miércoles, 8 de mayo de 2013

«Si me dejan usar monos tendré la vacuna contra la malaria en un año»


Con un gesto afable constante y una sonrisa dibujada en la cara, Manuel Elkin Patarroyo, Premio Príncipe de Investigación en 1994 por sus investigaciones sobre la vacuna de la malaria, quiere dejar claro que ha vuelto «para dar las gracias», un mensaje que dirige a la Fundación Príncipe, cuyo galardón supuso «un paso más allá». Ahora regresa para que sepan qué ha sido de su premio, «los avances que hemos conseguido». Hoy a las 19.30 horas estará en el Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo para exponer sus conocimientos sobre la nueva vacuna.

-Van a cumplirse 20 años desde que se le concedió el Príncipe de Asturias por sus investigaciones sobre la malaria. ¿Qué ha cambiado desde entonces en la lucha contra esta enfermedad?

-Cuando me concedieron el premio en 1994, la vacuna todavía estaba en una fase temprana. A partir de ahí se catapultó y logró un grado de desarrollo altísimo. Se le dio resonancia mundial a nuestro trabajo y, afortunadamente, durante bastantes años el presupuesto que nos dieron fue, como se dice, a toda leche. Los avances no pararon de llegar.

-Y a nivel personal, ¿qué supuso?
-Es un compromiso muy grande, un peso importante a las espaldas debido a la necesidad de responder correctamente a algo tan importante. Pero, sin duda, las ayudas y el prestigio fueron fundamentales.

-Un estudio publicado recientemente en 'The Lancet' cifra en 1,2 millones las muertes por malaria al año, casi el doble que las cerca de 700.000 que calcula la OMS, ¿qué cifra se aproxima más a la realidad?
-Yo pienso que lo correcto es una entre ambas. Casi un millón de muertes al año es lo real.

-¿Será posible erradicarlas en un futuro?
-Controlarlas sí. Erradicarlas es una palabra que no utilizo porque los microbios son muy listos. 

Cuando se descubrió la penicilina, por ejemplo, se habló de acabar con las enfermedades infecciosas, pero no es tan fácil. Lo que podemos hacer es reducirlo a unos mínimos, tenerla controlada.

-Ultima lo que será la 'vacuna definitiva', ¿en qué parte del proceso de implantación se encuentra?
-La hemos estudiado en los monos, hasta que un grupo de ecologistas, sin medir las consecuencias, lo han boicoteado. Aún me pregunto qué oscuros intereses persiguen.

-Entonces, ¿en qué fase están?
-Estamos parados, sin la posibilidad de recibir un solo mono. Seguimos haciendo la parte atómica, y nos ha ido muy bien, pero necesitamos a los monos. Estamos a la espera de que la Ley dé su veredicto final, que estoy seguro será a favor. Si me dejarán usar los monos, tendría la vacuna contra la malaria lista en un año.

-Están probándose otras vacunas.¿Qué resultados espera?
-Tengo que decir, no sin tristeza, que las otras vacunas fracasaron. Esta es la única vía.

-¿Y qué la diferencia de las otras?
-En esta hemos aplicado todo el conocimiento de la química, mientras que las otras son biológicas.

-¿Confía en el éxito?
-Por supuesto. La hemos probado en más de 44.000 monos y los resultados han sido espléndidos.

-En el Tercer Mundo, ¿es mayor el problema económico que el científico a la hora de salvar vidas?
-Pienso que es algo que va simultáneo. La comunidad científica sabe que la salida pasa por la química, y eso es algo baratísimo.

-¿Cuánto costaría una campaña de vacunación?
-Cada vacuna cuesta 10 céntimos de euro, mientras que la vacuna contra el papiloma ronda los 150 euros. El gasto no puede ser un freno.

-¿Cómo afecta la situación económica a la investigación?
-En Colombia, la economía, no es boyante, pero no está mal, así que no afecta demasiado.

-Pero usted se ha visto privado de los fondos para sus investigaciones hace años.
-Sí, pero hay ayudas. En medio de la crisis, España, por ejemplo, nos apoya mucho. Hay tres instituciones aquí que nos subvencionan.

-¿Qué nivel observa en España?
-La ciencia está en un nivel no bueno, sino muy bueno. Solicito a los Gobiernos que no reduzcan el presupuesto, sino que lo incrementen. Hay mucho por hacer y hay quien lo haga.

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