lunes, 12 de diciembre de 2011

PREMIO PRINCIPE DE VIANA A LA SOLIDARIDAD


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Comentario por Alfonso Paño Lalana ayer

El Dr. Patarroyo da un gran paso con la primera de las nuevas vacunas que el llama químicas.

Se trata de la vacuna que se llamará Colfavac ( col por Colombia, fal por falciparum y vac..)

De las viejas vacunas "las biológicas" sólo existen 15 para 527 enfermedades transmisibles.

domingo, 20 de noviembre de 2011

¿LENGUAJE OFENSIVO?

http://www.revistadonjuan.com/interes/el-ego-de-patarroyo/10776467

Reporte: En el artículo de la revista Don Juan aparece un aviso que dice: comentario vetado por contener lenguaje ofensivo. Este es el texto del comentario vetado:

Será cierto, como dice el artículo que dijo la señora Maldonado, que a Patarroyo no lo han condenado porque los encargados de juzgarlo son corruptos? grave acusación esa. No creo que sea así. De otra parte, cuando todos entendamos que hacer ciencia no es como hacer arepas, con molde, en serie, con tiempos y métodos ya establecidos y que cuesta muchísimo dinero hacerla, habremos dado un paso enorme hacia la consecución de los resultados por los que tanto se pregunta. Solo tómese en consideración que otros grupos, que trabajan con presupuestos multimillonarios en dólares, apenas llegan a los resultados que obtuvieron Patarroyo y su grupo hace 25 años. Mejor dicho, se dan todas las condiciones para que tenga gordo el ego, menos uno, tiene la billetera flaca.

¿Cómo puede ser un fracasado un hombre que ha escrito más de 300 artículos en las revistas científicas más prestigiosas del mundo y frecuentemente suena para el Nobel?


>> Leer artículo en la revista DON JUAN

Patarroyo recibe los golpes de sus enemigos con una sonrisa, un vodka helado y un dossier exhaustivo de sus logros, ¿un fracasado?, ¿cómo puede ser un fracasado un hombre que ha escrito más de 300 artículos en las revistas científicas más prestigiosas del mundo, se ha codeado con los personajes más poderosos e influyentes y frecuentemente suena para el Nobel? Este es el secreto de su ego.

Por Alejandra López González
Fotografía: Sebastián Jaramillo

Manuel Elkin Patarroyo tiene 64 años, se levanta a las 3.30 de la mañana, desayuna yogur, lleva casado casi toda la vida con María Cristina, la mujer de la que se enamoró en la Universidad Nacional, con la que estudió la carrera de medicina y con la que tiene tres hijos.

El doctor tiene un chofer que lo lleva y lo trae de la casa al trabajo y del trabajo a la casa; no le gusta el cine; manda a hacer la ropa porque según él "nada le queda bien"; es un eterno enamorado de la exreina Taliana Vargas; ha montado en globo; se precia de conocer a los reyes de España y de ser amigo de Fidel; habla hasta por los codos y cuando se entusiasma llama a Martha -su secretaria- para que le sirva un trago puro de vodka bien helado.

Sus amigos más cercanos lo adoran y defienden su trabajo a capa y espada, pero sus enemigos lo atacan duramente y afirman que es un hablador y que vive de su nombre y su fama. Lo cierto es que Patarroyo es un hombre que despierta amores y odios, pero a él eso parece tenerlo sin cuidado.

-¿Aló?
-Habla Manuel Elkin Patarroyo.
Pocas semanas antes de esa llamada algunos medios de comunicación han publicado una nota sobre el abuso por parte de Patarroyo y su equipo de una especie de micos llamada Aotus (también conocidos como micos lechuza o micos nocturnos). La acusación la hace Ángela Maldonado, una administradora de empresas y bióloga, becaria de Oxford, que desde 2003 se ha transformado en la piedra en el zapato del científico colombiano. Maldonado lo acusa de tráfico ilegal de fauna, compra de monos nocturnos provenientes de Perú y Brasil sin contar con permiso por parte de las autoridades de esos países y uso indebido del permiso de caza científica que tiene y que le fue otorgado por Corpoamazonia.

"Por nuestra parte existe una acción popular ante el Tribunal Superior de Cundinamarca y se reabrió una investigación que estaba en estado inhibitorio en la Fiscalía de Leticia", explica. Y agrega que a Patarroyo no lo han condenado porque "cuenta con el apoyo de altos mandos políticos y en este país cuenta más tener amigos y hablar con mucha gente para que las cosas sean hechas de manera corrupta".

Lo cierto es que Patarroyo y Maldonado tienen una pelea casada desde hace ocho años con argumentos y acusaciones que vienen y van, y Patarroyo me está llamando para explicar lo que han publicado los medios. "Yo respondo a la ley. No voy a responder ni a chismes ni a malevolencias. No tengo nada que hablar con ellos", dice enfático refiriéndose a los periodistas que lo han atacado. "Yo sólo respondo ante la ley", repite como si no hubiera sido lo suficientemente claro.

Se despide cordial, con una cordialidad casi exagerada, la misma que ha mostrado desde la primera vez que lo visité hace unos meses en el Centro de Inmunología en donde tiene sus laboratorios y adonde llega -puntualmente- cada mañana.
Patarroyo me recibe en el vestíbulo del edificio del instituto de inmunología en plena 26 con 50. Saluda efusivo, como si le diera tremenda emoción verme y me conduce hasta su oficina. El edificio es como un viaje en el tiempo, típica arquitectura de los años setenta, grandes ventanales y paredes pintadas de blanco. En una de ella hay un mural enorme que el maestro Manuel Hernández ha pintado por encargo del doctor Patarroyo.

-Tengo un sesgo por Alejandro Obregón. ¿Usted sabe que fuimos íntimos? Alejandro y yo nos quisimos mucho, fuimos compañeros de borrachera, comenzábamos con whisky y terminábamos con vodka -me dice. Confiesa ser gran admirador de Miró, Picasso y Botero. En su oficina hay varias obras de Gustavo Zalamea y Manuel Hernández, pero dice que también tiene obras de Armando Villegas, Carlos Salas y Carlos Jacanamijoy.

-Siempre me ha gustado la gente que hace fracturas, los que crean nuevos caminos, y es porque considero que hacen lo mismo que hago yo. Yo estoy quebrando el mundo, todas las vacunas son biológicas y la mía es química. Quebrar camino me identifica con los artistas. Los trabajos de Patarroyo se han enfocado a la investigación de una vacuna sintética para combatir una enfermedad que, cada año, afecta entre 300 millones y 500 millones de personas y mata a cerca de tres millones, en su mayoría niños y mujeres embarazadas. Sin embargo, sus contradictores le critican el hecho de que después de más de treinta años de experimentaciones aún no tenga resultados contundentes y efectivos en humanos.

A pesar de las críticas, sin duda Patarroyo es -junto con Rodolfo Llinás-, uno de los médicos colombianos más reconocidos en todo el mundo. Ha ganado, entre otros, el Premio Príncipe de Asturias en 1994, la medalla de Edimburgo, la medalla Robert Koch y es doctor honoris causa de varias universidades, entre las que sobresalen la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Valladolid, la de Cantabria, la de Costa Rica y la Nacional de Atenas, además ha publicado artículos científicos en las revistas especializadas más importantes del mundo.

Pero sorprende que a pesar de sus múltiples reconocimientos, colegas como Llinás no se pronuncien ni a favor ni en contra de su trabajo. "Siento mucho mi silencio respecto a mi querido colega Patarroyo. La verdad es que su campo en ciencia es muy diferente del mío y aunque tenemos una cordial amistad no me siento capacitado para emitir un concepto serio sobre sus nuevos descubrimientos", fue la respuesta del doctor Rodolfo Llinás al consultarle sobre el tema.

Después de hablar de arte, hablamos de música.
-Yo soy sordo -dice.
-¡Mentiras!
-En serio, se lo digo en serio. Soy sordo del oído derecho. Tengo sólo diez por ciento de la capacidad auditiva.

Y cuenta la historia. Quedó sordo a los nueve años cuando jugaba a la lleva. "Era díscolo y desobediente", confiesa, "y por no hacerle caso a mi papá quedé sordo". Su sordera no fue impedimento para que aprendiera inglés, portugués y francés ni para viajar por casi todo el mundo. Conoce prácticamente toda América, desde Canadá hasta la Patagonia, salvo Uruguay y Paraguay; ha estado en Europa y en la mayoría de los países africanos, en donde ha aplicado su vacuna. Ha ido a Tailandia, Bangladesh, India y a Oriente Medio.

La ropa la manda a hacer "porque como soy muy ancho de espaldas, lo que arriba me queda bien, abajo me queda enorme". Como ha vivido en el Amazonas y en el África, se acostumbró a comer de todo, "desde zarigüeyas y culebras hasta la comida de los restaurantes más elegantes del mundo, como La Tour d'Argent, Arzak o El Bulli", dice. Cuando se le pregunta qué lee, confiesa que siempre vuelve a los clásicos, principalmente a los griegos. "Me fascina releer a Esquilo, a Eurípides y a Sófocles; pero también me gustan Albert Camus, Jean-Paul Sartre, Paul Valery, André Gide o Thomas Mann".

-Obviamente que por esa amistad tan hermosa y fuerte que mantenemos desde muchísimos años atrás con Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y José Saramago tengo hermosísimas dedicatorias de ellos en sus libros.
Ese día hace calor en Bogotá y el ambiente está algo denso. Patarroyo está vestido con un suéter azul y pantalón azul a rayas. Habla sin seguir un hilo, salta de un tema a otro y no responde a todas las preguntas. Está sentado en el sofá de su oficina, que es espaciosa y tiene ventanas que dan a un jardín exterior y al parqueadero. Hay una mesa llena de papeles, un escritorio grande, una nevera pequeñita y una biblioteca llena de libros y fotos.

Hay varios cuadros en las paredes y diplomas con todos los títulos, los doctorados honoris causa y las distinciones que ha recibido. Hay fotos con su esposa y sus hijos y con la reina Sofía y el rey Juan Carlos, con Fidel Castro, con Letizia y Felipe y con Gabo. Fotos así, puestas en portarretratos encima de las mesas a la vista de todo el mundo. Pero además hay álbumes.

-Martica, ¿me traes por favor los álbumes?

Y Martica entra con tres álbumes gordos y pasados de moda en donde hay fotos de Patarroyo con Raimundo y todo el mundo. Pero lo que más me llama la atención es el álbum con Fidel. Es un solo álbum en donde está registrada una de sus muchas visitas a Cuba y en donde en varias fotografías se ve a un Patarroyo mucho más joven junto a un Fidel en sus años mozos, vigoroso y lleno de poder. Ambos sonrientes, felices y cómplices.

"Yo empecé a trabajar en ciencia desde el primer semestre, eso fue en 1965. Todos mis compañeros estaban fascinados por la revolución cubana y me acusaban de ser de derecha porque no estaba de acuerdo con la violencia y porque además me iba a estudiar a Yale. Curiosamente, esos compañeros, que siempre me acusaron, luego me hicieron un homenaje en el que estaban todos los de extrema izquierda, y ese día llevé una de las fotos con Fidel para que supieran que yo, el vende patria, era el único de todos ellos que se había sentado con él, y no solamente era el único que lo conocía personalmente, sino que había sido condecorado por Cuba con la máxima distinción".

Los más cercanos le dicen Pata. Poca gente le dice Elkin. Declara tener memoria fotográfica. No va al psiquiatra y tampoco va a misa, pero dice creer en Dios. Es de pocos amigos, pero tiene uno, Ismael Roldán, al que Patarroyo califica como "amigo del alma".

Se conocieron hace 35 años en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional. "Desde muy joven Elkin dijo que quería trabajar en vacunas y era tal su pasión que trasladó prácticamente su habitación al laboratorio. Es monotemático, sólo habla de vacunas y me consta que incluso rechazó un trabajo político que le ofreció el expresidente Turbay para trabajar en esto", cuenta Roldán.
-Pero algo de loco debe tener... En serio, ¿no ha ido nunca al psiquiatra, doctor Patarroyo?

-Los mismos psiquiatras me dijeron que no se metían conmigo. Me lo dijeron en un congreso nacional de psiquiatría: que a Patarroyo era mejor dejarlo quietico.
-¿Y al médico?

-Al médico sí voy, pero sólo me dejo ver de José Félix Patiño y de Eduardo Londoño Schimmer.

Confiesa que no cree en la genialidad sino en el talento. "Los talentos se centran en los sentidos y uno lo que hace es seleccionar e impulsar un talento".
Con Patarroyo trabajan 80 personas en total, entre personal que está en Bogotá y el que está en Leticia (Amazonas), que son los que realizan los experimentos con los famosos micos. Dependiendo de su nivel y experiencia, sus empleados pueden ganar entre un millón ochocientos mil pesos y dos millones quinientos mil pesos mensuales, los más novatos; entre siete y ocho millones de pesos mensuales los que tienen algún doctorado en ciencias y llevan junto a él entre 11 y 24 años de trabajo.

Patarroyo me lleva a conocer todo el instituto, me presenta desde el recepcionista hasta el que trabaja en el último rincón, el del archivo, la gente de los laboratorios, los del área administrativa y luego en un pasillo del segundo piso me hace parar frente a un cuadro con retratos de Premios Nobel.

Muestra orgulloso el retrato de Bruce Merrifield (nobel de química en 1984) quien fue su profesor y mentor. Luego habla de todos los premios Nobel que de una forma u otra han tenido que ver con su vida y su carrera. "Estos fueron mis compañeros", dice señalando a Gerald M. Edelman (nobel de medicina en 1972), a David Baltimore (nobel de medicina en 1975) y a Gunter Blobel (nobel de medicina en 1999).
Del cuadro de retratos de los premios nobel vamos hasta un pequeño archivo de puertas correderas. Las abre y en su interior hay montones de tubos de ensayo marcados con letras y números, todo absolutamente incomprensible para mí.

- Tenga aquí mijita y cuidadito me la va a dejar caer -me dice pasándome una caja llena de tubos de ensayo. Me explica que en esos tubos hay 38.000 moléculas (o péptidos) sintetizados a lo largo de todos estos años en la búsqueda de la vacuna totalmente efectiva contra la malaria, la tuberculosis, la hepatitis C o el papiloma.

- El mayor logro de mi vida es haber desarrollado un concepto que conduce a un método que lleva al desarrollo de una vacuna. Concepto-método-resultado. Eso creo que es lo más grande que he hecho hasta ahora.

- Pero no me diga que no lo obsesiona ganarse el Nobel...
- ¿Sabe que ya no? Ya ni siquiera pienso en eso -responde mientras me quita de las manos la caja de tubos de ensayo y la vuelve a poner en su lugar.
En una oficina diminuta Patarroyo le pide a un muchacho joven, de gafas gruesas, que entre al sistema y haga la búsqueda. Él obedece, abre un programa especial e introduce primero el apellido y luego el nombre. El sistema arroja el número 325.
Se trata de las 325 publicaciones en revistas científicas del más alto nivel, entre las que sobresalen Chemical Reviews -una de las más importantes del mundo-, Nature, The Lancet y Journal of Infectious Diseases.

- El mundo de la ciencia se mide por las publicaciones científicas y usted misma está viendo en el sistema, no es que yo me lo esté inventando, no lo digo yo, lo dice el sistema que Manuel Elkin Patarroyo tiene 325 publicaciones científicas. Y es verdad. La más reciente fue en Chemical Review, en donde se publicó un extenso artículo sobre el método para el desarrollo de vacunas sintéticas, justamente lo que él afirma es su gran logro.

Al regresar a su oficina saca media botella de vodka de la nevera pequeña que está cerca del escritorio y llama a Martica para que le traiga los vasos. Patarroyo se acomoda en el sofá mucho más relajado y sosegado que al principio, él mismo sirve los tragos y lo veo tan tranquilo que hasta incluso pienso que en cualquier momento se va a quitar los zapatos y a estirar las piernas moviendo de un lado a otro su vasito de vodka helado en la mano.

Nos tomamos dos vodkas sin hielo, mientras volvemos a hablar de arte, de pintores famosos, de la reina y del rey de España y de Letizia y el príncipe de Asturias. Luego salgo a la 26 ya de noche con el tráfico y las luces de la ciudad. Haber estado toda una tarde con Patarroyo me ha dejado con cierto mareo y cierta euforia. Patarroyo es un excelente conversador y tiene un ego bien alimentado, pero lo cierto es que hoy la vacuna contra la malaria aún no funciona y el mundo espera ansioso a que Patarroyo termine de crearla.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Efemérides del 3 de noviembre


-1946: Nace Manuel Patarroyo, médico colombiano, creador de la primera vacuna químicamente hecha y la primera contra un parásito, la SPF66, contra la malaria.

Barranquilla debe despertar hacia la investigación científica: Patarroyo


02 de Noviembre de 2011 - 10:17 pm >> Leer artículo en EL HERALDO

Manuel Elkin Patarroyo recordó a los estudiantes la importancia de trazarse metas e investigar desde el inicio de los primeros semestres universitarios, y no olvidar nunca el compromiso social.

En una ceremonia académica realizada en las instalaciones del Teatro José Consuegra Higgins, la Facultad de Medicina de la Universidad Simón Bolívar otorgó el título Doctor Honoris Causa en Ciencias Médicas al científico tolimense Manuel Elkin Patarroyo.




El reconocimiento concedido al científico colombiano fue un homenaje a su vida y obra, motivado por sus aportes a las ciencias médicas y a su labor como uno de los humanistas más comprometidos con la supervivencia de la especie.

Con aplausos, los asistentes al evento agradecieron en nombre de Barranquilla al investigador que ha puesto en alto el nombre de Colombia en la esfera científica mundial.

Patarroyo, quien con su sencillez y carisma recibió el título como un nuevo compromiso para continuar con la búsqueda de soluciones a los males físicos que aquejan al hombre, se refirió al nuevo método contra el cáncer de útero, como un avance significativo para el bien de las mujeres.

Describiéndose como una persona radical, Patarroyo hizo un llamado a la juventud barranquillera para que luche por la investigación, recordando que la falta de apoyo no es excusa para dejar a un lado los proyectos médicos que persigan el bienestar colectivo.

El título se suma a una larga lista de galardones obtenidos por Patarroyo.

“En Barranquilla deben olvidar el concepto de provincia, asumir su identidad y raíces para proyectarse hacia el mundo”, dijo Patarroyo al referirse a los avances de la medicina desde ciudades como la nuestra.

“Soy como las cometas, me elevo contra el viento, entre más fuerte, más arriba, siempre más arriba”, recordando fragmentos del poema que su padre le enseñó desde pequeño, y del cual nunca ha podido desprenderse. Patarroyo invitó a los futuros investigadores de la Región Caribe a que apunten a soluciones, no a alternativas, mirando siempre hacia arriba.

Con relación al Premio Príncipe de Viana de la Solidaridad 2011 que recibió en España en el mes de julio, afirmó que “nada justifica el hecho de querer abultar nuestros bolsillos a expensas de la vida de las personas” y que “el ceder la patente de la vacuna contra la malaria a la Organización Mundial de la Salud no fue un gesto humanista, si no un deber moral”.

De su faceta como padre suele hablar poco, sin embargo la satisfacción del deber cumplido le brota por los poros al referirse a la educación y logros de sus hijos: Manuel Alfonso, María Cristina y Carlos Gustavo, pues ya sea por herencia genética o por el destino, dos de ellos han seguido sus pasos.

Manuel, quien se dedica a la medicina química, ya alcanzó las 100 publicaciones internacionales en revistas de investigación científica, lo que lo hace creer en que la educación en países subdesarrollados debe ser una cadena que sea impulsada de generación en generación.

El evento sirvió de espacio para la presentación de los libros: Historia del lupus y del síndrome antifosfolipídico, autoría del médico barranquillero Antonio Iglesias, y La medicina en la historia y la sociedad de Barranquilla, escrito por los médicos investigadores Emilio Quevedo Vélez y Jairo Solano.

Por Éel María Angulo H

jueves, 27 de octubre de 2011

Honoris causa



Hoy, a las 4 p.m. la universidad Simón Bolívar entrega el título de Doctor Honoris Causa en Ciencias Médicas, al Profesor Manuel Elkin Patarroyo.

sábado, 15 de octubre de 2011

El científico Manuel Elkin Patarroyo habla sobre las enfermedades, la medicina preventiva y las vacunas.

Ismael Cala, CNN, entrevista a manuel Elkin Patarroyo

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¿Drogarse para crear?


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Por: NICOLA STORNELLI* | 7:12 p.m. | 14 de Octubre del 2011
Nicola Stornelli*

Es una locura la insinuación de Alejandro Gaviria según la cual consumir éxtasis puede incentivar la creatividad.

¿Puede un prestigioso profesor, de una de las más afamadas universidades del país, incitar al consumo de drogas para estimular la creatividad? Eso fue lo que hizo Alejandro Gaviria, decano de Economía de la Universidad de los Andes, en su columna del domingo 9 de octubre en 'El Espectador' (http://bit.ly/qNN8Tv).

Sí, drogarse para estimular la creatividad, algo que el hombre descubrió en los albores de la humanidad. Sí, hay restos arqueológicos que demuestran el uso de ciertas sustancias psicotrópicas en algunas comunidades africanas que tienen más de un millón de años. El consumo de una serie de plantas que estimulaban la "conversación" con los dioses, con las fuerzas de la naturaleza y que ayudaban a curar es algo que se encuentra en las culturas más antiguas del planeta.

Hay varios estudiosos y apologistas del consumo de drogas que establecen una línea de represión del uso de sustancias psicoactivas en la aparición del monoteísmo cristiano, que vio en ellas una costumbre pagana. Es así como solo hasta el s. XIX se vuelve a hablar de ciertas experiencias psicodélicas; cuando Freud estimula el uso de la cocaína ya se venían usando la morfina y la atropina.

Pero si bien es cierto que el consumo de ciertas drogas estimula el cerebro y pueden, en algunos casos, estimular la creatividad, la pregunta es si, hoy en día -que no es una época de chamanes y de mamos sino de narcotraficantes y de jíbaros- debemos asumir una actitud proclive al consumo de ellas.

¿Qué estarán pensando las élites privilegiadas del país que envían sus muchachos a estudiar a la universidad privada más respetada y más costosa de Colombia? Después de vivir todos nuestros 'pablos escobares' y todas nuestras 'rosarios tijeras', a cualquiera con cinco centavos de sentido común le debe parecer una absoluta locura la insinuación de Gaviria de consumir un poco de éxtasis para incentivar la creatividad, y qué tal la falta de respeto con Manuel Elkin Patarroyo.

Quien escribe consumió marihuana y vivió las bondades de ella para estimular la creatividad. Con ella vivimos una etapa de febril producción literaria en los años 80. Pero un día, a los 22 años, nos dimos cuenta de que nuestra creatividad no podía estar supeditada al consumo de marihuana.

Se puede vivir sin alcohol y sin drogas; se puede ser creativo, estimulándose de otras maneras. Somos un ejemplo de ello.

Qué mal le hacemos a nuestra sociedad diciendo que esa es una vía para salir de la rutina y poder crear.

Desde aquí nos atrevemos, públicamente, a pedirle la renuncia a Alejandro Gaviria. Larry Summers se fue de la presidencia de Harvard por un comentario sexista que no tenía la peligrosidad que encierra un consejo para consumir drogas.

* Gestor del Puerto Digital de Valledupar y de Cesar Digital

@puertodigital

domingo, 9 de octubre de 2011

El Nobel de Medicina que murió esperando ser premiado


Lesley Steinman, Claudia Steinman, Adam Steinman y Alexis Steinman, la familia de doctor canadiense Ralph Steinman.
Foto: EFE

Por: REDACCIÓN SALUD | 1:39 a.m. | 09 de Octubre del 2011

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El premio llevaba décadas 'cerca' de Ralph Steinman, por sus aportes a la inmunología moderna.
El último episodio en la lucha contra el cáncer de páncreas que libró el profesor canadiense Ralph Steinman desde el 2007, fue su hospitalización, a finales de septiembre pasado.

Cuatro décadas atrás, Steinman había hecho un hallazgo de tales dimensiones en el laboratorio de fisiología celular e inmunología de la Universidad de Rockefeller (Nueva York), que superadas las dudas iniciales, tanto él como sus colegas confiaban en que un día le significaría el Premio Nobel de Medicina.

Manuel Elkin Patarroyo, inmunólogo colombiano, también compartía esa creencia, entre otras razones porque tuvo la posibilidad de trabajar con Steinman y dos de sus colaboradores, los doctores Gilla Kaplan y David Weinstein, en 1984.

El equipo estudió durante un mes, entre Agua de Dios (Cundinamarca) y Bogotá, "el papel de la respuesta inmune celular y de las células dendríticas en pacientes con lepra lepromatosa", explica el inmunólogo.

Ese año los resultados de dicho trabajo, del que Patarroyo, Steinman y su equipo son coautores, fueron publicados en una de las revistas de mayor impacto en ciencia en el mundo: el 'Journal of Experimental Medicine'.

Patarroyo cuenta que en 1973, mientras Steinman estudiaba las células que destruyen y digieren a los microorganismos (los macrófagos), descubrió un tipo particular de células con muchas ramificaciones, que por esa razón denominó dendríticas, "con el correr del tiempo, él demostró su papel crítico en la regulación de la respuesta inmune; actuaban, nada más ni nada menos, que como directoras de orquesta de las defensas del cuerpo", explica Patarroyo.

Con el correr de los años su hallazgo tuvo enormes repercusiones en el desarrollo de vacunas, "con grandes posibilidades terapéuticas para un sinnúmero de enfermedades catastróficas, como el cáncer", afirma el inmunólogo colombiano.

'Tengo que aguantar'

Alexa Steinman, hija del profesor de 68 años de edad, conocía a la perfección los alcances de los aportes hechos por su padre, así que esa última semana de septiembre, ella y la familia le infundían ánimos con la perspectiva de la siempre esperada proclamación de los ganadores del Nobel de Medicina.

"Le decíamos: 'Papá, sabemos que las cosas no van bien, pero van a anunciar el Nobel el próximo lunes (3 de octubre)'. Y él respondía: 'Sé que tengo que aguantar. No te dan el Nobel si has muerto. Tengo que aguantar'". El 30 de septiembre el profesor Steinman perdió, finalmente, la batalla sin haberse enterado de que el Instituto Karolinska, de Estocolmo, lo había galardonado, junto al estadounidense Bruce A. Beutler y el francés Jules A. Hoffmann, con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología 2011.

Se trata de un caso atípico en la historia de los galardones, toda vez que sus estatutos prohíben expresamente otorgar premios póstumos, salvo que el fallecimiento ocurra en el periodo transcurrido entre la concesión y la entrega del Nobel.

Y aunque ese no fue el caso de Steinman, la Fundación Nobel decidió mantener el premio, tras destacar que en el otorgamiento se obró "de buena fe", ignorando que el científico había fallecido.

Su familia y sus colegas se duelen de que hubiera muerto sin haberlo recibido, "sabíamos que era candidato desde hacía mucho tiempo, incluso se había convertido en un chiste viejo para nosotros. Él sólo habría querido el reconocimiento -recuerda Sarah Schlesinger, directora clínica de la Universidad de Rockefeller-, pues para él todo giraba en torno a su trabajo".

REDACCIÓN SALUD
CON INFORMACIÓN DE REUTER

miércoles, 5 de octubre de 2011

Premio Nobel de Medicina para comprensión del sistema inmunológico


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Cadavid destaca la contribución de los avances en esta materia al desarrollo de vacunas para la hepatitis B, la varicela e incluso las vacunas sintéticas en las que trabaja el inmunólogo colombiano Manuel Elkin Patarroyo.


Luis Fernando Cadavid, director del Instituto de Genética de la UN, explica los avances en el desarrollo de vacunas gracias al trabajo de los galardonados con el Premio Nobel de Medicina.

Los científicos Bruce Beutler, Jules Hoffmann y Ralph Steinman fueron premiados con el Nobel de Medicina 2011 por descubrir principios clave para el entendimiento del sistema inmunológico del cuerpo humano.

Beutler y Hoffmann hallaron proteínas receptoras que pueden reconocer los patógenos (virus, bacterias y parásitos) que atacan al sistema y activar la inmunidad innata (el primer paso de la respuesta de autodefensa).

Por su parte, Steinman, fallecido el pasado 30 de septiembre, trabajó en células de la inmunidad adaptativa llamadas dentríticas, encargadas de regular la inmunidad activa, es decir, el paso posterior a la respuesta inmunológica durante el cual los patógenos son removidos del cuerpo.

Con referencia a este último trabajo, Cadavid resalta que Steinman “nos dio a entender el principio general bajo el cual actúan todas las vacunas”.

De acuerdo con el docente, “es posible imitar los antígenos naturales conocidos como toda sustancia que despierta una respuesta inmunológica, y hacer que las células dentríticas presenten estos antígenos a los linfocitos T (células encargadas de realizar la cooperación para desarrollar todas las respuestas inmunes, como la producción de anticuerpos por los linfocitos B), de forma que activen una respuesta inmunológica en contra de la vacuna, que no es otra cosa que una imitación de un patógeno”.

De esta manera, cuando el patógeno real infecte el organismo, el sistema inmune estará preparado para responder más rápido e intensamente en la defensa del cuerpo.

Cadavid destaca la contribución de los avances en esta materia al desarrollo de vacunas para la hepatitis B, la varicela e incluso las vacunas sintéticas en las que trabaja el inmunólogo colombiano Manuel Elkin Patarroyo.

Los descubrimientos de los tres próceres del sistema inmunológico impulsaron la creación de varios grupos de investigación de la UN que se ocupan de problemas de inmunología, como el grupo de Fisiología Celular y Molecular de Jean Paul Vernot, el grupo de Biología de los Macrófagos de la bióloga Marcela Camacho y el grupo que trabaja los aspectos evolutivos de mecanismos de respuesta inmune, del profesor Luis Fernando Cadavid.

“Con Hoffman y Beutler, el estudio del sistema inmune innato dio un salto impresionante porque dejó de ser considerado una serie de mecanismos inespecíficos, para convertirse en un componente altamente específico que regula muchísimos aspectos del organismo humano”.

Cómo funciona el sistema inmune

Se trata de una red compleja de moléculas, células y tejidos que funcionan para mantener la integridad fisiológica y genética de los organismos. Se distinguen en este la inmunidad adaptativa y la innata.

La primera consiste en células llamadas linfocitos, que se clasifican en B y T. Los B se encargan de la respuesta inmune humoral, es decir, mediada por anticuerpos, y los T permiten la respuesta inmune celular.

“Este brazo de la inmunidad adaptativa reconoce y destruye e inactiva células que puedan estar infectadas por virus o parásitos intracelulares, así como células viejas o tumorales”, explica el Director del Instituto de Genética.

Por otro lado, la inmunidad innata es la que posee todo cuerpo desde que nace. Se compone de una gran gama de mecanismos, muchos de ellos no relacionados entre sí, que incluyen barreras anatómicas y fisiológicas como la piel y las mucosas, y barreras fisicoquímicas como el PH y la temperatura.



UN

martes, 4 de octubre de 2011

Steinman: Un trabajador incansable


Tomado de EL TIEMPO, Martes 4 de Octubre, pag. 16


El científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo, quien trabajó con Steinman en el Departamento de Inmunología Celular de la Universidad de Rockefeller, aseguró que el investigador canadiense puede catalogarse como uno de los padres de la inmunología celular. Lo describió como un hombre con buen sentido del humor y un trabajador incansable.

lunes, 3 de octubre de 2011

En Montería, Manuel Elkin Patarroyo lamentó muerte del premio Nobel de Medicina


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El científico Manuel Elkin Patarroyo, lamentó el fallecimiento del premio Nobel de Medicina, el biólogo canadiense Ralph Steinman, con quien trabajó durante los años 1984 y 1985 en Europa.

“Me estaba llamando la prensa de Europa para saber sobre mi vínculo con él, y no había podido dialogar al respecto, ahora me encuentro con esta noticia. El gran problema ahora es que los premios nobel no pueden ser otorgados póstumos. Hay una gran discusión en el comité nobel de qué hacer con ese premio”, precisó el científico.

Patarroyo asistió esta mañana como conferencista en la Universidad del Sinú, sobre los avances de la vacuna contra la malaria, en el marco de la semana de la ciencia y la tecnología en ese centro del saber.

Ralph Steinman falleció a los 68 años, víctima de un cáncer de páncreas.

Montería.

Patarroyo dijo que la ‘piñata’ de Colciencias retrasa cinco años vacuna contra la malaria



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Un contundente pronunciamiento hizo el científico colombiano e inventor de la vacuna contra la malaria Manuel Elkin Patarroyo hacia el Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación, Colciencias, del Gobierno nacional, al que sindicó de ser una ‘piñata’ que va de mal en peor.

“Si nosotros que somos el paradigma, el símbolo, el ejemplo, el portaestandarte no se nos da nada, imagínense a los más pequeños”, precisó el científico.

Patarroyo se refirió así en rueda de prensa en la Universidad del Sinú de esta ciudad, minutos previos de iniciar una conferencia sobre el avance de la vacuna contra la malaria, en el marco de la semana de la ciencia y la tecnología del citado centro del saber.

Llamó piñata a Colciencias porque en su concepto no hay reglas definidas para la repartición de los dineros, y aclaró que la ciencia no es arbitraria como para avanzar sin recursos.

“Este es el instante donde no hemos recibido un solo centavo del Gobierno nacional y ya estamos en el décimo mes. Se abrió licitación para el 15 de diciembre, lo que significa que ningún investigador recibió un centavo en todo el año, eso significa la muerte para algunos grupos incluyendo el nuestro”, precisó.
Dijo que por la falta de apoyo del Estado es mucho lo que se ha dejado de hacer y eso tiene grandes repercusiones enormes sobre la salud mundial.

“En esencia nosotros debimos entregar la vacuna hace tres años y todavía vamos colgados en por lo menos dos años. Ha habido un retraso significativo en el desarrollo de las vacunas en nuestra área, y en los otros proyectos de investigación científica de otros grupos. No solo somos nosotros los que estamos sufriendo una ausencia de políticas de Estado para la ciencia”, reseñó de manera vehemente.

Recientemente el director del Colciencias Jaime Restrepo Cuartas, dijo que el Estado solo está invirtiendo el 0, 16 % del Producto Interno Bruto (PIB) en la investigación para el desarrollo, mientras que lo que se requeriría es el 1 %.

El científico Patarroyo advirtió que su pronunciamiento no es para quejarse, “porque yo puedo decir que me ha ido bien gracias a Dios a los españoles y a la Universidad del Rosario”.

Destacó el que llamó generoso apoyo de España, a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional, que está asumiendo los costos de la investigación, al igual que la alianza establecida con la Universidad del Rosario.

Sostuvo que no hay un cronograma establecido para avanzar en el trabajo de la vacuna, por los grados de incertidumbre que existen ante la falta de recursos.

Por Eduardo García

jueves, 29 de septiembre de 2011

Patarroyo presenta avances en vacunas


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Colprensa | El anuncio fue hecho en una charla que el científico les dio a los jóvenes de la Escuela Colombiana de Ingeniería, Julio Garavito.


Colprensa | Bogotá | Publicado el 29 de septiembre de 2011

Manuel Elkin Patarroyo aseguró que tiene lista la versión mejorada de la vacuna contra la malaria, Colfavac.

"Tenemos una metodología para detener al parásito de la malaria en los dos niveles: antes de que llegue al hígado, y antes de que llegue a los glóbulos rojos. Eso hace una vacuna totalmente efectiva", explicó el científico tolimense.

Patarroyo aclaró que los resultados han sido efectivos hasta el momento solo con monos, del tipo aotus que desarrollan la malaria de forma similar que los humanos. Se espera que en 2012 comiencen los estudios clínicos con personas, proceso que podría durar dos años.

"Luego de eso hemos planeado que se haga un consorcio, hay personas interesadas en participar para que produzcamos la vacuna y distribuirla gratis o al costo de producción, puesto que son magnates y filántropos que han preferido mantener su nombre en el anonimato", afirmó.

Los resultados de sus investigaciones serán publicados esta semana en la revista Current Medicinal Chemistry.

La idea de Patarroyo es que la metodología que utilizó para descubrir la vacuna contra la malaria sirva para desarrollar vacunas contra más de 500 enfermedades infecciosas. "Hemos querido que todas las vacunas lleven el prefijo 'Col' que significa Colombia para que la gente sepa que fuimos los colombianos los que resolvimos el problema de la malaria, de la tuberculosis, del dengue", puntualizó.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Cifra del Gobierno de casos de Malaria estaría por debajo de la real: Manuel Elkin Patarroyo


Caracol | Septiembre 28 de 2011

>> Leer artículo en CARACOL


Luego de que autoridades sanitarias confirmaran a Caracol Radio que en último año se han presentado más de 44.797 casos de Malaria en el país, lo que se traduciría en que tomando en cuenta la temporada de lluvias, la cifra estaría entre 88 mil y 100 casos al finalizar el año, estarían por debajo de la realidad.

Según el científico colombiano reconocido mundialmente por desarrollar una vacuna sintética contra la malaria, la cifra reportada por el Gobierno tiene un subregistro, ya que según las investigaciones de la enfermedad, la cifra que se registra está entre los 120 mil y 140 mil casos por año. Según Patarroyo éste sub registro se debe a la información que brindan los municipios.

Frente al acceso a las vacunas en el país, el científico explicó que se mantiene al margen de las políticas públicas, “la responsabilidad debe ser netamente del gobierno” aseguró.

“No he querido meterme en las políticas de salud del país porque estamos trabajando de manera independiente, ¡el problema que lo resuelva el gobierno!, ¡nosotros no estamos recibiendo ninguna subvención, entonces no vamos a meternos en donde no nos han querido recibir y nos han sacado!, independientemente que me duela enormemente ya que son compatriotas nuestros” explicó.

Además dijo que el Gobierno en este caso es el que “tiene la sartén por el mango, puesto que son quienes establecen las políticas, así que pues que pena que las hagan ellos”, agregó.

Patarroyo asegura tener vacuna contra la malaria 100% efectiva


(Foto: Afp/ VANGUARDIA LIBERAL)

Martes 27 de Septiembre de 2011 - 05:04 PM

>> Leer artículo en VANGUARDIA LIBERAL

Todas las vacunas que desarrolle el científico tendrán el prefijo ‘Col’ de Colombia, para enaltecer el nombre de su país.

El científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo aseguró que tiene lista la versión mejorada de la vacuna contra la malaria, Colfavac, la cual es efectiva en más del 100%.

“Tenemos una metodología para detener al parásito de la malaria en los dos niveles: antes de que llegue al hígado, y antes de que llegue a los glóbulos rojos. Eso hace una vacuna totalmente efectiva”, explicó Patarroyo.

El anuncio fue hecho en una charla que el científico tolimense les dio a los jóvenes de la Escuela Colombiana de Ingeniería, Julio Garavito, en el marco del evento ECIciencia en Bogotá.

El científico aclaró que los resultados han sido efectivos hasta el momento solo con monos, del tipo ‘aotus’ que desarrollan la malaria de forma similar que los humanos. Se espera que en 2012 Patarroyo comience los estudios clínicos con personas, proceso que podría durar dos años.

“Luego de eso hemos planeado que se haga un consorcio, hay personas interesadas en participar para que produzcamos la vacuna y distribuirla gratis o al costo de producción, puesto que son magnates y filántropos que han preferido mantener su nombre en el anonimato”, afirmó.

Los resultados de sus investigaciones serán publicados esta semana en la revista Current Medicinal Chemistry, una publicación importante de medicina química en el mundo.

La idea de Patarroyo es que la metodología que utilizó para descubrir la vacuna contra la malaria sirva para desarrollar vacunas contra más de 500 enfermedades infecciosas. Todas sus vacunas tendrán el prefijo ‘Col’ de Colombia, según el científico para enaltecer el nombre de su país.

“Hemos querido que todas las vacunas lleven el prefijo ‘Col’ que significa Colombia para que la gente sepa que fuimos los colombianos los que resolvimos el problema de la malaria, de la tuberculosis, del dengue y de esa manera se le otorgue el crédito y reconocimiento al país”, puntualizó.

TODA UNA VIDA DEDICADA A LAS VACUNAS

Manuel Elkin Patarroyo supo desde sus nueve años que quería dedicar su vida al desarrollo de vacunas. Después de leer cuentos sobre la vida de Louis Pasteur y su trabajo como químico y bacteriólogo, el tolimense decidió seguirle los pasos a este científico francés, pero con una metodología diferente.

Patarroyo ha sido pionero en trabajar vacunas químicamente, un reto dentro de la comunidad científica mundial. Fue el primero en desarrollar una vacuna contra la malaria bajo esquemas moleculares, resultado que presentó al mundo a finales de la década de los 80.

La vacuna demostró una efectividad entre el 40% y el 60% en adultos y del 77% en niños pequeños. Sin embargo, Patarroyo continuó trabajando para encontrar la forma de garantizar el 100% de la inmunidad a toda la población.

Después de múltiples estudios él y su equipo de trabajo encontraron la forma de bloquear el efecto del parásito en el cuerpo humano, para evitar que destroce los glóbulos rojos, la forma en que el microorganismo puede acabar con la vida de la persona en cuestión de semanas.

Uno de las motivaciones que ha tenido el científico en dedicar toda su vida al estudio de una vacuna contra la malaria se debe a que esta enfermedad es uno de los principales problemas de salud pública del mundo. Cada año se presentan 500 mil nuevos casos de malaria, de ellos, 3 millones mueren.

La malaria o paludismo hace parte del grupo de las enfermedades infecciosas, más de 500, que matan cada año a 17 millones de personas en el mundo. Muertes que podrían evitarse si existiera una vacuna para contrarrestar su efecto. Solo 13 de esas enfermedades cuentan con una vacuna el resto, como dice Patarroyo, son una tarea pendiente para los científicos de hoy.

Publicada por Colprensa, Bogotá

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Se requiere un nuevo humanismo solidario con el que podamos salir adelante

Manuel Elkin Patarroyo médico inmunólogo colombiano

>> Leer artículo en DEIA, España

El científico y premio Príncipe de Asturias de Investigación en 1994, Manuel Elkin Patarroyo, afirma que la erradicación de todas las enfermedades infecciosas es poco probable, pero que existen diversos mecanismos con los que poder controlar a un buen número de ellas. f. alcáuzar - Miércoles, 21 de Septiembre de 2011 - Actualizado a las 05:53h


Manuel Elkin Patarroyo está estos días en Bilbao.


Bilbao. Muchas son las cualidades que describen al inmunólogo colombiano Manuel Elkin Patarroyo (Ataco, 1946): generoso, carismático, humano... Entre ellas, quizás la más sonada sea su extremada solidaridad. En 1993 donó la patente de su vacuna sintética contra la malaria a la Organización Mundial de la Salud. Su gratitud es otro de los rasgos que le caracterizan. No escatima en palabras de agradecimiento cuando se refiere a los organizadores de la conferencia que impartirá hoy en el hospital de Basurto, organizada por este centro y por Caja Laboral, bajo el título Diálogos de Ética, Humanismo y Ciencia.

¿Se considera a sí mismo un filántropo?

Me considero una persona solidaria. Hay que distinguir entre la caridad, la generosidad y la solidaridad. La filantropía es dar lo que ya se tiene en exceso. Por este motivo, solidaridad es lo que nosotros hacemos, no solo yo, es todo mi Instituto, mi familia. Lo que logramos lo entregamos a la Humanidad como un gesto de identificación con ella. Damos lo que tenemos.

En la actualidad, los valores de la sociedad están cambiando...

Nos encontramos en un torbellino por mantener una actitud totalmente egocéntrica. Esto nos ha conducido a la actual situación que atravesamos y en la que los estados ricos están quebrando. Todos los esquemas economicistas están fallando. Desde un punto de vista filosófico, la actitud comunista se fue a pique, lo que es el capitalismo se está yendo a pique. En un futuro, dentro de por lo menos una generación, se impondrá una especie de humanismo en el cual la gente se identificará.

¿La propia evolución de la ciencia ha dejado atrás el humanismo?

Desde el punto de vista histórico, la inserción de la ciencia es mucho más reciente. La ciencia como tal se comenzó a insertar en la sociedad a partir del siglo XVII, que fue cuando se fundaron las primeras sociedades científicas: la Royal Society de Londres en 1662, la Academia Francesa en 1667 y todas las demás. Entonces, como institución, la ciencia no ha tenido aún un largo recorrido mientras que los conceptos filosóficos y humanísticos tienen 4.000 años. Hoy en día, la ciencia ha recuperado vertiginosamente esa diferencia.

¿Cómo debe afrontarlo la sociedad?

Nunca estuvimos preparados para esto. La ciencia ha ingresado en una espiral de desarrollo que es imparable. Ahora lo que tenemos que hacer es darle el enfoque humanístico a eso. Tenemos que evolucionar -a pesar de la rapidez de la ciencia-, para poder darle un uso apropiado, y es ahí en donde yo he querido dejar mi impronta.

¿Es necesario un cambio de mentalidad?

Sí, tenemos que hacerlo y no solo en la industria farmacéutica. Debemos extrapolar ese cambio a todos los demás aspectos.

¿Cree que la ciencia logrará acabar con las enfermedades infecciosas?

Con todas no lo creo, pero sí llegará a controlar un buen número. Yo soy de los que piensa que el término erradicar es muy paranoico. Los microbios vivos son de una versatilidad apabullante. Yo creo haber descubierto un gran número de mecanismos de evasión o escape. Pero aún existe un gran número que no han sido descubiertos. Los microbios siempre se sacarán un as de la manga. Solo ha habido una única enfermedad que se ha logrado erradicar de la faz de la tierra, la viruela.

¿Qué motivo le ha traído a Euskadi, además de una conferencia?

Tengo una reunión con la Agencia Vasca de Cooperación que quiere trabajar también con nosotros en un programa fantástico que tenemos que es el del seguimiento de mujeres infectadas con el virus del papiloma humano. Es una cosa de la cual me enorgullezco mucho.

¿De dónde nace su solidaridad?


Mi ventaja ha sido vivir en dos mundos. Mi educación se desarrolló en el lugar más elitista de este mundo, la Rokefeller University en Nueva York, donde pasaba 6 meses para luego volver a Bogotá. Nunca me desprendí de esa realidad; viví entre la riqueza pero también en la miseria. Este fue un factor clave para tener esa perspectiva o visión, además de la educación inculcada por mis padres. Nunca tuve la dicotomía de aquellos que se van 20 años a Nueva York o a Estocolmo y después regresan para contemplar el mundo de miseria del cual surgieron. Yo me estrellaba con ambos mundos continuamente, nunca me desligue de esas dos realidades, esa es mi psicología.

¿Qué le diría a aquellas personas que no comparten su filosofía?

Yo soy muy respetuoso con su forma de pensar. Lo único que les digo es una cosa: que piensen un poquito y muy probablemente esta sea la mejor alternativa. Se requiere un nuevo humanismo solidario, entre otras cosas, con el que todos podamos salir adelante.

domingo, 28 de agosto de 2011

La malaria, un proyecto de vida

>> Leer artículo en VANGUARDIA LIBERAL

Domingo 28 de Agosto de 2011 - 12:01 AM

Aspectos de la conferencia del profesor Manuel Elkin Patarroyo, en la auditorio de Canapro en Moniquirá, donde compartió con estudiantes de la Provincia de Vélez y Ricaurte, su vida, luchas, sueños y triunfos. (Foto: Nancy Acuña R. /VANGUARDIA LIBERAL)

Con una conferencia sobre la Malaria, el científico colombiano compartió con estudiantes de bachillerato de las provincias de Vélez y Ricaurte.

Invitado por la Asociación La Cumbre, el científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo estuvo de visita en la ciudad de Moniquirá para ofrecer una conferencia a estudiantes de las provincias de Vélez y Ricaurte.

A su llegada, la Banda Sinfónica Juvenil le brindó un concierto en el Parque Simón Bolívar donde se agolpó la comunidad para saludar al invitado de honor. Allí autoridades civiles, eclesiásticas y militares le dieron un cálido recibimiento.
En Canapro, lugar de conferencia, asistieron 190 estudiantes, debidamente registrados, interesados en la ciencia e investigación, de los colegios de Vélez, Güepsa, Barbosa, San José de Pare, Togui, Chitaraque, Arcabuco y Moniquirá, al igual que docentes.

‘La Malaria un proyecto de vida’, fue el tema sobre el cual el conferencista se refirió, haciendo alusión a su vida en su ciudad natal Ataco, Tolima; de su familia, sus estudios en el colegio, sus inicios en la ciencia, del trabajo que viene desarrollando en la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, del cual es el fundador y director, y su objetivo claro de ser reconocido como ‘benefactor de la humanidad’.

Algunas publicaciones
Con la sencillez que lo caracteriza Manuel Elkin Patarroyo atendió a Vanguardia Liberal y se refirió al trabajo que viene realizando desde hace varios años en el desarrollo de vacunas contra 517 enfermedades.

“En esencia lo que hemos venido trabajando desde hace mucho tiempo, es un método lógico racional para desarrollar cualquier vacuna o la vasta mayoría de ellas, pero trabajando con un modelo prototipo que es la de la malaria. En marzo 25 la principal revista de química del mundo Chemical Reviews publicó los hallazgos que soportan y le dan suficiente base a eso. Esta semana que viene vamos a publicar otro artículo”.
Respecto a la segunda generación de vacunas sintéticas contra la malaria, Colfavac, informó que los estudios clínicos, estudios en humanos, comenzarán el año entrante por esta época.

“Como nosotros hicimos y definimos las reglas de juego porque fuimos los primeros en desarrollar vacuna contra la malaria ya sabemos por donde tomar atajos de manera que eso será relativamente rápido”, dijo.

Sobre el apoyo del Gobierno Nacional a la investigación, el científico expresa que aún no entiende qué es lo que ha movido al gobierno anterior de Álvaro Uribe y el gobierno actual a no apoyar su investigación cuando es reconocida en todo el mundo. No obstante la situación no le preocupa por cuanto se tiene una alianza con la Universidad del Rosario y España a través de la agencia de cooperación internacional y a través de la Caja de Ahorros de Navarra financian su labor.

Investigaciones por uso de primates

Sobre las investigaciones que se adelantan en su contra por el uso de primates en sus experimentos, dijo que “trabajando con malaria a nosotros se nos llega a morir entre el 2 y el 5% de los miquitos no más, el resto se liberan en muy buenas condiciones tal como lo documenta Corpoamazonia. De tal manera que eso es absurdo. No entiendo esa situación versus 3 millones de muertos de malaria por año y un total de 17 millones de muertos por año por las enfermedades para las cuales estamos desarrollando vacuna. De manera que no logro entender. Me atengo a lo que es la ley y no pongo a hacer contradicciones mediáticas porque no lleva a nada”.

Publicada por NANCY ACUÑA RODRÍGUEZ

sábado, 27 de agosto de 2011

Premio Nobel Steitz: las farmacéuticas no quieren que la gente se cure


>> Leer artículo en EL TIEMPO

Prefieren centrar el negocio en medicamentos que sea necesario tomar durante "toda la vida", dijo Steitz, quien opina que "muchas de las grandes farmacéuticas han cerrado sus investigaciones sobre antibióticos porque estos curan a la gente.

Investigador del Instituto Médico Howard Hughes de la Universidad estadounidense de Yale, Steitz asiste en Madrid al Congreso Internacional de Cristalografía (estudio de la estructura ordenada de los átomos en los cristales de la naturaleza). En el caso de la tuberculosis, Steitz ha averiguado el funcionamiento que debería seguir un nuevo antibiótico para combatir cepas resistentes a la enfermedad que surgen sobre todo en el sur de África.

El científico comentó en una rueda de prensa que el desarrollo de este medicamento precisa una gran inversión económica y la colaboración de una farmacéutica para avanzar en la investigación. "Nos resulta muy difícil encontrar una farmacéutica que quiera trabajar con nosotros, porque para estas empresas vender antibióticos en países como Sudáfrica no genera apenas dinero y prefieren invertir en medicamentos para toda la vida".

Por el momento, según Steitz, estos nuevos antibióticos son "sólo un sueño, una esperanza, hasta que alguien esté dispuesto a financiar el trabajo". Steitz y los españoles Enrique Gutiérrez-Puebla y Martín M. Ripoll, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), hicieron hoy un llamamiento a los países para que inviertan más en ciencia. Los científicos creen que la resistencia de las bacterias a los antibióticos hará necesario continuar investigando "indefinidamente"

COMENTARIO: Una demostración más -entre miles- de que para muchas de estas empresas lo importante es el lucro a cualquier costo y que la salud y la vida de las personas son simplemente objeto de comercio. Son empresas que no vacilan en emplear el juego sucio para lograr sus fines, es decir, enriquecerse. Si no invierten en antibióticos, ¿lo harán en vacunas?

domingo, 21 de agosto de 2011

En Colombia hay 240 mil casos de malaria al año y se mueren un promedio de 3 mil personas: Manuel Elkin Patarroyo

Domingo, 21 de Agosto de 2011 09:31

>> Leer artículo en EL DIARIO DEL NORTE



Durante la rueda de prensa que el científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo concedió a los medios de comunicación en su visita a La Guajira, se trataron varias temáticas acerca del hallazgo que revolucionó la ciencia en nuestro país y el mundo: la vacuna contra la malaria, enfermedad causada por un parásito que cada año cobra miles de vidas y que en nuestro Departamento causa fuertes estragos.

Esto se convirtió en un punto de interés, teniendo en cuenta que en Riohacha y sus corregimientos el brote de esta enfermedad aumentó considerablemente. “Las políticas sistemáticas no pueden bajar la guardia, las instituciones deben hacer seguimiento por medio de ‘la gotica gruesa’, para monitorear qué está sucediendo con la malaria. Los brotes nunca son espontáneos, entonces, hay que hacer seguimiento de los casos para evitar que el mosquito vector siga propagando la enfermedad. Con esto hay que ser agresivos”, afirmó Patarroyo.

En cuanto a las versiones por parte de algunos dirigentes acerca del impacto que la malaria tiene en nuestro Departamento debido a las condiciones geográficas y ambientales en las que nos encontramos, Manuel Elkin afirmó que si bien esos factores influyen, el no atacar de forma agresiva y evitar esta enfermedad es solo una excusa que muchas veces es producto del poco conocimiento acerca de las enfermedades tropicales por parte de los dirigentes.

Patarroyo reveló unas cifras preocupantes. “La gente no sabe que de malaria se mueren 3 millones de personas al año; en Colombia hay 240 mil casos de malaria al año y se mueren un promedio de 3 mil, mucho más de los que mata la guerrilla”, todo esto debido al poco respaldo que la ciencia recibe de los gobiernos y a la falta de unas políticas que contribuyan al desarrollo científico y tecnológico del país.

Actualmente Colombia no cuenta con suficientes institutos de ciencias, y en el caso del Instituto de Inmunología de Colombia, del cual Patarroyo es fundador y director, recibe el 75% de su financiación de España y el 25% restante de la Universidad de Rosario, con la que mantiene convenio.

“Estamos en un déficit enorme para poder desarrollarnos de una manera apropiada. Eso tiene una razón muy grande y es que se necesita siempre el desarrollo de una masa crítica y un número determinado de personas para poder realmente llegar a desarrollar las cosas. Afortunadamente, nuestra fundación no depende de Colombia, de lo contrario estaríamos como un cadáver y nada se hubiera podido dar.

Pero no solo se trata de nosotros hay otros grupos que les fue peor, como el grupo de las corporaciones biológicas de Antioquia y los otros grupos de las distintas universidades, porque no tienen acceso a lo que nosotros tenemos”, dijo Manuel Elkin Patarroyo.

Colombia debería invertir más en la ciencia: Patarroyo


>> Leer artículo en EL HERALDO

Patarroyo fue condecorado con el Bastón de Oro, máxima distinción que otorga la Universidad de La Guajira como homenaje por los aportes que ha realizado a la ciencia.

“Admiro muchas cosas de Uribe, pero su gobierno fue nefasto para la ciencia”. Así lo expresó el inmunólogo y científico Manuel Elkin Patarroyo en el homenaje que le realizó la Universidad de La Guajira en el marco de la III Jornada de Biología la semana pasada, debido a la mínima inversión que el expresidente hizo para ayudar a mejorar el desarrollo de la ciencia.

Patarroyo compartió temas como el nivel de investigación en Colombia, el apoyo de otros países y algunas pautas para cubrir el tema de la malaria en La Guajira, departamento que tiene una de los mayores índices de la enfermedad , pese a ser área de bosques secos tropicales.

El científico reveló que un día llegó a España y le expresó a la Reina que le estaba yendo “como a perro en misa”, por lo que ésta no dudo en brindarle colaboración hoy en día con cerca del 75 por ciento de financiación exclusivamente para la ciencia, quedando Patarroyo asombrado de ver como otros países, en vez de este, se interesan en contribuir a mejorar la calidad en investigaciones. “El 25 por ciento restante lo proporciona la Universidad del Rosario. Si siguiéramos dependiendo solamente de Colombia seríamos cadáver en cuestiones científicas y nada se podría dar”, aseguró.

Con un tono de inconformismo, Patarroyo comentó que en el período del presidente Gaviria propuso y trató de establecer unas políticas para el desarrollo científico, tecnológico y económico del país, que fueron bien recibidas pero no ejecutadas. “Pasaron casi 17 años y Colombia debería tener cerca de 20 mil doctores y estamos en 3.600. Para este momento deberían haberse creado 40 institutos de investigación nuevos, pero me he dado cuenta que eso depende de las políticas de Estado, no de Gobierno”, manifestó Patarroyo.

Por otro lado, el científico se refirió al tema de la malaria, debido a los casos que se presentaron en el último mes en algunas rancherías indígenas. Indicó que los organismos de control en el departamento no deben bajar la guardia y recomendó realizar constantes seguimientos y monitoreo a los casos de pacientes con síntomas de simple gripe.

“Hay que estar pendiente de lo que está sucediendo, los síntomas de malaria nunca jamás son espontáneos, vienen de algún otro sitio y fácilmente se puede trasmitir el virus. Si aparecen primeros casos deben ser atendidos prioritariamente”, explicó el científico.

Finalmente en la sala de lectura del alma máter, posterior a las conferencias, la vicerrectora académica, Claribel Ochoa Romero, le entregó al doctor Manuel Elkin Patarroyo, el warrarat (Bastón) de oro, máxima distinción de la Universidad de La Guajira como homenaje por sus aportes a la ciencia.

Por Isabel Barceló Baca

jueves, 18 de agosto de 2011

HOMENAJE A PATARROYO

Leer Nota en EL INFORMADOR

Uniguajira realiza homenaje al científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo
Jueves 18 de Agosto de 2011 04:46

La Universidad de La Guajira, por intermedio de la Facultad de Ciencias Básicas, desarrolla hasta 21 de agosto la III jornada de Biología, alusiva a enfermedades tropicales, en homenaje a uno de los más grandes científicos Colombiano Manuel Elkin Patarroyo.

Dentro de la programación oficial de este importante evento, se tiene previsto una rueda de prensa, en donde el científico Patarroyo, compartirá con los diferentes medios de comunicación, sus experiencias, trayectoria e investigaciones.

El encuentro con los medios de comunicación asentado en Riohacha, será hoy a las 3:00 de la tarde en la sala de juntas Uniguajira.

sábado, 13 de agosto de 2011

SE NECESITAN MAESTROS Y ECOLOGISTAS INTELIGENTES

El lapidario informe sobre los pobres resultados de Colombia en las pruebas PISA, Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, es la enésima comprobación de los errores cometidos por quienes definen las políticas educativas del país, incluida la formación y la remuneración de los docentes. Ningún sistema educativo puede ser mejor que la calidad de los maestros que forma.


Las pruebas, que se aplicaron a 470 mil estudiantes de 65 países, 8 mil de ellos colombianos, dejó en claro que el 40 por ciento de los estudiantes de Bogotá, Medellín y Manizales no logran niveles aceptables de desempeño, pese a que sus resultados son superiores a los del resto del país. Colombia obtuvo un promedio de 413 puntos, lejos de los 494 del promedio internacional.

Avances importantes muestra Bogotá, que se ubica por encima del promedio nacional, mientras Manizales y Medellín estuvieron apenas cerca de la media. También está por encima de los puntajes de seis países latinoamericanos en lectura y ciencias naturales y en matemáticas supera a Brasil y Argentina. Algo se está haciendo bien allí, ojalá el próximo alcalde refuerce en lugar de desmantelar un equipo digno de observar e imitar en beneficio de los estudiantes y del país, no de cuotas políticas y burocráticas negociadas con anterioridad.

De acuerdo con los resultados de PISA, el 47 por ciento de los estudiantes colombianos de 15 años no logra el nivel mínimo adecuado de lectura para desempeñarse en la sociedad y apenas el 17 por ciento de estos resultados están asociados con las condiciones socioeconómicas de los jóvenes. La brecha entre colegios oficiales y privados es muy grande. En Medellín y Bogotá, los colegios privados aventajan a los públicos en cerca de 50 puntos, lo que equivale a más de un año de escolaridad, oscuro escenario que explica muy bien lo que eufemísticamente se denomina “en vías de desarrollo” pero que no es más, con poquísimas excepciones, que la incapacidad para pensar, por interés, ignorancia o negligencia, en el futuro del país y de sus gentes.


En ciencias, el 39 por ciento de los jóvenes evaluados de Bogotá, el 52 por ciento de Medellín y el 51 por ciento de Manizales no alcanzaron los desempeños mínimos aceptables, es decir, tienen limitaciones para usar el conocimiento científico para beneficiarse de oportunidades de aprendizaje futuras. Y en cuanto a su habilidad para encontrar y comprender textos publicados en Internet, la lectura electrónica, la cuestión es peor, lo cual resulta imperdonable si se considera el positivo impacto ecológico que supone reducir la fabricación y el consumo de papel. Se requieren ecologistas y conservacionistas inteligentes y maestros que entiendan que lo importante no es tener muchos computadores sino saberlos utilizar.

La solución no está únicamente en aumentar el porcentaje del PIB que se invierte en educación. Colombia en particular tiene que invertir más en ciencia, tecnología e innovación, algo absolutamente necesario en un país donde se gasta más en la guerra que en la formación de recurso humano competente, ni en aumentar el número de horas de clase semanales, sino en optimizar tiempo y recursos para lograr que los jóvenes estudiantes alcancen aprendizajes realmente significativos, es decir, no simplemente consignados en el PEI para llenar requisitos sino activa y sistemáticamente aplicados en el aula y en la vida. Un colegio rico dispondrá de más y mejores recursos que uno pobre, pero no necesariamente hará buen uso de ellos ni formará estudiantes más hábiles o personas mejores, como lo demuestra la existencia de los llamados delincuentes de cuello blanco.

Si bien los colegios son empresas, lo son de un tipo especial, son fábricas de personas; de poco o nada sirven instalaciones lujosas, abundancia de equipos, recursos y marketing cuando se dejan de lado valores esenciales e insustituibles que van más mucho allá de exhibir un “muy superior” en las pruebas de estado o un aviso enorme a la entrada. Es aquí donde juega un papel fundamental la visión de directivos y docentes, terreno en el que por fortuna existen instituciones capaces de romper el molde y producir buenos resultados, concretos y medibles, en los que la calidad humana, la imaginación y los sueños grandes ocupan un lugar semejante al del flujo de caja, donde ser un buen ser humano no es menos importante que ser un buen ingeniero.

El Colegio Campestre Oakland, para mencionar un ejemplo destacable y bien significativo de lo que es darle al estudiante las mejores herramientas para su vida, logró establecer una alianza con la Agencia Espacial Estadounidense, NASA, que le permite llevar grupos de estudiantes destacados a los Estados Unidos para que conozcan y aprendan sobre el terreno, en sus propias instalaciones y bajo la guía de expertos, como se diseñan y construyen los ingenios mecánicos y electrónicos con los que se realiza la exploración espacial, lo que se espera de ella, lo que implica para la humanidad y la calidad y cantidad de conocimiento que demanda.

Por supuesto implica un gran esfuerzo para el colegio, los padres de familia y la misma NASA, pero a nadie escapa la diferencia que hay entre los PEI que nos hablan de maravillas irrealizables y utópicas y el diseño, armado y puesta en funcionamiento de un robot, hecho por los estudiantes con sus manos y su conocimiento. Este es un buen ejemplo de un sueño perseguido y alcanzado a base de tesón y esfuerzo conjunto y, sobre todo, con un conocimiento exacto del potencial de los estudiantes y de las necesidades del país.


Otra de estas instituciones diferentes e importantes es la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, FIDIC, que dirige el profesor Manuel Elkin Patarroyo, centro de investigación de excelencia, cuya labor no se limita a la investigación para desarrollo de vacunas, sino que incluye la formación de investigadores de primer nivel en uno de los países con menor cantidad de Doctores y graduados con Maestrías en Latinoamérica.

Actualmente en Colombia hay cerca de 4000 doctores, cifra que está bastante lejos de los 40000 propuestos en 1994 por el Informe de la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, conocida como la Misión de Sabios, de la que formaron parte, entre otros, Ángela Restrepo, Gabriel García Márquez, Rodolfo Llinás y el mismo Manuel Elkin Patarroyo.


El Oakland, sin muchos computadores, propaganda ni maravillas de papel pero con gente llena de mística y con objetivos claros y realizables y la FIDIC, haciendo ciencia de punta, formando investigadores jóvenes y pensando en el bienestar de la humanidad, son instituciones que nos permiten pensar que en un futuro no muy lejano los magros resultados de las pruebas PISA sean cosa del pasado y la ciencia que salva vidas, hecha en Colombia por colombianos capaces, una realidad.


Presenciar el encuentro de las personas que forman estas dos instituciones resultó ser un verdadero regalo para el intelecto y el espíritu. Sin duda hay en ellos una luz de esperanza para Colombia. Que no se apague.

lunes, 8 de agosto de 2011

A la Ley 100 hay que darle un revolcón: José Felix Patiño

¿Los experimentos en animales como los ratones o los monos son necesarios? Lo pregunto porque el doctor Manuel Elkin Patarroyo, quien tuvo algún problema por el uso de cierta clase de micos del Amazonas.


"El problema es muy serio porque, evidentemente, los animales son necesarios para la experimentación científica. Pero si usted lo toma desde el punto de vista puramente ético, no es admisible que uno trabaja con animales, sobre todo cuando éstos se sacrifican. Sin embargo, hay ciertos experimentos como los del doctor Manuel Elkin, que forzosamente tienen que utilizar ese tipo de monos porque tienen un sistema inmunitario muy similar al del hombre, por eso su éxito es indudable. Yo estoy seguro de que va a sacar su vacuna adelante porque con los micos ya tiene resultados estupendos, de modo que es de esperar que en los humanos surta el mismo efecto. Se va a ganar el Premio Nobel."


José Félix Patiño, eminente médico del país, con una vasta cultura, ha hecho más de 6.800 cirugías y ha formado generaciones de galenos.

Por: Margarita Vidal Domingo, Agosto 7, 2011

>> Leer artículo en EL PAIS.COM

José Félix Patiño es un humanista integral. No sólo es el médico más eminente de Colombia, sino que es dueño de una inmensa y variada cultura que abarca no únicamente partes importante de las ciencias médicas, sino la música (su gran pasión es la ópera y su ‘diva’ preferida la incomparable María Callas, sobre cuya vida, arte y milagros escribió un bellísimo libro), la literatura y el arte .

Colecciona libros antiguos (Plinio el Viejo, Cayo Plinio Segundo, Fray Bartolomé de Las Casas, Francisco de Paula Santander). Hijo de médico, su padre fue el doctor Luis Patiño Camargo, profesor por antonomasia y gran investigador, que descubrió la enfermedad de Carrión, la fiebre de Tobia, e identificó el tifo exantemático en nuestro país.

José Félix nació en San Cristóbal, Venezuela, por accidente, pero se declara absolutamente boyacense porque lo trajeron muy tierno y todos sus ancestros son de Iza.

Bachiller del Gimnasio Moderno, cuenta que, ya en 1944, sus compañeros de colegio , sabían que él sería médico. Adora su profesión con alma vida y sombrero y le ha dedicado cada minuto de su vida, larga ya, de 84 años muy bien llevados. Estudió medicina en la Nacional y en Yale, en donde se graduó con honores y donde permaneció once años investigando y enseñando. Hoy, ya no realiza sus asombrosas cirugías, sino que le dedica cuerpo y alma a la Facultad de Medicina de la Universidad de Los Andes y a su clínica, la Fundación Santa Fe, de la que es co- Fundador.

Fue rector de la Universidad Nacional y Ministro de Salud de Guillermo León Valencia. Presidente de la Academia Nacional de Medicina, ha liderado actividades médicas en toda América Latina y ejerció como Presidente de la Sociedad Internacional de Cirugía. Es miembro honorario del American College of Surgeons, de la American Surgical Association y de numerosas sociedades y academias del mundo.

Autor de varios libros científicos y centenares de artículos, acaba de publicar un libro que propende por el regreso de la ciencia médica y de los médicos, a eso que distinguía antes a los galenos en todas partes: el Humanismo. La comunicación entrañable entre el enfermo y su médico. Porque los de antes curaban el dolor del cuerpo, pero también tenían tiempo para ser sensibles y comprensivos ante las complejidades del alma de su pacientes.

¿Por qué dejó la U. Nacional donde estudiaba Medicina, para irse a Yale?
Cursaba cuarto año cuando el 9 de abril y la universidad se cerró. Mi papá, que era médico, me indicó que debía transferirme a Yale. Uno de los textos que más me había impactado era Fisiología del Sistema Nervioso, de John Fulton, que era Jefe del Departamento de Fisiología de Yale, aunque su campo era la Neurofisiología. Él fue discípulo de Harvey Cushing, creador de la Neurología, y había hecho su College en Yale, su carrera de Medicina en Harvard, el posgrado en Hopkins y había regresado a Yale como profesor.

Era famosa su extraordinaria biblioteca.
Sí, era un gran bibliófilo y tenía la biblioteca histórica privada más grande de los Estados Unidos. Un hombre de un talento fuera de serie, un humanista. Cuando llegué a Yale me ocurrió algo muy curioso: yo llevaba el libro de Fulton y cuando me registré, la secretaria administrativa me dijo: “miremos a quién le asignaron como tutor”. ¿Y quién cree usted qué era? ¡Oh, sorpresa!, nada menos que el mismísimo John Fulton. Risa.

Qué suerte, ¿y cómo era ese genio de la Medicina?
Era un hombre canoso, que siempre estaba fumando una gran pipa. Un personaje extraordinario, de aspecto bonachón, pero quien en realidad era furioso y muy exigente con los estudiantes. Me dio la bienvenida y me dijo: “Este escritorio y todos los libros de la oficina son parte de la colección de Cushing. Puede usarlo todo, pero con mucho cuidado. También puede venir de noche, si quiere. Cuando se lleve un libro, llene el tarjetero para que si alguien viene a buscarlo, sepa quién lo tiene.

¿Qué hizo usted en ese momento increíble que le deparó el azar?
No alcancé casi a llegar al dormitorio, instalarme y regresar corriendo para sentarme en la silla de Harvey Cushing y examinar minuciosamente su colección. Cuando él murió, las tres universidades donde había estudiado, Harvard, Yale y Hopkins, habían estado pendientes de su extraordinaria biblioteca. Se la dejó a Yale, que construyó la hoy famosa Cushing History Library.

Entiendo que su tesis de grado en Yale fue laureada con el Premio Borden, ¿cómo se tituló?
The Transplantation of Embryonic Endocrine Tissues.

¿Los trasplantes no son como milagrosos?
Risa. Usted me hace recordar un coctel en la Nasa, cuando después de una demostración muy impresionante dije: “Eso de mandar a un hombre a la luna y volverlo a traer a la tierra es la hazaña más maravillosa que ha realizado el hombre”, y uno de los ingenieros me contestó: “no, la hazaña más maravillosa es la que hacen ustedes cuando le sacan el corazón a una persona, lo cambian por el de un cadáver y esa persona regresa a la vida”.

¿Cómo describiría un momento así?
Recuerdo que en esa ocasión pensaba que ese científico tenía razón. Usted no se imagina lo que es ver un tórax abierto, del que se saca el corazón, y comprobar que esa persona sigue viva gracias a que tiene funcionando un corazón extra-corpóreo. Enseguida se trae el corazón para injertar, se le hacen las suturas, se le da un golpecito y el corazón ‘nuevo’ empieza a funcionar. Es asombroso.

Lo hace parecer fácil. ¿Cuándo se hizo en Colombia el primer transplante de corazón?
Lo hizo el doctor Fernando Guzmán en la Fundación Santa Fe de Bogotá, en abril de 1990, cuando yo era jefe del Departamento de Cirugía. En esa época creamos el Servicio de Transplantes, uno de los más activos hoy en Colombia, sobre todo en transplantes de hígado; lo lidera el doctor Alonso Vera. Lo que él ha hecho en ese tipo de transplantes es sencillamente maravilloso.

Hago un paréntesis porque creo recordar alguna conexión suya con Georges Clemenceau, el famoso político francés. ¿O lo soñé?
Tiene buena memoria. La historia de la medicina tiene capítulos sorprendentes. Georges Clemenceau a quien usted reconoce como político y periodista, pero de quien seguramente no sabe que también fue médico, fue muy amigo del doctor Nicolás Osorio Ricaurte, abuelo de mi esposa Blanca Osorio, co-fundador de la Academia de Medicina de Colombia. Aquí tenemos un libro que contiene la tesis de Clemenceau, dedicada a Nicolás Osorio, y la tesis de Osorio, dedicada a Clemenceau.

Me dicen que usted conoció también a Christian Barnard, quien conmocionó al mundo con el primer transplante de corazón, en Ciudad del Cabo, en 1967.
Sí y tengo la revista South African Medical Journal donde se publicó esta hazaña y está firmada por todos los que participaron en ella. Barnard después se volvió una especie de super star, se dedicó a salir con mujeres muy lindas, dejó a su mujer y se casó un par de veces más. Padeció de una artritis tremenda y murió en Chipre en 2001.

¿Dentro de sus muchos aportes a la medicina, ha hecho inventos?
Cuando estaba en Yale, donde permanecí once años, diseñé una operación que se llama ‘shunt anastomosis cardiovascular’, entre la vena cava superior y la vértebra pulmonar derecha.

¿Los primeros tropiezos que se tuvieron en los transplantes se debieron a rechazo inmunológico?
Sí, ese ha sido siempre el problema.

¿Cómo se maneja el rechazo inmunológico?
Hoy día hay agentes que modulan y, en algunos casos, suprimen el rechazo inmunológico. El paciente tiene que tomarlos de por vida. Eso tiene sus problemas porque, al hacer una inmuno supresión, la persona queda expuesta a infecciones pero, cada vez son mejores los agentes que se utilizan y hoy día podemos decir que eso se ha convertido en rutina.

¿Y cómo está el tema de los donantes?
En los países europeos la gente tiene mucha conciencia y autoriza la donación de sus órganos en caso de muerte. Aquí no tenemos tantas posibilidades, pero eso está mejorando. Sin embargo, resulta paradójico -y triste a la vez- que como en Colombia se muere mucha gente joven por la violencia, los órganos son muy adecuados porque generalmente son sanos y normales.

¿Dónde se hizo el primer transplante de riñón en Colombia?
En Medellín. En el Hospital San Vicente de Paúl se formó un equipo muy brillante de cirujanos que desarrolló todas las técnicas. Empezaron con trasplantes de riñón y rápidamente siguieron con los otros órganos, con la convicción de que en Colombia se podían hacer bien.

¿Cuál fue el aporte a la medicina -muy importante- en el año 1968, del doctor Stanley J. Dudrick, amigo suyo y tres veces candidato a Premio Nobel?
El doctor Dudrick era residente en el servicio del doctor Johnatan Rhoads, pionero de la nutrición intravenosa. Tenía gran disciplina y autoridad. Sus residentes le insistían en que había demasiados pacientes que se morían indefectiblemente porque no había manera de alimentarlos. Sostenían que si se encontrara un método para hacerlo, se podría salvar muchas vidas.
Primero en perros y luego en cadáveres, lograron diseñar una técnica para llegar a la vena cava superior, o a la vena subclavia, y administrar por allí una solución alimenticia muy concentrada, que no se puede suministrar por la vena periférica porque ésta se irrita, finalmente se tapa y duele una barbaridad. Pero cuando se pone en el tronco arterial braquiocefálico, o en la Vena Cava Superior, el volumen de sangre es tan grande que se disuelve y el paciente no siente nada.

¿Cuál es la ventaja de ésa, la denominada “nutrición parenteral”?
Para ponerle sólo un ejemplo, hay un caso relativamente reciente de fístulas en la piel, que se llaman entero-cutáneas, con una mortalidad por encima del 50%. Llegó la nutrición parenteral y hoy tenemos una mortalidad de menos del 2%. Aquí en nuestro servicio se han especializado en ello los doctores Arturo Vergara y Manuel Cadena. De esta manera se han salvado muchísima personas, alimentadas por la vena a través de la cual se suministra proteína, glucosa, vitaminas y demás. Funciona para todas las edades.

¿Recuerda cuántas operaciones hizo a lo largo de toda su carrera?
Cuando uno está en la docencia les enseña a operar a los residentes. Esas operaciones no las contabilizo como mías, aunque fueron centenares. De las propias, creo recordar que la última era la número 6.800. Probablemente las otras las duplicarán. Yo ya no opero, me he dedicado enteramente a la docencia.

¿Los experimentos en animales como los ratones o los monos son necesarios? Lo pregunto porque el doctor Manuel Elkin Patarroyo, quien tuvo algún problema por el uso de cierta clase de micos del Amazonas.

El problema es muy serio porque, evidentemente, los animales son necesarios para la experimentación científica. Pero si usted lo toma desde el punto de vista puramente ético, no es admisible que uno trabaja con animales, sobre todo cuando éstos se sacrifican. Sin embargo, hay ciertos experimentos como los del doctor Manuel Elkin, que forzosamente tienen que utilizar ese tipo de monos porque tienen un sistema inmunitario muy similar al del hombre, por eso su éxito es indudable. Yo estoy seguro de que va a sacar su vacuna adelante porque con los micos ya tiene resultados estupendos, de modo que es de esperar que en los humanos surta el mismo efecto. Se va a ganar el Premio Nobel.

Volviendo atrás, me parece, aunque suene un poco cruel, que se justifica tal vez perder unas vidas animales para salvar vidas humanas, ¿o no?
Hay una novela titulada Cromosoma, que es fantástica, escrita por un médico, Robin Cook y consiste en que, en una isla cercana a la costa de África hay una colonia de monos a los cuales les inoculan genes humanos, y los llaman transgénicos. Si alguien tiene una cirrosis a los 40 años, que lo matará a menos que se le haga un transplante, va a la isla, le ponen al mono sus genes y en el momento que se pueda hacer el transplante, regresa a la isla, le ponen el hígado del mono y no hay rechazo. Así se suceden los casos, hasta que, de repente, el anestesiólogo ve que el mono lo observa con una mirada humana y comprende que no pueden seguir haciendo esos experimentos. La novela termina en que los médicos miran la isla a la distancia; ven que en ella hay fuego y humo y comprenden que los monos aprendieron a hacer fuego.

¿Con todos los adelantos en medicina, cree usted que llegará un momento en que se producirán órganos en laboratorio?
Ya se están produciendo. Se han construido, por ejemplo, orejas. Cuando una persona las pierde o nace sin ellas, es difícil hacerlas o reconstruirlas. Lo que se hace hoy es, a grandes rasgos, cultivar las células madre que van a construir la piel y ponerlas encima del molde de polímero que las va absorbiendo. Ya estamos ad portas de lograr órganos como hígado y corazón.

¿Dónde se están haciendo esas investigaciones?
Todas las universidades grandes de Estados Unidos están trabajando en eso. Hoy día hay varios órganos artificiales; por ejemplo, para una falla cardíaca se utiliza una especie de bomba que se conecta y activa el corazón. También hay máquinas que dispensan insulina para controlar el nivel de azúcar en los diabéticos. No diría que éstas han sido muy exitosas, pero se irán perfeccionando paulatinamente. Lo que sí ha sido muy exitoso, sobretodo en MIT, el centro de ingeniería más famoso del mundo, son los brazos y piernas artificiales. Son sumamente costosos porque tienen transmisión neural. Los nervios pueden transmitir la orden al brazo artificial para que se mueva. Parece una cosa de ciencia ficción: Ingeniería de Órganos.

¿No ve usted peligros de exceso en todas estas investigaciones y adelantos científicos?
Dentro de las actividades humanas, indiscutiblemente la medicina es la más fascinante porque da la visión de todo el funcionamiento del ser humano. Pero en medio de todo este avance tecnológico, se tiende a perder la humanidad de esa ciencia. Aquí estamos empujando fuertemente un movimiento grande para regresar al humanismo en la medicina, y no seguir tratando simplemente al “Señor Tal”, sino a ese ser humano que confía en nosotros. Acabo de publicar un libro que se llama ‘Humanismo y Medicina’, un aporte a la intención de regresar a la medicina con bases humanísticas porque, al fin y al cabo, ésta es la profesión que tiene más que ver con la humanidad del hombre.

Pero el mundo sigue creciendo y ya son hordas de pacientes las que invaden los consultorios médicos y hospitales.
En Colombia hay un sistema de salud que los médicos venimos denunciando desde que yo era Presidente de la Academia Nacional de Medicina, entre 1998 y 2002. Publicamos dos libros demostrando cuáles eran los defectos de la Ley 100. ¿Qué pasa? Cuando la salud, que debe ser un servicio social, se convierte en un negocio, y cuando no se ve como un derecho humano, sino como una mercancía, se produce un efecto devastador sobre la ética médica. Los médicos piensan: “si están haciendo negocio conmigo, yo también haré negocio”. Durante los ocho años de gobierno de Uribe no se pudo hacer nada, porque él mismo fue el ponente de la Ley 100, y cada vez que íbamos a hablarle se mostraba convencido de que era una maravilla. A esa ley hay que darle un revolcón, porque no puede ser posible que a personas enfermas se les nieguen recursos, mientras algunos dirigentes de la salud construyen hoteles y campos de golf.