lunes, 17 de febrero de 2014

Manuel Elkin Patarroyo, toda una vida investigando la malaria


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Febrero 16 - 01:42 pm / Duración: 0:12:55


Foto: El Espectador

El científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo, invitado a Mesa Blu, habló del por qué de su “obsesión” por estudiar la malaria, una enfermedad que anualmente afecta de 200 a 300 millones de personas en el mundo”.

“Nosotros empezamos a trabajar el tema de la malaria en enero 3 de 1980, es decir, ya llevamos 34 años y la razón es porque esta enfermedad es uno de los más grandes problemas de salud pública del mundo”, dijo Patarroyo.

El investigador colombiano explicó en qué consiste la enfermedad, que también es llamada “paludismo”, y cómo es el actual tratamiento que se hace a base de “la quina” y la “artemisina”.

Patarroyo y el lío de la prohibición de micos en investigaciones


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Febrero 16 - 02:07 pm / Duración: 0:17:37


Foto: El Espectador

El científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo asegura estar muy cerca de conseguir la vacuna contra la malaria. Sin embargo, Un fallo del Consejo de Estado le quitó el permiso para usar los monos del Amazonas en sus investigaciones.

Patarroyo explicó detalladamente por qué el mico es el animal más útil a la hora de estudiar enfermedades por tener un sistema inmunológico similar al de los humanos.

Agregó que no se explica el porqué de la determinación del Consejo de Estado si en la fabricación de casi “todas las vacunas utilizan este tipo de animales”, como es el caso de la vacuna contra el polio y contra la hepatitis A y B.

“Todas han sido probadas en micos porque no hay otra manera. Algunos llegaban y decían que se puede utilizar modelos computacionales. Yo que trabajo con moléculas y átomos, sé que escasamente puede uno predecir donde está localizado tal átomo o tal molécula”, explicó.

Dijo que en estos casi 35 años de investigaciones ha utilizado un total de 25 mil micos, de los cuales solo se ha muerto el 5 por ciento. Patarroyo, además, explicó cómo es el proceso para investigar en estos animales.

“Lo primero que se hace es que se vacuna el miquito con la molécula que uno cree que va a funcionar y como manda la vacunología, uno le tiene que dar las tres dosis y esperamos 20 días después de la última dosis. En la última dosis, se le inocula el parásito en la vena al animal y luego  a partir del día cinco se le toma una gota de sangre y si hay parásito significa que se infectó y que esa vacuna no sirve y entonces inmediatamente se trata el animalito para que se cure”, aclaró.

Aseguró que en este procedimiento el animal no sufre porque una vez el animal se mejorar se libera cerca al sitio de captura, tal como lo revela un estudio de la Universidad de Colombia.

El científico manifestó que alrededor de este tema se han dicho muchas mentiras como que los micos salen infectados e infectan a las poblaciones aledañas, como indígenas, en el Amazonas.

Al respecto dijo: “esta posición es de una ignorancia supina” y explicó que no hay manera que esto se presente porque “los mosquitos que hay en la zona no producen malaria”.

“Fuera de eso, la cepa con la que nosotros trabajamos, no produce parásitos para ser infectivos con el mosquito”, aclaró al agregar que el número de micos no ha disminuido con los experimentos.


¿Cómo salvar la investigación de Manuel Elkin Patarroyo?


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El invitado de Mesa BLU, Manuel Elkin Patarroyo, aseguró que su único interés es dejar algo bueno a la humanidad y que si no es en Colombia donde se puede adelantar la investigación, “hay que desarrollarlo en otros lugares”.

 El investigador explicó que tiene una oferta para llevar sus estudios a Ecuador pero dejó claro que es una decisión que no ha tomado. “Tengo hasta marzo para responder a la invitación y aún no sé la respuesta, es algo difícil porque yo amo a mi país”, aseveró.





domingo, 16 de febrero de 2014

Experiencias que cambian vidas: la mezcla de inteligencia, trabajo y bondad

      mundiarioESPAÑA


"El futuro depende de nuestras elecciones. Podemos mirar a otro lado dejando solos a personas que han entregado su vida por los demás, como demostró Patarroyo rechazando un talón en blanco por su vacuna; esperar a que una multinacional encuentre  por fin una vacuna que nos venderán a precio de oro; o hacer algo como Miravete, Prados o Merrifield para que la labor de gente como el Dr. Patarroyo fructifique."



Por el 10 de febrero de 2014 en · 


Autor

Eva Villaverde
Arquitecto técnico y funcionaria. Master en Rehabilitacion Arquitectónica y master en Dirección y Gestión de Empresas. Colaboradora de MUNDIARIO.
El doctor Patarroyo.
El doctor Patarroyo.
Entre mis tesoros está un libro, una dedicatoria y una cena con Patarroyo, Pilar del Rio, Saramago, Agustín Ibarrola, Eduardo Riestra... hasta nueve personas, partícipes en la historia que sigue.

Cuando en el año 2004 el presidente de la Asociación Amigos de la Casa de las Ciencias, Enrique Montero, decidió que fuera yo la representante de la Asociación en el Jurado de los premios Prisma de divulgación científica, le dije que me sobraba pasión por la Ciencia pero me faltaban conocimientos. Su respuesta fue que justo de eso se trataba, de premios que acercaran la Ciencia a la gente normal.

De ahí salieron unos meses intensos en que me levantaba, comía y dormía leyendo todo lo que me recibia de la AACC; especialmente ilustrativos fueron los manuscritos que optaban al premio de textos inéditos y de ellos recuerdo tres, uno sobre el descubrimiento del cornezuelo del centeno y la peste, al mismo tiempo que empezaron a aparecer por toda la casa manchas negras en los sitios más inverosibles: platos, muebles, ropa, sábanas… no podía creer lo que estaba pasando ¿estábamos de nuevo en tiempos de brujas…? El misterio duró varios días, hasta que descubrí que una tanda de fotocopias de artículos que optaban a uno de los premios, tintaba mis dedos; el que simultaneara el pelar patatas u otras labores en casa, para ir leyendo alguno de los artículos, hacia el resto.! Uf ¡misterio resuelto, pero quedaba al descubierto otro todavía no resuelto, sobre un personaje que la prensa decía era el “descubridor” de la primera vacuna sintética “que no había funcionado” o eso querían vendernos.

Las más de 500 páginas del manuscrito de J. J. Garcia Miravete, un periodista madrileño, sobre la vida de Patarroyo, eran un cúmulo de fechas, nombres y datos que relataban una historia que demostraba como la realidad supera a la ficción: un científico colombiano en el año 1987 donaba a la OMS la SPF66, la primera vacuna sintética, contra la malaria, una enfermedad que afecta a 200 millones de personas y provoca 2 millones de muertes, sobre todo en países tercermundistas, pero tenia que venderse a precio de costo (menos de 1 euro) y producirse en Colombia

En el manuscrito se relataba con nombres, fechas y testigos, como se le había intentado comprar al investigador, para poner en el mercado dicha vacuna, incluso con preciosas mujeres a la que el investigador parecía ser vulnerable.

La OMS cuyos intereses quedaron muy a la vista con ocasión de la gripe A, torpedeó varios años dicha vacuna. En el ensayo en La Tola (Colombia) -diseñado por Pedro Alonso en su periodo de trabajo con Patarroyo y que se publicó (The Lancet, 20 de marzo de 1993)-, la primera Spf66 aportó un 77% de eficacia en menores de cuatro años, un 67% en mujeres de 45 años, y una protección global entre todos los inmunizados del 38,8%, sin provocar efectos colaterales. Solo con esa vacuna cada año se habría salvado mas de un millón de vidas. ¿Qué oscuros intereses dominan nuestra salud?

El libro que salió publicado por Ed. del Viento en el 2005 “Patarroyo, pasión por la vida” es una versión reducida del manuscrito y su prólogo está escrito por Bruce Merrifield, premio Nobel de química del 84 quien reconoce que hay mucha gente inteligente, mucha gente trabajadora, mucha gente buena pero muy poca gente que reúna estas tres cualidades. Patarroyo, como queda al descubierto en el libro, no es perfecto, pero es un hombre con unas cualidades científicas excepcionales, una formación intensa a lo largo de toda su vida y sobre todo un hombre bueno.

Contra viento y marea, con equipos de investigación entregados a su labor y muchas veces sin cobrar, la vacuna siguió progresando y la actual Colfavax se aproxima al ideal 99%

En el año 1956 un equipo norteamericano en el Hospital Gorgas de Panamá encontró que el “aotus” era la única especie susceptible al desarrollo de la malaria humana, quizás porque vive a 30 m. de altura sobre el suelo amazónico y nunca entra en contacto con mosquitos anofeles hembra, trasmisores de la malaria. Los protocolos dicen que antes de los humanos hay que probarla en animales, pero no podrá hacerse porque después de 7 denuncias archivadas, la octava ha conseguido que no se le deje utilizar monos aotus, los que se estaban utilizando, luego se curaban y eran devueltos a su hábitat. La pretendida creación de una granja de dichos monos, supone un mazazo a la investigación teniendo en cuenta la dificil reproducción en cautividad, y que su sistema inmunitario no estaría completo.

En los últimos años el trabajo del doctor Patarroyo ha consistido más en apartar piedras del camino que en investigar. Hoy he recibido en mi correo dos cartas, una del rector de la Universidad Pública de Navarra (1995/03), Antonio Pérez Prados, y otra del autor del libro, J. J. García Miravete, dirigidas al presidente del Consejo de Estado de Colombia, Alfonso Vargas Rincón, pidiéndole que reconsidere una medida que atenta contra el derecho a la salud y bienestar de toda la Humanidad.

Y nosotros. El futuro depende de nuestras elecciones. Podemos mirar a otro lado dejando solos a personas que han entregado su vida por los demás, como demostró Patarroyo rechazando un talón en blanco por su vacuna; esperar a que una multinacional encuentre por fin una vacuna que nos venderán a precio de oro; o hacer algo como Miravete, Prados o Merrifield para que la labor de gente como el Dr. Patarroyo frutifique.


miércoles, 12 de febrero de 2014

APOYO INTERNACIONAL PARA LA FIDIC


Una de las muchas muestras de apoyo que ha recibido el Profesor Patarroyo desde otros países en los que probablemente se entienda más y mejor la tragedia humanitaria que constituyen los más de un millón de muertos por malaria cada año.  

Ojalá los señores miembros del Consejo de Estado encargados de hacer justicia puedan realmente hacerla, no desde la perspectiva de ciertos intereses foráneos sino desde aquella que tiene la humanidad más pobre y vulnerable del mundo. Ojalá. 





martes, 11 de febrero de 2014

Respetando a Patarroyo - Patarroyo es orgullo de Colombia.

  » Leer en ELESPECTADOR.COM

 Rafael Orduz 10 Feb 2014 - 9:40 pm

Rafael Orduz

“¿Vencido? ni aun vencido”, le decía su padre de cara a las vicisitudes. A sus 67 años, edad de retiro, Manuel Elkin Patarroyo, nacido en Ataco (Tolima), sigue metido en sus laboratorios, investigando, creando escuela, publicando en las mejores revistas de ciencias en el mundo.
Por: Rafael Orduz

En un país afecto a admirar el ombligo propio, Patarroyo ha jugado siempre en la escena global de la ciencia. Desde muy joven se vinculó con la meca de la investigación biomédica, la Universidad Rockefeller, campus de notables ganadores del Nobel en medicina y química. A sus 19 años trabajó con el director del programa de investigación virológica de ese centro en Colombia. Desde entonces, Patarroyo manifestó su pretensión de hacer vacunas químicamente y no por la vía clásica, la biológica. Becado entre el 68 y el 71, ha mantenido el contacto estrecho con la Rockefeller, de la que es profesor adjunto.

    Manuel Elkin Patarroyo - Fotografía de EL ESPECTADOR

Ha construido escuela de investigación. En su entorno se han formado alrededor de mil científicos colombianos, de los que unos 450 están laborando hoy en prestigiosos centros de investigación como el Instituto Karolinska (Estocolmo), en la U. de Uppsala, en las universidades de Berlín, Göttingen, Passau, en el Instituto Scripps (California), en Suiza. En Colombia se han otorgado 35 títulos de doctorado y 123 de magíster a discípulos suyos.

Él y su equipo cuentan con, al menos, 315 publicaciones en revistas científicas de primer nivel. Un ejemplo es la Chemical Reviews, una revista de la American Chemical Society, catalogada por ISI* como la cuarta del mundo en impacto científico, en la que ha publicado tres veces (de América Latina, en 80 años, ha habido, en total, diez artículos), luego de superar el filtro implacable de pares científicos de primer nivel. Igual en revistas de excelencia como Lancet, Nature y Science.

Hablé con MEP el viernes pasado. En medio de la charla, llegó la comunicación de una nueva publicación aprobada por pares y disponible a partir de ayer en redes de acceso abierto.
Es titular de nueve patentes otorgadas por la Uspto, la oficina de patentes de los Estados Unidos, número equivalente a lo que Colombia, en conjunto, obtiene en un año promedio.

La investigación científica es maratónica. Los avances de la ciencia resultan de esfuerzos sostenidos, de prueba y error, resultantes de siembras de generaciones enteras, de paciencia, tenacidad y colaboración. Las investigaciones que se le publican a Patarroyo en la actualidad están dedicadas a establecer metodologías lógicas y racionales para el desarrollo de vacunas.

¿Pretencioso? Mucho. Cada año se generan 300 millones de casos de malaria en el mundo y 1,3 millones de muertes. Al buscar la comprensión del parásito, la manera en que impacta el organismo y el desarrollo de vacunas químicamente sintetizadas, Patarroyo aspira a romper la cadena mortal de la malaria.

Patarroyo es orgullo de Colombia.
  • Rafael Orduz* Information Sciences Institutes / Journal Citation Report, 2013. / | Elespectador.com


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NOTA: Resulta algo tranquilizador ver que en Colombia si hay personas capaces de entender la larga y desigual lucha del Profesor Patarroyo, las dificultades y enemistades que le ha costado librarla, y, sobre todo, el darle relieve a la certeza de que nunca se rendirá. 

Poderosos son sus enemigos, en dinero y patrocinios, pero no en inteligencia, capacidad de trabajo ni espíritu de lucha. Podrán invertir mucho más tiempo y dinero, miles de millones, en perseguirlo, acosarlo y obstaculizarlo pero al final tendrán que rendirse ante la evidencia y reconocer que todo lo que hicieron no fue suficiente para impedirle cumplir con su objetivo de salvar vidas humanas, las de aquellos cuya única esperanza está en tener acceso a vacunas gratuitas.

¿Habrá alguna empresa farmacéutica capaz de invertir muchos años de trabajo y mucho dinero sin esperar nada a cambio? si es así, me gustaría conocerla.










domingo, 9 de febrero de 2014

Manuel Elkin Patarroyo vive la peor de sus pesadillas

» Ver en LaTarde.com

Sábado 08 de Febrero de 2014 - 06:54 PM

Un fallo del Consejo de Estado le suspendió su trabajo con los micos del Amazonas, claves en la experimentación para encontrarle cura a la malaria. Entrevista en video.

A pesar de haber recibido las más altas distinciones mundiales por su trabajo con la malaria, de ser visitado por reyes, príncipes, jefes de Gobierno y muchos Presidentes, y luego de haber publicado 400 artículos científicos, hoy su trabajo está en veremos.

Publicada por LaTarde.com / Colprensa: Arcadio González Ardila

“Fuerzas oscuras quieren que no terminemos nuestra investigación”

» Leer en  VANGUARDIA.COM

Quienes deseen conocer el texto del estudio que menciona el Profesor Patarroyo titulado "RESUMEN EJECUTIVO DEL CONVENIO 10F/2011 - PROYECTO: Estudio del género Aotus al sur de la amazonia colombiana Fase I (CAMPO) puede hacer clic  AQUÍ.  

Fernando Márquez

¿Entonces cuál es el argumento de los demandantes?
El argumento es que liberamos a los miquitos infectados con malaria, lo cual es mentiroso, porque si fuera así a los cinco días habrían muerto. El estudio de la Universidad Nacional dice que “de los 169 individuos capturados, 19 (11%) fueron liberados por la Fidic y 3 de ellos han sobrevivido más de tres años, 8 entre 2 y 3 años, 2 entre 1 y 2 años y 2 menos de 12 meses”.

Domingo 09 de Febrero de 2014 - 08:30 AM

Colprensa/VANGUARDIA LIBERAL

“Fuerzas oscuras quieren que no terminemos nuestra investigación”
(Foto: Colprensa/VANGUARDIA LIBERAL)

Un fallo del Consejo de Estado le suspendió su trabajo con los micos del Amazonas, claves en la experimentación, a pesar de que dice que la vacuna sintética está avanzada en 90%. Patarroyo, director de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia (Fidic), atribuye la crisis a “fuerzas oscuras” que no duda son las propias farmacéuticas multinacionales que trabajan hace décadas en el mismo proyecto.

Sobre esto, y la propuesta del Gobierno de Ecuador para que traslade sus equipos a ese país, el científico habló con Colprensa.

- ¿Es cierto que está pensando en trasladar sus equipos de investigación a Ecuador?
En junio del año pasado me reuní con el Viceministro de Ciencia, Tecnología y Desarrollo de Ecuador, quien me propuso irme a dirigir toda la política científica y tecnológica de ese país. La verdad, verdad, lo que más me suena es seguir realizando mis investigaciones en Colombia. Yo lo que creo es que el presidente Juan Manuel Santos y sus asesores van a encontrar una pronta solución a esto, porque es que ya estamos ad portas de entregar la vacuna contra la malaria, y más dilación es un millón 200 mil muertos al año.

- No me respondió: ¿De qué dependería su traslado a Ecuador?
Mi trabajo científico le pertenece a Colombia. Que haya fuerzas oscuras que quieren evitar que este trabajo se termine en Colombia o que haya pequeños enemigos solapados, que para mí son marionetas de las grandes multinacionales, eso es otra cosa. No tiene presentación que en el año y medio que yo mismo me impuse para entregar la vacuna contra la malaria al ciento por ciento, vaya y la entregue desde Ecuador por una situación coyuntural.

- ¿En qué consiste el fallo del Consejo de Estado?
Es un absurdo. Se da credibilidad a que estamos comercializando ilegalmente especies silvestres: que trabajamos con micos peruanos cuando un estudio de la Universidad Nacional de Colombia, terminado en marzo del año pasado, demostró con un 99,99 por ciento de certeza que esos micos son colombianos.

- ¿O sea, el fallo del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, ratificado por el Consejo de Estado, es erróneo?
El fallo dice que la Fidic “incumple los permisos otorgados por Corpoamazonía para la caza (sic) de especímenes ‘Aotus Vociferans’, dado que esa fundación (Fidic) extendió el permiso para la especie ‘Aotus Nancymaae’, que no es colombiana’. Ahí ya hay una imprecisión: ‘caza’ implica muerte, nosotros lo que hacemos es captura de monos. Incluso, el estudio de la Universidad Nacional de Colombia dice: “Se comprueba la presencia de ‘Aotus Nancymaae’ en territorio colombiano. Se estima como altamente probable la existencia de un linaje histórico de ‘Aotus Nancymaae’ al norte del río Amazonas”, lo que significa que no son micos que nosotros hayamos traído del Perú.

- ¿Cómo diferenciar esas dos clases de micos que viven hace miles de años en una zona geográfica compartida por tres países?
El problema es que estos miquitos son iguales, solo se pueden diferenciar por estudios de ADN. Algunos embajadores que nos han visitado me dicen en chiste: ‘Patarroyo, tienes que pedirles pasaporte a los micos’ (risas).

- ¿Entonces cuál es el argumento de los demandantes?
El argumento es que liberamos a los miquitos infectados con malaria, lo cual es mentiroso, porque si fuera así a los cinco días habrían muerto. El estudio de la Universidad Nacional dice que “de los 169 individuos capturados, 19 (11%) fueron liberados por la Fidic y 3 de ellos han sobrevivido más de tres años, 8 entre 2 y 3 años, 2 entre 1 y 2 años y 2 menos de 12 meses”.

A los miquitos se les vacuna, se les mantiene 20 días después, luego se les inyecta el parásito. A los cinco días se verifica si hay parásito en la sangre para tratarlo, pero el animalito no muere. De todas formas los mantenemos en cuarentena porque si no el parásito los mataría en cinco días. Después de la cuarentena les volvemos a dar más tratamiento y luego son liberados.

- ¿Entonces de qué lo acusan?
El delito es que en la zona donde confluyen las tres fronteras (Colombia, Perú y Brasil) es de apenas 320 metros, en un área de siete millones de kilómetros cuadrados.
Lo que nadie sabe es que los micos, para conseguir su comida, cada noche se desplazan 14 kilómetros, y cómo hace uno para detenerlos.

- ¿Usted conoce a la persona que lo demandó?
No, a Ángela María Maldonado nunca la he visto. Sé por los medios que es Administradora de Empresas, que se ganó una beca para estudiar en Oxford Brookes, y luego vino a Colombia a trabajar con micos en Caquetá o Vaupés y de allá salió por amenazas de la guerrilla. Y luego se dedicó a despotricar de nosotros. En su propia página dice que viaja por todo el mundo con una pancarta que dice ‘Salven los micos’, y dice que es científica, pero tiene solo tres o cuatro publicaciones científicas, yo tengo 400 de alto impacto científico mundial.

- ¿Y quién cree que la está financiado?
Pues la financian los ingleses y los norteamericanos. Ahora, ¿quiénes son esos ingleses y norteamericanos? Eso no lo sé.

- ¿Los distintos gobiernos colombianos han tenido algo que ver con la situación de la Fidic?
No, jamás. Yo conozco personalmente al presidente Álvaro Uribe y sé que él nada tiene que ver, pero sí su exministro de Protección Social, Diego Palacio, que debería estar en la cárcel: compra de vacunas por $22 mil millones de pesos y se desperdiciaron porque solo se aplicaron mil dosis; es el principal involucrado en la ‘Yidispolítiaca’; principal involucrado en el escándalo de Saludcoop; declaró la libertad de precios para los medicamentos. También me atrevo a decir que han sido responsables dos ex directores de Conciencias, pero no el presidente Juan Manuel Santos.

- ¿Las altas Cortes judiciales de este país están en contubernio contra usted?
No, jamás. Lo que creo es que los engañaron bien engañados (a los magistrados). La principal premisa es que esos micos no existen en Colombia y que al inocularlos se mueren, y luego los convencen de que estamos acabando con la selva. Contra los magistrados no tengo nada.

- ¿Cuál es la situación financiera del Instituto?
La sede de la Fundación se perdió cuando embargaron el Hospital San Juan de Dios, en enero de 2001. Un instituto que tiene 68 científicos de dedicación exclusiva, que no tiene sede propia, que pagamos arriendo, servicios, gastos administrativos, y con cero de presupuesto, pues es sencillamente asesinar el Instituto. Pero hace cinco años hicimos una alianza estratégica con la Universidad del Rosario que nos ayuda a pagar parte de la nómina.  Es absurdo que el instituto científico que más le ha aportado a Colombia en toda su historia, con casi 400 publicaciones científicas mundiales de alto impacto, con 10 patentes mundiales, habiendo doctorado a 35 personas, dándole el master a 115 y habiendo educado a casi 1.000 científicos, esté con cero de presupuesto nacional.

- ¿En qué estado se encuentra el estudio de la vacuna contra la malaria?
Estamos muy avanzados, pero deberíamos estarlo mucho más. Para que el país lo sepa, la estación de Leticia (Amazonas) ha estado cerrada prácticamente cuatro años, porque en los últimos tres años hemos tenido cero de presupuesto. Vamos en más del 90 por ciento de capacidad protectiva de la vacuna. Pero tenemos que terminar porque dejar abierta esa ventanita del 10 por ciento, pues el parásito por ahí se nos escapa y dentro de 10 ó 15 años tendríamos que replantear nuevamente el problema. Prefiero esperar uno o dos años más y no volver a recomenzar.

- ¿Qué se ha logrado hacer con ese 90 por ciento de protectividad?
Nosotros somos los únicos que tenemos ese mono en el mundo. Los demás tienen que hacer la experimentación en humanos. Por eso vamos más adelante. Esos monitos son del tamaño de un gato pequeño y como desarrollan la malaria de forma idéntica a como se desarrolla en el ser humano, entonces es un modelo experimental adecuado.
El resto de grupos científicos que no tienen esos micos han recibido 15 mil millones de dólares versus cero pesos que tenemos nosotros. Claro, vieron que teníamos los monos y esos intereses oscuros, desde muy arriba, buscan que no alcancemos el 100 por ciento de la vacuna.

- ¿Cuáles son esas ‘fuerzas oscuras’ a las que usted se ha referido?
Hay multinacionales que también llevan años intentando descubrir la vacuna contra la malaria. Es que detrás de esto hay muchos intereses económicos. Detrás de esto hay mucho dinero.

- En su momento, la comunidad científica mundial criticó los alcances de sus investigaciones…
Es que era cierto: una vacuna que protege entre el 30% y 40% de la gente vacunada, pues no es la vacuna perfecta. Por esa razón decidí parar los estudios con esa vacuna para encontrar lo que me hacía falta. Ya vamos en el 90% de efectividad. Pero hay que ver lo siguiente: si bien toda esa gente tenía razón en sus críticas, es porque estaban detrás de otra vacuna. Le doy un dato: se han ensayado otras 197 vacunas con cero absoluto de efectividad.

- También se ha puesto en entredicho su credibilidad científica…
Es que algunos medios han querido destruirnos. Hace poco le pregunté al director de un periódico de España: ‘Si somos tan amigos, por qué tú no nos defiendes’, y me contestó: ‘Mira, la industria farmacéutica pauta en este periódico 390 millones de dólares anuales’. Esa es la respuesta. Ahora, yo sí estaría preocupadísimo donde las grandes revistas científicas no aceptaran nuestros artículos.

- ¿Usted se siente víctima de una especie de ‘matoneo científico’?
Mientras yo siga produciendo científicamente y las revistas científicas más importantes del mundo sigan aceptando nuestros artículos, me rueda lo que piensen algunos medios de comunicación que escriben cantidad de barbaridades.

Publicada por COLPRENSA, BOGOTÁ
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¡Que lo acaben!


» Leer en  ELTIEMPO.COM  

Para algunos estorbar a Patarroyo se convirtió en una profesión. Mencionarlo en cualquier nota de prensa o acusarlo en cualquier foro de cualquier cosa, por absurda que sea, de inmediato le da cierta relevancia a la cháchara que de otra forma provocaría la deserción en masa del auditorio. 

Pero si la nota de prensa o la exposición en el foro llega a contener alguna mención positiva al trabajo de Patarroyo o su grupo, saltan de inmediato los ocho o nueve personajes de siempre con diferentes seudónimos y con los mismos argumentos, deshilachados de tanto usarlos: que a él le dan toda la plata del presupuesto para investigación, que la vacuna "solo funciona el 30%", que es un genio de las relaciones públicas, que bla, bla, bla. Ni siquiera leen estos tales, dicen porque otros dicen. Profesionales del acoso con especialización en sevicia es lo que son. 

Fernando Márquez

Por:  |

8:19 p.m. | 08 de Febrero del 2014

Salud Hernández-Mora

Hasta hace doce años, Patarroyo contaba con un equipo de más de cien investigadores; ahora solo tiene 48 y un presupuesto raquítico
Llevo años presenciando un juego que algunos encuentran apasionante: darle palo venteado a Patarroyo a ver si lo acaban. Ningunean sus logros, lo equiparan a un vendedor de feria, celebran sus caídas, le desean un entierro de cuarta.
No niego que el científico no contribuya a azuzar la hoguera, empezando por poner fechas al descubrimiento de la vacuna, un riesgo innecesario que siempre pasa factura. O por ser asiduo a las páginas sociales cuando la gente prefiere un discreto ratón de laboratorio.
Pero esos errores marginales no tapan los aciertos de un investigador de grandes ligas, que sigue aportando su grano de arena a la Ciencia pese a los golpes presupuestarios y judiciales que le propinan. Patarroyo acumula incontables logros, todos medibles con criterios objetivos, porque en el universo científico nadie regala nada y menos que nada, elogios y reconocimientos.
Un componente esencial para mantenerse a flote son las publicaciones en las más relevantes revistas científicas del planeta. Entre las cinco primeras figura Chemical Review, por encima de Lancet y Nature. En ella solo han aparecido, en toda su historia, diez trabajos de científicos latinoamericanos. Nuestro supuesto pintado en la pared fue el autor de tres de ellos.
Hasta hace doce años, Patarroyo contaba con un equipo de más de cien investigadores; ahora solo tiene 48 y un presupuesto raquítico. Como el Estado decidió marginarlo, su Fidic (Fundación Instituto de Inmunología de Colombia) sobrevive gracias a convenios con la Universidad del Rosario, la de Navarra (España) y el gobierno vasco. Estos últimos disminuyeron la financiación por la grave crisis económica, pero no la cortaron: 625.000 euros, una cifra pequeña dada la magnitud de su reto, pero imprescindible para seguir a flote.
Entre los gastos fijos de Fidic figura el alquiler que paga al Ministerio de Minas por su sede: 34 millones mensuales entre arriendo y servicios. El Centro de Investigación del Amazonas, que le cerró el irresponsable Consejo de Estado, le costaba entre 700 y 800 millones anuales, 220 de ellos destinados a alimentar los micos.
En los treinta y cinco años de cruzada para dar con la vacuna sintética contra la malaria y otras enfermedades graves, ha gastado unos 45 millones de dólares. Entre tanto, otros diez laboratorios, que persiguen idéntico objetivo, llevan invertidos alrededor de 15.000 millones de dólares. Para la Humanidad sería clave que el colombiano ganara la carrera porque mientras los demás pondrían un precio que rondaría los 150 dólares por unidad, él lo dejaría en un solo dólar.
Al margen de si alcanza o no su sueño, la importancia de Patarroyo para Colombia ha sido enorme. No es el único científico, hay otros excelentes, pero fue quien puso la Ciencia en el mapa, quien logró acercarla a la gente del común. Y algo que se olvida con frecuencia: por sus manos pasan decenas de jóvenes con vocación científica y los convierte en investigadores de primera. Si no siguen en el país varios de los más brillantes, es por la falta de recursos de Fidic, por sus permanentes vaivenes económicos.
A diferencia de quienes lo critican por no haber obtenido ya la vacuna con efectividad total, yo me quedo con la frase de Newton. “Pude ver más lejos porque gigantes me permitieron pararme en sus espaldas”. Si él no corona, nada se habrá perdido. Otros continuarán sobre lo que ha construido.
Salud Hernández-Mora

Recursos relacionados

¿Se justifica la utilización de animales como sujetos experimentales?


» Leer en  UN Periódico     

"La equiparación de los derechos entre humanos y animales plantea una paradoja para la sociedad. Quizás, más que hablar de derechos, sería más conducente para la sociedad hablar de bienestar animal, buscando establecer, sin posiciones extremas entre el fanatismo irracional y la arrogancia intelectual, una ética humana aplicable a la relación con los animales y con la biosfera en general."


  Unidad de Medios de Comunicación – Unimedios



   Foto: cortesía Manuel Elkin Patarroyo

Feb. 08 de 2014
Por: Carlos F. Suárez M, cDr.C.,

investigador de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia (FIDIC) - Manuel Elkin Patarroyo, M.D, profesor de la Universidad Nacional de Colombia y director general de la FIDIC

La investigación biomédica con el uso racional de animales ayuda a aliviar el sufrimiento humano. Existe la preocupación de que los movimientos animalistas interfieran con el estudio del cáncer, enfermedades infecciosas (medicamentos y vacunas) y enfermedades crónicas y degenerativas (como el Alzheimer), lo que implica un costo social para la salud humana.

Ante la cuestión de cuáles son las implicaciones éticas de la investigación en la sociedad, los científicos pueden quedar en un estado de perplejidad, dado que las cualidades que cultivan tienen más que ver con la disciplina, la creatividad, la destreza y la construcción de una fuerte ética profesional. En la investigación biomédica, la relevancia de la reflexión en estas implicaciones es clara y hace parte del acervo necesario para hacer investigación científica adecuada y responsable.

La confianza depositada por la sociedad en los investigadores exige que el ejercicio de la ciencia sea practicado con una serie de valores que deben trascender la ética profesional. Es así como la ética de la investigación relacionada con seres humanos ha sido ampliamente debatida y regulada por la sociedad y el Estado. Otro tanto ha ocurrido con la investigación usando animales, la cual ha sido la base para la compresión de muchos mecanismos fisiológicos y genéticos, así como para el desarrollo y pruebas de seguridad de fármacos y vacunas.
Por supuesto, de existir alternativas viables, como cultivos celulares o modelos computacionales, estas deberían ser usadas. Sin embargo, no todos los problemas tienen una naturaleza que pueda ser reducida a estas aproximaciones, dado que los fenómenos biológicos poseen una naturaleza compleja cuyas propiedades emergentes no han podido ser modeladas adecuadamente. De existir casos en donde no es posible seguir vías alternativas, ¿deben primar las consideraciones sobre los derechos humanos o animales?
Existen básicamente dos posiciones al respecto. En una orilla, se sostiene que los animales tienen derechos, dado que son entidades que poseen valor, son sensibles y por lo tanto, capaces de sufrir. En contraposición, se sostiene que solo tienen derechos aquellos que son miembros de sociedades humanas que son capaces de aplicar consensos éticos mutuamente aceptados a situaciones específicas. Ambas posturas cuentan con convincentes argumentos, dándose una controversia que está lejos de ser resuelta. 
¿Semejanza en derechos? 
Muchos defensores de la causa animalista perciben la experimentación con animales como algo sin un impacto tangible en la salud humana y en el bienestar de la sociedad. Solo como un ejemplo de lo contrario, los estudios anatómicos hechos por Vesalio, tanto en humanos como en animales, fueron precursores de la revolución científica del siglo XVI, que produjo una profunda transformación social. Siendo la sociedad beneficiaria directa de la investigación biomédica, la utilización de animales como sujetos experimentales se justifica.
Por la empatía que sentimos por los animales, consideramos repugnante la crueldad y el maltrato. Sin embargo, llevar esta compasión a un estándar moral implica una forma de antropomorfismo en donde la aplicación indistinta de la condición humana la extravía.
Sostener el punto de vista de que los derechos animales son equivalentes a los humanos, implicaría que la muerte de un ratón sería igual a la de un ser humano, que se cometería canibalismo cada vez que se come carne, que se debería considerar como genocidio las campañas para la erradicación de ratas y que la domesticación sería un equivalente moral de la esclavitud. Los derechos implican deberes, así, ¿podemos incluir a los animales dentro del pacto social en un sentido igualitario?, ¿son los animales moralmente responsables de sus actos? 
Semejanza biológica 
La investigación que se desarrolla con animales tiene altos costos desde el punto de vista económico y social, y existe preocupación por parte de los distintos actores involucrados para que esta se efectúe con altos estándares de calidad y con una justificación suficiente, tanto a nivel científico como ético.
El uso de mamíferos, y primates en particular, es esencial, dada la semejanza biológica que comparten con los humanos. Muchas patologías y condiciones no pueden ser fácilmente evaluadas en otros modelos, como insectos, plantas o bacterias. Por ejemplo, las pruebas de seguridad de fármacos realizadas exclusivamente en roedores pueden producir malos resultados, como el caso de la talidomida que provoca malformaciones congénitas en primates, pero no en roedores.
El uso de primates no humanos (PNH) como modelos animales recibe mucha atención por parte de la sociedad, dado el alto grado de empatía que existe para con ellos. Su uso como modelos experimentales ha producido innegables resultados para la salud humana; por ejemplo, el polio está prácticamente erradicado gracias a una vacuna que fue desarrollada en monos y cuya seguridad es probada en estos animales.
En la actualidad, el uso de PNH es excepcional, se enfoca en la investigación y en pruebas de seguridad-eficacia de fármacos y vacunas en enfermedades infecciosas como sida, tuberculosis, malaria, hepatitis, etc. También son usados para el estudio y desarrollo de fármacos en otras enfermedades con alto impacto en el bienestar humano, como cáncer, Parkinson, Alzheimer, hipertensión y arteriosclerosis, entre otras. Ante este panorama, es imposible sustituir el empleo de PNH en los diferentes campos de la investigación en los que son usados a corto plazo.
Modelos animales y Malaria 

La malaria es un enorme problema de salud pública, causada por un parásito intracelular con un complejo ciclo de vida que incluye dos hospederos (mosquitos del género Anopheles y humanos). La severidad y la mortalidad de la enfermedad varían dependiendo la especie de parásito. A pesar de que las tasas de mortalidad han caído desde el año 2000, para el 2012 se reportaron 207 millones de casos, de los cuales 789.000 llegaron hasta la muerte, la mayoría en niños menores de cinco años. Así las cosas, ante la creciente ineficacia de las drogas antimaláricas, es imperativo el desarrollo de vacunas eficaces.
Para las malarias humanas no existe la posibilidad de adelantar este tipo de estudios en otros modelos animales distintos a PNH. El estudio de malarias asociadas a roedores ha permitido entender varios aspectos de la malaria, pero los candidatos a vacuna en roedores han producido malos resultados en humanos, dada la distante relación evolutiva, tanto entre humanos y roedores, como entre malarias de roedor y humanas.
En el caso de la malaria causada por Plasmodium falciparum, solo los monos Aotus y los chimpancés son susceptibles a todas las formas del ciclo de vida del parásito. Aotus muestra una significativa identidad con humanos en genes que intervienen en la respuesta a la enfermedad. El uso de los Aotus para el desarrollo de la vacuna contra la malaria plantea una paradoja: dado que son insustituibles en el estado actual del conocimiento (no existiendo ninguna alternativa experimental viable para su remplazo), y que la forma de experimentación con estos animales no resulta mortal ni es debilitante de forma permanente, ¿cuál debe ser el destino de estos después de servir como sujetos experimentales? 

De vuelta a la naturaleza 
Uno de los cimientos del bienestar en los sujetos experimentales animales es la eutanasia una vez concluida la experimentación. Otra alternativa es su reutilización en otros experimentos (que los pueden conducir a su vez a eutanasia) y más raramente, su transferencia a zoológicos. Es decir, para estos animales, las alternativas son el cautiverio de por vida o la muerte. Puede existir otra alternativa, y esta es liberarlos en su medio, dándoles la posibilidad de volver a vivir en condiciones naturales.
Los centros de investigación que usan PNH se encuentran generalmente en países que no cuentan con poblaciones autóctonas de los mismos, haciendo costoso y difícil el proceso de importación y transporte de los animales del medio natural al laboratorio. Así, se le ha dado énfasis al proceso de generación de stocks de crianza en los sitios de investigación, con el fin de facilitar el suministro de animales. Sin embargo, el número de PNH importados por estos países sigue siendo substancial y la posibilidad de retornarlos a su ambiente es nula.
En el caso de Aotus, las principales iniciativas documentadas para realizar crianza las ha hecho el Centro para la Reproducción y Conservación de Primates de Iquitos (Perú); allí se observa que cada pareja tiene un periodo de reproducción y crianza de dos años y medio en promedio. Las colonias desarrolladas requieren de un continuo suministro de animales silvestres (25% - 50%) para mantener la población de reproductores, siendo estas iniciativas ineficaces para disminuir la presión sobre las poblaciones naturales.+

Por ello, es viable plantear el reabastecimiento (o retorno) de los monos después de ser realizada la experimentación, teniendo en cuenta que la investigación para el desarrollo de la vacuna de la malaria se hace por periodos cortos en el ambiente natural donde viven los Aotus (Leticia, Amazonas) y se usan procedimientos que no resultan mortales ni permanentemente debilitantes. Además, las especies usadas no están amenazadas o en peligro. Así se evita remover un gran número de animales silvestres de su ambiente permanentemente, algo que no sería posible con monos nacidos en cautiverio, dado que su adaptación a la vida silvestre podría resultar imposible. Estos estudios han sido realizados por la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia (FIDIC), dirigida por el profesor titular de la Universidad Nacional de Colombia, Manuel Elkin Patarroyo, y su equipo de colaboradores –la mayoría egresados de la UN–.
Todas las etapas de la experimentación están a cargo de personal capacitado, quienes tienen claridad sobre todos los cuidados y procedimientos que deben recibir los animales para garantizar la seguridad, cuidado y respeto durante su captura, manejo y estudio. Las condiciones de cautiverio satisfacen los estándares de bienestar, higiene y nutrición, y tratan de disminuir el estrés ambiental al que están sujetos. Finalizado el proceso, los animales son rehabilitados y puestos en cuarentena.
Lo anterior garantiza que son capaces de sobrevivir cuando son liberados en lugares donde pueden habitar de forma natural (lo que ha sido demostrado por un reciente estudio realizado por el Instituto de Genética de la UN) y que no representan un riesgo sanitario para las comunidades humanas y animales. Esta alternativa permite la actividad investigativa, garantizando el respeto a la vida y dignidad de los animales. 
¿Derechos o bienestar? 
La equiparación de los derechos entre humanos y animales plantea una paradoja para la sociedad. Quizás, más que hablar de derechos, sería más conducente para la sociedad hablar de bienestar animal, buscando establecer, sin posiciones extremas entre el fanatismo irracional y la arrogancia intelectual, una ética humana aplicable a la relación con los animales y con la biosfera en general.
La exploración de alternativas experimentales al desarrollo de estrategias para el tratamiento de enfermedades humanas y animales no debe pasar necesariamente por el uso de modelos animales, pero de ser necesario, tanto los investigadores como la sociedad deben tener claridad sobre la importancia del propósito que se persigue, que no es otro que el bienestar y supervivencia de la humanidad.


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