martes, 10 de mayo de 2011

Un cómic y un mono nocturno son clave en la guerra química de Elkin Patarroyo contra la malaria

Laura Vargas-Parada en Bogotá | Academia 2011-05-10 | Hora de creación: 22:43:02| Ultima modificación: 01:43:56

“Nunca me consideré médico. Lo que necesitaba era el respaldo para hacer investigación”, refiere Patarroyo. Foto: Laura Vargas-Parada

(Tercera y última parte)

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Fue la lectura de un cómic en 1955 lo que le cambió la vida a Manuel Elkin Patarroyo, científico colombiano mundialmente conocido por haber fabricado la primera vacuna sintética contra la malaria. La tira cómica Louis Pasteur, descubridor de vacunas, benefactor de la humanidad no sólo convirtió a Pasteur en su ídolo sino en un ejemplo a seguir. Patarroyo tenía entonces nueve años y hacer vacunas contra enfermedades infecciosas se convirtió en una obsesión.

“Desde niño yo nunca pensé nada distinto” dice en entrevista para Crónica en su oficina de Bogotá. Cuando se le hace notar que Pasteur era químico y se le pregunta por qué estudió medicina y no química, se levanta de su silla como empujado por un resorte y se dirige a un enorme cuadro donde aparece Pasteur. “A Pasteur no lo dejaban vacunar a nadie [por ser químico]. Yo dije: a mi no me va a pasar esto que le pasó a mi ídolo”.

Sin embargo, Patarroyo estaba convencido que para hacer vacunas había que trabajar con moléculas y comenta “en el primer año de medicina me aparecí con la doble hélice del ADN hecha en pedacitos de cartón. Te estoy hablando de 1965”. Mientras sus compañeros pensaban en las células, él tenía claro que la esencia de la vida estaba en una molécula.

Patarroyo estudió medicina en la Universidad Nacional de Colombia, pero no fue un alumno destacado, ya que la mayor parte del tiempo se la pasaba encerrado en el laboratorio. Sabía que no iba a ejercer jamás y que lo suyo era la química y la inmunología: “Nunca me consideré médico. Lo que necesitaba era el respaldo para hacer investigación. Le debo a mis profesores el que hubieran entendido claramente qué era lo que yo quería, y que me dejaran hacer mi carrera a mi modo, a mi manera. Por eso mi canción preferida es A mi manera cantada por Frank Sinatra”.

SOBRE LOS HOMBROS DE GIGANTES. Recién inició sus estudios universitarios Patarroyo comenzó a trabajar con Ronald Mackenzie, virólogo descubridor del virus de la fiebre hemorrágica boliviana. Patarroyo compartió con Mackenzie que pensaba que las vacunas podían hacerse químicamente. “Yo no sé nada de eso” contestó Mackenzie “pero puedo enseñarte cómo se hacen biológicamente”. Patarroyo aprendió con él inmunología básica, virología, vacunología biológica. “Trabajaba con Mackenzie día y noche” pero Patarroyo seguía insistiendo en que quería hacer vacunas químicamente. Ocho meses después, Mackenzie le tenía una sorpresa: “Toma, esta es una invitación formal para que vayas a la Universidad de Yale” le dijo, y Patarroyo recuerda “tuve que buscar un butaco para sentarme porque se me aflojaron las piernas”.

En Yale, Patarroyo conoció a Max Theiler (quien recibió el premio Nobel por su descubrimiento del virus de fiebre amarilla) y a Delphine H. Clarke. Recordando aquella época Patarroyo recuerda: “Comencé a preguntar: ¿alguien sabe cómo sintetizar proteínas? ¿Alguien sabe cómo aislar proteínas? Clarke dijo que ella no, pero su amigo Henry Kunkel, sí”. Kunkel, era un inmunólogo muy respetado de la Universidad de Rockeffeller en Nueva York. Al día siguiente, Clarke y Patarroyo tomaron el tren de las 6 a.m., con destino a Nueva York. La vida de Patarroyo estaba por cambiar.

“Tenía 19 añitos cuando fui a parar a la Universidad de Rockefeller a trabajar con los científicos que averiguaron la estructura química de los anticuerpos: Henry Kunkel y su alumno Gerald Edelman” dice Patarroyo con evidente orgullo. Cuando Patarroyo conoció a Kunkel le preguntó si era posible producir vacunas sintetizadas químicamente. Kunkel respondió: “Es lógico, pero nadie lo ha hecho”. Patarroyo insistió: “¿cree que pueda ser posible?” y para su deleite, Kunkel respondió “sí”. Con Kunkel, dice Patarroyo “aprendí a aislar proteínas, a averiguar secuencias de aminoácidos, la verdadera química”.

A 20 metros de distancia del laboratorio de Kunkel se encontraba el laboratorio de Bruce Merrifield. “Merrifield realizó la síntesis química de la primera proteína en la historia” explica Patarroyo. Kunkel ayudó a Patarroyo para que pudiera continuar su formación profesional con Merrifield. En 1972 Edelman recibió el premio Nobel y Merrifield en 1984. Patarroyo se apresura a concluir: “Tengo dos premios Nobel detrás mío.”

AMIGO DE LOS MONOS. En la búsqueda por una vacuna contra la malaria hay un protagonista vital. Un pequeño mono que habita la selva amazónica, desde Panamá hasta el norte de Bolivia. Los monos Aotus, también llamados micos nocturnos, desarrollan la malaria humana y su sistema inmune es prácticamente idéntico al del humano, lo que los hace muy valiosos para el estudio de las vacunas.

Algunos grupos ambientalistas han acusado a Patarroyo de capturar miles de Aotus, lo que él niega al afirmar que sería simplemente imposible manejar tantos animales a la vez. Otros grupos, han acusado al científico de tráfico de especies. Pero Patarroyo se mantiene firme con un estricto protocolo que controla a las personas que capturan a los monos, las condiciones en que entran al laboratorio y en las que salen luego de haber recibido su vacuna.

Para Patarroyo “los micos son los protagonistas de todo”. Consciente de su importancia para el trabajo que realiza, los cuida al máximo. En la estación de campo, en el puerto de Leticia, en el amazonas colombiano, los Aotus se mantienen en jaulas individuales en habitaciones blancas, tan asépticas como su laboratorio de Bogotá. Los monos que llegan al laboratorio (este año tiene permiso para capturar 800 primates), son valorados, purgados y mantenidos en aislamiento por un mes. Pasado este tiempo, los monos se vacunan y luego son infectados con el parásito de la malaria con el fin de determinar si la vacuna los protege o no de la infección. Los monos que enferman son tratados con medicamentos antimaláricos.

Cuando el experimento termina, se ponen en cuarentena para verificar su estado de salud para luego ser liberados cerca del lugar donde los capturaron, en parejas, respetando los núcleos familiares originales y en presencia de un Comité de Ética. Patarroyo ha dicho que menos del cinco por ciento de los monos mueren en cautiverio.

Aún así, enfrenta varias demandas internacionales. De dos procesos ya ha sido eximido de los cargos. Los otros, aún se dirimen en los juzgados.

A SU MANERA. Canta Sinatra “But through it all, when there was doubt/ I ate it all, and spit it out/I facet it all and I stood tall and did it my way” (Pero a pesar de todo, cuando hubo duda/lo comí, y lo escupí/lo enfrenté todo y estuve orgulloso/y lo hice a mi manera).

Patarroyo ha enfrentado todo. Críticas por ser mediático, por consumir gran parte del presupuesto gubernamental para ciencia en su país, por su trabajo con los micos, por sus métodos poco convencionales. Ha enfrentado la pérdida de los apoyos financieros, de su instituto, de su gente.

A pesar de todo, este científico de voluntad inquebrantable se enorgullece de su trabajo de casi 3 décadas y afirma con su característica jovialidad: “Los científicos somos gente que simple y llanamente dedica todo su esfuerzo y toda su disciplina a resolver un problema sin dejar de tener una alegría enorme de vivir”.

Por lo pronto, el próximo 31 de mayo, el profesor Manuel Elkin Patarroyo recibirá de manos de los príncipes de Asturias y de Viana, el Premio Internacional Príncipe de Viana de la Solidaridad que otorgan el Gobierno de Navarra y Caja Laboral en la ciudad de Pamplona, España en “reconocimiento a su labor durante más de 30 años dedicado a la búsqueda de soluciones para las enfermedades que afectan principalmente a los habitantes de los países en desarrollo, mediante la obtención de vacunas, y en especial contra la malaria”.

2 comentarios:

  1. Este artículo me inspira a seguir adelante en la carrera que escogí, Ingeniería Biotecnológica en Cúcuta-Colombia. Admiro al doctor Patarroyo y espero que en todo lo que emprenda le vaya bien, pero todo gracias a Dios.

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  2. Les habla un Ecópata (a su forma de ver, si es que los deja el antropocentrísmo).
    Si tanto les preocupa la humandidad y sus dolencias, por qué mas bien no se dedican a hacer valer su "juramento Hipocrático" para ver si algún día en este, su país, se dejan de morir personas en la puerta de los Hospitales.

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