domingo, 10 de abril de 2011

CARTA ABIERTA A ANGELA MALDONADO


Desconozco las razones de su inquina contra el Dr. Patarroyo, no me interesan e ignoro su alcance, que no debe ser mucho a juzgar por las últimas noticias en torno al trabajo de él y su grupo, la FIDIC, en las que se menciona el desarrollo de un método para la producción de vacunas, más de 500, pero por ninguna parte ni su nombre ni los micos que representa. Le recomiendo cambiar de objetivo o por lo menos de estrategia, talvez así pueda tener una mayor figuración.

Es obligación de todos proteger el ambiente, el agua, la flora y la fauna, recursos valiosos sin ninguna discusión, pero sin histeria y con un adecuado balance entre la importancia de los micos, para poner sobre la mesa el tema que tanto la desvela, y la que tienen los seres humanos, que también merecen ser protegidos. Ese ecologismo ciego que obstruye y destruye no puede ser bienvenido en ningún escenario.

De lo que se trata el trabajo de Patarroyo es de preservar la salud y por extensión la vida de seres humanos que se cuentan entre los más vulnerables del planeta, y que, supongo, tienen para usted por lo menos tanta importancia como la de los monos que protege con inusitada vehemencia.

Desde siempre y por muchísimo tiempo mas será necesario emplear animales para experimentación, cobayas, ratones, patos, cabras, cerdos, etc. sin que ello implique falta alguna, simplemente es necesario usarlos para poder probar y desarrollar vacunas y medicamentos sin los cuales las tasas de morbi-mortalidad serían inmanejables. A menos, claro, que quienes tan obsesivamente se oponen a esta práctica decidieran, en un arranque de coherencia, ofrecerse como voluntarios.

De otra parte, NO ES CIERTO que la de los monos aotus sea una especie en vía de extinción, como lo plantea, ni que mueran durante o después de las pruebas, a excepción de un pequeño porcentaje, cosa que usted sabe, como sabe también que estos animalitos se tratan y liberan en su hábitat natural en buenas condiciones, lo que no sería posible hacer con monos criados en cautiverio, que no sabrían como sobrevivir en un medio tan hostil como la selva. Eso sí que sería condenarlos a una muerte cruel, lenta y dolorosa, situación que usted parece no haber percibido cuando habla del establecimiento de criaderos de micos. ¿No tendrían estos los mismos derechos que los monos nacidos en la selva?

Siguiendo su propia lógica debería ser más grave que las tribus amazónicas los cacen y se los coman. Son, como otras especies, una fuente de proteína muy importante en su dieta y no habrá Whitley que los reemplace. Esos, los capturados para comer, no tienen la menor opción de retornar vivos a su hábitat, pero guardo la esperanza de que no por eso tenga la ocurrencia de demandar a los indígenas. A propósito, uno que sí está en alto riesgo de desaparecer y que habita en la zona en que usted se mueve, el pirarucú, no se menciona por ninguna parte en sus escritos y denuncias. Cuente con mi apoyo y el de muchos otros si decide defenderlos.

La invito a que de manera tranquila piense en las consecuencias de obstaculizar y retardar la necesaria investigación, en la pérdida de tiempo y recursos que constituye poner en marcha el aparato judicial para que meses más tarde se produzca un nuevo fallo absolutorio, como reiteradamente ha ocurrido. Todo este despliegue es digno, con toda seguridad, de mejores y más urgentes causas.

Si para usted es más importante impedir que se utilicen monos para la realización de pruebas que preservar la vida del enorme número de personas que la malaria mata cada año, está en su derecho, aunque dudo mucho que por esa razón llegue a ocupar un puesto en la historia de los benefactores de la humanidad pero si en la de quienes de buena fe, probablemente, cometieron errores de apreciación tan grandes que por eso se citan frecuentemente para ilustrar la miopía intelectual y la falta de visión, como le pasó a Robert Sarnoff, presidente de la RCA en 1920 que dijo: “La radio no tiene valor comercial. ¿Quién pagaría por un mensaje enviado a nadie en particular?”

Acaso usted diría: ¿A quién le interesa una vacuna creada para el lucro de nadie en particular? Espero que no, porque sin ninguna duda es por ahí que Patarroyo le resulta extremadamente incómodo a cierto generoso Workgroup que usted conoce muy bien.

Fernando Márquez

No hay comentarios.:

Publicar un comentario