Malaria Vaccine Initiative y otras organizaciones, a un costo de 1800 millones de dólares. En términos simples, la vacuna consiste en fragmentos de Plasmodium falciparum, el parásito que ocasiona la malaria, insertados mediante técnicas de ingeniería genética en moléculas del virus causante de la Hepatitis B, que mezclado con un potente adyuvante o inmunopotenciador, llamado AS01, también patentado por GSK, se vuelve soluble para poder inyectarlo a las personas que se vacunan. Curiosamente RTS,S se prueba directamente en humanos. No hubo ensayos en monos no obstante haberse desarrollado mucho tiempo atrás, exponiendo grandes grupos de población a los efectos no suficientemente estudiados de la vacuna, según lo han denunciado importantes medios de comunicación internacionales como el New York Times y Nature, la más importante publicación científica, que en su edición del 9 de noviembre de 2012 bajo el título “Malaria Vaccine Candidate Gives Disappointing Results” señala resultados indeseados de la vacuna y bajos niveles de protección contra episodios de malaria severa.
RTS,S o Mosquirix, su nombre comercial, es una vacuna recombinante, es decir, biológica, que requiere cadena de frío para su conservación, con todos los inconvenientes que eso implica, desarrollada por GlaxoSmithKline, GSK, con financiación de la Fundación Bill & Melinda Gates, la PATH Malaria Vaccine Initiative y otras organizaciones, a un costo de 1800 millones de dólares. En términos simples, la vacuna consiste en fragmentos de Plasmodium falciparum, el parásito que ocasiona la malaria, insertados mediante técnicas de ingeniería genética en moléculas del virus causante de la Hepatitis B, que mezclado con un potente adyuvante o inmunopotenciador, llamado AS01, también patentado por GSK, se vuelve soluble para poder inyectarlo a las personas que se vacunan. Curiosamente RTS,S se prueba directamente en humanos. No hubo ensayos en monos no obstante haberse desarrollado mucho tiempo atrás, exponiendo grandes grupos de población a los efectos no suficientemente estudiados de la vacuna, según lo han denunciado importantes medios de comunicación internacionales como el New York Times y Nature, la más importante publicación científica, que en su edición del 9 de noviembre de 2012 bajo el título “Malaria Vaccine Candidate Gives Disappointing Results” señala resultados indeseados de la vacuna y bajos niveles de protección contra episodios de malaria severa.
Esta vacuna funciona, teóricamente, durante el
estadío inicial de la infección, el que los expertos llaman esporozoítico, es
decir, el que se da justo después de la picadura de la mosquita Anopheles infectada. No se sabe con
exactitud lo que sucede con los esporozoitos que evaden la acción de la vacuna
y siguen desarrollándose hasta alcanzar formas maduras y mucho más agresivas que
ocasionan la muerte de 800 mil personas cada año.
Imágen de Capítulos de Biología - Ciclo del parásito de la malaria
El parásito de la malaria está formado por 5634
proteínas, cada una formada por miles de aminoácidos, de los cuales para la
RTS,S se utiliza un fragmento muy corto, localizado entre el aminoácido 207
y el 395 de la proteína CSP, (Circumsporozoite Surface Protein),
es decir, alrededor del 30% de una sola de las proteínas que conforman el
patógeno. El resultado es un océano de posibilidades a favor del bicho y muy
pocas a favor de la humanidad, lo que explica la dificultad para protegerse
contra él, que lleva millones de años de evolución mientras las vacunas
empezaron a estudiarse hace apenas 30 años.
Es esa la razón por la que artículos diferentes publicados
en Nature y The Lancet informan que la RTS-S, ensayada por Pedro Alonso, exalumno
de Patarroyo, presentaba un número significativo de casos de convulsiones, meningitis
y otros eventos adversos entre los vacunados. Adrian Hill, director del Instituto Jenner de
la Universidad de Oxford, calificó de "decepcionantes" los resultados
alcanzados.
Los resultados a que se refiere el Dr.
Hill son, según un artículo publicado por el New England Journal
of Medicine, NEJM, la protección
de tan solo el 31% de los bebés de 6 a 12 semanas que fueron vacunados, aunque,
según los investigadores, estos resultados no deslegitiman los de hace un año
en los que se protegió al 57% de niños de 5 a 17 meses, es decir, apenas lo
alcanzado por la SPf66 de Patarroyo hace 28 años.
Pero los resultados mediocres señalados por los
investigadores y publicaciones científicas no deben preocupar demasiado a la
farmacéutica, que cuenta con elementos importantes de su andamiaje en
posiciones clave, lo que les garantiza publicidad, respaldo y un estupendo
flujo de caja. Ripley Ballou, antiguo investigador en malaria del Walter Reed Army Institute, del ejército
de los Estados Unidos, ocupa el cargo de Vice
President of Emerging Diseases en GSK; Joe Cohen, creador de la vacuna
RTS,S es asesor de Investigación y Desarrollo allí mismo, y el
médico español Pedro Alonso, miembro del equipo, fue nombrado recientemente
Director del Programa Mundial de Malaria en la OMS. El diseño, la
ejecución y la aplicación concentradas en un mismo grupo. Un esquema
inteligente, sin duda.
Mientras tanto en Colombia Patarroyo invierte
mucho de su tiempo sorteando las zancadillas que le ponen la burocracia oficial
y algunos animalistas acérrimos. En sus ratos libres se ocupa de los retos
científicos que le plantea el diseño de vacunas gratuitas y fáciles de producir
y conservar.
Mísero triunfo, si lo consiguen, el de los enemigos agazapados de Patarroyo: frenar
su trabajo para que otros desarrollen una vacuna costosa contra la malaria, lo
que la pone fuera del alcance de quienes realmente la necesitan, los países
pobres de Latinoamérica y África, cuyos ingresos apenas alcanzan para malvivir pero
no para proteger su salud. De eso tan bueno nunca han dado tanto.
Para los vendedores de medicinas siempre estara primero el ganar dinero y despues la salud de las personas.
ResponderBorrarDr. Elkin y amigos...¿cual es la razón para no buscar una ayuda de forma estratégica a la Fundación Bill & Melinda Gates?. Tengo buenas referencias de Bill Gates por ejemplo hace algunos años otorgo un premio de un millón de dólares a la red de bibliotecas públicas de Colombia - Biblored, con lo que las bibliotecas salierón de una crisis económica. Porque parece que el Dr. Elkin se esta asemejando al artista Van Gogh que si en vida hubiera tenido un equipo de publicidad y marketing habría sido famoso en vida.
ResponderBorrarLa razón, apreciado Edgar, es muy simple: quien pone el dinero pone las condiciones. Aceptarlo implicaría cambiar la filosofía que ha gobernado el trabajo del Dr. Patarroyo desde hace 35 años. Aquí no hay objetivos comerciales sino humanitarios. Es mucho más difícil trabajar sin dinero que con el, pero no todo tiene precio y no todo es comprable. Muchas gracias por su aporte.
BorrarFernando Márquez
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