El científico, que donó su vacuna a la OMS, ha participado en CampusÁFRICA, en la isla de Tenerife.
El reconocido científico
colombiano Manuel Elkin Patarroyo, de 68 años, fundador y actual
director del FIDIC (Fundación Instituto de Inmunología de Colombia), y
descubridor de la primera vacuna sintética de la malaria (Spf66) en
1987, ha viajado a Tenerife para participar en la primera edición del
CampusAFRICA. Este congreso, promovido por la Fundación Canaria
para el Control de Enfermedades Tropicales (FUNCCET), tiene como
objetivo crear un foro de reflexión sobre los restos sanitarios,
económicos, políticos, medioambientales y culturales del continente
africano, facilitando el encuentro y el intercambio entre académicos,
científicos y profesionales para la investigación de las posibles
soluciones a dichos retos.
En la conferencia de clausura, Manuel
Patarroyo presentó la última versión de su vacuna contra la malaria,
por la que le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias en 1994 en
Investigación Científica y Técnica, entre otros muchos reconocimientos.
Ha asegurado que su vacuna presenta ya una eficacia del 80 %, frente al
40 % de la primera versión de 1987, y que en el plazo de un año confía
en obtener el 100 % de efectividad. Pero su trabajo va más
allá, y es que su vacuna, basada en la combinación de varias proteínas
sintetizadas, sentó las bases para desarrollar desde el laboratorio
vacunas sintéticas. Este tipo de vacunas químicas tienen muchas ventajas
frente a las biológicas, ya que pueden ser producidas en grandes
cantidades, por lo que sus costes se reducen enormemente, y la
metodología para su obtención puede aplicarse para otras enfermedades,
como en el caso del virus del ébola. Desde el foro invitó a los
investigadores que dispongan de los medios necesarios a utilizar dicho
método con ese fin.
Pero además, el científico ha
puesto el dedo en la llaga de los grandes laboratorios farmaceúticos.
Cuando descubrió su primera vacuna, se negó a vender la patente a las
multinacionales del sector, consciente de que el precio con el que
llegaría al usuario se elevaría considerablemente, y que no se
garantizaría su distribución entre los que más la necesitan. La malaria o paludismo, causada por la picadura de las hembras del mosquito Anopheles,
provoca la muerte de más de 3.000 niños al día, según las cifras de la
Cruz Roja, siendo la principal causa de mortalidad entre los niños
menores de cinco años, y el 80 % de los casos se registran en el África
subsahariana. De entre los 300 y 500 millones de casos anuales de
contagio, con una media de 700.000 muertes, 9 de cada 10 se dan en el
continente africano.
El doctor Patarroyo donó su vacuna a la
OMS, pero la organización, en lugar de comercializarla con un coste
mínimo de siete centavos de dólar como se había calculado, la dejó
"engavetada", según sus palabras, es decir, en el fondo de un cajón. Y
no le prestaron el más mínimo apoyo para continuar con su investigación.
Se entiende que las multinacionales no estaban dispuestas a perder un
negocio millonario, y la ayuda desinteresada a África no entra en sus
planes.
Ahora asegura que no piensa donar su nueva versión de la vacuna a la OMS,
vistos los resultados, y se queja de la falta de apoyo a su
investigación. Su Instituto funciona principalmente con la ayuda
recibida desde España, en especial de la AECID (Agencia Española de
Cooperación Internacional y Desarrollo) y de la Agencia Vasca de
Cooperación. La Universidad del Rosario de Bogotá paga los sueldos de la
plantilla. En los últimos cuatro años no han recibido ninguna ayuda
desde el Gobierno de su propio país.
Y con respecto a la epidemia
del ébola, fue tajante. Afirma que ya que la solidaridad altruista no
funciona, hay que ayudar a África por puros motivos económicos, ya que
es mucho más costoso y difícil solucionar el problema cuando llega a
nuestros países, que en el foco de origen. Tiene muy claro que la
epidemia pudo haberse evitado hace mucho tiempo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario