Isaac Torres Cruz | Academia 2012-09-05 | Hora de creación: 23:36:43 | Ultima modificación: 01:21:20
Presentación. Manuel Elkin Patarroyo expondrá hoy su conferencia magistral en la Semana de la Ciencia y la Innovación 2012. Foto Isaac Torres
>> Leer el artículo en CRÓNICA, MÉXICO
Manuel Elkin Patarroyo es mundialmente conocido por sus investigaciones en el desarrollo de vacunas contra la malaria, enfermedad que ha afectado al hombre milenariamente y que en la actualidad causa cerca de cinco millones de muertes cada año.
El científico colombiano desarrolló por primera vez una sustancia sintética capaz de inocular la enfermedad —la vacuna SPf66 cuya patente cedió a la Organización Mundial de la Salud (OMS)— a finales de los años ochenta por medio de sus estudios con micos amazónicos. La eficacia de la vacuna no fue la esperada debido a que en los primeros ensayos demostraba una alta protección que después llegó a alrededor del 35 por ciento. A mitad de los noventa, el equipo del científico hizo un alto en el camino para buscar lo que hacía falta para mejorar el proceso y lo han encontrado.
Pero entonces, demostró que era posible obtener una vacuna sintética, y no por el método tradicional, principio para continuar sus investigaciones con el fin de obtener la sustancia que proteja totalmente de la enfermedad. La baja efectividad de la Pf66, la crítica venida desde los “países desarrollados”, el ensayo y error de sus estudios, donde ha habido demasiado “error”, problemas de financiamiento y algunos varios probables saboteos, han complicado el camino de su investigación.
No obstante, su valioso trabajo y credibilidad resultó en la obtención del Premio Príncipe de Asturias en 1994 y la posibilidad de continuar en la carrera por lograr la vacuna. Una carrera en la que aventaja por mucho a las grandes farmacéuticas, que tienen en la malaria un jugoso mercado que no quieren perder por un científico de un país en desarrollo que otorga sus patentes a la OMS.
El colombiano visita nuestro país para participar en la Semana de la Ciencia y la Innovación, pero además asiste a instituciones y centros de investigación para tener encuentros académicos y con estudiantes. Ayer visitó el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), donde expuso a su comunidad las entrañas moleculares de sus estudios.
Posteriormente, en entrevista, refirió cómo va esa carrera con las farmacéuticas por obtener la vacuna y los problemas que ha enfrentado, como la más reciente resolución judicial para detener sus estudios, bajo la acusación de grupos ecologistas por “tráfico de animales”.
“TRAFICANTE DE MONOS”. Las investigaciones del científico y su grupo han tenido un retraso de casi tres años, cuando empezaron los problemas con “el tráfico de micos”, cuyo último “tortazo” tuvo como cereza en el pastel la sentencia judicial del juzgado de Cundinamarca, en Bogotá.
La afectación más que ser para él, enfatizó, es para la humanidad que no va a recibir los beneficios de esta investigación. Porque van muy bien. “Aspiramos a entregar, si no nos ponen más ‘palos en la rueda’, una vacuna totalmente efectiva en monos el próximo año y comenzar a hacer los estudios para aplicarla en humanos, que era lo que íbamos a hacer este año”.
Apuntó que, “sin presumir”, la molécula recombinante de GlaxoSmithKline, principal farmacéutica que realiza investigación para obtener su propia vacuna, y sus investigaciones “están teniendo los mismos resultados que nosotros hace 20 años. Paramos en 1996 para buscar lo que nos hacía falta y en ese periodo de tiempo ya lo encontramos”.
Pero, en tanto, el tiempo aún corre y el asunto del tráfico de animales y los ambientalistas aún está en el tribunal. Razón por la cual no han podido liberar los monos que emplearon para experimentar y recibir nuevos.
¿Qué intereses hay? Se pregunta el científico. Y aunque sólo se puede especular sin tener pruebas, lo que sí es evidente son algunas coincidencias. “Un común denominador: todas las fundaciones que financian a los ambientalistas que están contra la vacuna de la malaria son inglesas (Glaxo es una empresa inglesa), eso es muy sospechoso. Las organizaciones podrían ser de EU, francesas o colombianas… pero no y es algo que deja mucho qué pensar”.
Pero el especialista tampoco quiere especular demasiado, porque está acostumbrado a guardar las hipótesis para comprobarlas como se hace en ciencia. Lo que es innegable, dijo, es que “definitivamente hay intereses grandísimos para que no salga la vacuna contra la malaria, porque hay farmacéuticas multinacionales que quieren hacerlo antes, pero están muy atrás. Y el tiempo aquí significan muchas vidas, millones, cientos de millones de enfermos anuales”.
Además de eso, su grupo ha tenido limitaciones, de personal y económicas, que les han impuesto los gobiernos colombianos los últimos seis años, refirió. Aún así, el gobierno español los ha apoyado, “aunque ahora en la crisis en la que están no se les puede exigir demasiado”.
ENFERMEDADES INFECCIOSAS. La investigación de Elkin Patarroyo en busca de una vacuna sintética lo llevó a descubrir principios básicos sobre la estructura molecular para crear vacunas en prácticamente todas las enfermedades infecciosas. En su exposición en el Cinvestav, recordó que de las 517 enfermedades infecciosas que puede llegar a sufrir el ser humano, sólo tenemos 13 vacunas: “nos falta el 98 por ciento en la tarea de investigación”.
Pero los principios obtenidos por el equipo colombiano de Patarroyo Murillo, donde están involucrados spins de electrones de una molécula, tetraedros y ángulos de torsión, son la base de cualquier vacuna para aquel 98 por ciento faltante.
Si bien los colombianos han creado esta base, será la comunidad científica internacional y nuevas generaciones de científicos los que utilizarán este conocimiento para desarrollar más vacunas contra enfermedades como el dengue, de transmisión sexual, VIH… Porque, aclaró, sus estudios no tienen cortapisas: “todo está publicado y sin patentar para que lo utilicen libremente”. La presentación y explicación realizada en el Cinvestav es oro molido para estudiantes e investigadores.
“Porque lo importante es que la gente no enferme y muera. Lo de las patentes, lo del dinero… se consigue después de alguna forma”.
CIENCIA SUBDESARROLLADA. Manuel Elkin Patarroyo ofrece hoy su conferencia magistral en el Palacio de Minería en el marco de la Semana de la Ciencia y la Innovación, encabezada por el Instituto de Ciencia y Tecnología del DF. Evento al que asistió el lunes en su inauguración.
Ayer, después de la conferencia en el Cinvestav, externó su admiración por el evento y aprovechó para recordar la importancia de generar más científicos y más ciencia en Latinoamérica.
“Los gobiernos del DF y su país no deben cejar en ese empeño y entusiasmar a gente joven para que opten por el camino de la ciencia y la innovación que es muy productivo”.
Y recordó que si los países quieren crecer deben invertir en el área, si bien en el aspecto económico, también en el tiempo, políticas de Estado y personas preparadas para hacer ciencia e innovación. “Ese es el camino para un mejor desarrollo económico, pero también para el político y el social apropiado. Es lo que deben buscar nuestras naciones. Los países desarrollados lo lograron hace 400 años, ese es nuestro rezago y que hoy debemos resarcir”.
Durante el año 2010, según estadísticas de la OMS, la malaria produjo 219 millones de casos clínicos y mató 660,000 personas, la mayoría niños africanos pobres. La comercialización de medicamentos tiene que ser una opción secundaria al desarrollo de vacunas para prevenir la enfermedad, aunque ello suponga una disminución de las utilidades que obtiene la industria farmacéutica por este concepto.
miércoles, 5 de septiembre de 2012
martes, 4 de septiembre de 2012
Inicia mañana Semana de la Ciencia en el Palacio de Minería
Acudirán el francés Albert Fert, premios Nobel de Física, y Manuel Elkin Patarroyo, galardonado con el Príncipe de Asturias de Investigación Científica.
Notimex Publicado: 02/09/2012 14:18
>> Leer artículo en LA JORNADA, MÉXICO
Fotografía de Archivo de la página de los Premios Principe de Asturias
México, DF. Más de 50 expertos internacionales se reunirán en el marco de la Semana de la Ciencia y la Innovación 2012 para analizar y proponer soluciones a los problemas de energía, salud, agua e innovación, que enfrentan los mexicanos.
El Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal (ICyTDF) informó que el evento se llevará a cabo del 3 al 7 de septiembre próximos en el Palacio de Minería de la ciudad de México y la entrada es gratuita.
La Semana de la Ciencia contará en esta ocasión con la presencia del premio Nobel de Física, el francés, Albert Fert, y del premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica, Manuel Elkin Patarroyo, quien elaboró la primera vacuna sintética contra la malaria, entre otros destacados científicos.
Expertos nacionales y extranjeros participarán en simposios que variarán desde el “presente y futuro de la vacunología” hasta “revalorando la dieta tradicional mexicana: aspectos culinarios, socioeconómicos, científicos y culturales”, precisó un comunicado.
Las mesas de discusiones se enmarcarán en la coyuntura mexicana con temas como “La biotecnología, como una herramienta para alcanzar la seguridad alimentaria”, “Ciencias agrícolas: ¿Hacia dónde vamos?” o “Energía sostenible para todos”, en las que participarán investigadores y académicos mexicanos.
Además del periodista Sergio de Régules Ruiz-Funes, el director general de divulgación de la ciencia de la Universidad Nacional Autónoma Mexicana (UNAM), José Franco López, o la rectora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Esther Orozco.
Comentario: Que Manuel Elkin Patarroyo sea convocado para trabajar en la solución de los grandes males de la humanidad, a la par con científicos de talla mundial, no es gratuito. Lamentablemente en breve tendremos por aquí al coro de enemigos vociferantes protestando y diciendo sandeces a falta de algo inteligente para hacer. Fernando Márquez
Notimex Publicado: 02/09/2012 14:18
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Fotografía de Archivo de la página de los Premios Principe de Asturias
México, DF. Más de 50 expertos internacionales se reunirán en el marco de la Semana de la Ciencia y la Innovación 2012 para analizar y proponer soluciones a los problemas de energía, salud, agua e innovación, que enfrentan los mexicanos.
El Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal (ICyTDF) informó que el evento se llevará a cabo del 3 al 7 de septiembre próximos en el Palacio de Minería de la ciudad de México y la entrada es gratuita.
La Semana de la Ciencia contará en esta ocasión con la presencia del premio Nobel de Física, el francés, Albert Fert, y del premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica, Manuel Elkin Patarroyo, quien elaboró la primera vacuna sintética contra la malaria, entre otros destacados científicos.
Expertos nacionales y extranjeros participarán en simposios que variarán desde el “presente y futuro de la vacunología” hasta “revalorando la dieta tradicional mexicana: aspectos culinarios, socioeconómicos, científicos y culturales”, precisó un comunicado.
Las mesas de discusiones se enmarcarán en la coyuntura mexicana con temas como “La biotecnología, como una herramienta para alcanzar la seguridad alimentaria”, “Ciencias agrícolas: ¿Hacia dónde vamos?” o “Energía sostenible para todos”, en las que participarán investigadores y académicos mexicanos.
Además del periodista Sergio de Régules Ruiz-Funes, el director general de divulgación de la ciencia de la Universidad Nacional Autónoma Mexicana (UNAM), José Franco López, o la rectora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Esther Orozco.
Comentario: Que Manuel Elkin Patarroyo sea convocado para trabajar en la solución de los grandes males de la humanidad, a la par con científicos de talla mundial, no es gratuito. Lamentablemente en breve tendremos por aquí al coro de enemigos vociferantes protestando y diciendo sandeces a falta de algo inteligente para hacer. Fernando Márquez
miércoles, 22 de agosto de 2012
martes, 21 de agosto de 2012
Editorial: Prácticas antiéticas, al desnudo
Por: EDITORIAL | 7:48 p.m. | 20 de Agosto del 2012
La industria farmacéutica debe entender que su naturaleza exige un respeto absoluto por la salud y la vida, y no poner por encima de ellas sus rendimientos financieros.
>> Leer artículo en EL TIEMPO
Fotografía de archivo particular.
Las grandes farmacéuticas del mundo han tenido que reconocer, en los últimos meses, ser autoras de prácticas ilegales y antiéticas por cuenta de las cuales enfrentaban procesos que terminaron en acuerdos extrajudiciales y multas millonarias para evitar mayores complicaciones.
Hace apenas unas semanas, Glaxo Smith Kline tuvo que pagar 3.000 millones de dólares por estimular durante años la prescripción en niños de un antidepresivo que solo estaba aprobado para adultos, también por recomendar un fármaco para enfermedades sobre las que no tenía efectos demostrados y por ocultar los riesgos de otro de sus medicamentos para la diabetes.
En mayo, Abott tuvo que pagar, en una conciliación similar, una multa cercana a los 1.500 millones de dólares por recomendar que un medicamento para la epilepsia fuera utilizado para el manejo de enfermedades en las cuales su eficacia no había sido probada. Con un agravante: al parecer el laboratorio habría estimulado con dádivas y sobornos a médicos para que lo formularan.
Y aunque Pfizer, otro grande, había acordado pagar hace tres años una multa cercana a los 2.000 millones de dólares por la promoción fraudulenta de 13 de sus medicamentos, el 8 de agosto se supo que esta farmacéutica concilió con el Departamento de Justicia de EE. UU. otra cercana a los 60 millones de dólares por sobornar a médicos, reguladores y funcionarios en el extranjero, particularmente de China y Europa. Por esta misma razón, Johnson & Johnson ya había pagado una multa de 70 millones de dólares.
Aunque de este modo las compañías se ponen 'al día' en materia judicial, son escalofriantes las implicaciones que en términos de salud entrañan estas acciones, pues los protagonistas de estos escándalos son medicamentos que consumen, en forma masiva, seres humanos de carne y hueso. Ningún fármaco, por benéfico que parezca, está exento de efectos colaterales que incluso pueden afectar a quienes lo necesitan.
Prácticas como recetar medicamentos a gente que no los requiere, prolongar los tratamientos más allá de lo debido, incrementar las dosis injustificadamente, recomendarlos para dolencias frente a las cuales no son eficaces o, peor aún, inventarse enfermedades donde no las hay, hacen parte de una perversa estrategia que busca vender más, a expensas de la salud de las personas.
Por supuesto, tampoco ayuda el hecho de que muchos investigadores olvidan mencionar en los artículos donde dan a conocer sus resultados, quién los financia. Es antiético que los trabajos que anuncian efectos benéficos de un fármaco no referencien, con claridad, quiénes los pagaron, mucho más si entre quienes aportaron recursos está la empresa fabricante.
Se sabe que algunas casas farmacéuticas han creado revistas o publicaciones de corte científico que solo divulgan artículos que resultan ser propaganda para sus productos. Algunos ya han sido señalados con nombre propio y castigados. Esto no solo exige una celosa vigilancia por parte de autoridades sanitarias de todo el mundo, también demanda una necesaria autorregulación de los médicos, que son los llamados a llevar a la práctica los rigurosos códigos de ética que definan los límites que su profesión debe tener con los laboratorios.
En medio de todo está la salud de la humanidad. La industria, por su parte, debe entender de una vez por todas que su naturaleza exige un respeto absoluto por la salud y la vida, en lugar de poner por encima de ellas sus rendimientos financieros. Se trata de una práctica criminal que no se resuelve pagando multas con dineros que han salido de sus propios fraudes. Y eso es doblemente grave.
editorial@eltiempo.com.co
Malaria: 3000 muertos por día
La industria farmacéutica debe entender que su naturaleza exige un respeto absoluto por la salud y la vida, y no poner por encima de ellas sus rendimientos financieros.
>> Leer artículo en EL TIEMPO
Fotografía de archivo particular.
Las grandes farmacéuticas del mundo han tenido que reconocer, en los últimos meses, ser autoras de prácticas ilegales y antiéticas por cuenta de las cuales enfrentaban procesos que terminaron en acuerdos extrajudiciales y multas millonarias para evitar mayores complicaciones.
Hace apenas unas semanas, Glaxo Smith Kline tuvo que pagar 3.000 millones de dólares por estimular durante años la prescripción en niños de un antidepresivo que solo estaba aprobado para adultos, también por recomendar un fármaco para enfermedades sobre las que no tenía efectos demostrados y por ocultar los riesgos de otro de sus medicamentos para la diabetes.
En mayo, Abott tuvo que pagar, en una conciliación similar, una multa cercana a los 1.500 millones de dólares por recomendar que un medicamento para la epilepsia fuera utilizado para el manejo de enfermedades en las cuales su eficacia no había sido probada. Con un agravante: al parecer el laboratorio habría estimulado con dádivas y sobornos a médicos para que lo formularan.
Y aunque Pfizer, otro grande, había acordado pagar hace tres años una multa cercana a los 2.000 millones de dólares por la promoción fraudulenta de 13 de sus medicamentos, el 8 de agosto se supo que esta farmacéutica concilió con el Departamento de Justicia de EE. UU. otra cercana a los 60 millones de dólares por sobornar a médicos, reguladores y funcionarios en el extranjero, particularmente de China y Europa. Por esta misma razón, Johnson & Johnson ya había pagado una multa de 70 millones de dólares.
Aunque de este modo las compañías se ponen 'al día' en materia judicial, son escalofriantes las implicaciones que en términos de salud entrañan estas acciones, pues los protagonistas de estos escándalos son medicamentos que consumen, en forma masiva, seres humanos de carne y hueso. Ningún fármaco, por benéfico que parezca, está exento de efectos colaterales que incluso pueden afectar a quienes lo necesitan.
Prácticas como recetar medicamentos a gente que no los requiere, prolongar los tratamientos más allá de lo debido, incrementar las dosis injustificadamente, recomendarlos para dolencias frente a las cuales no son eficaces o, peor aún, inventarse enfermedades donde no las hay, hacen parte de una perversa estrategia que busca vender más, a expensas de la salud de las personas.
Por supuesto, tampoco ayuda el hecho de que muchos investigadores olvidan mencionar en los artículos donde dan a conocer sus resultados, quién los financia. Es antiético que los trabajos que anuncian efectos benéficos de un fármaco no referencien, con claridad, quiénes los pagaron, mucho más si entre quienes aportaron recursos está la empresa fabricante.
Se sabe que algunas casas farmacéuticas han creado revistas o publicaciones de corte científico que solo divulgan artículos que resultan ser propaganda para sus productos. Algunos ya han sido señalados con nombre propio y castigados. Esto no solo exige una celosa vigilancia por parte de autoridades sanitarias de todo el mundo, también demanda una necesaria autorregulación de los médicos, que son los llamados a llevar a la práctica los rigurosos códigos de ética que definan los límites que su profesión debe tener con los laboratorios.
En medio de todo está la salud de la humanidad. La industria, por su parte, debe entender de una vez por todas que su naturaleza exige un respeto absoluto por la salud y la vida, en lugar de poner por encima de ellas sus rendimientos financieros. Se trata de una práctica criminal que no se resuelve pagando multas con dineros que han salido de sus propios fraudes. Y eso es doblemente grave.
editorial@eltiempo.com.co
Malaria: 3000 muertos por día
lunes, 13 de agosto de 2012
ASÍ FUNCIONA LA FARMAFIA
Posted on 11 agosto, 2012
>> Ler artículo en The Zarramonza Inquirer
Veámoslo a través de un ejemplo, con esta carta al director de la revista Discovery DSALUD, publicada el año 2005:
“Sr. Director: el pasado 1 de diciembre estuvo en La Coruña el médico e investigador colombiano Manuel Elkin Patarroyo (premio Príncipe de Asturias de investigación y autor de la primera vacuna de síntesis contra la malaria) para dar una conferencia en el Rectorado de la Universidad. Y como suele ser habitual en este tipo de eventos el ilustre conferenciante ofreció una rueda de prensa donde habló claro y rotundo: ‘Fui un alma cándida al donar mi invención a la Organización Mundial de la Salud (OMS). No volveré a repetir ese error. Sólo ha servido para que esté guardada en un cajón. Yo no estaba dispuesto a que se especulara con una medicina de pobres y para pobres, pero la OMS ha entrado en el juego de las multinacionales. Me arrepiento de lo que hice y no volveré a repetirlo.
Mis nuevas investigaciones serán para la humanidad. Lo que hice sólo sirvió para que las multinacionales hicieran una mala copia y la comercializaran a más de veinte dólares cuando la mía saldría a 25 céntimos’. Entonces se le preguntó cuántas personas se salvarían al año si la OMS comercializara y distribuyera su vacuna. ‘Más de un millón al año’, respondería. ¿Le han puesto zancadillas?, se le preguntó. ‘Siempre hay quien te pone palos en las ruedas. Hace cinco años perdí el instituto y en un mes había diez instituciones cargándose mi trabajo de veintisiete años’.
“Señor Campoy, estoy seguro de que usted y los lectores apreciarán las manifestaciones de tan ilustre personaje. Admite el Dr. Patarroyo que fue ingenuo por donar su vacuna a la OMS. Hay que creérselo. Hace bastantes años la OMS fue secuestrada por las multinacionales farmacéuticas y sólo sirve para justificar que las epidemias y pandemias existen. Hoy la salud es negocio, cotización en bolsa… y los muertos, aunque sean millones, son parte del negocio.
El terrorismo científico es negocio, las guerras e invasiones de países para saquearle sus recursos son negocio. Cuantas más epidemias, hambre, miseria y analfabetismo más esclavitud y posibilidades tienen las grandes corporaciones petroleras, químicas y farmacéuticas para desencadenar las distintas variantes de guerras criminales contra los pueblos oprimidos.
Ahí está la realidad aprovechándose de la ignorancia de las masas. Al propio doctor Patarroyo le privaron de su instituto con la complicidad de diez instituciones del ámbito de la salud a pesar de ser un premio Príncipe de Asturias… otorgado, eso sí, por un país en el cual la malaria es literatura médica, no hay consumidores ni afectados y, por tanto, no hay negocio e intereses en torno a esa pandemia en nuestro mercado farmacéutico. Por eso ha colado el premio a Patarroyo.
Pero estoy convencido de que si mañana se decidiese a investigar en nuestro país en el ámbito del SIDA o del cáncer, la Sagrada Congregación de la Fe Oncológica enviaría a dos de sus miembros a testimoniar como peritos ante cualquier tribunal tras buscarse un testaferro que le denunciase por tratarle de algún tumor invisible. Y terminaría siendo compañero de celda del Dr. Amat por investigar lo no investigable. Porque como Ud. bien sabe, el cáncer y el SIDA sí cotizan en nuestro país.
La prensa española se hizo eco hace poco de lo dicho por Mariano Barbacid sobre que hay en nuestro mercado farmacéutico nada menos que cuatrocientos cincuenta fármacos para tratar el cáncer, pero del nulo éxito de sus resultados terapéuticos y de las decenas de miles de personas que mueren cada año a pesar de ellos no dijeron ni una palabra. Saludos.”
La carta es de Manuel Guerra Ferreira de Vigo (Pontevedra), que parece tener las ideas muy clara sobre la industria farmacéutica y sus intereses reales.
Está claro que la salud es un gran negocio, en forma de enfermedades, en forma de pandemias, reales o fictíceas, como la famosa gripe A, ‘creada’ precisamente desde la propia OMS, para engordar a esas multinacionales farmacéuticas. ¿Cuál será el próximo capítulo de esta serie esperpéntica y criminal de la FARMAFIA? Próximamente en tu hogar, por mucho que te resistas…
>> Ler artículo en The Zarramonza Inquirer
Veámoslo a través de un ejemplo, con esta carta al director de la revista Discovery DSALUD, publicada el año 2005:
“Sr. Director: el pasado 1 de diciembre estuvo en La Coruña el médico e investigador colombiano Manuel Elkin Patarroyo (premio Príncipe de Asturias de investigación y autor de la primera vacuna de síntesis contra la malaria) para dar una conferencia en el Rectorado de la Universidad. Y como suele ser habitual en este tipo de eventos el ilustre conferenciante ofreció una rueda de prensa donde habló claro y rotundo: ‘Fui un alma cándida al donar mi invención a la Organización Mundial de la Salud (OMS). No volveré a repetir ese error. Sólo ha servido para que esté guardada en un cajón. Yo no estaba dispuesto a que se especulara con una medicina de pobres y para pobres, pero la OMS ha entrado en el juego de las multinacionales. Me arrepiento de lo que hice y no volveré a repetirlo.
Mis nuevas investigaciones serán para la humanidad. Lo que hice sólo sirvió para que las multinacionales hicieran una mala copia y la comercializaran a más de veinte dólares cuando la mía saldría a 25 céntimos’. Entonces se le preguntó cuántas personas se salvarían al año si la OMS comercializara y distribuyera su vacuna. ‘Más de un millón al año’, respondería. ¿Le han puesto zancadillas?, se le preguntó. ‘Siempre hay quien te pone palos en las ruedas. Hace cinco años perdí el instituto y en un mes había diez instituciones cargándose mi trabajo de veintisiete años’.
“Señor Campoy, estoy seguro de que usted y los lectores apreciarán las manifestaciones de tan ilustre personaje. Admite el Dr. Patarroyo que fue ingenuo por donar su vacuna a la OMS. Hay que creérselo. Hace bastantes años la OMS fue secuestrada por las multinacionales farmacéuticas y sólo sirve para justificar que las epidemias y pandemias existen. Hoy la salud es negocio, cotización en bolsa… y los muertos, aunque sean millones, son parte del negocio.
El terrorismo científico es negocio, las guerras e invasiones de países para saquearle sus recursos son negocio. Cuantas más epidemias, hambre, miseria y analfabetismo más esclavitud y posibilidades tienen las grandes corporaciones petroleras, químicas y farmacéuticas para desencadenar las distintas variantes de guerras criminales contra los pueblos oprimidos.
Ahí está la realidad aprovechándose de la ignorancia de las masas. Al propio doctor Patarroyo le privaron de su instituto con la complicidad de diez instituciones del ámbito de la salud a pesar de ser un premio Príncipe de Asturias… otorgado, eso sí, por un país en el cual la malaria es literatura médica, no hay consumidores ni afectados y, por tanto, no hay negocio e intereses en torno a esa pandemia en nuestro mercado farmacéutico. Por eso ha colado el premio a Patarroyo.
Pero estoy convencido de que si mañana se decidiese a investigar en nuestro país en el ámbito del SIDA o del cáncer, la Sagrada Congregación de la Fe Oncológica enviaría a dos de sus miembros a testimoniar como peritos ante cualquier tribunal tras buscarse un testaferro que le denunciase por tratarle de algún tumor invisible. Y terminaría siendo compañero de celda del Dr. Amat por investigar lo no investigable. Porque como Ud. bien sabe, el cáncer y el SIDA sí cotizan en nuestro país.
La prensa española se hizo eco hace poco de lo dicho por Mariano Barbacid sobre que hay en nuestro mercado farmacéutico nada menos que cuatrocientos cincuenta fármacos para tratar el cáncer, pero del nulo éxito de sus resultados terapéuticos y de las decenas de miles de personas que mueren cada año a pesar de ellos no dijeron ni una palabra. Saludos.”
La carta es de Manuel Guerra Ferreira de Vigo (Pontevedra), que parece tener las ideas muy clara sobre la industria farmacéutica y sus intereses reales.
Está claro que la salud es un gran negocio, en forma de enfermedades, en forma de pandemias, reales o fictíceas, como la famosa gripe A, ‘creada’ precisamente desde la propia OMS, para engordar a esas multinacionales farmacéuticas. ¿Cuál será el próximo capítulo de esta serie esperpéntica y criminal de la FARMAFIA? Próximamente en tu hogar, por mucho que te resistas…
domingo, 12 de agosto de 2012
LEY DE PROTECCION ANIMAL, TRABA PARA LA CIENCIA Y LA DOCENCIA
>> Leer artículo en UN Periódico
Ley de protección animal, traba para la ciencia y la docencia - Aug. 11 de 2012
Por:Jesús Alfredo Cortés-Vecino Director del Bioterio, Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia - Universidad Nacional de Colombia
La captura y estudio de animales, con los respectivos protocolos científicos y éticos, es vital para conocer la biodiversidad del país. - Foto: archivo particular
Mono del género Aotus, susceptible de forma natural a la malaria. - Foto: cortesía Manuel Elkin Patarroyo/FIDIC
El proyecto de ley que dicta normas para la protección de los animales provoca gran preocupación en la comunidad académica y científica, dadas las limitaciones que impone al uso de seres vivos en docencia e investigación. Es necesario comenzar una discusión que busque el bienestar de la fauna sin afectar el progreso científico nacional.
El proyecto de Ley 165 de 2011 presenta contradicciones por la falta de claridad en los conceptos sobre los que se fundamenta. Por ejemplo, la noción de animal, que abarca a múltiples especies (corales, gusanos, insectos, vertebrados, etc.), solo parece referirse a vertebrados (especialmente a mamíferos). Esta falta de claridad comprometería la investigación zoológica en general.
La iniciativa no diferencia entre investigación y experimentación, lo que implica que cualquier docente o investigador que aborde temas que incluyan animales para desarrollar habilidades o producir conocimiento incurriría en un comportamiento considerado ética y legalmente inapropiado. Así, se frenarían estas actividades en disciplinas que utilicen o estudien a los animales, incluidas áreas no exclusivamente experimentalistas, como sistemática, ecología y biodiversidad.
La norma también ordena el reemplazo de animales. La preocupación es válida, tanto desde el punto de vista ético como económico. En muchos casos, el uso de simuladores para procesos simples es posible y deseable. Sin embargo, la vida es un fenómeno complejo: en ella el conjunto es más que la suma de sus partes. Hasta ahora ningún esfuerzo ha recreado de manera artificial ni siquiera el más mínimo proceso viviente.
Prohibición irresponsable
Dado lo anterior, no se puede pretender que, con el conocimiento actual, se puedan sustituir los animales en la mayoría de casos. Por tanto, el plazo de un año que da el proyecto de ley para implementar modelos alternativos resulta irreal e imposible de alcanzar.
De hecho, puede considerarse como irresponsable la prohibición de experimentar con ellos, dado el costo que esto implica para la salud de las generaciones futuras. La investigación mediante la utilización racional de seres vivos da la oportunidad de aliviar las problemáticas en salud humana y animal.
La experimentación es costosa en términos económicos y sociales, y existe la preocupación a nivel científico y ético por que esta se desarrolle con plena justificación y calidad. El uso de animales no solo es reglamentado a través de las normas y leyes vigentes, la comunidad científica se autorregula por medio de los procesos de evaluación de proyectos, actividades, productos y publicaciones. De esta manera, relaciona la validez académica y científica con su buen y justificado empleo.
Experimentación con monos
Recientemente, en el centro de la polémica está la investigación sobre la vacuna contra la malaria (causada por Plasmodium falciparum). Esta es liderada por el profesor de la Universidad Nacional de Colombia Manuel Elkin Patarroyo, en la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia (FIDIC). Allí, se emplean como modelo a monos del género Aotus, susceptibles de forma natural a la infección.
Esta condición, junto con la similitud genética del sistema inmune que comparten con los humanos, lo hacen un patrón fundamental en el estudio de la enfermedad, dado que en el caso de P. falciparum es imposible reproducir la respuesta inmune en cultivos celulares, modelos computacionales u otros animales.
En la pesquisa del profesor Patarroyo se dan varios elementos que permiten entender cómo la implementación de esta ley frenaría el progreso científico en general. En este caso en particular, afectaría el desarrollo de una vacuna contra una enfermedad que afecta a 200 millones de personas, de las cuales mueren un millón cada año.
En primer lugar, se experimenta con primates, que despiertan una gran empatía dada su cercanía con los humanos. Se usan principalmente en el estudio de enfermedades autoinmunes
(p. ej., esclerosis múltiple), neurodegenerativas (p. ej., alzhéimer), infecciosas (p. ej., sida, malaria, TB, etc.) y otras (p. ej., cáncer, hipertensión, etc.). Igualmente, se utilizan en investigación básica y aplicada (inmunología, células madre, trasplantes, terapia génica, envejecimiento, neurociencias, etc.), en pruebas de seguridad y eficacia de fármacos y en el monitoreo de patógenos emergentes.
Según la Organización Mundial de la Salud, la mayoría de enfermedades epidémicas o pandémicas requieren el uso de primates no humanos para el desarrollo, producción y pruebas de medicamentos y vacunas para su control. Existe consenso en la comunidad científica sobre que no hay métodos alternativos para reemplazarlos, ni se proyecta que existan en un futuro cercano. El proyecto de ley sometería, entonces, a los investigadores que trabajan con primates a un escrutinio ético y legal adicional que no está claramente definido.
En segundo lugar, en la FIDIC se experimenta con animales silvestres. En el proyecto de ley se hace hincapié en que solo se deben usar animales criados en bioterios. En principio, las investigaciones con modelos animales requieren homogeneidad. Pero, cuando se necesita heterogeneidad, la pérdida de diversidad por la crianza en bioterios no permite alcanzar los objetivos. Otros estudios, como el monitoreo epidemiológico, requieren la captura y la experimentación con animales silvestres, lo que esta propuesta legislativa imposibilitaría.
Urge una gran discusión
En tercer lugar, está el destino de los animales. En la mayoría de países donde se experimenta con primates, no existen poblaciones silvestres de estos. Por esa razón, es necesario importarlos y criarlos en cautiverio. Luego de la investigación se les practica la eutanasia o deben pasar toda su vida natural en cautiverio.
El laboratorio de la FIDIC en Leticia (Amazonas) se ocupa de que los monos, después del periodo de experimentación (menor a seis meses), sean sometidos a una cuarentena cuyo propósito es garantizar que no son un riesgo para la salud de otros animales ni de poblaciones humanas. Y luego de ser rehabilitados para garantizar su aptitud son liberados en excelentes condiciones en las zonas de captura. Este tercer enfoque es posible en Colombia. La rigidez del proyecto, causada por emular la normatividad internacional, no permitiría desarrollos propios, según las condiciones del país, e impediría la liberación de animales rehabilitados.
Es necesario abrir una discusión que informe y eduque a la sociedad y que busque el bienestar animal sin afectar la docencia y la investigación. Ante un tema que despierta tantas opiniones y tan radicales posiciones, tanto la academia como los investigadores deben asumir un enfoque reflexivo y firme orientado a preservar la capacidad de hacer ciencia de alta calidad. Desafortunadamente, el proyecto de ley no permite este propósito.
Edición:
UN Periodico Impreso No. 158
Comentario: Resulta esperanzador que la Academia se pronuncie al respecto, aunque algo tardíamente; estos planteamientos debieron ser tenidos en cuenta por quienes analizaron los alegatos y dictaron el fallo que bloqueó la investigación de Patarroyo y la FIDIC, lo que, en la práctica, es un certificado de defunción para esta institución y una condena a muerte para quienes no tienen como pagar las vacunas producidas por la industria farmacéutica.
La comunidad científica y la academia en pleno deben, tienen, que pronunciarse sobre este asunto. De otra parte, los jueces y magistrados, doctos en el conocimiento de la ley pero muy probablemente poco o nada en cuestiones científicas, deberían convocar un equipo de académicos y científicos que les proporcionen el conocimiento y el enfoque necesarios para que las graves decisiones que deben tomar consulten antes que nada mas el interés de la humanidad que tan urgentemente necesita estos desarrollos.
No deben bastar las buenas intenciones para tirar al cesto de la basura décadas de investigación y la esperanza de millones de personas pertenecientes a los grupos mas vulnerables de la población mundial. Allá ellos. Fernando Márquez
Ley de protección animal, traba para la ciencia y la docencia - Aug. 11 de 2012
Por:Jesús Alfredo Cortés-Vecino Director del Bioterio, Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia - Universidad Nacional de Colombia
La captura y estudio de animales, con los respectivos protocolos científicos y éticos, es vital para conocer la biodiversidad del país. - Foto: archivo particular
Mono del género Aotus, susceptible de forma natural a la malaria. - Foto: cortesía Manuel Elkin Patarroyo/FIDIC
El proyecto de ley que dicta normas para la protección de los animales provoca gran preocupación en la comunidad académica y científica, dadas las limitaciones que impone al uso de seres vivos en docencia e investigación. Es necesario comenzar una discusión que busque el bienestar de la fauna sin afectar el progreso científico nacional.
El proyecto de Ley 165 de 2011 presenta contradicciones por la falta de claridad en los conceptos sobre los que se fundamenta. Por ejemplo, la noción de animal, que abarca a múltiples especies (corales, gusanos, insectos, vertebrados, etc.), solo parece referirse a vertebrados (especialmente a mamíferos). Esta falta de claridad comprometería la investigación zoológica en general.
La iniciativa no diferencia entre investigación y experimentación, lo que implica que cualquier docente o investigador que aborde temas que incluyan animales para desarrollar habilidades o producir conocimiento incurriría en un comportamiento considerado ética y legalmente inapropiado. Así, se frenarían estas actividades en disciplinas que utilicen o estudien a los animales, incluidas áreas no exclusivamente experimentalistas, como sistemática, ecología y biodiversidad.
La norma también ordena el reemplazo de animales. La preocupación es válida, tanto desde el punto de vista ético como económico. En muchos casos, el uso de simuladores para procesos simples es posible y deseable. Sin embargo, la vida es un fenómeno complejo: en ella el conjunto es más que la suma de sus partes. Hasta ahora ningún esfuerzo ha recreado de manera artificial ni siquiera el más mínimo proceso viviente.
Prohibición irresponsable
Dado lo anterior, no se puede pretender que, con el conocimiento actual, se puedan sustituir los animales en la mayoría de casos. Por tanto, el plazo de un año que da el proyecto de ley para implementar modelos alternativos resulta irreal e imposible de alcanzar.
De hecho, puede considerarse como irresponsable la prohibición de experimentar con ellos, dado el costo que esto implica para la salud de las generaciones futuras. La investigación mediante la utilización racional de seres vivos da la oportunidad de aliviar las problemáticas en salud humana y animal.
La experimentación es costosa en términos económicos y sociales, y existe la preocupación a nivel científico y ético por que esta se desarrolle con plena justificación y calidad. El uso de animales no solo es reglamentado a través de las normas y leyes vigentes, la comunidad científica se autorregula por medio de los procesos de evaluación de proyectos, actividades, productos y publicaciones. De esta manera, relaciona la validez académica y científica con su buen y justificado empleo.
Experimentación con monos
Recientemente, en el centro de la polémica está la investigación sobre la vacuna contra la malaria (causada por Plasmodium falciparum). Esta es liderada por el profesor de la Universidad Nacional de Colombia Manuel Elkin Patarroyo, en la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia (FIDIC). Allí, se emplean como modelo a monos del género Aotus, susceptibles de forma natural a la infección.
Esta condición, junto con la similitud genética del sistema inmune que comparten con los humanos, lo hacen un patrón fundamental en el estudio de la enfermedad, dado que en el caso de P. falciparum es imposible reproducir la respuesta inmune en cultivos celulares, modelos computacionales u otros animales.
En la pesquisa del profesor Patarroyo se dan varios elementos que permiten entender cómo la implementación de esta ley frenaría el progreso científico en general. En este caso en particular, afectaría el desarrollo de una vacuna contra una enfermedad que afecta a 200 millones de personas, de las cuales mueren un millón cada año.
En primer lugar, se experimenta con primates, que despiertan una gran empatía dada su cercanía con los humanos. Se usan principalmente en el estudio de enfermedades autoinmunes
(p. ej., esclerosis múltiple), neurodegenerativas (p. ej., alzhéimer), infecciosas (p. ej., sida, malaria, TB, etc.) y otras (p. ej., cáncer, hipertensión, etc.). Igualmente, se utilizan en investigación básica y aplicada (inmunología, células madre, trasplantes, terapia génica, envejecimiento, neurociencias, etc.), en pruebas de seguridad y eficacia de fármacos y en el monitoreo de patógenos emergentes.
Según la Organización Mundial de la Salud, la mayoría de enfermedades epidémicas o pandémicas requieren el uso de primates no humanos para el desarrollo, producción y pruebas de medicamentos y vacunas para su control. Existe consenso en la comunidad científica sobre que no hay métodos alternativos para reemplazarlos, ni se proyecta que existan en un futuro cercano. El proyecto de ley sometería, entonces, a los investigadores que trabajan con primates a un escrutinio ético y legal adicional que no está claramente definido.
En segundo lugar, en la FIDIC se experimenta con animales silvestres. En el proyecto de ley se hace hincapié en que solo se deben usar animales criados en bioterios. En principio, las investigaciones con modelos animales requieren homogeneidad. Pero, cuando se necesita heterogeneidad, la pérdida de diversidad por la crianza en bioterios no permite alcanzar los objetivos. Otros estudios, como el monitoreo epidemiológico, requieren la captura y la experimentación con animales silvestres, lo que esta propuesta legislativa imposibilitaría.
Urge una gran discusión
En tercer lugar, está el destino de los animales. En la mayoría de países donde se experimenta con primates, no existen poblaciones silvestres de estos. Por esa razón, es necesario importarlos y criarlos en cautiverio. Luego de la investigación se les practica la eutanasia o deben pasar toda su vida natural en cautiverio.
El laboratorio de la FIDIC en Leticia (Amazonas) se ocupa de que los monos, después del periodo de experimentación (menor a seis meses), sean sometidos a una cuarentena cuyo propósito es garantizar que no son un riesgo para la salud de otros animales ni de poblaciones humanas. Y luego de ser rehabilitados para garantizar su aptitud son liberados en excelentes condiciones en las zonas de captura. Este tercer enfoque es posible en Colombia. La rigidez del proyecto, causada por emular la normatividad internacional, no permitiría desarrollos propios, según las condiciones del país, e impediría la liberación de animales rehabilitados.
Es necesario abrir una discusión que informe y eduque a la sociedad y que busque el bienestar animal sin afectar la docencia y la investigación. Ante un tema que despierta tantas opiniones y tan radicales posiciones, tanto la academia como los investigadores deben asumir un enfoque reflexivo y firme orientado a preservar la capacidad de hacer ciencia de alta calidad. Desafortunadamente, el proyecto de ley no permite este propósito.
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UN Periodico Impreso No. 158
Comentario: Resulta esperanzador que la Academia se pronuncie al respecto, aunque algo tardíamente; estos planteamientos debieron ser tenidos en cuenta por quienes analizaron los alegatos y dictaron el fallo que bloqueó la investigación de Patarroyo y la FIDIC, lo que, en la práctica, es un certificado de defunción para esta institución y una condena a muerte para quienes no tienen como pagar las vacunas producidas por la industria farmacéutica.
La comunidad científica y la academia en pleno deben, tienen, que pronunciarse sobre este asunto. De otra parte, los jueces y magistrados, doctos en el conocimiento de la ley pero muy probablemente poco o nada en cuestiones científicas, deberían convocar un equipo de académicos y científicos que les proporcionen el conocimiento y el enfoque necesarios para que las graves decisiones que deben tomar consulten antes que nada mas el interés de la humanidad que tan urgentemente necesita estos desarrollos.
No deben bastar las buenas intenciones para tirar al cesto de la basura décadas de investigación y la esperanza de millones de personas pertenecientes a los grupos mas vulnerables de la población mundial. Allá ellos. Fernando Márquez
miércoles, 8 de agosto de 2012
Carta al doctor Patarroyo
>> Leer artículo en Faro de Vigo
Eduardo Riestra - A Coruña
Querido Manuel Elkin: Han pasado ya varios años desde que publiqué "Patarroyo, pasión por la vida", la biografía que te escribió J.J. García Miravete. Entonces tuve la oportunidad de conocerte y de enterarme bien del proyecto de las vacunas sintéticas que has convertido en tu proyecto de vida.
También entonces conocí de cerca el acoso a que estás sometido por intereses económicos multinacionales, y del esfuerzo constante de estos en ponerte palos en las ruedas. Ahora aparece de nuevo el tema de los aotus, los monitos, como tú los llamas. Yo sé del rigor, la ética, la ecología con que desarrollas tus investigaciones, pero la opinión pública no. A la opinión pública se la puede manipular apelando a los sentimientos más simples y más emocionales. Los malos tratos a los animales o su comercio ilegal, por ejemplo. Considerar que un mono que salta de un árbol a otro se está saltando una frontera sería un chiste si no tuviera consecuencias tan graves.
La gente seguro que no sabe que solo en los aotus se desarrolla la malaria como en los seres humanos y que por eso son imprescindibles para la investigación. Tal vez tampoco sepa que cada año mueren más de un millón de niños en el mundo de malaria.
Pues bien, te dirijo esta carta para ofrecerte mi cuerpo para que sigas tus investigaciones. Si bien te ruego no me fuerces a subirme a ningún árbol, estoy dispuesto a sustituir a uno de tus monos, y lo digo aquí públicamente.
Recibe un fuerte abrazo y la admiración de tu amigo.
martes, 7 de agosto de 2012
Mineros y ecologistas: ¿nuevos 'amiguis'?
Por: ANDRéS HURTADO GARCíA | 6:27 p.m. | 06 de Agosto del 2012
Andrés Hurtado García
>> Leer artículo en EL TIEMPO
Que ellos, que lo saben todo, establezcan criterios para adelantar minería amable con el medio ambiente y que el Presidente cumpla.
Atando cabos recientes, no pude evitar un ataque de risa dolorosa. El Presidente dijo hace poco en Inírida que no permitirá "la minería criminal". A renglón seguido, la prensa publicó el mapa de las regiones de la Amazonia y la Orinoquia en las cuales se ubican la casi totalidad de los 17 millones de hectáreas que el Gobierno entregará a la locomotora de la minería. "Loco" motora, porque mal encaminadas las cosas serán una locura criminal. El otro cabo se encierra en el acertado título que Javier Silva Herrera escribió en su página de EL TIEMPO: 'Queremos una nueva cultura de la biodiversidad', donde explica la nueva política del Gobierno para aprovechar al máximo nuestra cacareada y riquísima diversidad. Atando estos cabos, me reafirmo en la aseveración que hice hace 15 días: "Señor Presidente, deje de dar contentillo a todo el mundo, que esa es la peor forma de gobernar".
Repito y me reafirmo: sería una locura no explotar el oro, el platino, el coltán y todo lo que el subsuelo nos ofrece. Pero mayor locura sería hacer minería irresponsable con el medio ambiente. En esta locomotora están montados las grandes empresas y los mineros artesanales, que también ellos hacen muchísimo daño a los ríos. Sabios tiene el país, algunos fueron o son funcionarios del Gobierno y los oímos pontificar a menudo sobre medio ambiente. Que ellos, que lo saben todo, establezcan criterios para adelantar minería amable con el medio ambiente y que el señor Presidente, que proclama que "no permitirá la minería criminal", cumpla con su palabra.
La minería grande y pequeña siempre hará daño al medio ambiente, pero deben sopesarse los daños y los beneficios. Lo que no se debe permitir es que esta locomotora arrase con la selva amazónica, la Orinoquia, los páramos, los parques nacionales, los bosques de cordillera y los ríos. Esta comisión de sabios decidirá si en determinado caso se puede adelantar minería en un bosque pequeño y potreros aledaños donde no haya perjuicio para las fuentes hídricas (como llaman los sabios al agua), con tal de que, por ejemplo, se exija a la empresa que se encargue de la protección a rajatabla de un gran espacio natural, como puede ser un páramo. Lo veo factible y Colombia saldría ganando por doble partida: los abundantes dineros que las empresas mineras deben aportar al país y la salvación de un espacio vital para nacimientos de agua. Así se podrían conjugar en parte y aceptablemente los inconjugables intereses de ambos sectores: mineros y medio ambiente.
* * * *
Nada que ver con lo anterior. 1. Qué problema tan complicado subir cada año unos pesitos al salario de los obreros. Y aterra la facilidad con que algunos se aumentan astronómicamente sus salarios, sin consultar a nadie y en cuestión de segundos. Por eso, cuando yo sea grande me gustaría ser gerente del Acueducto de Bogotá, que, según dijo EL TIEMPO, encaramó olímpicamente su sueldo a 25 millones de pesos mensuales.
2. Con la reticencia de los parlamentarios a imponer penas severísimas a los conductores ebrios, uno se pregunta si no será que ellos quieren curarse en salud porque conducen sus flamantes carros oficiales sin entregar las llaves.
3. Por lo demás, invito a los lectores a la XV Semana de la Montaña y de la Antártida, los días 21, 22, 23 y 24 de agosto en el Colegio Champagnat. Habrá conferencias audiovisuales sobre el descongelamiento de los glaciares, los cocodrilos del Llano, Islandia, país maravilloso, y el invitado especial es el español Jerónimo López, autoridad mundial en la Antártida. Habrá, además, el prestigioso Festival Banff de cine de naturaleza. Entrada gratuita.
Comentario al margen: En los momentos y escenarios en que realmente se necesitan los ecologistas, algunos desaparecen, miran para otro lado, no oyen, no ven, no escuchan, no les interesa. Que sus voces se escuchen alto y fuerte en defensa de la Amazonia, del agua, de la vida, si es que hay coherencia en sus actos. Fernando Márquez.
Andrés Hurtado García
>> Leer artículo en EL TIEMPO
Que ellos, que lo saben todo, establezcan criterios para adelantar minería amable con el medio ambiente y que el Presidente cumpla.
Atando cabos recientes, no pude evitar un ataque de risa dolorosa. El Presidente dijo hace poco en Inírida que no permitirá "la minería criminal". A renglón seguido, la prensa publicó el mapa de las regiones de la Amazonia y la Orinoquia en las cuales se ubican la casi totalidad de los 17 millones de hectáreas que el Gobierno entregará a la locomotora de la minería. "Loco" motora, porque mal encaminadas las cosas serán una locura criminal. El otro cabo se encierra en el acertado título que Javier Silva Herrera escribió en su página de EL TIEMPO: 'Queremos una nueva cultura de la biodiversidad', donde explica la nueva política del Gobierno para aprovechar al máximo nuestra cacareada y riquísima diversidad. Atando estos cabos, me reafirmo en la aseveración que hice hace 15 días: "Señor Presidente, deje de dar contentillo a todo el mundo, que esa es la peor forma de gobernar".
Repito y me reafirmo: sería una locura no explotar el oro, el platino, el coltán y todo lo que el subsuelo nos ofrece. Pero mayor locura sería hacer minería irresponsable con el medio ambiente. En esta locomotora están montados las grandes empresas y los mineros artesanales, que también ellos hacen muchísimo daño a los ríos. Sabios tiene el país, algunos fueron o son funcionarios del Gobierno y los oímos pontificar a menudo sobre medio ambiente. Que ellos, que lo saben todo, establezcan criterios para adelantar minería amable con el medio ambiente y que el señor Presidente, que proclama que "no permitirá la minería criminal", cumpla con su palabra.
La minería grande y pequeña siempre hará daño al medio ambiente, pero deben sopesarse los daños y los beneficios. Lo que no se debe permitir es que esta locomotora arrase con la selva amazónica, la Orinoquia, los páramos, los parques nacionales, los bosques de cordillera y los ríos. Esta comisión de sabios decidirá si en determinado caso se puede adelantar minería en un bosque pequeño y potreros aledaños donde no haya perjuicio para las fuentes hídricas (como llaman los sabios al agua), con tal de que, por ejemplo, se exija a la empresa que se encargue de la protección a rajatabla de un gran espacio natural, como puede ser un páramo. Lo veo factible y Colombia saldría ganando por doble partida: los abundantes dineros que las empresas mineras deben aportar al país y la salvación de un espacio vital para nacimientos de agua. Así se podrían conjugar en parte y aceptablemente los inconjugables intereses de ambos sectores: mineros y medio ambiente.
* * * *
Nada que ver con lo anterior. 1. Qué problema tan complicado subir cada año unos pesitos al salario de los obreros. Y aterra la facilidad con que algunos se aumentan astronómicamente sus salarios, sin consultar a nadie y en cuestión de segundos. Por eso, cuando yo sea grande me gustaría ser gerente del Acueducto de Bogotá, que, según dijo EL TIEMPO, encaramó olímpicamente su sueldo a 25 millones de pesos mensuales.
2. Con la reticencia de los parlamentarios a imponer penas severísimas a los conductores ebrios, uno se pregunta si no será que ellos quieren curarse en salud porque conducen sus flamantes carros oficiales sin entregar las llaves.
3. Por lo demás, invito a los lectores a la XV Semana de la Montaña y de la Antártida, los días 21, 22, 23 y 24 de agosto en el Colegio Champagnat. Habrá conferencias audiovisuales sobre el descongelamiento de los glaciares, los cocodrilos del Llano, Islandia, país maravilloso, y el invitado especial es el español Jerónimo López, autoridad mundial en la Antártida. Habrá, además, el prestigioso Festival Banff de cine de naturaleza. Entrada gratuita.
Comentario al margen: En los momentos y escenarios en que realmente se necesitan los ecologistas, algunos desaparecen, miran para otro lado, no oyen, no ven, no escuchan, no les interesa. Que sus voces se escuchen alto y fuerte en defensa de la Amazonia, del agua, de la vida, si es que hay coherencia en sus actos. Fernando Márquez.
sábado, 28 de julio de 2012
IMPLICACIONES DE UN FALLO
Tiene razón el editorial de EL TIEMPO “Una nueva arma contra el dengue” Pocos avances tan benéficos como una vacuna, máxime cuando sirve para evitar que millones de personas, que, tristemente, suelen ser las más pobres, se enfermen y mueran por causa de males fácilmente prevenibles como el dengue, la malaria y el cáncer de cuello uterino.
Por eso el fallo en contra de la FIDIC, el instituto de investigación que dirige el Profesor Patarroyo, tiene un efecto devastador para los millones de seres humanos que estas enfermedades matan cada año y del enorme costo económico que significa el tratamiento, cuando se proporciona, de estas personas. Fallo para el que no se consultó ni a la Academia ni a la comunidad científica colombiana.
Para la investigación el golpe es letal. Él y su grupo producen cerca del 40% de la ciencia de punta que se hace en Colombia con poco o ningún presupuesto nacional, a diferencia de las multinacionales farmacéuticas, que disponen de recursos prácticamente ilimitados para publicidad, mercadeo e investigación y desarrollo.
El cierre de la FIDIC significa que el país pierde, además de un porcentaje más que significativo de su producción científica, un centro de investigación de excelencia, en el que se han formado cerca de 50 Doctores y centenares de Magíster, capital humano que difícilmente permanecerá en el país debido a las enormes dificultades que supone hacer ciencia en Colombia. De hecho, muchos de ellos agobiados por las dificultades económicas, ya emigraron hacia países que harán uso para su propio beneficio del conocimiento y la experiencia que nos pertenecen, que debería salvar vidas aquí.
Se pierden 35 años de trabajo, miles de millones de pesos invertidos, equipos de difícil adquisición y costosa materia prima, pero, sobre todo, se pierde la confianza. La comunidad científica y la academia quedan notificadas de que hay intereses frente a los cuales nada significa su trabajo, que son ignoradas en circunstancias en las que su opinión es imprescindible. Y que no se invoque la protección del ambiente o de los recursos naturales como excusa; el gobierno planea entregar 17 millones de hectáreas del Amazonas para explotación minera sin que, con un par de honrosas excepciones, en el país se haya dicho algo sobre lo que esto significa, pese al recordatorio cruel que es el Chocó.
A la ofensiva económica, jurídica y mediática emprendida contra Patarroyo se suma ahora un veto “por razones éticas”, de alguna publicación científica internacional. “Hemos sido contactados por un tercero respecto a su artículo. Se nos sugiere que los experimentos descritos en su manuscrito podrían no cumplir con estándares éticos de la investigación”, se lee en un comunicado reciente mediante el cual se informa que el artículo mencionado, que representa dos o tres años de trabajo intenso y mucho dinero invertido, no se publicará, lo cual demuestra que el tercero de que habla la carta dispone de mucho más que buena voluntad para lograr sus propósitos.
El país no puede permanecer impasible ante lo que representa una tragedia de proporciones catastróficas para los grupos más vulnerables de la población colombiana y mundial, ni puede ignorar el hecho de que para la industria farmacéutica todos somos parte de un vasto mercado en el que no hay concesiones de ninguna especie, so pena de que sean estas compañías las que le pongan precio a la vida de cada uno.
Que no se prohíbe la investigación sino el empleo de los monos con los que se efectúan las pruebas, dice el fallo de la justicia colombiana, es decir, no le prohíben manejar, solo le quitan el carro. Quizá desconozcan los jueces que los monos no se asesinan sino que se tratan y se devuelven a su hábitat natural sanos y en buenas condiciones, a diferencia de dos millones de personas que mata la malaria y de las 3000 mujeres colombianas que mueren cada año por cáncer de cuello uterino.
Fernando Márquez
Por eso el fallo en contra de la FIDIC, el instituto de investigación que dirige el Profesor Patarroyo, tiene un efecto devastador para los millones de seres humanos que estas enfermedades matan cada año y del enorme costo económico que significa el tratamiento, cuando se proporciona, de estas personas. Fallo para el que no se consultó ni a la Academia ni a la comunidad científica colombiana.
Para la investigación el golpe es letal. Él y su grupo producen cerca del 40% de la ciencia de punta que se hace en Colombia con poco o ningún presupuesto nacional, a diferencia de las multinacionales farmacéuticas, que disponen de recursos prácticamente ilimitados para publicidad, mercadeo e investigación y desarrollo.
El cierre de la FIDIC significa que el país pierde, además de un porcentaje más que significativo de su producción científica, un centro de investigación de excelencia, en el que se han formado cerca de 50 Doctores y centenares de Magíster, capital humano que difícilmente permanecerá en el país debido a las enormes dificultades que supone hacer ciencia en Colombia. De hecho, muchos de ellos agobiados por las dificultades económicas, ya emigraron hacia países que harán uso para su propio beneficio del conocimiento y la experiencia que nos pertenecen, que debería salvar vidas aquí.
Se pierden 35 años de trabajo, miles de millones de pesos invertidos, equipos de difícil adquisición y costosa materia prima, pero, sobre todo, se pierde la confianza. La comunidad científica y la academia quedan notificadas de que hay intereses frente a los cuales nada significa su trabajo, que son ignoradas en circunstancias en las que su opinión es imprescindible. Y que no se invoque la protección del ambiente o de los recursos naturales como excusa; el gobierno planea entregar 17 millones de hectáreas del Amazonas para explotación minera sin que, con un par de honrosas excepciones, en el país se haya dicho algo sobre lo que esto significa, pese al recordatorio cruel que es el Chocó.
A la ofensiva económica, jurídica y mediática emprendida contra Patarroyo se suma ahora un veto “por razones éticas”, de alguna publicación científica internacional. “Hemos sido contactados por un tercero respecto a su artículo. Se nos sugiere que los experimentos descritos en su manuscrito podrían no cumplir con estándares éticos de la investigación”, se lee en un comunicado reciente mediante el cual se informa que el artículo mencionado, que representa dos o tres años de trabajo intenso y mucho dinero invertido, no se publicará, lo cual demuestra que el tercero de que habla la carta dispone de mucho más que buena voluntad para lograr sus propósitos.
El país no puede permanecer impasible ante lo que representa una tragedia de proporciones catastróficas para los grupos más vulnerables de la población colombiana y mundial, ni puede ignorar el hecho de que para la industria farmacéutica todos somos parte de un vasto mercado en el que no hay concesiones de ninguna especie, so pena de que sean estas compañías las que le pongan precio a la vida de cada uno.
Que no se prohíbe la investigación sino el empleo de los monos con los que se efectúan las pruebas, dice el fallo de la justicia colombiana, es decir, no le prohíben manejar, solo le quitan el carro. Quizá desconozcan los jueces que los monos no se asesinan sino que se tratan y se devuelven a su hábitat natural sanos y en buenas condiciones, a diferencia de dos millones de personas que mata la malaria y de las 3000 mujeres colombianas que mueren cada año por cáncer de cuello uterino.
Fernando Márquez
viernes, 20 de julio de 2012
Animales: ¿víctimas o héroes de la ciencia? El caso Patarroyo.
>> Leer el artículo en ASANDA (Asociación Andaluza para la Defensa de los Animales)
Foto de archivo del blog
Poner de acuerdo a la comunidad científica y a las asociaciones protectoras de animales no ha sido un asunto sencillo, ni en Colombia ni en otros rincones del mundo. El viejo debate se reabrió en el país a raíz de la decisión del Tribunal Administrativo de Cundinamarca de suspenderle el permiso para cazar (capturar, aclaración nuestra) monos nocturnos al científico Manuel Elkin Patarroyo, quien los empleaba en su búsqueda de una vacuna sintética contra la malaria. La decisión del ente coincide con el proyecto de ley que radicó en noviembre de 2011 elsenador Jorge Londoño, del Partido Verde, y que será debatido después del 20 de julio.
El Espectador. com, 14 de julio 2012
La propuesta busca reformar el Estatuto Nacional de Protección de los Animales (Ley 84 de 1989), que, junto con la resolución 8430 de 1993 del Ministerio de Salud, constituyen las normas que han regulado el tema en el país.
Entre sus objetivos está el de prohibir el uso de animales con fines de enseñanza y aprendizaje, además de fomentar la utilización de modelos alternativos de investigación y experimentación en centros educativos que requieran de especies vivas. Pero esto, según Juan Gonzalo López Casas, director general del Instituto Nacional de Salud (INS), “afectaría la docencia y la investigación biológica y biomédica, pues son áreas que necesitan de la utilización de animales de laboratorio en la búsqueda de conocimiento”.
Frente a la propuesta, son varios los investigadores que han solicitado modificaciones en algunos de los artículos, sin obtener respuesta. Zulma Dueñas, especialista en fisiología del Departamento de Medicina de la Universidad Nacional, ha enviado, por ejemplo, varios comentarios señalando las “graves falencias” que, según ella, tiene la norma. Para Dueñas el principal problema es que “la ley no fue formulada por especialistas en el tema, y es de ahí de donde surgen vacíos”.
De igual manera piensa Gonzalo Andrade, profesor asociado al Instituto de Ciencias Naturales de esta universidad, quien tras reunirse una primera vez con los representantes del senador Londoño acordó, junto a otros colegas, discutir nuevamente la ley antes de que sea radicada. Sin embargo, el senador no se volvió a pronunciar.
Para Adolfo Amézquita, profesor especialista en comportamiento y fisiología animal de la Universidad de los Andes, la aprobación de la ley tendría, además de la parálisis de la investigación científica en Colombia, otro efecto evidente: que muchos científicos del tema entrarían en la ilegalidad.
Y aunque la ley está acorde con los intereses de los protectores de animales, algunos de ellos no se muestran satisfechos. Es el caso de Aníbal Vallejo, presidente de la Sociedad Protectora de Animales de Medellín, para quien “no es una cuestión de normas sino de conciencia, porque la legislación siempre va a ser incompleta, pues hay intereses personales y mercantilistas de por medio. Ejemplo de ello son las universidades”.
¿Cómo tratar a los animales?
Ya que para la investigación biomédica la manipulación científica de animales es casi una necesidad, la pregunta que surge es cómo hacer investigación de tal manera que prime el buen trato a las especies utilizadas.
Juan Gonzalo López, presidente del INS, asegura que la mejor manera de evitar el maltrato de los animales “es que todas las instituciones que desarrollan actividades que involucran uso de vertebrados, implementen un comité de ética —tal y como lo dice la Ley 84 de 1989— que se encargue de asesorar, evaluar y vigilar los asuntos relacionados con el bienestar y cuidado de los animales”.
Es justo ese el procedimiento que sigue Luz Helena Cano, directora del grupo de micología de la Corporación para Investigaciones Biológicas (CIB). “Nosotros sustentamos los proyectos ante el comité de ética, que evalúa el cumplimiento de los requisitos, y siempre hay una exigencia de examinar otros mecanismos”.
Según Cano, la manipulación de animales debe ser el último recurso al que apelar. “Primero se debe analizar la posibilidad de hacerlo con los nuevos softwares que simulan el organismo del animal, y luego se debe estudiar si es posible hacer los experimentos con células. Si no, cada vez que se utilice un animal, debe hacerse bajo el efecto de anestesia”, asegura la especialista.
Sin embargo, Francisco González, administrador del bioterio de la Universidad Icesi, afirma “que las nuevas tecnologías en las que no se utiliza el animal aún no se emplean en Colombia”, aunque también asevera que hay ocasiones en las que es indispensable trabajar con el animal vivo.
Lo importante, según González, es seguir el principio de las tres R, un concepto aceptado en el mundo científico, que considera tres fundamentos: refinanciamiento de las técnicas con animales, reducción de especies utilizadas y reemplazo de animales conscientes por inconscientes.
Más impedimentos para investigar
Más allá del debate generado por el uso de animales, las dificultades para iniciar investigaciones científicas en temas de biodiversidad no se limitan a esta discusión.
Una de las principales, según Gonzalo Andrade, es la falta de permisos y contratos que otorga el Ministerio del Medio Ambiente. “El ministerio ha concedido 46 permisos para investigación en 15 años, cuando hay más de 500 proyectos. El promedio para obtener un permiso es de 3,5 años”, afirma Andrade, quien todavía no ha obtenido una respuesta a la iniciativa que presentó a la entidad desde abril para que el permiso no sea un requisito cuando el fin es científico.
Simuladores virtuales
En Estados Unidos se han desarrollado alternativas que pretenden reducir la utilización de animales en las investigaciones. De acuerdo con Pedro Mejía, investigador asociado de la Universidad de Harvard, “en lo que se refiere a la enseñanza, el 95% de las escuelas de medicina en EE.UU. utilizan sofisticados simuladores virtuales como alternativa a la experimentación animal, aunque no exista una ley que obligue su uso”.
Mejía asegura que, “a pesar de los avances, infortunadamente no existe ningún otro sistema en el cual se puedan hacer estudios que integren toda la complejidad e interacciones que se llevan a cabo en un organismo viviente.
Ataques terroristas en los laboratorios
La defensa de los derechos de los animales ha llevado a algunos grupos de activistas a cometer acciones criminales contra investigadores y centros de investigación en distintos países del mundo.
Tal es el caso de lo sucedido en 1987, cuando un incendio en un laboratorio veterinario de la Universidad de California Davis, atribuido al grupo Animal Liberation Front (Frente de Liberación Animal), destruyó todas las instalaciones y causó daños de 3,5 millones de dólares.
Este grupo, según sus voceros, funciona bajo un modelo de “células” que actualmente operan de forma clandestina en al menos 35 países. “Por esto es por lo no puede ser destruido, no puede ser infiltrado, no puede ser parado”, sentenció en algún momento uno de sus principales líderes.
Foto de archivo del blog
Poner de acuerdo a la comunidad científica y a las asociaciones protectoras de animales no ha sido un asunto sencillo, ni en Colombia ni en otros rincones del mundo. El viejo debate se reabrió en el país a raíz de la decisión del Tribunal Administrativo de Cundinamarca de suspenderle el permiso para cazar (capturar, aclaración nuestra) monos nocturnos al científico Manuel Elkin Patarroyo, quien los empleaba en su búsqueda de una vacuna sintética contra la malaria. La decisión del ente coincide con el proyecto de ley que radicó en noviembre de 2011 elsenador Jorge Londoño, del Partido Verde, y que será debatido después del 20 de julio.
El Espectador. com, 14 de julio 2012
La propuesta busca reformar el Estatuto Nacional de Protección de los Animales (Ley 84 de 1989), que, junto con la resolución 8430 de 1993 del Ministerio de Salud, constituyen las normas que han regulado el tema en el país.
Entre sus objetivos está el de prohibir el uso de animales con fines de enseñanza y aprendizaje, además de fomentar la utilización de modelos alternativos de investigación y experimentación en centros educativos que requieran de especies vivas. Pero esto, según Juan Gonzalo López Casas, director general del Instituto Nacional de Salud (INS), “afectaría la docencia y la investigación biológica y biomédica, pues son áreas que necesitan de la utilización de animales de laboratorio en la búsqueda de conocimiento”.
Frente a la propuesta, son varios los investigadores que han solicitado modificaciones en algunos de los artículos, sin obtener respuesta. Zulma Dueñas, especialista en fisiología del Departamento de Medicina de la Universidad Nacional, ha enviado, por ejemplo, varios comentarios señalando las “graves falencias” que, según ella, tiene la norma. Para Dueñas el principal problema es que “la ley no fue formulada por especialistas en el tema, y es de ahí de donde surgen vacíos”.
De igual manera piensa Gonzalo Andrade, profesor asociado al Instituto de Ciencias Naturales de esta universidad, quien tras reunirse una primera vez con los representantes del senador Londoño acordó, junto a otros colegas, discutir nuevamente la ley antes de que sea radicada. Sin embargo, el senador no se volvió a pronunciar.
Para Adolfo Amézquita, profesor especialista en comportamiento y fisiología animal de la Universidad de los Andes, la aprobación de la ley tendría, además de la parálisis de la investigación científica en Colombia, otro efecto evidente: que muchos científicos del tema entrarían en la ilegalidad.
Y aunque la ley está acorde con los intereses de los protectores de animales, algunos de ellos no se muestran satisfechos. Es el caso de Aníbal Vallejo, presidente de la Sociedad Protectora de Animales de Medellín, para quien “no es una cuestión de normas sino de conciencia, porque la legislación siempre va a ser incompleta, pues hay intereses personales y mercantilistas de por medio. Ejemplo de ello son las universidades”.
¿Cómo tratar a los animales?
Ya que para la investigación biomédica la manipulación científica de animales es casi una necesidad, la pregunta que surge es cómo hacer investigación de tal manera que prime el buen trato a las especies utilizadas.
Juan Gonzalo López, presidente del INS, asegura que la mejor manera de evitar el maltrato de los animales “es que todas las instituciones que desarrollan actividades que involucran uso de vertebrados, implementen un comité de ética —tal y como lo dice la Ley 84 de 1989— que se encargue de asesorar, evaluar y vigilar los asuntos relacionados con el bienestar y cuidado de los animales”.
Es justo ese el procedimiento que sigue Luz Helena Cano, directora del grupo de micología de la Corporación para Investigaciones Biológicas (CIB). “Nosotros sustentamos los proyectos ante el comité de ética, que evalúa el cumplimiento de los requisitos, y siempre hay una exigencia de examinar otros mecanismos”.
Según Cano, la manipulación de animales debe ser el último recurso al que apelar. “Primero se debe analizar la posibilidad de hacerlo con los nuevos softwares que simulan el organismo del animal, y luego se debe estudiar si es posible hacer los experimentos con células. Si no, cada vez que se utilice un animal, debe hacerse bajo el efecto de anestesia”, asegura la especialista.
Sin embargo, Francisco González, administrador del bioterio de la Universidad Icesi, afirma “que las nuevas tecnologías en las que no se utiliza el animal aún no se emplean en Colombia”, aunque también asevera que hay ocasiones en las que es indispensable trabajar con el animal vivo.
Lo importante, según González, es seguir el principio de las tres R, un concepto aceptado en el mundo científico, que considera tres fundamentos: refinanciamiento de las técnicas con animales, reducción de especies utilizadas y reemplazo de animales conscientes por inconscientes.
Más impedimentos para investigar
Más allá del debate generado por el uso de animales, las dificultades para iniciar investigaciones científicas en temas de biodiversidad no se limitan a esta discusión.
Una de las principales, según Gonzalo Andrade, es la falta de permisos y contratos que otorga el Ministerio del Medio Ambiente. “El ministerio ha concedido 46 permisos para investigación en 15 años, cuando hay más de 500 proyectos. El promedio para obtener un permiso es de 3,5 años”, afirma Andrade, quien todavía no ha obtenido una respuesta a la iniciativa que presentó a la entidad desde abril para que el permiso no sea un requisito cuando el fin es científico.
Simuladores virtuales
En Estados Unidos se han desarrollado alternativas que pretenden reducir la utilización de animales en las investigaciones. De acuerdo con Pedro Mejía, investigador asociado de la Universidad de Harvard, “en lo que se refiere a la enseñanza, el 95% de las escuelas de medicina en EE.UU. utilizan sofisticados simuladores virtuales como alternativa a la experimentación animal, aunque no exista una ley que obligue su uso”.
Mejía asegura que, “a pesar de los avances, infortunadamente no existe ningún otro sistema en el cual se puedan hacer estudios que integren toda la complejidad e interacciones que se llevan a cabo en un organismo viviente.
Ataques terroristas en los laboratorios
La defensa de los derechos de los animales ha llevado a algunos grupos de activistas a cometer acciones criminales contra investigadores y centros de investigación en distintos países del mundo.
Tal es el caso de lo sucedido en 1987, cuando un incendio en un laboratorio veterinario de la Universidad de California Davis, atribuido al grupo Animal Liberation Front (Frente de Liberación Animal), destruyó todas las instalaciones y causó daños de 3,5 millones de dólares.
Este grupo, según sus voceros, funciona bajo un modelo de “células” que actualmente operan de forma clandestina en al menos 35 países. “Por esto es por lo no puede ser destruido, no puede ser infiltrado, no puede ser parado”, sentenció en algún momento uno de sus principales líderes.
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