sábado, 29 de septiembre de 2012

¿ECOLOGISMO O ECOLOGÍA?


El ecologismo, no la ecología, se ha convertido en una fuente de jugosos ingresos para ciertos grupos cuya mayor habilidad, quizá la única, consiste en atizar esa especie de histeria colectiva en que han convertido la protección del ambiente y de los recursos naturales, pero sin que se sepa bien de que se trata su alharaca, impecablemente barnizada de verde, detrás de la cual se ocultan intereses enormes, comerciales, estratégicos, políticos y hasta militares, por extraño que parezca. 

Que el interés comercial prima sobre la protección ambiental y de recursos naturales queda demostrado más allá de toda duda cuando es el mismo Estado colombiano el que declara “reserva estratégica para la explotación minera” 17.6 millones de hectáreas de bosque amazónico sin que ninguno de los autodenominados grupos conservacionistas haya dicho ni una palabra al respecto.

Los argumentos presentados para tal declaratoria son verdaderamente ofensivos: Que la minería ilegal y de pequeña escala debe ser reemplazada por una altamente tecnificada y respetuosa ambientalmente, como si fuera posible extraer minerales sin destruir la selva, como si la llaga que constituye el Chocó, técnicamente sobreexplotado, envilecido, envenenado y empobrecido no existiera. Como si la extracción manual de unos cuantos gramos de mineral fuese más dañina que la automatizada de centenares de toneladas. Digan lo que digan los calanchines de la megaminería, no es posible hacerla sin afectar gravemente el ambiente. 
  
No hubo en el Chocó ninguna defensa para nuestros recursos ni para la población, pero si ríos de dinero que fueron a parar a los bolsillos de las compañías extranjeras que ahora aspiran a repartirse la torta del Amazonas. Dinero que con toda seguridad alcanzó para suavizar los escrúpulos de los encargados de autorizar el asalto, si es que alguien los tuvo alguna vez, de la misma manera en que las farmacéuticas corrompen sistemas de salud enteros, elevan condiciones naturales como el envejecimiento a la categoría de enfermedad  y hacen cualquier cosa para eliminar la competencia, todo con el silencio cómplice de quienes deberían defendernos. Los conservacionistas no estuvieron ni están ahora cuando y donde se les necesita.  
  
Tampoco han dicho nada sobre los cultivos de palma aceitera que desertifican tierras de cultivo y que contaminan con fertilizantes y pesticidas caños, ríos y lagunas a lo largo y ancho del país. No tuvieron ninguna importancia los miles de muertos y desplazados de Curvaradó y Jiguamiandó que hoy se hacinan y aguantan hambre en los extramuros de Bogotá, Cali y Medellín mientras los usurpadores posan de esforzados agricultores y reciben jugosos dividendos por el aceite para producir biodiesel, cremas y jabones que después nos venden en cajitas de colores con nombres en inglés y, como no, por el negocio de moda, los bonos de carbono, el mayor contrasentido ambiental de la historia.

No me merecen ninguna credibilidad estos grupos, y seguramente a ningún colombiano inteligente, por lo menos hasta que las personas tengan un valor mayor o igual al de las ranas, micos, sapos y culebras que con tanta vehemencia dicen defender. O hasta que tengan el valor de plantársele, sin patrocinios ni fanfarrias de ninguna clase, a los que nos cambian riqueza por enfermedad, miseria, desiertos, sequías y lodazales fétidos.

Fernando Márquez


El hombre que con documentales muestra el 'estado fatal' del planeta

>> Leer artículo original en EL TIEMPO

'Asociaciones ecologistas se inventan extinciones para captar recursos'
Aspectos de la selva del Amazonas, el bosque tropical más grande del mundo.

Fernando López Mirones estuvo como invitado especial en el festival de cine ambiental Festiver.

Fernando López Mirones supo desde niño lo que quería hacer cuando fuera grande: biólogo y zoólogo. Recuerda que en Canarias, donde pasó su infancia, oyó por primera vez el rugido de un león en un zoológico local y ese ruido del más mediático de los animales lo metió para siempre en la naturaleza. Pero nunca hizo ciencia. Tenía otra intención: estudió biología para hacer documentales.

López Mirones es uno de los documentalistas más importantes del mundo y, sin duda, el más polémico de España. Más de un centenar de producciones han logrado llamar la atención sobre lo que él denomina el "estado fatal" de nuestro planeta. También es escritor y creador de guiones, muchos de ellos producidos por National Geographic, la BBC o Survival.
Dice que es como la reencarnación de Félix Rodríguez de la Fuente, famoso naturalista y ambientalista español del siglo XX, pionero de la defensa de la naturaleza en su país. Y se define como "hijo" de Jacques Cousteau, el cineasta e investigador francés. "La primera vez que vi uno de sus documentales, yo era un niño, pero identifiqué de inmediato que eso era lo que quería hacer en la vida", dice.
López Mirones fue uno de los invitados especiales del festival de cine ambiental Festiver, que se llevó a cabo recientemente en Barichara (Santander) y donde enseñó a sus pobladores algunos de los secretos de su éxito.
Muchos cineastas y productores dicen que el documental de naturaleza está hecho para dormir la siesta, que es como un subproducto, porque argumentan que no alcanza a ser cine y tampoco ciencia. ¿Qué les dice?
Te respondo así: los dos premios más importantes del mundo, el Óscar y el Nobel, obtenidos de forma simultánea, solo los ha logrado un documental: Una verdad incómoda, de Al Gore.
¿Qué tantos cambios puede generar un documental de naturaleza entre la gente joven?
No lo sé con certeza, pero yo no cambio la emoción que siento al ver la reacción de un niño cuando ve un delfín, un rinoceronte o un león. Son imágenes que entran directamente al alma. Siempre uso una frase: lo que no se ve no se ama, y lo que no se ama no se puede proteger.
¿Ha notado cambios en políticas públicas cuando se muestran imágenes inéditas, ya sean suyas o de colegas extranjeros?
Basta ver el caso de La Cueva (The Cove), que denunciaba los asesinatos de delfines en Japón. A raíz de esta producción, el gobierno nipón decidió controlar esta práctica en ese país. En 'El mono egoísta', uno de sus documentales más reconocidos, usted plantea que el hombre es el principal enemigo de la Tierra.
¿Cree que las cosas podrían cambiar algún día?
Una plaga es un ser vivo que se reproduce sin control y que acaba destruyendo el lugar donde vive. Según esta frase, ya se imaginará lo que pienso al definir al hombre. Mientras seamos la especie dominante, las cosas nunca van a cambiar. La evolución biológica nos ha creado muy lentamente, a paso de tortuga, como un ser increíble y único, pero la evolución cultural ha sido muy rápida, como una liebre. Todo lo que había hecho la tortuga, la liebre lo echó por la borda.
¿Cuál debería ser el mensaje para para que la gente reaccione?
Como documentalista, no mostrar solo tragedias, porque si digo que todo está acabado, cualquiera pensará: "Sí, todo está acabado, ya no hay nada que yo pueda hacer por corregirlo". Siempre es bueno mostrar una dosis de esperanza.
Mencione una acción que quisiera desarrollar a favor de la naturaleza...
Reducir el consumo de nuevas tecnologías. Sueño con una campaña que logre poner de moda entre la gente tener el teléfono celular más antiguo. Así se conseguiría el efecto de mercadeo inverso; tengo el más antiguo, soy el mejor. El poder de la gente es impresionante; una marca puede derrumbarse en 24 horas cuando la masa se pone de acuerdo. ¿Qué tal si compráramos solo aquello que cuida el mundo?
Después de más de 130 documentales y después de recorrer el mundo, ¿cuál cree que es el ecosistema más afectado?
El mar, que es el 70 por ciento del planeta. Contra lo que la gente cree, el 80 por ciento del mar es un desierto; se supone que está lleno de peces, pero no es así. Hay vida en pocos sitios y eso lo saben bien los pescadores, que van a los sitios donde pueden sacar los mejores recursos. Pero el exceso de presión y los problemas que ha generado la sobrepesca nos tienen al borde de una emergencia.
En otra de sus producciones, llamada 'Ultimatun', usted desmiente que el atún rojo esté en peligro de extinción, como lo dicen muchas organizaciones. ¿Qué fue lo que realmente descubrió?
Descubrí una campaña mediática del príncipe Alberto de Mónaco y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) para confundir a la opinión pública, con la que daban a entender que el atún se iba a extinguir en el 2012. Yo los desmentí y por eso vetaron mi película. Todo a pesar de que Ultimatun tenía razón; hace pocos días, los científicos confirmaron que las poblaciones de atún han crecido.
¿Qué interés había en crear una alarma falsa?
Las asociaciones ecologistas son una nueva religión, captan muchos fondos de donantes, que incluso reciben descuentos en impuestos por entregarles dinero para que trabajen por la protección de una u otra especie. Por eso, ellas suelen inventar extinciones para recibir recursos, para que el negocio de la conservación prospere. Las alarmas falsas les generan ingresos. Precisamente, para denunciar esto voy a hacer un documental que se llamará El negocio de la extinción.
¿Por qué pasan inadvertidos esos supuestos engaños?
Porque los ecologistas, voceros de estas organizaciones, gritan más que los científicos, que muchas veces tienen los verdaderos datos.
¿Hay engaños solo en los datos del atún rojo?
En casi todas las especies ícono, como tigres, osos, zorros, elefantes o ballenas hay datos errados o exagerados. No quiero decir que no estén en situación grave, pero el problema es menos trascendental de como se cuenta.
¿Está de acuerdo con la conservación a ultranza o con el desarrollo sostenible?
Con el desarrollo sostenible. A un indígena no le puedes decir que no capture un mono o a un campesino que no salga a pescar. Los esfuerzos no deben centrarse solo en evitar que no se toque nada, sino en invitarlos y a formarlos para que capturen y pesquen, pero con responsabilidad. A veces la protección excesiva, en lugar de conservar, impulsa la ilegalidad.
¿Cómo definiría el ecologismo actual?
Ha sido importante, porque, si no existiera, creo que ya no quedaría nada. Pero hay un sector que ha adquirido un perfil parecido al de los sindicatos: crean una necesidad que no existe para justificar su propio trabajo. Hay una parte del ecologismo que se ha vuelto sensacionalista, ha creado una nueva inquisición, en la que si no se dice lo que ellos quieren oír, todos somos condenados.
¿Ha pensado en Colombia para filmar un documental?
Claro que sí. Quiero hacer uno que tenga menos Bolívar y más jaguar. Lo que he visto en Colombia no tiene comparación. El mundo se quedaría perplejo con lo que tiene en naturaleza. Creo que hablar bien de Colombia también sería contribuir de alguna forma con la paz del país. Se llamará El secreto del Dorado.
¿Por que vale la pena hacer un documental de naturaleza?
Me gusta mostrarles a las personas sitios que parecen increíbles o que nadie sabe que existen. Mi objetivo ha sido siempre meter los parques naturales en las casas. Es una forma, a la vez, de fomentar la conciencia sobre el patrimonio natural.
¿Se considera afortunado de poder hacer ese trabajo?
Sí, pero es una profesión difícil; cuesta mucho que la gente crea en ti.
¿Cuál debe ser el principal ingrediente de un documental de naturaleza?
La credibilidad. Supongo que has escuchado aquella conversación, en un bar o en cualquier parte, en la que la gente dice: "Eso es cierto, yo lo vi en un documental".
Javier Silva Herrera
Redactor de Vida de hoy






jueves, 20 de septiembre de 2012

Ciclo de Conferencias de Profesores Distinguidos en la UNAM

El Profesor Patarroyo fué invitado a un ciclo de conferencias en la Universidad Autónoma de México, UNAM, junto a un grupo de distinguidos Profesores, Premios Nóbel entre ellos, con el objeto de buscar soluciones a los grandes problemas de la humanidad. 

Quienes ponen en duda la credibilidad del Profesor Patarroyo en el ámbito científico universal tienen aquí una clara respuesta de esa comunidad a su maledicencia.



miércoles, 19 de septiembre de 2012

EL ARTÍCULO QUE SI APARECIÓ Y LA DISCULPA QUE NUNCA LLEGÓ


Alejandro Gaviria, hoy Ministro de Salud, escribió en febrero del 2011 una columna en la que descalifica el trabajo de Patarroyo y su grupo de la siguiente manera: 


"La prensa colombiana informó en octubre pasado que, después de muchos años de promesas rotas y anuncios falsos, la revista científica Chemical Reviews publicaría, en enero de este año, un artículo con una noticia extraordinaria: la vacuna de Patarroyo era por fin una realidad, mostraba una eficacia de 95%.
  
La noticia salió por todas partes. Varios comentaristas radiales dijeron que Patarroyo había vencido la maledicencia envidiosa de sus compatriotas y había mostrado claramente que sí, que es posible hacer ciencia en el Tercer Mundo: “Presentamos en el parque de Investigaciones Biomédicas de Barcelona los resultados que nos permiten un futuro bastante promisorio de la vacuna contra la malaria…la idea es que este sea un descubrimiento de Colombia para el mundo. Si se vende sería a un precio muy bajo, sin exceder los 15 centavos de dólar”, dijo Patarroyo.

Patarroyo lleva diciendo lo mismo durante casi 30 años pero esta vez, ¿quién iba a pensarlo?, los medios también le creyeron. Muchas décadas de promesas vanas no parecen haber minado su credibilidad. Las cosas no han cambiado mucho, sin embargo. Chemical Reviews no publicó el mencionado artículo. Ni en enero. Ni en febrero. Seguimos, pues, esperando la vacuna. O al menos alguna noticia sobre la misma. Esta es una historia eterna, de nunca acabar. Al túnel de La Línea, al canal interoceánico, a la navegación por el río Magdalena, a la descontaminación del río Bogotá, tendremos que sumarle ahora la vacuna de Patarroyo."


COMENTARIO:  Por razones de diagramación e impresión, el artículo científico a que se refiere la nota apareció el 25 de marzo de 2011, un mes después de escrita, bajo el título Structural and Immunological Principles Leading to Chemically Synthesized, Multiantigenic, Multistage, Minimal Subunit-Based Vaccine Development, cuyo abstract se puede leer aquí:

Chemical Reviews

 Chemical Reviews es una de las publicaciones científicas más importantes del mundo.  Ocupa actualmente el 5º lugar entre más de 40000 revistas científicas internacionales. El Factor de impacto de esta revista es 40,197, muy por encima de las publicaciones y columnas locales.   

Sería saludable que, aunque sea un año y medio después, el ahora Ministro reconozca con hidalguía y altura su yerro y le dé a Patarroyo y a la FIDIC el crédito que por mala leche, precipitud y desinformación omitió darles, además, ojalá, del apoyo financiero que sistemáticamente se les ha venido negando. La alta dignidad que ahora ocupa el Sr. Gaviria le impide -o debería-  asumir posiciones personales que vayan en contra de la poca investigación verdaderamente de punta que se hace en el país, de la que la FIDIC aporta cerca del 40%.  

Al túnel de La Línea, al canal interoceánico, a la navegación por el río Magdalena y a la descontaminación del río Bogotá, no podemos sumarle ahora un Ministro que anteponga sus prejuicios y resentimientos al interés general, no solo de Colombia sino del mundo. 

Fernando Márquez