viernes, 3 de junio de 2011

LOS MICOS DE PATARROYO: ¿OBSESIÓN, DEFENSA DE LOS RECURSOS O ESTRATEGIA COMERCIAL?


Manuel Elkin Patarroyo ha sido desde siempre un personaje amado y odiado, objeto de controversias y debates a las que, como figura pública que es, está expuesto, que habrá errado y acertado como todos y que ha luchado como pocos por cristalizar la idea de desarrollar vacunas sintéticas de bajo costo, de las que es su creador, mérito que, paradójicamente, le ha costado la enemistad de algunas personas y grupos para quienes su trabajo implica una amenaza a sus egos, a sus posiciones, a sus finanzas o a todas las anteriores.

Dentro del grupo de enemigos de Patarroyo hay una persona, la Doctora Ángela Maldonado, cuyos alegatos nada tienen de controversia científica, que es el terreno en el cual debería evaluarse el trabajo de la FIDIC, Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, sino de estrategias mediáticas y jurídicas, costosas en tiempo y dinero, que claramente representan una metodología para sacarlo del camino, que hoy se emplea contra el científico pero que mañana puede utilizarse contra cualquiera que por razones comerciales, políticas, sociales, económicas o de cualquier otra índole resulte inconveniente para sus instigadores. Aspiran a darle alcance internacional y funciona así, más o menos:

MEDIOS DE COMUNICACIÓN

El 10 de julio de 2010 en el diario Los Angeles Times, bajo el título “In Colombia, activist works to preserve monkeys”, firmado por el periodista Chris Kraul, se menciona explícitamente a Patarroyo y a la FIDIC, el Instituto que dirige, como compradores de “hasta 1600 monos por año” que son vendidos, según la publicación, a razón de $50 dólares cada uno por miembros de la tribu Tikuna, que habita la región Amazónica.

Existe un comité encargado de verificar hasta el mínimo detalle las cantidades, los procedimientos de captura, pruebas, tratamiento y posterior liberación de los monos, que ha corroborado los informes presentados por la FIDIC, comité cuyos informes tienen valor legal y no corresponden ni remotamente a las afirmaciones de la Doctora Maldonado y sus socios.

También en medios locales, como la revista CAMBIO y el diario EL ESPECTADOR se han publicado artículos acusatorios, con foros abiertos al público, en los que algunas personas amparadas por el relativo anonimato que brindan Internet y los seudónimos acusan y agreden con la intención de “sensibilizar” a algunos lectores que obrando de buena fe, probablemente, pero sin mucho análisis y menos conocimiento de los pormenores del comercio de vacunas y medicamentos, se suman al coro de personas interesadas en boicotear el trabajo de Patarroyo y su grupo convencidos de que defienden una causa noble, pero no hay tal, apenas son personas utilizadas por quienes tras bambalinas mueven los hilos y organizan el boicot.

ESTRATEGIA JURÍDICA

Estos artículos resultaron ser la preparación del terreno para la embestida jurídica subsiguiente, consistente en 7 demandas, ¡siete!, a la fecha, una detrás de otra, la última una acción popular, mediante las cuales se pretende impedir la utilización de monos para la realización de las pruebas biomédicas con el argumento de que “se están traficando” y que por lo tanto deben establecerse criaderos, lo cual plantea serios inconvenientes, empezando por el hecho de que monos criados en cautiverio difícilmente podrían sobrevivir en un medio tan hostil como la selva y por esa razón liberarlos sería una condena a muerte para estos animalitos, además de presentar muy bajas tasas de reproducción y posible alteración de algunas de sus características genéticas, lo que distorsionaría los resultados de las pruebas. Ignora hechos elementales o se trata de hacerle difíciles las cosas, nada más.

En cuatro de estos procesos ya ha sido exonerado mientras los restantes siguen su trámite legal con alta probabilidad de terminar en absolución, como los demás, cosa que no debe escapar al análisis de Maldonado y su grupo, luego se trata más de una estrategia de desgaste que de un verdadero interés por la protección de los monos y su entorno, como alegan. Tiene el aroma de una campaña sistemática y pacientemente ejecutada.

A este paso serán las mismas autoridades las que tendrán que acusarla por formular denuncias temerarias y ponerle coto a su cacería jurídica, que tiene un alto costo para los contribuyentes e implica poner en marcha el ya atareado aparato judicial sin una verdadera razón. Este no es un ejemplo de perseverancia sino de odio o de interés desmesurado.

Bienvenida la defensa del patrimonio biológico, pero sin perder la perspectiva de la tragedia humanitaria que representan 500 millones de casos y los más de tres millones de seres humanos, la mayoría niños, que la malaria enferma y mata cada año.

SENSIBILIZACIÓN

El 19 de mayo de 2011 organizó una charla titulada “Campaña para combatir el tráfico de fauna silvestre en la tri-frontera amazónica: Usando los monos nocturnos (Aotus spp.) como especie bandera” en la que participaron, además de ella, el Contralor del Amazonas, un biólogo de la Universidad Nacional y alrededor de quince asistentes. El resto del auditorio se completó con estudiantes de colegio, llevados con el argumento de “enseñarles a proteger los recursos del Amazonas” pero que en la práctica estuvieron allí para ocupar la mayor parte de las sillas, como se observa en la gráfica.

No luce bien la defensa de los monitos con base en la utilización de estudiantes, solo para poder mostrar una amplia participación de “autoridades ambientales regionales, colegios, asociaciones de autoridades indígenas, ONGs, instituciones educativas superiores, sociedad civil, entre otros”, según lo expresa en la página web de la fundación que dirige.

Algo similar ocurrió con una reunión de los curacas de la región amazónica a la que convocó unos días más tarde. De 22 de ellos citados apenas comparecieron tres, lo que da una idea del interés que sus planteamientos despiertan entre los verdaderos conocedores de la zona y sus problemáticas, poco dispuestos a caminarle a un proyecto en el que no se ven representados a pesar del encendido tono verde con el que se ha presentado.

¿ECOLOGISMO?

Hay algo oscuro en todo esto. O es un asunto verdaderamente patológico, obsesivo, o existen otros intereses poco o nada ecológicos pero si económicos o personales de los cuales la Doctora Maldonado parece ser la punta de lanza. Que se investigue a la par con sus demandas el fondo del asunto.
O de lo que se trata simplemente, en el menos grave de los casos, es de confrontar a Patarroyo pensando que podría resultarle bastante redituable su señalamiento y que podría conseguir por esta vía un reconocimiento que de otro modo le resultaría difícil alcanzar. Ya obtuvo el Oscar Verde, promocionado desde el Reino Unido, que le representó respetables 90 mil dólares y algunas entusiastas notas de prensa que le habrán hecho suponer que encontró el camino que más conviene a sus intereses.

Sea cual sea el caso de la Doctora Maldonado, es necesario mirar con bastante reserva tanta y tan gratuita vehemencia. Es necesario investigar las motivaciones profundas y, sobre todo, las fuentes de financiación y beneficiarios de su aventura mediática y jurídica, inducida y patrocinada bastante más allá de los 90 mil dólares que obtuvo, según todos los indicios.

Fernando Márquez

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