jueves, 29 de noviembre de 2012

“La nueva vacuna contra la malaria solo necesitará una dosis”: Manuel Patarroyo

>> Leer artículo en VANGUARDIA.COM           Miércoles 28 de Noviembre de 2012 - 12:01 AM

 
“La nueva vacuna contra la malaria solo necesitará una dosis”: Manuel Patarroyo
Con la misma serenidad y cordura con que relata los detalles de su encuentro con la Reina Sofía de España, el inmunólogo y científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo también se permite viajar a un pasado de más de 60 años, para recordar su niñez en el seno de una familia de clase media en el pequeño municipio de Tolima, de donde tuvo que salir, aun siendo niño, a la fuerza.
No obstante, las cosas no acabaron ahí, y a punta de lucha y sacrificio cumple ya 30 años de investigación en busca de lograr la máxima efectividad de su vacuna contra la malaria, trabajo sobre el cual confirmó que el mismo método se puede usar en las demás enfermedades infecciosas.
Vanguardia Liberal conversó de manera exclusiva con Manuel Elkin Patarroyo, quien no tuvo complejos para confesar que hasta los 10 años fue un estudiante desaplicado, más tarde rumbero, pero también un destacado deportista en su juventud.

Más allá de los innumerables descubrimientos que le ha concedido al mundo, el científico mostró que tiene una historia de vida sin igual, que prueba que los límites están hechos para traspasarlos.
Patarroyo se siente orgulloso de su Ataco (Tolima) natal. Municipio que en 60 años pasó de 5:000 a 15.000 habitantes. El científico, de familia numerosa y de clase media, tiene once hermanos, diez de ellos profesionales, doctores o especialistas en pediatría, en dermatología o en ciencias”.

Esta es la entrevista que el científico Manuel Elkin Patarroyo concedió a esta redacción con motivo de su visita al Puerto Petrolero, donde el Instituto Universitario de la Paz le concedió el título como Doctor Honoris Causa en Medicina Veterinaria y Zootecnia.

Sus inicios

Vanguardia Liberal ¿Cómo es que en su familia hay tantos doctores? ¿Cómo logra su familia sacarlos adelante?
M.E.P.: “Yo siempre le recomiendo a las familias que por encima de dinero lo que deben darle a los hijos son sueños, principios, valores y actitudes. Sin presumir, estaba reunido con la reina de España el jueves en La Zarzuela. Mandó a recogerme para que le contara lo que le voy a contar en la conferencia a la gente, porque ella está muy interesada en este desarrollo de la vacuna de la malaria desde 1988.

Pero de mis orgullos es que somos de una familia de clase media de pueblo. Eso implica que la gente cuando se propone a hacer las cosas, con una meta, con un objetivo definido, con principios, con valores y actitudes puede llegar a donde quiera”.

V.L.: ¿En qué momento sale de Ataco?
M.E.P.: “Hasta los 9 años viví en Ataco. Luego nos fuimos, por cuestiones de violencia absurda que hubo en Colombia, nos fuimos a vivir a Girardot y allá éramos desplazados por la violencia. En ese momento éramos seis hijos, nos fuimos a vivir en un hotelito que era una pensión prácticamente, durante un largo rato, por lo menos dos años.

De ahí en adelante mi familia comenzó a despegar con unos pequeños almacenes de ropa para hombre, donde todos íbamos a trabajar. Yo hablaba estos días en España que es muy importante enseñarles a los hijos la disciplina del trabajo. Todos (él y sus hermanos) en los mejores colegios de Girardot pero teníamos que ir a trabajar en el almacencito”.

V.L.: ¿Siempre fue un estudiante aplicado?
M.E.P.: “A partir de los 10 años sí. Mientras tanto no, fui bastante desaplicado, pero a partir de los 10 si fui muy aplicado. Toda una vida fui el mejor estudiante, pero eso no quiere decir que no fuera rumbero.

En Girardot si usted no salía de rumba no lo miraban las chicas. Hacía mucho deporte, fui campeón local de los 100 metros planos, fui también muy buen nadador, que lo sigo siendo”.

V.L.: ¿Cuándo empezó el amor por la ciencia?

M.E.P.: “Mis padres me regalaron unos cuentos y uno de ellos decía ‘Luis Pasteur: descubridor de vacunas, benefactor de la humanidad’. Y a mí se me quedó eso de niño. En esencia lo que uno debe hacer es tener un sueño, una meta, un proyecto. Que es lo que la gente llama después la vocación. Y dedicarse a conseguirlo. Entonces a mí mis padres me regalaron unos cuentos, a los 9 años, y a mí me llamó mucho la atención eso.

Y nunca cambié, para nada. La gente no me ha visto incursionar en política y eso que todos los políticos han querido que los apoye. Nunca jamás me han visto que quiera ser multimillonario porque eso no es lo mío tampoco, lo mío es la ciencia. Qué mejor que descubrir vacunas para toda la humanidad y que luego le digan a uno benefactor de la humanidad. Eso no lo tenemos muchos”.

V.L.: ¿A qué edad se graduó como bachiller?

M.E.P.: “Yo terminé el bachillerato a los 17 años, a mí me echaron del colegio no por mal estudiante, fui el mejor estudiante siempre, sino porque se me ocurrió pedir que echaran al rector y eso como que no era permitido.

La primera huelga de colegios la organicé yo en 1964 en Girardot, cuando eso no se usaba. Al mes y medio salí a buscar colegio en el último año, y por eso terminé en un colegio al cual le tengo mucha gratitud que se llama Colegio José Max León, pero mi colegio era el Departamental de Girardot.
Inmediatamente comencé a entrar a la universidad, pasé en todas las universidades, no era difícil para mí. En la Nacional pasé en el puesto 17, en la Javeriana, pasé y en el Rosario, pero me quedé en la Nacional por múltiples razones. Una de ellas era que había que ingresar a la que tuviera menos costos porque los otros hermanos debían ingresar también. El primer semestre comencé a hacer ciencia”.

Lo de la ciencia iba en serio

V.L.: ¿Quién fue Manuel José Gaitán?
M.E.P.: “Él era el hermano de Jorge Eliecer Gaitán. Mis padres tenían un hotelito en Girardot, donde en la planta baja vivíamos nosotros y en la de arriba llegaban los pasajeros y allá iba a comer el médico Manuel José Gaitán. Había estudiado medicina en Colombia y se había especializado en gastroenterología en Hamburgo y fue, junto con mi padre, los que me abrieron el mundo.

V.L.: ¿Quiénes fueron sus mentores?
M.E.P.: “Desde chico, estando en la secundaria, ya soñaba con irme a estudiar a la Universidad de Heidelberg (Alemania) o la Universidad de Giessen (Alemania), y luego fui migrando hacia las universidades norteamericanas. Entonces ellos dos fueron los que manejaron mi mundo para yo poder ser lo que soy hoy.

Comencé a hacer ciencia en el primer semestre y en el tercer semestre de medicina me uní a la Fundación Rockefeller. Y allí había un gringo que dijo: ‘este muchachito no es tan tonto, después de todo’. Yo ya hablaba inglés y por la misma razón lo ‘chapuceaba’.

Él me adoptó, Ronald Mackenzie, y me mandó enseguida a la universidad más grande y mejor del mundo, una de las tres universidades mejores del mundo que es Yale. Ahí vieron que prometía y me mandaron a la universidad Rockefeller de Nueva York y en ese sitio tuve dos premios nobel como profesores míos. Henry Kunkel y Gerald Edelman”.

V.L.: ¿Cuándo inicia sus investigaciones para crear la vacuna contra la malaria?
M.E.P.: “Yo comencé cuando inicié con los dos premios nobel. El instituto (Fundación Instituto de Inmunología de Colombia) surgió como consecuencia de la creación, desde 1972, de la sección de inmunología. Esa la cree yo, siendo estudiante, en el Hospital de San Juan de Dios. Eso se convirtió en 1980 en el Departamento de Inmunología, y luego en 1984 se creó el Instituto de Inmunología”.

En busca de la perfección


V.L.: ¿Por qué donó su primera vacuna contra la malaria?
M.E.P.: “Ahí le establecí al mundo un principio ético, que es lo que también debe tener uno. Si lo que yo aplico viene desde 1772, son 350 años de historia científica. Desde ahí comienza la historia de cómo hacer vacunas. Si eso viene así y yo soy un heredero vertical de eso, con qué autoridad moral, sólo por el hecho de haber resuelto uno de los problemas, al final puedo yo quedarme con todo.
El conocimiento siempre es universal y siempre debe ir para el bienestar de la humanidad. Punto. Es así mi manera de pensar. Que haya quienes quieran enriquecerse con eso, allá ellos, pero yo no. El conocimiento es universal, se basa en hallazgos desarrollados por otros, debe ir para la humanidad, y prácticamente sin costo alguno. A mí me pagan muy bien en todas partes del mundo, para qué quiero más”.

V.L.: ¿Qué pasó con esta vacuna?
M.E.P.: “La organización mundial de la salud no hizo nada con la vacuna. Esa es la razón por la cual estamos desarrollando unas nuevas. Es que no es una, nosotros inventamos un método para hacer vacunas.

La malaria es el modelo con el cual uno trabaja, es la que va más adelante. Pero viene atrás también tuberculosis, hepatitis C, método diagnóstico de Papiloma”.

V.L.: ¿Qué porcentaje de efectividad tiene la nueva versión?
En un año y medio estaremos probando la vacuna en humanos. La primera vacuna protegía hasta el 40% de la gente vacunada. La gente dice que por qué no protegió el 100%, pero las cosas nunca jamás pueden ser al 100% en el primer ‘tortazo’. Usted va encontrando los caminos.

Si después de 35 años no salgo con el 100% significa que en algún sitio me perdí y eso ya es cuestión de conocimiento, de coeficiente intelectual o de circunstancias externas. Va a ser de una sola dosis, no habrá refuerzos. La duración ya sabemos que es de tres a cinco años, porque ya hicimos los experimentos”.

V.L.: ¿Cuál es la importancia de este nuevo descubrimiento?
M.E.P.: “Es un hecho sin precedentes en el mundo porque no va a haber casi experimentación en el desarrollo para vacunas contra la tuberculosis, hepatitis, Sida o Leishmaniasis. Será sólo aplicar las fórmulas y hacer dos o tres ensayos. Lo de la evaluación es lo de menos, lo importante es que otra gente lo repita con otras enfermedades. Si la rueda funciona, puede ser para un triciclo o para rueda de chicago”.

V.L.: Usted le quiere transmitir un mensaje a las futuras generaciones, ¿Cuál es?
M.E.P. “Primero que todo que tengan una meta, que tengan un propósito y que luchen toda la vida por alcanzarlo sin ‘neurotizarse’ por eso. Eso se hace con disciplina de estudio, trabajo y pensamiento manteniendo principios éticos como el respeto a los demás”.

Caja biográfica

Manuel Elkin Patarroyo nació en 1946 en Ataco, un pequeño municipio al sur del departamento de Tolima. A los 9 años se desplazó junto a sus padres y a sus 10 hermanos a Girardot, desplazados por la violencia.

Cursó el bachillerato en Bogotá y en 1965 ingresó a la Universidad Nacional de Colombia, donde se graduó en 1971 como doctor de Medicina y Cirugía. Luego se vinculó a la Universidad de Yale a través de la Fundación Rockefeller de Bogotá.

En 1984 fundó la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, ubicada en el Hospital San Juan de Dios, de Bogotá. Dos años después, Patarroyo y su equipo descubrió la vacuna contra la malaria, también llamada SPF66.

En 1993 el científico colombiano se robó la atención mundial al donar el antídoto a la Organización Mundial de la Salud, rechazando una multimillonaria propuesta de un laboratorio químico. Actualmente, trabaja en la segunda versión de la vacuna contra la malaria, la cual será probada en humanos en el 2014.
Publicada por
SONIA LUZ SUÁREZ SALAZAR

No hay comentarios.:

Publicar un comentario