domingo, 3 de abril de 2011

Manuel Elkin Patarroyo: "Siempre he sido un lobo solitario"


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Por: Lisbeth Fog * / Especial para El Espectador
A punta de ensayo y error, su vacuna parecería cada vez más cerca. En ciencia, esto puede significar aún varios años.

El inmunólogo Manuel Elkin Patarroyo lleva años tratando de resolver la pregunta que se formuló desde 1970: ¿cómo lograr una vacuna sintética? Esta semana hizo un nuevo anuncio que alertó al país y trascendió fronteras. ¿Está más cerca de lograrlo?

El Espectador quiso ir más allá del promisorio anuncio sobre el logro de la vacuna sintética, ya no solamente para la malaria, sino para 517 enfermedades infecciosas que matan a 17 millones de personas al año. ¿Noticia? Por supuesto. ¿Realidad? Más científica que de salud pública… Aún no podemos vacunar a nuestros hijos contra ellas. Pero la revista Chemical Reviews, la séptima más leída por la comunidad científica, le abrió sus páginas para que informara sobre el alcance de sus investigaciones. El camino no está del todo recorrido. El científico habló sobre sus aciertos y fracasos.

¿Cómo empezó todo?

Estábamos trabajando en una vacuna contra la tuberculosis (TB), pero nos estrellamos porque al curí, el modelo en el cual se pueden ensayar las vacunas contra esta enfermedad, le da TB hasta con la misma vacuna.

¿Por eso cambió de TB a malaria?

Porque el modelo experimental no era el apropiado. Podía resolver rápidamente el problema químico, pero no el inmunológico.

¿Por qué una vacuna sintética?

Primero, por el bagaje donde había estudiado, en Rockefeller University, donde estaba Henry Kunkel, quien junto a su alumno Gerald Edelman averiguaron la estructura química de los anticuerpos. Pero a 20 metros tenía su laboratorio el profesor Bruce Merrifield, quien hacía lo opuesto, síntesis química de proteínas y por eso a Edelman le dieron el Premio Nobel en 1972 y a Merrifield el de Química en 1984. Yo prácticamente me crié en ese medio, ni siquiera fue algo planeado. Por eso desde el principio pensé en vacuna sintética.

¿Cómo funcionaba la primera vacuna que anunció contra la malaria, la SPf66?

Mezclé los dos componentes: no la trabajé solamente contra el merozoito (el segundo estado del parásito en el organismo humano), sino que incluí un pedacito del esporozoito (etapa embrionaria). Es la primera vacuna multiestadio, porque incluye las dos fases.

¿Cuál fue la razón por la cual la SPf66 obtuvo resultados diferentes en los ensayos realizados en diferentes países?

Variaciones genéticas de la población de los individuos.

¿Y frente a los realizados en los ensayos en Mozambique y Tailandia, donde la vacuna no demostró eficacia?

La de Tailandia no fue producida por nosotros sino por el ejército de los EE.UU. En Mozambique el estudio falló porque la estrategia en recién nacidos debe ser completamente diferente, porque el sistema inmune del recién nacido no está desarrollado.

¿Les faltaban todavía algunas piezas para armar el rompecabezas de la vacuna?

Sin duda. Para mí quedó muy claro desde el principio que al no lograr yo superar el 55% (de efectividad), el vaso lo tenía medio vacío y que por consiguiente tenía que frenar en seco, independientemente de que se me viniera el mundo encima, y dedicarme a buscar lo que faltaba. Era deshonesto de mi parte, sabiendo que las vacunas imperfectas pueden llegar a incrementar el riesgo de desarrollo de la enfermedad.

¿Cuáles son las ventajas de una vacuna sintética?

En las vacunas sintéticas usted puede modificar las moléculas, puede producir grandes cantidades, son estables, se mantienen a temperatura ambiente, cada lote es reproducible, lo que no pasa con las biológicas. Además son baratísimas.

Mencionó dos fases de evolución del parásito en el organismo del ser humano. ¿Le apuntan ahora a una de ellas en especial?

Lo que hemos descrito hasta el momento es la fase que se encuentra en la sangre, el merozoito, que es el “segundo anillo de seguridad”. Pero tenemos muy avanzado el primero. Estamos trabajando a fondo para tener una vacuna que proteja contra las distintas etapas de la enfermedad.

En este momento, lo que tienen claro es el mecanismo por el cual se infecta el glóbulo rojo, que es la segunda fase.

En el 90%.

¿Qué secretos han revelado estos estudios?

Primero, el concepto: para poder desarrollar vacunas hay que buscar los fragmentos con los cuales los microbios se agarran a las células. Segundo, que esos fragmentos son invisibles al sistema de defensas. Tercero, que había que cambiar ciertos aminoácidos. Cuarto, que eso lleva a unas características estructurales de las moléculas que tienen reglas propias, independientes de la enfermedad; eso permitía ajustar perfectamente la molécula o el fragmento modificado en lo que se denomina la sinapsis del sistema inmunitario para activarlo y producir las defensas. Esos son algunos de los secretos del decálogo planteado.

Ahora hay una segunda generación de la vacuna y la han llamado Colfavac (Colombian Falciparum Vaccine) ¿En la práctica, cómo han demostrado la efectividad?

A nivel de la etapa que invade al glóbulo rojo, fue relativamente sencillo (en los ensayos con monos). Sin embargo, a nivel de la fase del hígado es muy difícil. Por eso decidimos dejar este primer anillo de seguridad para el futuro, cuando ya tuviéramos reglas del juego.

¿Cuál ha sido la efectividad de los ensayos con micos?

Esta nueva mezcla que tenemos da el 90%.

¿Iniciará ensayos en humanos?

Primero tengo que patentar y el problema es que eso vale cerca de medio millón de dólares. Segundo, hay que escribir los protocolos de acuerdo con los principios jurídicos y bioéticos. Hoy en día hay unos criterios muy difíciles porque no se pueden hacer ensayos ni de drogas, ni de vacunas en gente que tenga dependencia jerárquica y eso complicará la selección del personal. Tercero, debo producir tres lotes distintos de cada molécula para tener siempre un punto de referencia. Debo hacer contratos con laboratorios de empresas privadas que tengan buenas prácticas de laboratorio, pero como no hay nadie que haya hecho síntesis de proteínas químicas, eso vale cualquier cantidad de dinero. Esto no va a ser antes de un año, acelerando el proceso.

¿Cuál ha sido la inversión de esta investigación?

Desde que nos organizamos como laboratorio en 1978, llega a $80.000 millones.

¿Y cuánto le falta?

Yo vivo el día a día, no le pongo cuidado a eso.

Pero la patente, ensayos en humanos…

Además del funcionamiento del laboratorio serían entre 3 y US$4 millones.

Frente a la vacuna de Glaxo Smith Kline, ¿cómo es esta relación?

Si usted suma lo recibido para crear dos institutos, para educar a 1.108 personas, para sacar 30 doctores, 100 másteres, para hacer la investigación de 360 publicaciones mundiales, eso no es nada, porque Glaxo ha invertido sólo en esa vacuna, sin hablar de los laboratorios, US$1.000 millones. Lo nuestro es escasamente un 5% de lo que ha invertido Glaxo.

Sin embargo, Glaxo ya está en ensayos humanos y ¿qué tan efectivos han sido los resultados?

Van desde el 8 al 47%.

La publicación se basa en estudios del parásito de la malaria. Pero ustedes han dicho que los hallazgos permiten extrapolar las conclusiones y aplicarlas a 517 enfermedades infecciosas. ¿Es eso así de simple?

Estamos hablando de moléculas, no de microbios. Estas son reglas de las moléculas y da lo mismo si es bacteria, parásito o virus.

Lo que su grupo de investigación puede mostrarle al mundo es el concepto, no es aún la vacuna.

Póngalo en letras mayúsculas. Es el concepto y el método, y un producto que es una vacuna contra la malaria al 90%.

Probada sólo en monos.

En monos.

¿Se aliará con otras entidades científicas para lograr una vacuna que sirva para humanos?

Yo siempre he sido un lobo solitario, porque muchas veces en las alianzas si bien es cierto se pueden potenciar las cosas, también pueden volverse más lentas. Prefiero tener un grupo sólido aquí adentro. Las asociaciones serán fundamentales en el momento cuando se comiencen las vacunaciones masivas; en la investigación no.

Treinta y tres años de investigación, tanto conocimiento y tantos resultados, ¿ha significado también muchos fracasos?

Cantidades. Como la ciencia es un camino que no está escrito, yo fracaso entre el 95 y el 99%, y no ha sido por perezoso, ni por indisciplinado, ni por ignorante, sino por la complejidad del problema. Pero ya estamos al final del túnel, ese 5 o 1% ya es un faro enormemente grande.

¿La SPf66 fue un fracaso?

No fue fracaso. Llegó hasta donde debía llegar debido al conocimiento de esa época.

* Periodista científica


Lisbeth Fog * / Especial para El Espectador | Elespectador.com Tags de esta nota: Malaria Manuel Elkin Patarroyo

sábado, 2 de abril de 2011

Editorial: Vacunas a la colombiana

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Por: REDACCIÓN ELTIEMPO.COM | 8:51 p.m. | 01 de Abril del 2011



Lo novedoso de la investigación de Patarroyo y su equipo es la vía que proponen para crear vacunas.

Con expectativa y una prudente cautela: así recibió el mundo el más reciente anuncio del científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo y su equipo de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia (Fidic).

No es para menos, si se tiene en cuenta el tamaño de la propuesta de los investigadores criollos, construida paso a paso a lo largo de 33 años y soportada en por lo menos 300 artículos científicos publicados durante ese tiempo, en revistas tan reconocidas como Nature, The Lancet y Journal of Infectious Diseases.

Chemical Reviews, la publicación científica de química de mayor impacto en el mundo científico, divulgó dicha investigación, que postula las bases que permitirían a laboratorios del mundo crear vacunas sintéticas. En otras palabras, da la 'receta' para fabricarlas contra muchas infecciones, en un mundo en el que la resistencia de las bacterias crece y en donde rara vez se investiga para hallar un antibiótico. Eso, per se, es importante. Dos de ellas, producidas a partir de estos principios, ya han sido dadas a conocer en los últimos tres meses por la Fidic: una sintética contra la malaria, que alcanzó, de acuerdo con los investigadores, una efectividad del 90 por ciento en monos Aotus y que será ensayada en humanos. La otra es contra el estreptococo, la bacteria causante de la fiebre reumática, que desarrolló en colaboración con científicos del Brasil.

Lo novedoso del asunto, y por lo cual Patarroyo y su equipo son reconocidos, es la vía que proponen para producir vacunas. Los biológicos con los que hoy se cuenta se elaboran utilizando al microbio causante de la infección (entero, mutado, muerto o fragmentos de él). Cuando estas sustancias se introducen en el cuerpo, estimulan el sistema inmunológico para que produzca defensas contra él. La idea es que cuando la persona vuelva a entrar en contacto con el germen, su organismo pueda defenderse.

El problema es que esta vía de elaboración de vacunas, la biológica, es limitada. Como la gran mayoría de estos microorganismos logran hacerse invisibles para el sistema inmune, este no puede generar defensas contra ellos. Uno de esos patógenos esquivos es el Plasmodium falciparum, causante de la malaria.

Para Patarroyo y su grupo, este parásito es un viejo conocido. En el laboratorio han luchado por décadas, a brazo partido, por descifrarlo, con miras a generar una vacuna para contenerlo.

El trabajo divulgado en Chemical Reviews recoge los resultados de todas esas batallas. Muestra que los investigadores de la Fidic no solo descubrieron la forma como el Plasmodium engaña al cuerpo, sino que identificaron las partículas que dañan al organismo e inventaron la forma de fabricarlas, una por una, en el laboratorio. Luego, las modificaron para que el cuerpo las identifique y reaccione, produciendo defensas suficientes y permanentes que actuarán en caso de que la infección llegue. En teoría, estos principios servirían para elaborar vacunas sintéticas contra más de 500 microorganismos responsables de graves enfermedades, como el dengue y la tuberculosis.

La cautela, hay que insistir en eso, es una norma en ciencia. Es normal que se escuchen voces que critiquen o manifiesten dudas sobre los hallazgos; eso, al igual que los fracasos, forma parte del proceso científico. Pero hasta las críticas deben ser prudentes: si bien Patarroyo ha sido blanco de descalificaciones, no se puede desconocer que, de lejos, es el científico más productivo del país. Engañar a los pares que calificaron esta investigación es más difícil que inventar vacunas. De comprobarse en la práctica este avance, Patarroyo y su equipo le habrán dado un quiebre a la ciencia.

editorial@eltiempo.com.co

domingo, 27 de marzo de 2011

Patarroyo presenta avance mundial en vacunas sintéticas

Por: REDACCIÓN ELTIEMPO.COM | 8:00 p.m. | 27 de Marzo del 2011

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Autores de la investigación, Manuel Alfonso Patarroyo, Manuel Elkin Patarroyo y Adriana Bermúdez.
Foto: Claudia Rubio / EL TIEMPO



Publicó una investigación que sienta bases para nuevas vacunas contra más de 500 males infecciosos.

Después de 33 años de trabajo dedicados a buscar la forma de fabricar vacunas en el laboratorio para todas las enfermedades infecciosas, el científico Manuel Elkin Patarroyo, junto a un equipo de investigadores de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia (Fidic), acaba de dar a conocer los principios y las bases estructurales que lo permiten.

Este avance, que abriría las puertas para la prevención y el manejo, a través de vacunas, de más de 500 males infecciosos (que afectan a dos terceras partes de la humanidad y matan cada año a cerca de 17 millones de personas), fue divulgado hoy por la revista de química más importante del mundo: 'Chemical Reviews'.

Este, que sería el desarrollo científico más importante logrado por investigadores colombianos hasta ahora, se presentó a través de un modelo práctico, con la fabricación de una nueva vacuna contra la malaria que, de acuerdo con pruebas de laboratorio hechas con monos Aotus, tiene una efectividad del 90 por ciento.

¿En qué consiste el avance?

Como se sabe, hasta ahora las vacunas clásicas o biológicas se elaboran con el microbio causante de la enfermedad infecciosa, entero, mutado o muerto, o con un fragmento de él; al introducirse en el cuerpo, estas sustancias estimulan al sistema inmunológico para que produzca defensas contra él; de este modo, cuando vuelva a entrar al cuerpo, el organismo estará en capacidad de rechazarlo.

Con microbios y parásitos como el 'plasmodium falciparum' (causante de la malaria) existe el inconveniente de que al entrar al organismo, logra burlar al sistema inmunológico para no ser detectado, lo cual impide que genere defensas contra él.

Patarroyo y su equipo no solo descubrieron la forma como el 'plasmodium' engaña al cuerpo, sino que identificaron en él las partículas que dañan al organismo e inventaron la forma de fabricarlas, una a una, en el laboratorio, pero con las modificaciones necesarias para que el cuerpo no se deje engañar, las reconozca y reaccione, produciendo defensas suficientes y permanentes que actuarán en caso de que la infección llegue.

De eso se trata la vacuna sintética contra la malaria, la primera en el mundo de estas características -que no requiere ni del parásito ni de fragmentos de él para su elaboración-, con este nivel de eficacia.

¿Cómo lo hicieron?

Para lograrlo, los investigadores colombianos fabricaron y analizaron 38 mil fragmentos originales del 'plasmodium falciparum', que permitieron, después de 20 años de ensayos, descubrir las reglas y plantear principios "para ir más allá de la naturaleza de las proteínas".

El artículo de 'Chemical Reviews' muestra la composición química de noventa de estos fragmentos originales o modificados, elaborados en el laboratorio a través de la metodología "más sofisticada desarrollada hasta hoy para reconocer la localización de los átomos en una molécula", explicó Patarroyo, que presentó su trabajo junto con la investigadora Adriana Bermúdez, candidata a doctorado en química, y el médico y doctor en ciencias Manuel Alfonso Patarroyo.

De acuerdo con Patarroyo, la forma de fabricación de las vacunas sintéticas es estándar, lo cual permite que todos los lotes sean iguales y puedan producirse en grandes cantidades (a precios muy bajos); tampoco requieren de cadenas de frío para mantenerse, no contienen contaminantes que generen reacciones secundarias y no se descomponen.

"Con este hallazgo -asegura Patarroyo- se va más allá de la naturaleza de los microbios, porque se modifican sus átomos según las necesidades del cuerpo, a través de un proceso estandarizado, lo que nunca podrá hacerse con las vacunas biológicas".

Pero lo más importante, es que 'Chemical Reviews' presenta un decálogo innovador, que aporta la forma y los principios, para que cualquier laboratorio científico del mundo pueda producir, bajo este esquema, vacunas contra enfermedades tan complejas como la tuberculosis, la hepatitis, las neumonías, las meningitis producidas por bacterias, la sífilis, el dengue, el cólera, la caries dental y el herpes, entre otras. No se descarta, de hecho, que este modelo facilite, a futuro, la búsqueda de una vacuna contra el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida.

Este artículo está precedido por 300 investigaciones de Patarroyo y su equipo sobre el tema, publicadas en las últimas dos décadas por revistas como 'Nature', 'Account of Chemical Research', 'Clinical Microbiological Reviews' y 'Angewandte Chimie', en las que fueron demostrando que era necesario modificar algunos átomos en lugares específicos de los fragmentos involucrados en la invasión de los microbios, para que el sistema inmunológico se active y produzca los anticuerpos necesarios para defender al organismo.

Los resultados fueron calificados como "excelentes" por un equipo anónimo de pares académicos de primera línea de todo el mundo, lo que hizo que la revista catalogara de "fuera de serie" el trabajo de Patarroyo y su equipo de la Fundación.

"Es un orgullo que la solución al problema de las infecciones, a través de este modelo, sea aportado por colombianos a la humanidad entera", afirma Patarroyo.

¿Qué viene con la vacuna antimalárica?

En el caso concreto de la vacuna contra la malaria, la importancia radica en que el sistema inmunológico de los monos Aotus y de los humanos se comporta en forma similar ante el 'plasmodium falciparum'.

"Por esa razón, el siguiente paso es determinar, en ensayos en humanos, si es necesario hacer modificaciones de algunos fragmentos del parásito, para que la eficacia que hemos obtenido en los monos, del 90 por ciento, sea equivalente en personas", dijo Patarroyo.

¿Por qué es importante la publicación?

Un trabajo científico es significativo solo si es avalado por pares académicos y publicado en revistas de alto impacto científico.

Se trata de publicaciones reconocidas en el mundo científico internacional; cada una tiene un comité editorial conformado por los investigadores más connotados del mundo, en diferentes áreas.

También cuentan con grupos asesores de pares (evaluadores externos especializados en los temas de cada revista). El Instituto de Información Científica (ISI) es el encargado de determinar cuáles de estas revistas son importantes en ciencia (indexar) y de calificarlas periódicamente bajo modelos muy rigurosos. Así se elabora el ránking de estas publicaciones.

¿Cómo se publica y se avala un artículo científico?

Los autores envían el artículo al comité editorial de la revista, que lo acepta o lo rechaza. Si se acepta, es enviado a pares anónimos del mundo. Ellos critican o rechazan el artículo y envían los comentarios al comité editorial de la revista, que los remite al autor. Este debe responder al comité editorial las críticas, comentarios o preguntas hechas por los pares, que finalmente aceptan, piden más explicaciones o rechazan definitivamente la publicación. Se estima que de cada cien trabajos enviados a una revista como 'Chemical Reviews', logran ser publicados entre dos y cinco.

¿Cuántas revistas científicas indexadas existen?

Son más de 10.000. Cinco mil de ellas no logran ninguna calificación. Solo 13 revistas están por encima de factor de impacto 30; 'Chemical Reviews', con 35,9, es la séptima revista de mayor impacto científico del mundo, por encima de 'Nature', 'The Lancet' y 'Science'. En sus 85 años de historia, solo ha avalado y publicado ocho artículos de investigadores latinoamericanos, dos de ellos de Manuel Elkin Patarroyo.

Carlos Francisco Fernández
Asesor médico de EL TIEMPO

Sonia Perilla Santamaría
Subeditora de Vida de Hoy

¿Frívolo o genio?

Por: SALUD HERNÁNDEZ-MORA | 7:07 a.m. | 27 de Marzo del 2011

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Salud Hernández-Mora

Un país que no dedique a Investigación y Desarrollo importantes recursos ni promueva la ciencia entre los jóvenes para lograr mayor número de estudiantes, está condenado al subdesarrollo.

No siempre en una larga existencia entre tubos de ensayo se consigue coronar un descubrimiento.

Como este país debe pensar que le sobran científicos, se volvió deporte nacional despreciar a Patarroyo. Mañana, en Chemical Review, la publicación más importante de su género en el mundo, aparece su último trabajo, un enorme avance en su investigación sobre las vacunas sintéticas. Pero aquí, nada, como si fuera una columnita de revista farandulera. Olvidan que cada uno de esos papers debe pasar el examen de un selecto grupo de implacables científicos, que analizan el documento a fondo, como si lo fuesen a diseccionar, hasta que dan la luz verde.

A diferencia de otros mundos gaseosos, el de los científicos universales se mide con datos objetivos, nadie regala nada y, menos aún, elogios gratuitos o reconocimientos. No les impresiona nada distinto de los aportes nuevos, los descubrimientos, la suma de papers en revistas científicas de renombre o la capacidad de formar jóvenes genios.

Es uno de los gremios más competitivos que existen, todos quieren llegar los primeros a la meta y para lograrlo solo existe una fórmula exacta: trabajar como una bestia, estudiar sin descanso y analizar a toda hora lo realizado por uno mismo y por los demás, para ver qué pasos consolida y cuáles reforma.

Pero en la Colombia que pontifica creen que Manuel Elkin Patarroyo es famoso fuera, le otorgan el Príncipe de Asturias de la Ciencia, el Ciudad de Edimburgo o el Robert Koch, por citar solo tres, porque es un bocón y un vendedor de feria.

El anterior ministro de la Protección Social le cerró puertas, obsesionado por obstaculizar su labor. De modo que de los 115 integrantes de su magnífico instituto, investigadores de gran nivel, apenas quedan 45. Otra gente lo demandó en Leticia por ser un supuesto aniquilador de micos, pero Patarroyo continúa firme, los recursos menguados y el equipo esquelético, pero ahí sigue haciendo camino.

Las cifras de su prolífica carrera no las puede mostrar nadie en Colombia, con la excepción de la extraordinaria Ángela Restrepo. Los demás quedan tan lejos, que da pena recordárselo y tampoco tendría sentido porque su aporte es muy valioso y necesario en un país donde la ciencia está peor que la infraestructura jurásica que padecemos.

Manuel Elkin Patarroyo y su gente suman 325 papers en publicaciones científicas importantes, no en hojas parroquiales, todo un logro. Nacido en Ataco (Tolima), desarrolló su carrera en estas tierras, ha formado a más de seiscientos científicos, de los que solo quedan en el país 140. Como nos sobran, los regalamos.

Cada madrugada, este frívolo e insensato se levanta a las 3, para repasar y corregir lo hecho por los suyos la jornada anterior. A las 8 sale para su oficina y ahí se queda hasta la noche. Y vuelta a empezar a la mañana siguiente porque un científico es como un camarón. Un día que se duerma y se lo lleva la corriente del fracaso, quizá el tsunami que más temen.

Pero, bueno, según sus detractores hay que botarlo a la caneca. Pensarán que es mejor que sigamos distribuyendo la piñata de Colciencias entre miles y no exijamos nada a cambio, salvo un papelito intrascendente, o que nos caigan bien y no den la lata.

Un país que no dedique a Investigación y Desarrollo importantes recursos ni promueva la ciencia entre los jóvenes para lograr mayor número de estudiantes, está condenado al subdesarrollo. Nadie dice que entreguen todos los fondos a los dos o tres mejores, pero sí que respeten trayectorias y exijan resultados "medibles", no virtuales. Cierto que no siempre en una larga existencia entre tubos de ensayo y fórmulas químicas se consigue coronar un descubrimiento, aunque Patarroyo está ahora mucho más cerca. Pero se deja una huella indeleble sobre la que otros avanzan.

@saludhernandezm

miércoles, 23 de marzo de 2011

Reconocen a Patarroyo por su labor en la búsqueda de vacunas sintéticas El investigador colombiano recibió del Gobierno de Navarra, norte de España, el Premio Internacional Príncipe de Viana de la Solidaridad.

Reconocido por su labor de más de 30 años en la búsqueda de vacunas sintéticas contra enfermedades.


Foto: EFE

Bogotá.- El colombiano Manuel Elkin Patarroyo, a quien el Gobierno de Navarra, norte de España, otorgó el Premio Internacional Príncipe de Viana de la Solidaridad, confesó a Efe que recibe este galardón "en un momento crítico e importante" de su investigación científica.

Patarroyo fue reconocido por su labor de más de 30 años en la búsqueda de vacunas sintéticas contra enfermedades infecciosas y después de que en 1995 cediera la patente de su vacuna contra la malaria, la primera descubierta, a la Organización Mundial de la Salud (OMS).

"Recibimos el premio en un momento crítico, muy importante, para poder entregar una vacuna totalmente efectiva contra la malaria lo más pronto posible", destacó el científico y director de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia.

El equipo de Patarroyo se encuentra "a un tiempo relativamente corto para comenzar los estudios clínicos de la nueva vacuna de la malaria", según adelantó, al destacar que su primer fármaco demostró una efectividad de alrededor del 40 por ciento pero que ahora están en condiciones de tener una vacuna con hasta un 95 por ciento de cobertura.

"Esta vacuna la entregaremos en nombre del pueblo de Colombia y sin coste alguno para el bienestar de toda la humanidad. Continuaremos con nuestra solidaridad con todos los seres humanos sin distingo de raza, religión, fronteras, lenguas o posición social", afirmó el científico en declaraciones a Efe.

"Ese ha sido nuestro credo y seguirá así siempre", insistió el científico, al remarcar que precisamente en este momento, cuando recibe el premio, es cuando más necesita "todos los apoyos" de la comunidad internacional y científica.

Ha sido esa ausencia de ánimo de lucro la que llevó al Gobierno de Navarra a otorgar a Patarroyo el Premio Príncipe de Viana de la Solidaridad, que reconoce a instituciones, ONG y personas que destaquen por su trayectoria en la cooperación internacional al desarrollo y en especial en la contribución a los Objetivos del Milenio de la ONU.

El jurado valoró que las investigaciones de Patarroyo coinciden con varios Objetivos del Milenio, en concreto con la lucha contra el sida, la malaria y la tuberculosis, así como en favor de la salud infantil y materna.

En 1995, cuando el científico colombiano donó los derechos de su vacuna de la malaria a la OMS, se embarcó de nuevo en la investigación para conseguir su efectividad completa.

Fue precisamente gracias a los fondos recibidos en los últimos años por el Gobierno español y la Caja de Ahorros de Navarra, a los que se unió después la universidad colombiana del Rosario, los que le han permitido avanzar en sus estudios sobre la malaria y otras enfermedades infecciosas.

Patarroyo agradeció este premio, dotado con 40 mil euros (unos 57 mil dólares), al jurado, al Gobierno de Navarra y a la Fundación de Investigación Solidaridad Sadar, que presentó la nominación.

También tuvo palabras de gratitud para los que calificó como sus "padrinos": el expresidente colombiano Belisario Betancur y el exembajador de España en Bogotá Yago Pico de Coaña.


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Manuel Elkin Patarroyo fue premiado en España por su trabajo solidario

Manuel Elkin Patarroyo, científico colombiano. Foto: Archivo

El científico colombiano fue galardonado por el Gobierno de la región española de Navarra (norte).

Patarroyo recibió el Premio Internacional Príncipe de Viana de la Solidaridad 2011, que le fue otorgado por su trabajo de más de 30 años en la búsqueda de soluciones a enfermedades como la malaria.
Dicho premio reconoce la tarea de instituciones, ONG y personas físicas de cualquier país que se destaquen, por su trayectoria, en la Cooperación Internacional al Desarrollo, en especial en la contribución a los Objetivos de Desarrollo del Milenio establecidos por la ONU.

El galardón, dotado con 40.000 euros (alrededor de 57.000 dólares), premia el trabajo de Patarroyo en la búsqueda de soluciones de enfermedades a través de la obtención de vacunas.

Para su concesión, el jurado valoró el hecho de que esas vacunas "lleguen a las personas que más lo necesitan a un costo accesible", así como que el científico colombiano decidiera en 1995 donar los derechos de la vacuna contra la malaria a la Organización Mundial de la Salud para beneficio de la humanidad.

Asimismo, se tuvo en cuenta que el trabajo de Patarroyo coincide con varios de los Objetivos del Desarrollo del Milenio, en concreto la lucha contra el sida, la malaria y la tuberculosis, trabajo que se hace en favor de la salud infantil y materna.

Se valoró, además, sus esfuerzos en favor del fortalecimiento de la democracia en Colombia a través de una estrategia de vincular desarrollo político, económico y social.

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PRÍNCIPE DE VIANA A LA SOLIDARIDAD

Patarroyo: "Con el precio de una caña en Navarra vacunaría a 12 niños"
El premio Príncipe de Viana 2011 se muestra "muy honrado" por el galardón porque es un reconocimiento a la solidaridad, "algo en lo cual he venido insistiendo toda una vida", asegura y añade que "todos deberíamos preocuparnos por todos"



Fotografía de archivo del científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo que ha sido galardonado con el Premio Internacional Príncipe de Viana de la Solidaridad 2011. (Efe)

PAMPLONA. Manuel Elkin Patarroyo (Tolima, Colombia, 1946) fue reconocido ayer con el Premio Príncipe de Asturias de la Solidaridad 2011. Desde su Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, donde trabaja en una nueva vacuna contra la malaria que en fase experimental presenta un 95% de éxito, atendió a las preguntas de este periódico.

¿Qué siente al ser reconocido con el Premio Príncipe de Viana a la Solidaridad?

Estoy muy honrado, sinceramente. Es un premio que me enaltece y que me honra en grado sumo, de manera que no tengo sino gratitud. Quiero agradecer especialmente al jurado, al Gobierno de Navarra, a mis dos padrinos, el ex presidente de Colombia, Belisario Betancourt y el ex embajador de España en Colombia, don Yago Pico de Coaña. Y, por supuesto, a la fundación para la Investigación Solidaria Sadar.

Fue quien presentó su candidatura, ¿no?

Sí, y además ha financiado en parte muchos de los estudios de mi instituto (Fundación Instituto de Inmunología de Colombia). Entonces quiero expresar mi gratitud al pueblo de Navarra. Nuestra investigación se ha hecho fundamentalmente gracias al pueblo navarro, quienes han colaborado de una forma muy generosa desde hace más de seis años.

¿Qué tiene de especial un premio a la solidaridad?

No sé si ha visto mi ridiculum, no curriculum. He tenido la fortuna de haber tenido muchísimos premios en ciencia, pero este premio me honra mucho porque es de solidaridad, algo en lo cual yo he venido insistiendo toda una vida. Todos deberíamos preocuparnos por todos, para que de esta manera la humanidad vaya en un proceso de evolución justo y equitativo.

Usted donó en 1995 su vacuna contra la malaria. ¿Cómo se le ocurrió?

No es que se me ocurriera, siempre fue así. Nosotros, mi instituto, nunca jamás hemos querido adinerarnos con la investigación que hacemos.

Ese es precisamente el mérito, ¿no? Donarla gratis en lugar de ganar cientos de millones con los resultados de su investigación.

¿Y qué sacaría yo? Que me dieran 500 millones de euros, ¿y qué? Sería un pobre millonario. La verdad es que entonces el coste de la vacuna sería exorbitantemente alto y lo importante que estamos haciendo aquí es que de la vacuna se pueda beneficiar la humanidad entera.

¿Es este el tipo de pensamiento que falta, no sólo en su sector, sino prácticamente en todos?

Absoluta razón. Esa es la actitud que queremos propugnar. Sí es bueno tener algo de dinero, de confort, pero pensemos en que hay otros que no tienen nada. Definitivamente tenemos que ayudarlos, apoyarlos y cuidarlos.

¿Cuál es el coste de su nueva vacuna contra la malaria?

¿Cuánto vale una caña allá en Navarra?

Alrededor de 1,80 euros.

¡Joder! Con eso puedo vacunar unos doce muchachitos. La vacuna cuesta quince céntimos de euro.

¿Es verdad que está teniendo un 95% de éxito en la fase de experimentación con monos?

Sí. Además, el hecho de que esté producida sintéticamente permite su fabricación en masa y su bajo coste. ¿Por qué? Porque el coste de las otras vacunas se incrementa al ser biológicas, motivo por el que deben permanecer en una cadena de frío. Se deterioran a temperatura ambiente y pierden su efectividad. Así, una vacuna biológica puede tener una efectividad del 100%, pero a los 15 días de su elaboración bajar al 80% y así sucesivamente. La nuestra no. Se puede, digamos, almacenar como una aspirina sin perder su efectividad.

¿Se puede soñar con un mundo sin malaria?

No diría que sin malaria, pero sí muy controlada. Porque por más que yo conozca la estructura atómica de la mayoría de las moléculas del parásito de la malaria, nunca podemos saber cómo puede evolucionar. Pero lo que sí conocemos es cómo contenerlo. Dese cuenta que la vacuna contra la polio, siendo muy buena, surgió hace 60 años y sigue existiendo la enfermedad, pero ya muy reducida. Ese es el objetivo.


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martes, 22 de marzo de 2011

RECONOCIMIENTO A SU TRABAJO



El profesor Manuel Elkin Patarroyo, Premio Príncipe de Viana de la Solidaridad 2011

Foto: EUROPA PRESSEl médico ha obtenido la primera vacuna sintética química y la primera contra la malaria
PAMPLONA, 22 Mar. (EUROPA PRESS) -

El profesor colombiano Manuel Elkin Patarroyo ha sido reconocido con el Premio Internacional Príncipe de Viana de la Solidaridad 2011, un galardón que ha obtenido por su búsqueda de soluciones para las enfermedades que afectan principalmente a los habitantes de las zonas tropicales del planeta mediante la obtención de vacunas.

El premio, otorgado por el Gobierno de Navarra y Caja Laboral y dotado con 40.000 euros, será entregado por los Príncipes de Asturias y de Viana, Don Felipe de Borbón y Doña Letizia Ortiz, en un acto que se celebrará esta primavera en Pamplona.

El presidente del jurado, Miguel Induráin, ha dado a conocer este martes el fallo en una rueda de prensa en la que también ha comparecido la consejera de Asuntos Sociales, Familia, Juventud y Deporte del Ejecutivo foral, María Isabel García Malo, y el director regional de Navarra de Caja Laboral, Javier Cortajarena.

El objetivo del trabajo de Manuel Elkin Patarroyo, según ha destacado Induráin, es proteger con las vacunas a la más amplia cantidad de seres humanos, en particular a la población de los países subdesarrollados o en vías de desarrollo.

El médico ha conseguido la primera vacuna sintética química, la primera contra un parásito, y la primera contra la malaria, enfermedad sobre la que inició sus trabajos en 1980, alcanzando grandes logros, como la obtención de la vacuna sintética SPf66 contra esta enfermedad en 1987.

Los estudios clínicos adelantados en países como Colombia, Venezuela, Ecuador, Brasil y Tanzania mostraron que la vacuna protege entre un 30 y un 50 por ciento de la población mayor de cinco años, siendo mucho más efectiva en niños de entre uno y cinco años.

En la actualidad, el profesor continúa perfeccionando la vacuna. Así, en octubre del pasado año anunció que la nueva vacuna contra la malaria posee una capacidad protectora de entre el 90 y el 95 por ciento en los monos.

Además, el Instituto de Investigación dirigido por el científico lidera también la producción de vacunas contra otras enfermedades infecciosas, como la tuberculosis y la leishmaniasis. Su método de síntesis química permite que las vacunas puedan fabricarse en grandes cantidades, a precio reducido, y que sean estables a temperatura ambiente.

MÁS DE 46 AÑOS DE TRABAJO

La consejera García Malo ha destacado que el jurado ha valorado el trabajo del profesor durante varias décadas, así como "la necesidad de erradicar enfermedades tan importantes en países empobrecidos, como la malaria". Asimismo, ha resaltado su labor en concordancia con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, como su lucha en favor de la salud infantil y materna, y contra el sida, la malaria y la tuberculosis.

Por otro lado, el jurado también ha querido reconocer la donación por parte del premiado a la Organización Mundial de la Salud las posibles patentes de sus avances médicos.

García Malo ha recordado que, según la Organización Mundial de la Salud, la mitad de la población mundial está en riesgo de contraer malaria, particularmente los países más pobres. En este momento, existen 243 millones de casos, el 85 por ciento de ellos en África.

Este premio ha alcanzado este año su segunda edición y sus finalistas han sido: Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo (Desco) de Lima (Perú); Fundación Vicente Ferrer (Barcelona); Fundación Terre des hommes (Lausana, Suiza); Save the children (Madrid); Red de jóvenes afectados por la Guerra (Nypaw) de Amsterdam; Ministerio de Sanidad de Etiopía (Addis Abeba); Martha Pelloni, Fundación San Teresa (Goya Corrientes, Argentina); Manuel Elkin Patarroyo (Bogotá, Colombia); Lydia María Cacho (Benito Juárez Cancún, México); Voix Libres-La Terre des Enfants (Ginebra, Suiza).

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