El Consejo de Estado le devolvió al científico la
posibilidad de seguir trabajando con primates.
Por:
EDITORIAL |
7:35
p.m. | 3 de febrero de 2015
La
vacuna sintética contra la malaria, que ha exigido tres décadas de dedicación
absoluta del científico Manuel Elkin Patarroyo y su equipo de la Fundación
Instituto de Inmunología de Colombia (Fidic), superó un obstáculo que pudo
haber paralizado su desarrollo.
El
Consejo de Estado anuló un fallo emitido por la sección tercera de ese mismo
tribunal que canceló los permisos que tenía la Fidic para investigar con
primates, amparando el derecho de los animales silvestres, particularmente de
la especie Aotus vociferans. El fallo, además, ordenó investigaciones
disciplinarias contra los funcionarios que habían emitido las autorizaciones de
captura y experimentación. Igualmente, la sentencia puso en tela de juicio la
procedencia de los simios: se dijo que esta especie no era nativa de Colombia.
Poco
después, sin embargo, el mismo Instituto Amazónico de Investigaciones
Científicas (Sinchi) y el Instituto de Genética de la Universidad Nacional
demostraron que los monos usados por Patarroyo también eran endémicos de la
Amazonia colombiana; asimismo, quedó claro que ni la caza ni los estudios
habían generado reducción en la población de micos, y que los investigadores
los devolvían a la selva, sanos, al culminar los ensayos.
Estos argumentos
fueron luego puestos en consideración por el mismo Consejo de Estado, que
adicionalmente concluyó que la sección tercera, subsección C, había incurrido
en la violación de los derechos al debido proceso y a la investigación
científica de la Fidic.
En ese
orden de ideas, les devolvió a Patarroyo y su equipo la posibilidad de seguir
trabajando con primates, sobre la premisa de que la investigación y
experimentación en animales son inevitables y redundan en la seguridad y en la
salud de los seres humanos. El fallo advierte, eso sí, que los científicos
deben velar por el bienestar de los monos, y que cualquier violación de normas
internacionales en este sentido puede ser sancionada.
Patarroyo
es un científico controversial, pero uno de los más prolíficos y respetados en
su campo en el mundo. El Consejo de Estado le devuelve la oportunidad de seguir
adelante con una vacuna que, en animales, ya es efectiva en un 86 por ciento.
EDITORIAL
editorial@eltiempo.com
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