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Avanzar del concepto de vacuna
biológica a vacuna sintética tomó más de un siglo, el tiempo que va de Pasteur
a Patarroyo. Este cambio de enfoque significa que las limitaciones que tienen
la producción y el almacenamiento de vacunas, como la necesidad de mantenerlas
a muy bajas temperaturas, lo cual es imposible en muchos lugares del
planeta, desaparecen para dar paso a compuestos químicos mucho más
estables y fáciles de preservar, distribuir y aplicar.
En la actualidad disponemos de 15
vacunas biológicas cuando son más de 500 las enfermedades que podrían
prevenirse mediante vacunación, lo cual representa 17 millones de muertes
evitables cada año. Resolver ese problema
es un logro de tan descomunales dimensiones que solo el tiempo permitirá
apreciar en toda su magnitud.
El de la ciencia es un camino
largo y espinoso, con muchos fracasos y pocos éxitos, pero que resultan vitales
para el bienestar y la supervivencia de la especie humana, idea que parece muy
lejana a las posibilidades de entendimiento de quienes gobiernan el sector
salud en Colombia. A veces resuenan en los medios las voces “autorizadas” que
reclaman “la vacuna ya”, incluido el actual señor ministro de salud, para quien
los 30 y pico de años de investigación han sido un desperdicio, lapsus apenas
mitigado por el hecho de que él no es científico, no se preparó para saber de seres
humanos, parásitos, virus o bacterias sino de concreto y hormigón armado. ¿Que dirá de Harald Zur Hausen, que tiene 78
años y le ha dedicado toda su vida a investigar?
Algo parecido sucedió con los
magistrados del Consejo de Estado, que le impusieron unas condiciones
difícilmente alcanzables para que pueda reanudar su trabajo, paralizado hace 4
años, para el cual los micos son vitales. Los magistrados produjeron el fallo
con lo que a su leal saber y entender constituye “tráfico de especies animales”,
por el dicho de interesados, sin consultar a los que saben, a la comunidad
científica, y desconociendo estudios serios que demuestran que los micos
utilizados son colombianos.
El hecho triste y muy lamentable
es que desde el gobierno Uribe se le ha negado sistemáticamente a Patarroyo y
la FIDIC todo apoyo financiero, se le acusa, descalifica y estorba con
argumentos teñidos de verde, cosa que debe tener muy feliz a la industria
farmacéutica que ve en él un obstáculo enorme para sus pretensiones de llenarse
los bolsillos a costa de la enfermedad y el dolor de la humanidad.
Cuando el país entienda que la
industria farmacéutica es un negocio canibalesco, en el que todo vale, todo se
compra y todo se vende a quien pueda pagarlo, podrá apreciar en lo que vale el
trabajo de un hombre que no solo le ha aportado más que nadie a la ciencia de
punta hecha en Colombia sino que, además, ha tenido que hacerlo en contra de las
trampas, la incredulidad y el escepticismo de nosotros mismos.
Fernando Márquez
Inmunología, cardiología y maternidad se han beneficiado con aportes de investigaciones nacionales.
Por:
NICOLÁS BUSTAMANTE HERNÁNDEZ |
Foto: Archivo / EL TIEMPO
Las vacunas sintéticas han sido uno
de los avances científicos más destacados a nivel internacional.
Quizás el avance científico colombiano que ha alcanzado una mayor resonancia internacional es el del médico y químico tolimense Manuel Elkin Patarroyo, quien en 1987 desarrolló la primera vacuna sintética contra la malaria.
Este aporte significa uno de los hallazgos en
medicina inmunológica más importantes de los últimos años; y los
alcances de su investigación, a lo largo de los años, han servido para
establecer los parámetros para la elaboración y producción de vacunas en
laboratorio. Con este método se deja de lado la forma tradicional, con
el microbio causante de la enfermedad infecciosa entero, mutado, muerto o
con un fragmento de este.
De acuerdo con Patarroyo, este avance “representa un cambio de paradigma en la medicina”
y abriría las puertas para la prevención y el manejo, por medio de
vacunas, de más de 500 males infecciosos, que afectan a dos terceras
partes de la humanidad y matan cada año a cerca de 17 millones de
personas.
Este tipo de estudios en inmunología se han
prolongado por más de 30 años, tiempo en el que el científico ha
analizado más de 38.000 moléculas del parásito Plasmodium, que mata a
más de medio millón de niños menores de 5 años anualmente en zonas como
el África subsahariana y Suramérica.
El trabajo de Patarroyo es avalado por más de
330 publicaciones en revistas científicas de la categoría de Science,
Nature, The Lancet y Chemical Reviews (la más importante del mundo en el
campo de la química).
Una versión 'nano' del marcapasos
En el 2011, el ingeniero electrónico
colombiano Jorge Reynolds anunció la creación de una versión
nanotecnológica del marcapasos electrónico que él mismo inventó en 1957.
Se trata de un dispositivo del tamaño de un
cuarto de grano de arroz, cuyas pruebas médicas ya han sido hechas en
animales y que se espera pueda ser utilizado en humanos en los próximos
años, lo que lo convertiría en la versión superoptimizada.
La invención original de Reynolds cumplía
exactamente las mismas funciones de su versión minimizada, pero se
‘sonrojaría’ al saber las dimensiones de su modelo actual.
El primer marcapasos electrónico externo
consistía en un aparato de 50 kilogramos con un tocadiscos de 78
revoluciones y electrodos conectados a una batería de carro de 12
voltios que, con el tiempo, fue evolucionando, principalmente en cuanto a
sus dimensiones.
Esta transformación ha hecho que aquel enorme
aparato que los pacientes arrastraban en una canasta con rodachinas sea
ahora una unidad del grueso de 3 monedas juntas, con la que son salvadas
70 millones de personas cada año –se calcula que cada diez minutos
alguien recibe el implante de un marcapasos–.
A comienzos de siglo, Reynolds empezó a
diseñar el nanomarcapasos, el cual prolonga la vida útil de la batería
considerablemente.
Con este novedoso modelo se pasa de los 12
años de duración actual a por lo menos 50 años. Además, provee nuevas
funciones y características, como la posibilidad de que los pacientes y
sus médicos tengan información detallada sobre sus funciones cardíacas
en dispositivos móviles, a partir de alertas actualizadas.
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