lunes, 14 de abril de 2014

Sin animales no hay ciencia


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Tiene razón el Doctor Velásquez:  El respeto por los animales no puede ser mayor que el que se debe a las personas, a los seres humanos, especialmente a los más pobres y vulnerables.   

"El problema real y más urgente de solucionar es saber cómo se están haciendo los ensayos clínicos en humanos, porque los laboratorios no están diciendo lo que hacen con las personas ni todos los resultados que obtienen son transparentemente divulgados."


Por Germán Velásquez
Abril 01 de 2014

La gran mayoría de los avances de la medicina en los últimos 100 años han sido posibles gracias a la experimentación con animales.

Yo siento los sufrimientos de los animales tan intensamente que nunca me he dedicado a la caza o al deporte del tiro. El alarido de una alondra me llegaría al alma, pero cuando hemos de investigar los misterios de la vida o conseguir nuevas verdades, la soberanía del propósito se antepone.” Louis Pasteur.

Cuando llegué a vivir a Ginebra en los años noventa, un colega de la Organización Mundial de la Salud (OMS) me mostró un artículo de la Tribune de Geneve que hablaba sobre un decreto suizo que reglamentaba el tamaño mínimo de las jaulas para las gallinas, y me comentó: “ves, mientras en el mundo en desarrollo luchamos por la defensa de los Derechos Humanos, aquí, en Suiza, ya llegaron a la defensa de los derechos de las gallinas".

En Colombia, donde el problema de los Derechos Humanos está lejos de estar resuelto, parece increíble que a algunos grupos y al propio Consejo de Estado les preocupe más defender los derechos de los micos que los derechos de millones de personas, esto con referencia al fallo que terminó con el cierre del laboratorio de Manuel Elkin Patarroyo, en Leticia.

La gran mayoría de los avances de la medicina moderna en los últimos 100 años han sido posibles gracias a la experimentación con animales. Los científicos utilizan modelos animales para desarrollar fármacos y métodos de tratamiento para enfermedades prevalentes en el mundo. Entre los ejemplos de avances científicos bien conocidos se pueden contar las trasfusiones sanguíneas, la diálisis, la quimioterapia, las cirugías de bypass, las vacunas y el trasplante de órganos. Estas innovaciones, entre muchas otras, salvan hoy vidas humanas y también animales.

El problema de la necesidad científica y la ética de los ensayos preclínicos en animales (ver por ejemplo ‘Controversy of Animal Testing’ de Ian Murnaghan) es un problema que data de los años cincuenta. Sin embargo en los países que más hacen investigación y desarrollo ((I+D) de fármacos para uso humano, está ya reglamentado en forma clara.

Y en el terreno de la ciencia, como sucede en la religión, en la moral o en la política, la verdad no está en los extremos. No todos los musulmanes son terroristas ni todo el clero católico es pederasta. Revisando la literatura sobre este tema existen dos grupos extremistas. Los que defienden a toda costa los ensayos con animales, incluso en campos tan banales como la elaboración de cosméticos, y por otro lado están los que rechazan por completo cualquier tipo de ensayos con animales.

La posición intermedia, recomendada por instancias internacionales y adoptada por un gran número de países, es la de aceptar la investigación en animales porque es necesaria para el avance de la ciencia y para la salud, sin dejar de lado principios éticos que tocan el sufrimiento, el estrés y la eutanasia de animales.

Sin embargo, como lo señala el mismo Neil R. Carlson (profesor del departamento de Psicología de la Universidad de Massachusetts, 2010), “podemos sobrevivir sin comernos a los animales, podemos vivir sin cazar, podemos pasar sin pieles, pero sin utilizar animales para investigar y preparar a los futuros investigadores no podemos progresar en el conocimiento y tratamiento de enfermedades.”

En Francia el equilibrio es claro, mientras, en enero pasado un joven fue condenado a un año de cárcel por poner en YouTube un video en el que se le veía torturando un gato, al mismo tiempo, un informe de la Asamblea Nacional de ese país dice que se autoriza la experimentación para la innovación farmacéutica con 2,2 millones de animales por año. Intransigentes contra el maltrato de animales, pero defensores del avance de la ciencia.

Para que un medicamento pueda salir al mercado, debe pasar por un largo proceso, que pasa por las siguientes fases: 1. Diseño molecular y síntesis en el laboratorio, 2. Ensayos in vitro. 3. Ensayos preclínicos. Una vez estudiados los efectos in vitro, se procede a evaluar la toxicidad aguda del posible futuro fármaco. Esto se realiza generalmente en animales. 4. Ensayos clínicos en humanos, divididos en cuatro fases.

Es aquí, en esta última fase, y no en los ensayos con animales, donde se plantea el mayor problema ético y de rigor científico. Las compañías farmacéuticas controlan totalmente la I+D y están implicadas en todos sus pasos: ellos fijan la agenda de investigación, diseñan los estudios, hacen los análisis, dirigen los ensayos clínicos, escriben los artículos y deciden cuándo, cómo y en qué forma son publicados, incluso hasta los autores.

Jerome Jacobstein, de la Universidad de Cornell, sostuvo ante el Congreso de Estados Unidos que hasta el 25 por ciento de los comunicados científicos podrían estar basados en parte en datos que han sido ocultados o manipulados intencionadamente.

Existe una amplia literatura que relata los desastres causados por medicamentos que han tenido que ser retirados del mercado porque sus riesgos eran altamente superiores a sus beneficios. El caso más reciente es el del Mediator, producido por el laboratorio Servier de Francia. Según los estudios hubo que esperar cinco años y cerca de 500 muertes para que fuera retirado del mercado.

Otro ejemplo reciente es el conocido caso del Rofecoxib (conocido con la marca: Vioxx antinflamatorio/analgésico contra la artritis) de la firma estadounidense Merck. Se calculan entre 10.000 y 50.000 los muertos reconocidos (con indemnización a sus familiares) por complicaciones cardíacas ocasionadas por este fármaco. El Viroxx, puesto en el mercado en 1999 y retirado en 2004, también ha sido objeto de varios estudios publicados por la revista Lancet.

Existe una normativa-guía internacional para la experimentación con animales, elaborada por el Consejo para los Organismos Internacionales de las Ciencias Médicas -CIOMS- que trabaja con la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ya en 1959, Russell y Burch (The Principles of Humane Experimental Technique), desarrollaron una guía que se utiliza en Estados Unidos y en Europa para la experimentación con animales; estos principios pretenden fijar una política de los organismos públicos de investigación.

Hablando en serio, me parece que la discusión no está en si se deben o no usar animales para la experimentación científica esencial para el progreso de la protección de la salud. Este es un tema que ya está más que regulado y probado.

El problema real y más urgente de solucionar es saber cómo se están haciendo los ensayos clínicos en humanos, porque los laboratorios no están diciendo lo que hacen con las personas ni todos los resultados que obtienen son transparentemente divulgados.

Esta es una verdadera amenaza para países como Colombia, pues muchos de estos grupos europeos o norteamericanos que defienden tanto los derechos de los animales, poco dicen de lo que hacen las industrias de sus países para probar sus productos, no en ingleses, franceses o estadounidenses, sino en poblaciones pobres de los países en desarrollo, quienes se han convertido en los conejillos de indias de los ricos para probar los costosos fármacos que serán vendidos a precios solo accesibles al mundo desarrollado.


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