En el 2011, Patarroyo escribía en el Chemical Reviews que con la metodología de las vacunas sintéticas que su instituto y otros centros similares en todo el mundo, que están investigando y no tienen el ánimo de lucro de las multinacionales, podrían combatir los virus que aparecerán en el futuro por la facilidad, la rapidez y lo barato de fabricarlas. Pero necesitan más recursos para completar su trabajo y en lugar de apoyar a Patarroyo, en Colombia se dedican a cerrarle el paso y en el resto tampoco le dedican los fondos necesarios. Lo lamentaremos.
1:30 a.m. | 26 de octubre de 2014
Muchas lecciones nos está dejando ese virus letal, que solo importó cuando afectó a un ciudadano norteamericano.
Es otra consecuencia de
nuestro espíritu depredador y de la manía de reproducirnos como conejos.
Si seguimos invadiendo la Naturaleza por la presión de satisfacer el
consumo de una población mundial en aumento, nos tendremos que habituar
no solo a los desastres naturales, sino también a epidemias como el
ébola.
Y mientras no afecten a los blancos de países
desarrollados, los grandes laboratorios farmacéuticos no le pararán
muchas bolas. Si lo hacen será porque tienen la seguridad de que los
gobiernos de naciones con dinero están dispuestos a gastar ingentes
fondos en comprar vacunas, Colombia entre ellos. Luego apenas las usan,
en cuanto se pasa el miedo las guardan, como ocurrió con la que combatía
el virus AH1N1. México casi se arruina con la histeria planetaria
–¿recuerdan?–, pero al gigante farmacéutico Glaxo le supuso unos
beneficios netos de 9.000 millones de dólares solo en un semestre por la
vacuna, y a su competidor, Merck, 8.000 millones por su medicamento
Tamiflú, para tratar la gripa aquella.
Ya verán las ganancias de los que saquen
primero la vacuna contra el ébola, aunque luego cada nación solo aplique
una parte pequeña de todas las que adquiera. Porque no se trata tanto
de proteger a la población contra las remotas posibilidades de contraer
el ébola (se mueren más niños de diarrea), sino de que los dirigentes
políticos calmen el pánico colectivo y los dejen gobernar tranquilos en
sus poltronas.
Apagan el fuego, baja la marea y luego cada
cual sigue en su tarea como si nada ocurriera (gripe aviar, fiebre
porcina, vacas locas, AH1N1).
Y eso que Colombia, advierten los expertos que
conocen de virus, puede ser un foco de un mal parecido en el futuro. La
salvaje minería ilegal en las selvas, que está llevando humanos a
lugares reservados para los animales, provocará una infección como la
que se inició en el corazón de África y luego recorrió, a lomos de
murciélagos, cientos de kilómetros para instalarse en la región
occidental de dicho continente.
Antes era esporádico que animales que conviven
con el virus contagiaran a humanos porque pocos se adentraban en sus
hábitats. Ahora son multitud y cuando se infectan, regresan sin saberlo a
las urbes donde residen, casi siempre a barrios deprimidos donde la
atención médica es precaria. Contagian a su entorno, el virus muta, y de
alguna manera se vuelve urbanita y fuerte. Eso es lo que más preocupa
en Estados Unidos.
Muchas lecciones nos está dejando ese virus
letal, que solo le importó al mundo cuando afectó a un ciudadano
norteamericano. Lo descubrieron en 1976 y el genoma lo describieron en
1980, pero no invirtieron lo suficiente en investigar el remedio y estar
preparados para cuando estallara un brote.
Ahora les toca correr y aprobar una vacuna a
marchas forzadas, rebajando los requisitos para las pruebas
experimentales en seres humanos y las exigencias de que los efectos
secundarios no sean demasiado dañinos.
En el 2011, Patarroyo escribía en el Chemical
Reviews que con la metodología de las vacunas sintéticas que su
instituto y otros centros similares en todo el mundo, que están
investigando y no tienen el ánimo de lucro de las multinacionales,
podrían combatir los virus que aparecerán en el futuro por la facilidad,
la rapidez y lo barato de fabricarlas. Pero necesitan más recursos para
completar su trabajo y en lugar de apoyar a Patarroyo, en Colombia se
dedican a cerrarle el paso y en el resto tampoco le dedican los fondos
necesarios. Lo lamentaremos.
Salud Hernández- Mora
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