sábado, 24 de enero de 2015

Vacunas no son para pobres



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Urgen medidas globales que fijen reglas nuevas en la comercialización de las vacunas. 


No es ningún secreto que el objetivo básico de la industria farmacéutica es ganar dinero, o que su negocio es la enfermedad, no la salud. Siempre les será más rentable vender medicamentos para tratar enfermedades que vacunas para evitarlas. 

Desde esta perspectiva se ve mejor la razón de las reiteradas acusaciones a Patarroyo y su grupo, que han ocasionado desde la pérdida de costosos equipos y años de investigación, hasta el cierre de la estación de primates en Leticia, con argumentos de dudoso corte ambientalista que bien vale la pena revisar. 

Es posible que el trabajo del Profesor, que consiste en investigar y donar el resultado de sus investigaciones, no resulte muy conveniente para las finanzas de quienes han hecho que vacunar en países pobres cueste hoy 70 veces más que en el 2001 o, como en Colombia, que haya medicamentos esenciales por los que nos cobran hasta 2000 veces lo que valen en el vecindario.  

Urge fijar reglas de juego claras para proteger el derecho a la salud y la vida de todos y, sobre todo, notar que hay intereses económicos muy grandes detrás de todo esto.

Fernando Márquez

10:46 p.m. | 23 de enero de 2015
La epidemia de ébola, que afecta a varios países del África occidental y preocupa al mundo, es un ejemplo diciente de que en materia de salud los más pobres tienen todas las de perder.
La pobreza deja diariamente a millones de personas expuestas a enfermedades que podrían controlarse y que solo se registran cuando causan catástrofes o afectan a naciones pudientes. Esto es mucho más dramático cuando de prevención se trata.

De acuerdo con un reciente informe de la ONG Médicos Sin Fronteras (MSN), vacunar en países pobres o en vías de desarrollo hoy es 70 veces más caro que en el 2001. Muchas naciones, entre ellas africanas y latinoamericanas, tienen a millones de personas sin estas valiosas coberturas porque no cuentan con qué pagarlas.

Según el reporte de la ONG, que analizó datos de 1.500 fuentes relacionadas con los sistemas de inmunización, entre ellas gobiernos, fabricantes, Unicef, OMS y OPS, en el 2001 un esquema completo de vacunación contra seis enfermedades costaba 0,57 euros; hoy, uno contra doce males bordea los 40 euros, lo que representa un aumento imposible de pagar para los países pobres.
Este crecimiento se debe, fundamentalmente, a la introducción de nuevas vacunas, como las que inmunizan contra males como el virus del papiloma humano (VPH), el neumococo y el rotavirus, cuya producción y comercialización están controladas por tres empresas que fijan, amparadas en el monopolio, los precios que quieren.



Las farmacéuticas siempre justifican esos valores onerosos en el derecho que les asiste de recuperar las grandes inversiones que, según ellas, hacen durante el desarrollo de estos biológicos.
No obstante, y a juzgar por lo revelado por MSF, en muchos casos recuperan lo gastado en poco tiempo. Y se cita el ejemplo de la vacuna contra el rotavirus; de acuerdo con su productor, su desarrollo requirió invertir entre 300 y 400 millones de euros. Sin embargo, entre el 2010 y el 2013 el biológico logró ganancias cercanas a los 2.600 millones de euros.

No es el único caso: en poco tiempo, sostiene la ONG, las vacunas contra el VPH y el neumococo obtuvieron retornos de inversión que superan 16 veces los costos de producción.
Médicos Sin Fronteras también denuncia el deliberado secretismo que las farmacéuticas tienen sobre los precios a partir de los cuales negocian sus ventas en cada país, lo que mantiene desinformados a los gobiernos que quieren comprar y a las organizaciones donantes, con el objetivo de negociar valores más altos.

Para MSF, esto genera situaciones irracionales y señala los casos de Túnez y Marruecos, países pobres que pagan las vacunas contra el neumococo a costos más elevados que economías del primer mundo, como Francia.

La propia Unicef compra la antitetánica (incluida en los esquemas básicos de vacunación), que en 15 años ha aumentado 127 por ciento su valor.

Los retos que impone el ébola y la celebración, la semana próxima, de una conferencia de donantes para vacunas en Berlín constituyen una coyuntura ideal para discutir la puesta en marcha de medidas globales para controlar estos desmanes, que profundizan las inequidades en el planeta.




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