Hace unas semanas, la Fundación Bill & Melinda Gates anunció a bombo y platillo los grandes avances de la vacuna contra la malaria desarrollada por el científico español Pedro Alonso. En concreto, se difundieron unos resultados de un ensayo en África más que esperanzadores y se insinuó que en el plazo de uno o dos años se podría lanzar al mercado la primera vacuna contra esta enfermedad. Sin embargo, poco después algunas de las más prestigiosas revistas científicas del mundo cuestionaban estos datos a la vez que mencionaban efectos secundarios inasumibles para su comercialización. El autor de este artículo, biógrafo de Manuel Elkin Patarroyo -enfrentado a Alonso desde hace años-, nos resume la polémica.
Pedro Alonso Por Javier Julio García Miravete para GEA PHOTOWORDS
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Se aproxima el cierre del ejercicio económico 2011 y el Director del Centro de Salud Global Pedro Alonso, lanzaba una ruidosa campaña propagandística para difundir los resultados de un ensayo en África con la candidata a vacuna contra la malaria RTS,S de la multinacional farmacéutica GSK. Unos datos divulgados por New England Journal of Medicine y adelantados fechas antes por Bill Gates (patrocinador del producto) durante un Foro de Malaria organizado por su fundación en Seattle (Washington). Pero la esperanza de ese “sensacional” antídoto, disimulaba sus conflictivos efectos secundarios descritos en la mencionada publicación.
Mientras, las dos revistas científicas con mayor impacto internacional -Nature y The Lancet- proclamaban lo insólito de este “paper”, su sesgo, carencia de datos y oportunismo político. Aunque se refiere a dos grupos de edad (6 a 12 semanas y 5 a 17 meses), sólo menciona el 35% de eficacia en mayores donde “la frecuencia de cuadros serios como convulsiones y meningitis, fue significativamente mayor”- sin reportar absolutamente nada del resto, cuyos resultados “aún no están disponibles” y “serán presentados en aproximadamente un año”. Una vez más, el epidemiólogo español esperaba –sin éxito- el elevado presupuesto anual destinado por la AECID para el Centro de Salud de Manhiça (Mozambique). Ningún efecto había surtido tanto despliegue mediático, hasta una reciente llamada de la Infanta Cristina a la sede de la cooperación española. Pocas veces se han difundido ensayos tan incompletos -como éste- sin concluir o reportar datos especialmente significativos que subrayaran su relevancia. Y pocas veces también, se han lanzado a la opinión pública datos tan manipulados.
Este anuncio coincidió con un Congreso celebrado en Seattle, patrocinado por la Fundación Bill y Melinda Gates, impulsores de la RTS,S con más de 200 millones de dólares, quienes pese a su escepticismo -dice Nature- enseguida lo “tradujeron en titulares sobre reducciones de muerte y mortalidad”. La primera proteína CSP (circunsporozoito plamodium) de este producto recombinante se obtuvo a finales de los 70 en el laboratorio de la Dra. Ruth Nussenzweig. Una vacuna ésta, que tras más de tres décadas de su hallazgo, aún no ha generado cifras significativas y cuyo desarrollo ya han abandonado algunos de sus más importantes promotores del Walter Read Army Institute Research y el Instituto
Pasteur.
Según aseguran los promotores de la RTS,S en el mencionado paper “a lo largo del ensayo fallecieron 151 niños. El seguimiento fue de 9 meses entre los más jóvenes y 18 meses entre los más mayores, tras administrarles la primera dosis. Durante los primeros 12 meses de seguimiento -entre éstos últimos- la evaluación de riesgo demostró que su eficacia no fue constante, reportando mejores datos al principio que al final. La meningitis se mostró con mayor frecuencia en el grupo de inmunizados con la RTS, S/AS01 que en el grupo control (…) y también indujo convulsiones dentro de los primeros siete días de su administración; aunque sus síntomas más frecuentes fueron dolor y fiebre.
DATOS INCOMPLETOS
Así califica la revista Nature en su edición del 27 de octubre de 211, un artículo muy crítico sobre la divulgación de estos datos. Y es que algunos de los principales expertos en malaria albergan importantes dudas sobre las formas y el contenido del ensayo. La RTS,S lleva en fase de desarrollo más de 25 años, al principio por militares de los EU, y desde 2001 por una empresa pública privada entre el PATH Malaria, la Iniciativa de Vacuna (MVI) y el farmacéutico GlaxoSmithKline (GSK), apoyados por la Fundación Bill y Melinda Gates. El mismo Bill Gates anunció los resultados parciales en el Foro de Malaria de Seattle, Washington. Tanto su discurso como el material de relaciones públicas de la MVI eran bastante escépticos sobre los resultados, pero inmediatamente fueron “traducidos en titulares sobre (reducciones) de la muerte y la mortalidad”, dice Andrés Farlow, economista en la Universidad de Oxford, quien antes en el Reino Unido, evaluó el programa de la RTS.
Los investigadores se preguntan sobre si los resultados debían haber sido publicados antes de estar disponibles todos los datos; cuando se esperan completos en 2014. Los ensayos clínicos se hacen públicos sólo cuando se dispone de todos ellos, asegura tajante Nicholas White, experto en malaria de la Universidad Mahidol en Bangkok, en un editorial que acompaña el reporte de New England Journal of Medicine. “No parece haber una razón científica clara por qué esta prueba ha sido relatada con menos de la mitad los resultados de eficacia disponibles”. La publicación presenta datos de eficacia para niños entre 5-17 meses, pero no para niños entre 6-12 semanas, que constituyen el objetivo indicado del mencionado ensayo y el principal destinatario de esta vacuna. Otro dato preocupante fue la frecuencia de episodios adversos serios -como convulsiones y meningitis- significativamente mayor en el grupo vacunado.
El público espera que la eficacia describa la protección durante el período de tiempo, argumenta Judith Epstein, capitán y pediatra en el Programa de Vacuna de Malaria del Ejército de los EU en Silver Spring, Maryland. Recalculando los datos muestran que RTS,S protegió solo el 35-36% tras 12 meses -asegura-, agregando que el paper debería haber reportado ambas cifras. Además, el estudio tampoco mostró ningún impacto sobre la mortalidad. Es demasiado temprano contar si la RTS,S protege contra la malaria, o simplemente retrasa la infección. Blaise Genton del Instituto de Salud Pública y Medicina Tropical de Basilea (Suiza) , y miembro de la OMS, (asesor técnico para la RTS,S) piensa que estos resultados sugieren que puede ser menos eficaz de lo esperado. En 2006, un consorcio dirigido por la OMS, estableció que debía tener una “eficacia protectora de más del 50% (…) y durar más de un año”.
PREDICCIONES SOBRE LA VACUNA
En términos muy similares se pronuncia The Lancet, en un artículo publicado el 29 de octubre de 2011, haciendo alusión al referido ensayo en fase III, realizado en África. Nick White escribió en un editorial que lo acompaña: “no parece haber una razón científica clara para reportar, a menos de la mitad, los resultados de eficacia disponibles”. Algunos observadores han sugerido que el momento de la publicación fue político. Los resultados se publicaron en el Foro sobre Paludismo en Seattle, de la Fundación Bill & Melinda Gates, siguiendo el mismo procedimiento que en 2007 cuando su nombre se hizo famoso para la erradicación de la malaria. En términos de efectos colaterales, meningitis y convulsiones generalizadas se produjeron en un 49,23 más frecuentemente en las personas que recibieron la RTS,S/ASO1 vacuna que en el grupo control, y la RTS,S no redujo las muertes por malaria.
Las clave sobre los datos de la RTS, S/ASO1 están todavía por venir. La población ideal para esta vacuna es lactantes de 6-12-semanas de edad que podrían recibirla al mismo tiempo que otras contra las principales enfermedades infantiles. Los datos de eficacia en este grupo de edad se estrenarán en 2012, y los resultados finales de la prueba combinados saldrán en el 2014.
Pese al derroche publicitario en medios, el presupuesto destinado al Instituto de Salud Global y por ende al Centro de Salud de Manhiça -creado en 1994 por la cooperación española tras el Premio Príncipe de Asturias concedido al colombiano Dr. Patarroyo “para el desarrollo de la Spf66 y futuras generaciones” y posteriormente arrebatado por su exdiscípulo madrileño- que dirige el epidemiólogo Pedro Alonso, no llegaba. Una vez más recurrió a la Infanta
Cristina, con quien el Dr. Alonso mantiene una excelente relación desde antaño, en que una de sus hermanas fuera institutriz suya.
En 1993 la hija mayor de los reyes, entró a trabajar en el departamento de programas culturales de la Fundación La Caixa, hasta que en 1998, se convirtió en su coordinadora de programas de cooperación internacional para el Tercer Mundo y en 2005 fue nombrada directora del Área Social con responsabilidades en programas de cooperación internacional. Fuentes cercanas al AECID aseguraron a este periodista que una llamada de la infanta al director de la AECID, Francisco Moza Zapatero, inquiriendo por el dinero de Alonso, consiguió, hace escasas fechas, desbloquear este asunto económico que tanto preocupaba al responsable de este ensayo africano en fase III con la vacuna RTS,S.
Javier-Julio García Miravete, es periodista (Master en Información sobre América Latina). Estudió en la Universidad Complutense. Autor del libro “Patarroyo: pasión por la vida”. Lleva 30 años investigando la historia de la vacuna contra la malaria. Editor de la web www.vocesdeldesierto.es. Actualmente trabaja en la AECID y como investigador en el Grupo Mahou-San Miguel.
Durante el año 2010, según estadísticas de la OMS, la malaria produjo 219 millones de casos clínicos y mató 660,000 personas, la mayoría niños africanos pobres. La comercialización de medicamentos tiene que ser una opción secundaria al desarrollo de vacunas para prevenir la enfermedad, aunque ello suponga una disminución de las utilidades que obtiene la industria farmacéutica por este concepto.
lunes, 16 de enero de 2012
lunes, 12 de diciembre de 2011
PREMIO PRINCIPE DE VIANA A LA SOLIDARIDAD
>> Premio PRINCIPE DE VIANA A LA SOLIDARIDAD VER VIDEO
Comentario por Alfonso Paño Lalana ayer
El Dr. Patarroyo da un gran paso con la primera de las nuevas vacunas que el llama químicas.
Se trata de la vacuna que se llamará Colfavac ( col por Colombia, fal por falciparum y vac..)
De las viejas vacunas "las biológicas" sólo existen 15 para 527 enfermedades transmisibles.
domingo, 20 de noviembre de 2011
¿LENGUAJE OFENSIVO?
http://www.revistadonjuan.com/interes/el-ego-de-patarroyo/10776467
Reporte: En el artículo de la revista Don Juan aparece un aviso que dice: comentario vetado por contener lenguaje ofensivo. Este es el texto del comentario vetado:
Será cierto, como dice el artículo que dijo la señora Maldonado, que a Patarroyo no lo han condenado porque los encargados de juzgarlo son corruptos? grave acusación esa. No creo que sea así. De otra parte, cuando todos entendamos que hacer ciencia no es como hacer arepas, con molde, en serie, con tiempos y métodos ya establecidos y que cuesta muchísimo dinero hacerla, habremos dado un paso enorme hacia la consecución de los resultados por los que tanto se pregunta. Solo tómese en consideración que otros grupos, que trabajan con presupuestos multimillonarios en dólares, apenas llegan a los resultados que obtuvieron Patarroyo y su grupo hace 25 años. Mejor dicho, se dan todas las condiciones para que tenga gordo el ego, menos uno, tiene la billetera flaca.
Reporte: En el artículo de la revista Don Juan aparece un aviso que dice: comentario vetado por contener lenguaje ofensivo. Este es el texto del comentario vetado:
Será cierto, como dice el artículo que dijo la señora Maldonado, que a Patarroyo no lo han condenado porque los encargados de juzgarlo son corruptos? grave acusación esa. No creo que sea así. De otra parte, cuando todos entendamos que hacer ciencia no es como hacer arepas, con molde, en serie, con tiempos y métodos ya establecidos y que cuesta muchísimo dinero hacerla, habremos dado un paso enorme hacia la consecución de los resultados por los que tanto se pregunta. Solo tómese en consideración que otros grupos, que trabajan con presupuestos multimillonarios en dólares, apenas llegan a los resultados que obtuvieron Patarroyo y su grupo hace 25 años. Mejor dicho, se dan todas las condiciones para que tenga gordo el ego, menos uno, tiene la billetera flaca.
¿Cómo puede ser un fracasado un hombre que ha escrito más de 300 artículos en las revistas científicas más prestigiosas del mundo y frecuentemente suena para el Nobel?
>> Leer artículo en la revista DON JUAN
Patarroyo recibe los golpes de sus enemigos con una sonrisa, un vodka helado y un dossier exhaustivo de sus logros, ¿un fracasado?, ¿cómo puede ser un fracasado un hombre que ha escrito más de 300 artículos en las revistas científicas más prestigiosas del mundo, se ha codeado con los personajes más poderosos e influyentes y frecuentemente suena para el Nobel? Este es el secreto de su ego.
Por Alejandra López González
Fotografía: Sebastián Jaramillo
Manuel Elkin Patarroyo tiene 64 años, se levanta a las 3.30 de la mañana, desayuna yogur, lleva casado casi toda la vida con María Cristina, la mujer de la que se enamoró en la Universidad Nacional, con la que estudió la carrera de medicina y con la que tiene tres hijos.
El doctor tiene un chofer que lo lleva y lo trae de la casa al trabajo y del trabajo a la casa; no le gusta el cine; manda a hacer la ropa porque según él "nada le queda bien"; es un eterno enamorado de la exreina Taliana Vargas; ha montado en globo; se precia de conocer a los reyes de España y de ser amigo de Fidel; habla hasta por los codos y cuando se entusiasma llama a Martha -su secretaria- para que le sirva un trago puro de vodka bien helado.
Sus amigos más cercanos lo adoran y defienden su trabajo a capa y espada, pero sus enemigos lo atacan duramente y afirman que es un hablador y que vive de su nombre y su fama. Lo cierto es que Patarroyo es un hombre que despierta amores y odios, pero a él eso parece tenerlo sin cuidado.
-¿Aló?
-Habla Manuel Elkin Patarroyo.
Pocas semanas antes de esa llamada algunos medios de comunicación han publicado una nota sobre el abuso por parte de Patarroyo y su equipo de una especie de micos llamada Aotus (también conocidos como micos lechuza o micos nocturnos). La acusación la hace Ángela Maldonado, una administradora de empresas y bióloga, becaria de Oxford, que desde 2003 se ha transformado en la piedra en el zapato del científico colombiano. Maldonado lo acusa de tráfico ilegal de fauna, compra de monos nocturnos provenientes de Perú y Brasil sin contar con permiso por parte de las autoridades de esos países y uso indebido del permiso de caza científica que tiene y que le fue otorgado por Corpoamazonia.
"Por nuestra parte existe una acción popular ante el Tribunal Superior de Cundinamarca y se reabrió una investigación que estaba en estado inhibitorio en la Fiscalía de Leticia", explica. Y agrega que a Patarroyo no lo han condenado porque "cuenta con el apoyo de altos mandos políticos y en este país cuenta más tener amigos y hablar con mucha gente para que las cosas sean hechas de manera corrupta".
Lo cierto es que Patarroyo y Maldonado tienen una pelea casada desde hace ocho años con argumentos y acusaciones que vienen y van, y Patarroyo me está llamando para explicar lo que han publicado los medios. "Yo respondo a la ley. No voy a responder ni a chismes ni a malevolencias. No tengo nada que hablar con ellos", dice enfático refiriéndose a los periodistas que lo han atacado. "Yo sólo respondo ante la ley", repite como si no hubiera sido lo suficientemente claro.
Se despide cordial, con una cordialidad casi exagerada, la misma que ha mostrado desde la primera vez que lo visité hace unos meses en el Centro de Inmunología en donde tiene sus laboratorios y adonde llega -puntualmente- cada mañana.
Patarroyo me recibe en el vestíbulo del edificio del instituto de inmunología en plena 26 con 50. Saluda efusivo, como si le diera tremenda emoción verme y me conduce hasta su oficina. El edificio es como un viaje en el tiempo, típica arquitectura de los años setenta, grandes ventanales y paredes pintadas de blanco. En una de ella hay un mural enorme que el maestro Manuel Hernández ha pintado por encargo del doctor Patarroyo.
-Tengo un sesgo por Alejandro Obregón. ¿Usted sabe que fuimos íntimos? Alejandro y yo nos quisimos mucho, fuimos compañeros de borrachera, comenzábamos con whisky y terminábamos con vodka -me dice. Confiesa ser gran admirador de Miró, Picasso y Botero. En su oficina hay varias obras de Gustavo Zalamea y Manuel Hernández, pero dice que también tiene obras de Armando Villegas, Carlos Salas y Carlos Jacanamijoy.
-Siempre me ha gustado la gente que hace fracturas, los que crean nuevos caminos, y es porque considero que hacen lo mismo que hago yo. Yo estoy quebrando el mundo, todas las vacunas son biológicas y la mía es química. Quebrar camino me identifica con los artistas. Los trabajos de Patarroyo se han enfocado a la investigación de una vacuna sintética para combatir una enfermedad que, cada año, afecta entre 300 millones y 500 millones de personas y mata a cerca de tres millones, en su mayoría niños y mujeres embarazadas. Sin embargo, sus contradictores le critican el hecho de que después de más de treinta años de experimentaciones aún no tenga resultados contundentes y efectivos en humanos.
A pesar de las críticas, sin duda Patarroyo es -junto con Rodolfo Llinás-, uno de los médicos colombianos más reconocidos en todo el mundo. Ha ganado, entre otros, el Premio Príncipe de Asturias en 1994, la medalla de Edimburgo, la medalla Robert Koch y es doctor honoris causa de varias universidades, entre las que sobresalen la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Valladolid, la de Cantabria, la de Costa Rica y la Nacional de Atenas, además ha publicado artículos científicos en las revistas especializadas más importantes del mundo.
Pero sorprende que a pesar de sus múltiples reconocimientos, colegas como Llinás no se pronuncien ni a favor ni en contra de su trabajo. "Siento mucho mi silencio respecto a mi querido colega Patarroyo. La verdad es que su campo en ciencia es muy diferente del mío y aunque tenemos una cordial amistad no me siento capacitado para emitir un concepto serio sobre sus nuevos descubrimientos", fue la respuesta del doctor Rodolfo Llinás al consultarle sobre el tema.
Después de hablar de arte, hablamos de música.
-Yo soy sordo -dice.
-¡Mentiras!
-En serio, se lo digo en serio. Soy sordo del oído derecho. Tengo sólo diez por ciento de la capacidad auditiva.
Y cuenta la historia. Quedó sordo a los nueve años cuando jugaba a la lleva. "Era díscolo y desobediente", confiesa, "y por no hacerle caso a mi papá quedé sordo". Su sordera no fue impedimento para que aprendiera inglés, portugués y francés ni para viajar por casi todo el mundo. Conoce prácticamente toda América, desde Canadá hasta la Patagonia, salvo Uruguay y Paraguay; ha estado en Europa y en la mayoría de los países africanos, en donde ha aplicado su vacuna. Ha ido a Tailandia, Bangladesh, India y a Oriente Medio.
La ropa la manda a hacer "porque como soy muy ancho de espaldas, lo que arriba me queda bien, abajo me queda enorme". Como ha vivido en el Amazonas y en el África, se acostumbró a comer de todo, "desde zarigüeyas y culebras hasta la comida de los restaurantes más elegantes del mundo, como La Tour d'Argent, Arzak o El Bulli", dice. Cuando se le pregunta qué lee, confiesa que siempre vuelve a los clásicos, principalmente a los griegos. "Me fascina releer a Esquilo, a Eurípides y a Sófocles; pero también me gustan Albert Camus, Jean-Paul Sartre, Paul Valery, André Gide o Thomas Mann".
-Obviamente que por esa amistad tan hermosa y fuerte que mantenemos desde muchísimos años atrás con Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y José Saramago tengo hermosísimas dedicatorias de ellos en sus libros.
Ese día hace calor en Bogotá y el ambiente está algo denso. Patarroyo está vestido con un suéter azul y pantalón azul a rayas. Habla sin seguir un hilo, salta de un tema a otro y no responde a todas las preguntas. Está sentado en el sofá de su oficina, que es espaciosa y tiene ventanas que dan a un jardín exterior y al parqueadero. Hay una mesa llena de papeles, un escritorio grande, una nevera pequeñita y una biblioteca llena de libros y fotos.
Hay varios cuadros en las paredes y diplomas con todos los títulos, los doctorados honoris causa y las distinciones que ha recibido. Hay fotos con su esposa y sus hijos y con la reina Sofía y el rey Juan Carlos, con Fidel Castro, con Letizia y Felipe y con Gabo. Fotos así, puestas en portarretratos encima de las mesas a la vista de todo el mundo. Pero además hay álbumes.
-Martica, ¿me traes por favor los álbumes?
Y Martica entra con tres álbumes gordos y pasados de moda en donde hay fotos de Patarroyo con Raimundo y todo el mundo. Pero lo que más me llama la atención es el álbum con Fidel. Es un solo álbum en donde está registrada una de sus muchas visitas a Cuba y en donde en varias fotografías se ve a un Patarroyo mucho más joven junto a un Fidel en sus años mozos, vigoroso y lleno de poder. Ambos sonrientes, felices y cómplices.
"Yo empecé a trabajar en ciencia desde el primer semestre, eso fue en 1965. Todos mis compañeros estaban fascinados por la revolución cubana y me acusaban de ser de derecha porque no estaba de acuerdo con la violencia y porque además me iba a estudiar a Yale. Curiosamente, esos compañeros, que siempre me acusaron, luego me hicieron un homenaje en el que estaban todos los de extrema izquierda, y ese día llevé una de las fotos con Fidel para que supieran que yo, el vende patria, era el único de todos ellos que se había sentado con él, y no solamente era el único que lo conocía personalmente, sino que había sido condecorado por Cuba con la máxima distinción".
Los más cercanos le dicen Pata. Poca gente le dice Elkin. Declara tener memoria fotográfica. No va al psiquiatra y tampoco va a misa, pero dice creer en Dios. Es de pocos amigos, pero tiene uno, Ismael Roldán, al que Patarroyo califica como "amigo del alma".
Se conocieron hace 35 años en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional. "Desde muy joven Elkin dijo que quería trabajar en vacunas y era tal su pasión que trasladó prácticamente su habitación al laboratorio. Es monotemático, sólo habla de vacunas y me consta que incluso rechazó un trabajo político que le ofreció el expresidente Turbay para trabajar en esto", cuenta Roldán.
-Pero algo de loco debe tener... En serio, ¿no ha ido nunca al psiquiatra, doctor Patarroyo?
-Los mismos psiquiatras me dijeron que no se metían conmigo. Me lo dijeron en un congreso nacional de psiquiatría: que a Patarroyo era mejor dejarlo quietico.
-¿Y al médico?
-Al médico sí voy, pero sólo me dejo ver de José Félix Patiño y de Eduardo Londoño Schimmer.
Confiesa que no cree en la genialidad sino en el talento. "Los talentos se centran en los sentidos y uno lo que hace es seleccionar e impulsar un talento".
Con Patarroyo trabajan 80 personas en total, entre personal que está en Bogotá y el que está en Leticia (Amazonas), que son los que realizan los experimentos con los famosos micos. Dependiendo de su nivel y experiencia, sus empleados pueden ganar entre un millón ochocientos mil pesos y dos millones quinientos mil pesos mensuales, los más novatos; entre siete y ocho millones de pesos mensuales los que tienen algún doctorado en ciencias y llevan junto a él entre 11 y 24 años de trabajo.
Patarroyo me lleva a conocer todo el instituto, me presenta desde el recepcionista hasta el que trabaja en el último rincón, el del archivo, la gente de los laboratorios, los del área administrativa y luego en un pasillo del segundo piso me hace parar frente a un cuadro con retratos de Premios Nobel.
Muestra orgulloso el retrato de Bruce Merrifield (nobel de química en 1984) quien fue su profesor y mentor. Luego habla de todos los premios Nobel que de una forma u otra han tenido que ver con su vida y su carrera. "Estos fueron mis compañeros", dice señalando a Gerald M. Edelman (nobel de medicina en 1972), a David Baltimore (nobel de medicina en 1975) y a Gunter Blobel (nobel de medicina en 1999).
Del cuadro de retratos de los premios nobel vamos hasta un pequeño archivo de puertas correderas. Las abre y en su interior hay montones de tubos de ensayo marcados con letras y números, todo absolutamente incomprensible para mí.
- Tenga aquí mijita y cuidadito me la va a dejar caer -me dice pasándome una caja llena de tubos de ensayo. Me explica que en esos tubos hay 38.000 moléculas (o péptidos) sintetizados a lo largo de todos estos años en la búsqueda de la vacuna totalmente efectiva contra la malaria, la tuberculosis, la hepatitis C o el papiloma.
- El mayor logro de mi vida es haber desarrollado un concepto que conduce a un método que lleva al desarrollo de una vacuna. Concepto-método-resultado. Eso creo que es lo más grande que he hecho hasta ahora.
- Pero no me diga que no lo obsesiona ganarse el Nobel...
- ¿Sabe que ya no? Ya ni siquiera pienso en eso -responde mientras me quita de las manos la caja de tubos de ensayo y la vuelve a poner en su lugar.
En una oficina diminuta Patarroyo le pide a un muchacho joven, de gafas gruesas, que entre al sistema y haga la búsqueda. Él obedece, abre un programa especial e introduce primero el apellido y luego el nombre. El sistema arroja el número 325.
Se trata de las 325 publicaciones en revistas científicas del más alto nivel, entre las que sobresalen Chemical Reviews -una de las más importantes del mundo-, Nature, The Lancet y Journal of Infectious Diseases.
- El mundo de la ciencia se mide por las publicaciones científicas y usted misma está viendo en el sistema, no es que yo me lo esté inventando, no lo digo yo, lo dice el sistema que Manuel Elkin Patarroyo tiene 325 publicaciones científicas. Y es verdad. La más reciente fue en Chemical Review, en donde se publicó un extenso artículo sobre el método para el desarrollo de vacunas sintéticas, justamente lo que él afirma es su gran logro.
Al regresar a su oficina saca media botella de vodka de la nevera pequeña que está cerca del escritorio y llama a Martica para que le traiga los vasos. Patarroyo se acomoda en el sofá mucho más relajado y sosegado que al principio, él mismo sirve los tragos y lo veo tan tranquilo que hasta incluso pienso que en cualquier momento se va a quitar los zapatos y a estirar las piernas moviendo de un lado a otro su vasito de vodka helado en la mano.
Nos tomamos dos vodkas sin hielo, mientras volvemos a hablar de arte, de pintores famosos, de la reina y del rey de España y de Letizia y el príncipe de Asturias. Luego salgo a la 26 ya de noche con el tráfico y las luces de la ciudad. Haber estado toda una tarde con Patarroyo me ha dejado con cierto mareo y cierta euforia. Patarroyo es un excelente conversador y tiene un ego bien alimentado, pero lo cierto es que hoy la vacuna contra la malaria aún no funciona y el mundo espera ansioso a que Patarroyo termine de crearla.
domingo, 6 de noviembre de 2011
sábado, 5 de noviembre de 2011
jueves, 3 de noviembre de 2011
Efemérides del 3 de noviembre
-1946: Nace Manuel Patarroyo, médico colombiano, creador de la primera vacuna químicamente hecha y la primera contra un parásito, la SPF66, contra la malaria.
Barranquilla debe despertar hacia la investigación científica: Patarroyo
02 de Noviembre de 2011 - 10:17 pm >> Leer artículo en EL HERALDO
Manuel Elkin Patarroyo recordó a los estudiantes la importancia de trazarse metas e investigar desde el inicio de los primeros semestres universitarios, y no olvidar nunca el compromiso social.
En una ceremonia académica realizada en las instalaciones del Teatro José Consuegra Higgins, la Facultad de Medicina de la Universidad Simón Bolívar otorgó el título Doctor Honoris Causa en Ciencias Médicas al científico tolimense Manuel Elkin Patarroyo.
El reconocimiento concedido al científico colombiano fue un homenaje a su vida y obra, motivado por sus aportes a las ciencias médicas y a su labor como uno de los humanistas más comprometidos con la supervivencia de la especie.
Con aplausos, los asistentes al evento agradecieron en nombre de Barranquilla al investigador que ha puesto en alto el nombre de Colombia en la esfera científica mundial.
Patarroyo, quien con su sencillez y carisma recibió el título como un nuevo compromiso para continuar con la búsqueda de soluciones a los males físicos que aquejan al hombre, se refirió al nuevo método contra el cáncer de útero, como un avance significativo para el bien de las mujeres.
Describiéndose como una persona radical, Patarroyo hizo un llamado a la juventud barranquillera para que luche por la investigación, recordando que la falta de apoyo no es excusa para dejar a un lado los proyectos médicos que persigan el bienestar colectivo.
El título se suma a una larga lista de galardones obtenidos por Patarroyo.
“En Barranquilla deben olvidar el concepto de provincia, asumir su identidad y raíces para proyectarse hacia el mundo”, dijo Patarroyo al referirse a los avances de la medicina desde ciudades como la nuestra.
“Soy como las cometas, me elevo contra el viento, entre más fuerte, más arriba, siempre más arriba”, recordando fragmentos del poema que su padre le enseñó desde pequeño, y del cual nunca ha podido desprenderse. Patarroyo invitó a los futuros investigadores de la Región Caribe a que apunten a soluciones, no a alternativas, mirando siempre hacia arriba.
Con relación al Premio Príncipe de Viana de la Solidaridad 2011 que recibió en España en el mes de julio, afirmó que “nada justifica el hecho de querer abultar nuestros bolsillos a expensas de la vida de las personas” y que “el ceder la patente de la vacuna contra la malaria a la Organización Mundial de la Salud no fue un gesto humanista, si no un deber moral”.
De su faceta como padre suele hablar poco, sin embargo la satisfacción del deber cumplido le brota por los poros al referirse a la educación y logros de sus hijos: Manuel Alfonso, María Cristina y Carlos Gustavo, pues ya sea por herencia genética o por el destino, dos de ellos han seguido sus pasos.
Manuel, quien se dedica a la medicina química, ya alcanzó las 100 publicaciones internacionales en revistas de investigación científica, lo que lo hace creer en que la educación en países subdesarrollados debe ser una cadena que sea impulsada de generación en generación.
El evento sirvió de espacio para la presentación de los libros: Historia del lupus y del síndrome antifosfolipídico, autoría del médico barranquillero Antonio Iglesias, y La medicina en la historia y la sociedad de Barranquilla, escrito por los médicos investigadores Emilio Quevedo Vélez y Jairo Solano.
Por Éel María Angulo H
jueves, 27 de octubre de 2011
Honoris causa
Hoy, a las 4 p.m. la universidad Simón Bolívar entrega el título de Doctor Honoris Causa en Ciencias Médicas, al Profesor Manuel Elkin Patarroyo.
sábado, 15 de octubre de 2011
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