lunes, 4 de marzo de 2013

Patarroyo: “Seis millones de personas han muerto por las trabas a la vacuna de la malaria”

Verónica Martín - febrero 28, 2013

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Patarroyo insiste en que pese a las dificultades, logrará el objetivo / JAVIER GANIVET 

Manuel Elkin Patarroyo siempre sonríe. Tiene fuerza y convicción en cada proyecto que ejecuta y lo confirma en cada palabra que emite. Es de esos científicos a lo que cuesta no admirar por su tesón, su magnetismo personal pero, también, por sus más de 250 publicaciones científicas. Sin embargo, es uno de los investigadores que más trabas burocráticas, económicas y políticas ha tenido que vencer.

 Reflexiona sobre eso en Tenerife donde ha venido a uno de los actos más importantes de la ciencia en las Islas: la constitución oficial de la Fundación para el Control de las Enfermedades Tropicales, asociada al Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de la ULL, con la que colabora desde hace décadas. “Algo debo estar haciendo bien si me atacan tanto”, bromea.

 -La polémica siempre gira en torno a su figura, ¿cómo lo lleva?
“Lo curioso es que científicamente no hay polémica, lo avalan mis publicaciones científicas. Tras el tiempo, después de haber publicado en Nature, en Science y en Lancet he publicado 260 artículos de altísimo nivel”.

 -Algo de rivalidad científica sí que ha habido, cuestionando alguno de sus resultados con la primera vacuna química de la malaria… “Eso es normal. Yo escucho todo y lo que tenga que pulir lo pulo y nunca los contradigo. Lo rebato con resultados científicos superiores. Yo soy un lector compulsivo de los clásicos griegos, hay una frase de Esquilo en Los suplicantes que dice ‘Sin sufrimiento no existe desenlace posible’. Yo he estado pasándola por las verdes y las maduras y en realidad me están construyendo”. 

 -Realmente, no han podido…, como cuando BBVA embargó el hospital donde estaba ubicado su laboratorio y no pudo volver a él y lo perdió todo… “Tuve que irme a otro, sin presupuesto, sin cinco centavos del Estado colombiano durante diez años ya que, al mismo tiempo, nos quitaron toda la subvención. Estoy disminuido pero ni agotado ni destruido. Esto supuso volver a comenzar en una sede nueva que tiene una dotación del 40% solo de lo que tenía anteriormente y no he podido recuperarla…”

  -¿Cómo ha sobrevivido? “Llevo tres años de cero absoluto de financiación de mi Estado porque el Gobierno anterior decidió pasar de tres millones de euros a cero. Hemos sobrevivido gracias a los fondos españoles provenientes de la Agencia Española de Cooperación Internacional, la Caja de Navarra a través de la Fundación Sadar y la Agencia de Cooperación Internacional del País Vasco. He venido a dar las gracias por todo ello”.

 -Esto significa que cuando la patente de la próxima vacuna salga, ¿habrá algún beneficio para España, como que pueda fabricarla? “Tiene que ser universal. Yo no tengo interés detrás de eso. Tendremos que ver dónde se fabrique. Mi plan era que fuera en Colombia pero con una fractura de casi diez años, ya me dejaron libre. Podría ser en España pero no me atrevo decir nada todavía”.  

-Hace ya 25 años de la primera vacuna química contra la malaria con una efectividad del 30-40%, ¿el resultado fue decepcionante? “No, en absoluto. Fue una sorpresa porque yo había publicado unos cuatro artículos previos y todo el mundo me tenía clasificado en el campo de la genética y el sistema inmune. Al hacer el giro, fue una sorpresa para todo el mundo… uno de los grandes malariólogos del Planeta dijo que fui ‘un caballo desconocido en la carrera’. Fue más sorprendente que decepcionante. Por ello, tras esa experiencia determiné hacerlo al revés, darles cucharada a cucharada de forma que todo lo que iba descubriendo, hasta el último átomo, está publicado y aceptado por los pares mundiales e internacionales”.  

-En este momento, tras dos décadas de estudios, está a punto de publicar -suponemos que en las revistas Nature o en Science- la nueva vacuna, que ya ha tenido una eficiencia del 90% en monos… “Va muy bien aunque tardará aún un año porque todos los problemas previos [se refiere al cambio de laboratorio y a la paralización de la investigación con monos por una denuncia ecologista] han retardado la aparición de la vacuna en cuatro años. Hay que recordar que cada año hay 1,5 millones de muertos por malaria, lo que suponen seis millones de muertos. Porque estábamos en la fase de comprobación final de la vacuna pues el proceso estaba más que probado. Eso es lo terrible para mí, sin duda. No me molesta que se me opongan porque estoy acostumbrado, pero el hecho de pensar que si no se hubiera demorado la investigación, ya estaríamos hace un año o dos entregando la vacuna directamente a la población”.

 -¿En qué fase paró usted los ensayos con la vacuna? “En las pruebas en el hígado en monos. El proceso que seguimos es el siguiente: un mosquito te pica y, al picarte, te trasmite el parásito en forma de larva que va al hígado, ahí lo puedes detener antes. Una vez en el hígado, sale y se transforma en una perita que va a infectar el glóbulo rojo, entonces es la que mata los glóbulos rojos y ahí también se puede parar. Sacar la larva de los mosquitos es dificilísimo y yo resolví el problema yendo de atrás para adelante; lo paré en la perita en el hígado pero hay que explicar al mundo que por un problema absurdo en una frontera imaginaria a 20 metros del Brasil, tuvimos que parar. No podemos probar la vacuna en los humanos hasta que acabemos con los ensayos en los monos y ni siquiera podremos liberar a los monos con los que trabajamos. El mundo debe saber esto”


Manuel Elkin Patarroyo junto a Basilio Valladares, director de la Fundación para el Control de las Enfermedades Tropicales / JAVIER GANIVET

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